Clásicos Marvel: La Saga de Fénix Oscura, de Claremont y Byrne

«Sentado frente al ordenador, varado en pleno bloqueo creativo y perdiéndome en un maremagnum de datos enciclopédicos y sentencias estupendas, miro a mi derecha, veo los dos números publicados hasta el momento del la revista Plot y hago un último esfuerzo por frenar mi incontinencia verbal y autoconvencerme de que hablar sobre el auge y caída de Fénix Oscura es un esfuerzo baldío, que todo el mundo ha leído ese tebeo y que cualquier cosa que diga sobre él ya ha sido escrita con anterioridad.

Y tras un par de minutos, llego a la conclusión de que por muchas páginas que se hayan podido llenar sobre dicha historia, por más que no quede nada nuevo por decir, mis experiencias son mías y ese tebeo me ha dado tanto que tengo cierta obligación de compartirlas por si aún queda algún despistado o por si algún lector neófito quiere perder unos minutos de su tiempo leyendo mis impresiones sobre una obra crucial en el desarrollo de mi afición por los cómics. Así que cojo aire, borro todo lo que llevaba escrito hasta el momento y dejo que sea mi propia nostalgia la que se encargue de narrar cómo La Patrulla-X me ha llevado de la mano hasta aquí.»

Cuando era crío, a mi padre le tocaba venir a buscarme los sábados. Cosas de padres separados, muchos ya os lo sabréis y el resto os lo podéis imaginar. Me ponía guapo, esperaba pacientemente y comenzaba mi tour semanal por los bares de la zona donde con suerte me encontraría con otros chavales con los que jugar hasta que llegase la hora de comer espaguetis, dormir la siesta y volver con mamá. Como no siempre habían otros críos de mi edad con los que pasar el rato, mi visible aburrimiento y mi tendencia a dar la lata acabó derivando en una nueva tradición, la de hacer una parada en el kiosco y comprar uno de esos tebeos que se compran para que los niños no se aburran ni den la lata. Llegábamos, miraba las portadas y decía «ese, quiero ese».

591885-1Así de sencillo.

Entonces, cada sábado me sentaba en un sitio cómodo y rompía a carcajadas con las ocurrencias de Mortadelo -si había suerte, con una de esas aventuras largas, que eran las que más me gustaban-, Zipi y Zape, Rompetechos o el Botones Sacarino. Me los leía con devoción y, una vez llegaba a la última página, volvía a empezar. Y así hasta que comenzaba a apretar el hambre y nos íbamos a casa.

Ignoro los motivos que me llevaron uno de esos sábados a buscar una lectura diferente. Tal vez no había ningún Olé nuevo, o quizás ya estaba un poco aburrido de historias cortas que en algunas ocasiones terminaban por hacerse repetitivas y no conseguían evitar el tedio.

El caso es que ese día señalé hacia un retapado con los primeros cinco números de La Patrulla-X, sin saber de retapados, ni de La Patrulla-X, ni mucho menos que eran los primeros números. Fue un porquesí como podría haber sido otro cualquiera.

darkphoenixsagatpb_old«Ese, quiero ese».

Y cumpliendo con el ritual, me busqué un sitio cómo y me leí esos tebeos, uno tras otro, con la fascinación que quien encuentra un tesoro. Y los disfruté como sólo pueden disfrutar los niños. ¿Os acordáis de cómo disfrutan los niños? Pues así.

«Me dejo caer sobre el respaldo de la silla y enciendo un cigarro. Comienzo a perderme en recuerdos, a evocar aquellos primeros encuentros con Spiderman, con el Capitán América o con Hulk. Intento hacer memoria para localizar aquellas lecturas tan diferentes a lo que había experimentado hasta entonces, tan de mayores. Y así, entre encuentros furtivos con ladronas de guante blanco, viajes temporales o guerras secretas, una brizna de ceniza sobre el teclado me saca de mi ensimismamiento y me recuerda que aún me queda mucho por escribir y el tiempo apremia.»

Tras cinco tebeos, sólo cinco, ya era el mayor fan de La Patrulla-X sobre la faz de la Tierra. Había visto cómo el Profesor Xavier reclutaba al grupo y les enviaba a una isla en una misión de rescate, había alucinado con Kitty Pryde, que a pesar de tener la edad de los niños de octavo de mi colegio era capaz de enfrentarse ella solita con un demonio francamente aterrador, y había visto un futuro en el que ser mutante estaba muy mal visto y en el que mis recién estrenados héroes de papel morían mientras que en el presente se intentaba cambiar el curso de los acontecimientos.
Una pasada, claro. Aún lo sigue siendo.

XMen135Pero en este caso la guinda, el momento estelar, estaba entre medias. En él, La Patrulla-X acudía al funeral de Jean Grey, uno de los miembros veteranos a los que había que rescatar en la primera historia. Y Cíclope recordaba todo lo que había ocurrido con anterioridad a lo largo de su vida. Y en un puñado de páginas, asistí alucinado a las andanzas del quinteto original, a su camaradería y su lucha contra enemigos de lo más temible y, por fin, a la conversión de Jean en Fénix y su final. Y a pesar de que mi experiencia con La Chica Maravillosa se limitaba a un puñado de viñetas, de alguna forma la narración hacía que su pérdida doliera tanto como si llevases toda una vida leyéndola.

