Para mí la publicación de este tomo, y la del anterior a éste, aunque sea cronológicamente posterior, es un síntoma del buen funcionamiento de la línea Marvel Gold. Algo de lo que yo me alegro profundamente.
Seguramente algunos pensarán, incluso se atreverán a decir, que quizá todo esté más relacionado con la milimétrica planificación orquestada por Panini respecto al material clásico. Y no seré yo quien les contradiga del todo, pero dudo mucho que si la línea no fuese viento en popa las primigenias aventuras de Warlock viesen la luz tan alegremente.
No voy a decir que las historias no tengan calidad, algo que intentaré desgranar en la medida de mis posibilidades a continuación, sino todo lo contrario, estamos ante una magnífica obra sin ningún género de dudas. Sin embargo, hay que reconocer que ni es sumamente comercial, ni inmensamente conocida. De hecho, esta edición es lo más cerca que ha estado esta obra de una edición coherente y digna. Y posiblemente me atrevería a decir que difícilmente veremos otra en muchos años, si es que estamos aquí para verla algunos de nosotros. Desde luego, se nos presenta una oportunidad que no hay que dejar pasar, aunque su precio no invite a ello, ya que el esfuerzo bien merece la pena.
Warlock es un personaje que apareció por primera vez en Fantastic Four Vol. 1 #66– 67. En uno de los momentos álgidos de la etapa dirigida por Stan Lee y Jack Kirby con la Primera Familia Marvel. En aquella épica historia, una organización autodenominada “La Colmena” intentaba crear una raza perfecta de seres humanos, de la cual el primer espécimen es Él, que posteriormente conoceríamos como Warlock.
Tras mi lectura, lo primero que llama poderosamente mi atención, es como la idea primigenia acaba desarrollándose por derroteros tan distintos como inesperados. En este tomo, vemos como Roy Thomas recupera el personaje a través de los dos primeros números de la serie Marvel Premiere, donde se le aportan una serie de connotaciones religiosas al personaje. Su nombre ya es toda una declaración de intenciones: Adam. Pero a pesar de su base religiosa, básicamente cristiana, Thomas introduce una cantidad de elementos que nos recuerdan muchísimo a elementos de la editorial rival de Marvel por antonomasia, DC. Y es que la Contratierra, creada por el Alto Evolucionador, y las contrapartidas de personajes de sobra conocidos por cualquier marvelita, son una adaptación de los universos paralelos de DC que acabarían bajo la denominación de Tierra-2 y sus respectivas numeraciones. Por lo menos, Alan Moore fue mucho más original numerando los distintos Universos Marvel, aunque no se podía esperar menos del barbudo guionista.
En esta “otra tierra”, nos encontraremos personajes tan interesantes como a Victor Von Muerte, alguien totalmente diferente de lo que conocemos y cuya principal motivación es salvar vidas. Por otro lado nos encontraremos al mejor amigo de Victor, Reed Richards, cuya vida será manipulada para que acabe convirtiéndose en El Bruto. Todo esto dará mucho juego al combinarlo con Adam, sobre todo teniendo en cuenta que aquí no hay superhéroes.
Más allá de estos guiños y “adaptaciones”, tanto el personaje como la historia pivotan sobre las connotaciones cristianas que ya comentaba. Si nos paramos a analizar a Warlock, lo veremos como un Jesucristo, dispuesto a salvar a los habitantes de la Contratierra de la maldad inherente al ser humano. Todo en contra del propio creador de las criaturas, el Alto Evolucionador, que solo ve la Contratierra como un ambicioso proyecto malogrado.
De esa forma nos encontramos con el Alto Evolucionador, un humano arrogante cuya evolución le ha hecho practicar la creación de vida, como si del Dios de la Biblia se tratara, y a su “hijo” intentado salvar dicha vida. Lo de su hijo tiene una explicación pues, aunque no fue creado por él, sí que le proporcionaría un nombre y algunos poderes, entre ellos la gema alma, un elemento que tantos ríos de tintas haría correr muchos años después.
