Desde sus inicios, el Universo Marvel siempre ha estado en expansión, algo que quedó patente en la colección de la primera familia, donde Stan Lee y Jack Kirby traspasaban las fronteras de lo conocido en un viaje que nos llevaría a conocer los confines del espacio, aunque el primer intento fuera fallido.
Posteriormente, otros autores seguirían el legado que dejara Kirby, pero podríamos decir que quien realmente cogería el guante creativo sería Jim Starlin.
Jim Starlin no se detendría en los conceptos ya creados, sino que iría un paso más allá creando los suyos propios. Además, estaríamos ante uno de esos autores cuya faceta creativa sería completa, ya que llegaría el momento en que se encargaría de los lápices y los guiones.
Pero lo más curioso es que todo nació en una serie muy poco relacionada con lo cósmico, dicha serie sería Iron Man, concretamente en The Invincible Iron Man Vol. 1 #55. Allí tendría su primera aparición Thanos.
La criatura de Starlin acabaría convirtiéndose en una de los grandes villanos de la Casa de las Ideas, aunque estamos ante un personaje mucho más complejo de lo que pueda parecer a simple vista. Thanos no es un villano cualquiera sediento de poder, ni un megalómano dispuesto a eliminar a cualquiera en su escalada de poder… Bueno, realmente sí lo es, pero podríamos decir que su motivación es algo diferente del resto de villanos, porque su motivación es la energía que mueve el mundo: el amor.
Pero Thanos no es precisamente un alma cándida, así que el centro de su amor es nada más y nada menos que la Muerte. Desde luego no hablamos de un simple culto a la Muerte, como el que podemos ver en México, aunque es evidente que hay alguna reminiscencia en la religión nihilista que Thanos predicaría y dirigiría. Aun así, no nos referimos a eso, hablamos de un cortejo de enamorados.
Mientras el resto de los mortales se dedican a llevar flores a sus amadas, el Titán loco, desde luego el apelativo le viene como anillo al dedo, se dedica a sembrar la muerte y la destrucción, en un intento por aumentar el poder de su amada. Aunque, como es evidente, el equilibrio de la vida y la muerte no se debe quebrar, algo que con el tiempo el mismo Thanos deberá aprender.
Sin embargo, la complejidad del personaje va un poco más allá, ya que a pesar de sus motivaciones, no siempre sería un enemigo. Aunque hay que reconocer que estaríamos ante alianzas donde la confianza brilla por su ausencia, algo que podemos constatar en este mismo volumen.
En la primera miniserie de este tomo, veremos como es el propio Thanos quien busca restablecer el equilibrio de la realidad, aunque tampoco podemos decir que esté totalmente libre de culpa. Aún así su papel dista mucho del villano convencional, buscando en su mayor enemigo a su mayor aliado.
Ya en la segunda miniserie tenemos la llegada de Akenatón, un antiguo faraón de Egipto que desapareció en extrañas circunstancias. Su regreso implicará la posibilidad del fin del universo, tal y como lo conocemos. Thanos tiene un plan, aunque estará centrado en sus propias necesidades.
Son historias donde el autor combina historia, o más bien leyendas, con religión, dentro del contexto cósmico en el que tan bien se desenvuelve. Pero sobre todo una de las grandes características de estas historias es la épica, un componente que nunca debe faltar en este tipo de ambientaciones y que Starlin es capaz de trasmitirlo bastante bien.
Seguramente no estemos ante las mejores historias de este autor, pero si estamos ante unas historias muy entretenidas y emocionantes, capaces de mantenerte pegado al sillón durante su lectura. Quizá aquello de que el Universo Marvel nunca volvería a ser el mismo es una utopía, pero si hubo alguien que estuvo a punto de conseguirlo, ese es Thanos.
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