Por aquel entonces la lectura de esos números me avalaba como gran experto en La Patrulla-X y su pequeño universo de ficción, y así se lo hacía saber a mis amigos del clase. Les hablaba de los mutantes, de los Centinelas, de Krakoa o de la muerte de Jean. Y algunos de ellos me hablaban de Los 4 Fantásticos, de Galactus y Estela Plateada, del Hombre Araña y de su guapísima novia. Y uno de aquellos amigos me decía que sí, que esas aventuras que ví narradas durante el número del funeral existían, que su tío tenía algunos tebeos en blanco y negro en los que salían Cíclope, La Bestia y el Hombre de Hielo. Y así, cada vez que agarraba los cómics que había acumulado, ya fueran de superhéroes, Don Mikis o Mortadelos, y los cambiaba en el kiosco por un duro para hacerme con nueva lectura con las que rellenar las tardes de sillón y bocata, mientras rebuscaba en las cajas siempre albergaba la esperanza de encontrar aquello que me habían contado y que tanto había impactado a mis personajes favoritos.

En «Los Chicos que coleccionaban Tebeos», contaba Julián Clemente cómo la dificultad para conseguir un número de Surco perteneciente a la Saga de Fénix Oscura fue algo que de alguna forma le llegó a obsesionar. Yo también tardé bastante en poder leer aquella historia. 8424019554_12b6a6dc67_bPero lo que los chicos no sabíamos por aquel entonces es que con el tiempo acabaríamos coleccionando ese tebeo en un montón de ediciones diferentes, algunas más vistosas, otras más de batalla, pero en las que independientemente del formato, del tamaño o de la rigidez de sus tapas, siempre odiaríamos al Club Fuego Infernal con toda el alma, acogeríamos a Kitty como una de los nuestros, espolearíamos al Lobezno que nos miraba amenazante desde una alcantarilla, pelearíamos en la Luna contra la Guardia Imperial y lloraríamos, al fin, a Jean Grey.

La lloraríamos tantas veces…

«Una vez más, vuelvo a levantar la cabeza de la pantalla y miro mis estanterías, repletas de cómics. Reflexiono sobre cómo lo que para algunos puede ser un gasto absurdo y para otros una afición de niños grandes, para mí son una recopilación en grapas y tomos de pequeñas postales de mi vida. Y pienso en cómo todo empezó ahí, en una de esas mañanas de sábado en las que señalé un tebeo porque sí como podría ser otro cualquiera. Y no me cuesta nada imaginarme a día de hoy a un crío llegando a casa con su primer tebeo y maravillándose con cada página, con cada viñeta. En definitiva, haciendo su vida un poquito más feliz.
Hay cosas que no deberían cambiar nunca.»

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El artículo ha aparecido publicado originalmente en el hilo Bienvenidos al Coffee Bean del Foro. Pasaos por allí para leer el resto de aportaciones de los foreros de Universo Marvel.

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8 Comments

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8 Comments on “Clásicos Marvel: La Saga de Fénix Oscura, de Claremont y Byrne
  1. No creo que olvide mi primer contacto con los comic, en pleno verano, el mismo verano que el Madrid fichó a Ronaldo (El original xD)… ¿Que tiene que ver con el comic? Facil, que segui el fichaje de cerca gracias a que compraba el Marca para hacerme con lo que entonces no sabia que era el año uno de Spiderman, obra de John Byrne (Cosa que entonces tampoco sabia xD)

    Como acercamiento es raro… quedo ahi, hasta que años despues, tras ver X-Men 2, un colega me dejo unos comic basados en la serie animada de los X-Men, y a la vez, me compre el primer tomo de la Era de Apocalipsis, junto a los nº de varios coleccionables meses despues… de ahi que considere mis primeros comic de Marvel la Era de Apocalipsis, el Hulk de David o los 4F de Byrne; ademas de algunas BM

  2. Me ha encantado tu articulo David, escribes estupendamente.

    Yo también me compré en su momento ese tomo recopilatorio de Surco, sería el año 82 o 83, ¡que tiempos aquellos!

    Por cierto en la web EXCELSIOR tenemos la sección ARTICULOS EXCELSIOR por si te animas a escribir algo, o lo mismo ya te ha fichado Óscar Rosa y no me enterado como no sé tu nombre completo 🙂

  3. El número 6 de Surco era casi imposible de conseguir. No me refiero a que estuviera a precios prohibitivos, no… me refiero a que ni con todo el dinero del mundo lo podías encontrar. Lo mismo pasaba, por ejemplo, con el 14 del Volumen 3 de los 4 Fantásticos.

    Yo para leer la Saga de Fénix Oscura tuve que comprarme el trade paperback con portada de Sienkiewickz que has puesto en el artículo en Alicante (2000 pelas de la época me costó) que aún obra en mi poder. Un par de años o tres después por fin se publicó en Classic X-Men (y entonces pude entenderla de verdad :P) y a partir de ahí empezaron a aparecer números de Surco por ahí a precios más razonables, que también me acabé comprando.

    Mi primer tebeo Fórum de la Patrulla fue el 4. Ahí es nada, estrenarme con Días del Futuro Pasado. Me acuerdo de que miré a los personajes de la logoforma (yo venía de la Patrulla clásica de Vértice) y no reconocía a nadie, salvo a Espíritu, que al verla dije «Mira, la Chica Maravillosa, algo es algo». Obviamente, a partir de ahí se unió a mi lista de compras obligadas, con Spiderman, Daredevil, 4 Fantásticos y compañía.

    Un artículo muy interesante, David. Salvo por lo del tabaco, claro. 😛

    Un abrazo.

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