Como si de Jesucristo se tratara, nuestro protagonista llegará a la Tierra, en este caso la Contratierra, donde se le unirá un pequeño grupo de amigos, todos ligados a una fe incondicional ante alguien capaz de poseer esos poderes. Además veremos como, en un mundo sin superhéroes, alguien como Warlock suscitará sentimientos encontrados, apoyado incondicionalmente por unos y odiado de la misma forma por otros.
Manteniendo el símil, veremos como sus buenas intenciones deben enfrentarse a una contrapartida que encarna, de la forma más pura, el mismo mal que Warlock pretende paliar, la maldad. Todo ello encarnado en el Hombre-Bestia, otra criatura creada por el Alto Evolucionador y que pondrá en práctica todo tipo de tretas para eliminar al único héroe que encontramos en este mundo.
Para ello, y volviendo con el símil cristiano, asistiremos a tentaciones, difamaciones públicas y al enfrentamiento físico, al fin y al cabo esto es un comic de superhéroes. No obstante, no hay que dejar escapar la ironía de los autores, al encarnar como un político ansioso de poder al villano de la historia. O quizá no hay tanta ironía en el asunto…
Pero sin duda uno de los puntos álgidos de la historia es cuando asistimos a una crucifixión y a una resurrección, tres días después, que supone un renacimiento con poderes renovados. Unos poderes que disponen a un personaje más apto para historias menos terrenales y más cósmicas, pero eso será cuando Jim Starlin retome al personaje, como comentamos en su día.
Como vemos, la idea desarrollada por Roy Thomas, aunque participarían Mike Friedrich y Gerry Conway, tiene un patrón muy claro. Y he de decir que me ha sorprendido mucho, no tanto por el tema que trata, sino por cómo lo trata. Nos encontramos una historia muy profunda, me atrevería a decir que en algunos momentos algo densa, donde se aborda un tema, ciertamente delicado, sin ningún tipo de cortapisas. Lo que más me extraña es que el Comics Code no pusiese ninguna objeción a esta historia en aquella época.
A pesar de la calidad, la historia se ve que no encontró su público y fue desarrollada en diferentes colecciones, aunque cada una de sus partes formaba un todo. De esa forma tras los dos números de Marvel Premiere, continuó en los 8 números de la serie Warlock, cuyo final fue algo abrupto, así que se finalizó la historia en la serie de Hulk, en The Incredible Hulk #176 – 178.
Tengo que reconocer que incluir a Hulk en la ecuación mesiánica puede parecer chocante en un primer momento, pero la verdad es que tanto la anterior aparición del Goliat Esmeralda en esa otra tierra, como su condición noble, solo hace que su presencia enriquezca aún más la historia. Uno de los grandes momentos es ver como se forja la amistad entre Hulk y Warlock, simplemente por la lucha de unos ideales, que el monstruo gamma considera honorables y justos. Incluso podremos ver como le inunda la pena ante la pérdida de un amigo.
En el aspecto gráfico, estamos de enhorabuena, ya que nos encontramos con Gil Kane. Creo que poco se puede añadir sobre este gran autor, que en cada página desborda talento. Además su talento también será utilizado para la creación del personaje en su nueva andadura.
También contaremos con el siempre genial John Buscema y el cumplidor Bob Brown, que en mi opinión va de menos a más. Una pena que justo cuando parecía estar cogiendo el ritmo, la serie fuera cancelada. Aun así, realiza un buen trabajo.
Y en la parte final tenemos a un Herb Trimpe que, a pesar de no ser un dibujante muy agraciado, hace un buen trabajo en estos números. No sé si el color le sienta mejor que el blanco y negro, pero me ha parecido mucho más digerible. Incluso he visto páginas muy buenas, que en otras ocasiones me habían pasado desapercibidas.
En definitiva, nos encontramos ante una obra llena de calidad, donde el dibujo y el guión aúnan sus esfuerzos para deleitarnos con algo original, cuyo resultado final se acerca mucho a lo que podríamos definir como una obra maestra, con todo lo que eso conlleva, y a uno de esos clásicos que no deben faltar en una comiteca. ¿Vas a dejar escapar la oportunidad?
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