Clásicos Marvel: Dios ama, el hombre mata

Una historia atemporal sobre el odio a lo desconocido y el poder de la palabra

Portada original de Brent Anderson y dos portadas alternativas utilizadas en posteriores recopilatorios

Portada original de Brent Anderson y dos portadas alternativas utilizadas en posteriores recopilatorios

Quiero comenzar este texto dejando claro que un servidor siempre ha sido muy reacio a entrar sin flotador en el “cosmos” mutante, quizá porque al mirar a día de hoy el catálogo de la Casa de las Ideas uno se pierde entre tanta colección y tanto personaje dedicado a esta importante parte de ese todo que es el Universo Marvel.

Pero en los años 80 la realidad mutante de Marvel era algo totalmente diferente, era algo más contenido, más abarcable, era un momento en el que (y esto es muy importante para entender mejor la historia sobre la que hoy escribo) se conocían tan solo un puñado de mutantes y se hacía entender que existirían otros, si, pero que no suponían un porcentaje importante dentro de la población total, a día de hoy sin embargo parece que uno de cada tres humanos tiene el gen X y no paran de aparecer nuevos mutantes hasta de debajo de las piedras. Pero sobre todo, en esos primeros años 80 estamos ante un momento en el que la colección de la “nueva y diferente” Patrulla X se había colocado en la cúspide del mundo del cómic por derecho propio, gracias al gran trabajo de magníficos dibujantes como Dave Cockrum y John Byrne pero sobre todo gracias al maestro Chris Claremont, el que es para muchos el mejor guionista que los mutantes han tenido jamás, que en esta Novela Gráfica creo que llega a la más absoluta excelencia, contando una historia con un tono ciertamente más serio y con la ayuda de Brent Anderson haciendo un gran trabajo a los lápices.

Y bueno, entremos en materia desgranando el título que he elegido para éste artículo, “Dios ama el hombre mata” es un relato atemporal porque trata sobre algo tan primario y tan presente en toda la Historia de la humanidad como es el odio a lo diferente, a lo desconocido, a lo no habitual. Este odio desgraciadamente ha sido, es y será el motor o la excusa para todo tipo de atrocidades, guerras, enfrentamientos y también, por qué no decirlo, para algo tan mundano como son los simples prejuicios. Y este odio es el motor utilizado por el reverendo William Stryker para alimentar su cruzada contra los mutantes, que simplemente por el hecho de haber nacido así, sin tener en cuenta sus acciones ni quienes son, se convierten en el objetivo de este hombre de Dios, de este fundamentalista religioso que utilizando el poder de la palabra, consigue poner a todos los mutantes, y entre ellos a nuestra Patrulla X y también a Magneto, en el punto de mira de la opinión pública.

Striker señalando a Rondador

Este es el guión de fondo, el marco, en el que se desarrolla una trama que poco tiene que ver con superpoderes, capas y mallas. Más bien es una historia de personas, de sentimientos, de anhelos, en la que la Patrulla X se enfrenta a algo mucho más destructivo y mucho más dañino que cualquier amenaza física; es el crecimiento de una idea, de un concepto, de un sentir que va en contra de todo lo que ellos son y que no se puede combatir con rayos, con tormentas, con fuerza y agilidad o con garras de adamantium.

No quiero desvelar demasiado de la trama principal, ni de cómo se desarrollan los acontecimientos por si alguien aún no ha tenido el gusto de leer la historia, simplemente querría destacar el papel de tres “actores” que, a mi entender, destacan claramente por encima del resto: Kitty Pryde, Magneto y Cíclope.

En la primera mitad de la historia, gran parte del protagonismo recae sobre el miembro más joven de la Patrulla X, Kitty Pryde, y es algo totalmente lógico. Ella es la más joven, la más pasional, la más viva y por lo tanto la más preocupada por esa idea que, de momento, no ha tomado la importancia que más tarde tendrá.

El punto álgido en el que Claremont nos muestra como reacciona Kitty ante esta cuestión es esa escena en la que vemos como una discusión con un compañero de sus clases de baile desemboca en pelea, un compañero que al parecer veía lógicas las ideas que William Stryker estaba empezando a predicar. Una vez tranquilizados los ánimos Stevie, la profesora negra de Kitty, intenta quitarle algo de importancia al asunto para tranquilizar a la joven mutante y ésta le responde contundentemente: “¿Qué pensarías si en vez de amiga de los mutantes, hubiera dicho amiga de los negratas?” y se aleja dejando a su profesora reflexionando sobre lo cierto que hay en las palabras de Kitty mientras una lagrima le recorre el rostro.

En este punto es importante darse cuenta del impacto, ya que (como el propio Claremont comenta en una entrevista) en aquella época la palabra “nigger” (traducido al castellano como negrata), era considerada un insulto racista y una importante falta de respeto, esto unido a que no deja de ser una niña dirigiéndose a su profesora le confieren una mayor fuerza al mensaje que nos deja Kitty en esta escena.

Conversación entre Kitty y su profesora Stevie

Kitty es el primer miembro de la Patrulla X en darse cuenta del impacto que las palabras de Stryker podrían provocar, aunque no la primera protagonista ya que Magneto lo ve todo muy claro desde el principio, quizá porque le suene a algo ya conocido, a un pasado negro del que también se hacen eco los periodistas al comparar, sin ningún tipo de tapujos, la cruzada de Stryker con el nazismo.

En los primeros compases de la historia, cuando todavía no nos hemos dado cuenta de la enormidad del problema al que se enfrentan los mutantes, somos espectadores de una escena muy cruda, una de las más crudas que recuerdo haber presenciado en un cómic Marvel, el asesinato a sangre fría de dos niños por parte de los purificadores de Stryker, asesinados simplemente por el hecho de haber nacido mutantes y Magneto es el personaje que se encuentra con este panorama, algo que le amenaza a él igual que al resto de sus congéneres porque esto no es una batalla de buenos contra malos, no importa que seas un defensor del bien, un “loco” con aspiraciones de conquistar el mundo, ni siquiera un total y absoluto desconocido que quizá no sea ni consciente de que es un mutante…..esto es algo más grande, más complejo y afecta a todos los mutantes por igual.

Magneto durante toda la historia insiste en su idea de cómo el “homo superior” ha de gobernar sobre el “homo sapiens” y quizá es ahora cuando su postura toma más fuerza y parece más lógica que nunca, tanto es así que el lector no será el único que se replantee su postura en esta “guerra fría” entre humanos y mutantes, los que hayáis leído la obra sabréis a que me refiero.

Magneto descubre los cadáveres de los niños

Y finalmente me gustaría dedicar unas líneas a Cíclope, el líder de campo de la Patrulla X, un personaje que para mí alcanza en el desenlace de esta historia su punto máximo de liderazgo.
Su participación en la trama pasa prácticamente inadvertida hasta que coge las riendas del asunto y da la cara en nombre de todos, primero en el estrado del Staples Center y luego en las últimas viñetas cuando pone la cordura necesaria y se planta ante su mentor. Estamos ante el que para mi es, sin ninguna duda, el mejor Cíclope, el más fuerte, el más relevante y el personaje idóneo para poner el broche final a esta magnífica obra.

No quiero terminar el repaso a los personajes principales del relato sin pararme a reconocer el impacto de otra de las escenas más duras que he leido en un cómic Marvel, junto a la ya mencionada de los niños, y son por supuesto esas dos páginas en las que se nos desvela el pasado del reverendo Striker y el motivo por el que siente ese odio hacia los mutantes. Son dos páginas totalmente desgarradoras y como digo muy alejadas de lo que suele ser el tono de la Casa de las Ideas y para mi un rotundo acierto.

“Dios ama el hombre mata” es sin ninguna duda una de las obras más redondas no solo de la Patrulla X, sino de todo el Universo Marvel. El tema que aquí se trata es el que define desde entonces en gran medida las historias de la Patrulla X, es un tema que ya había aparecido en varias ocasiones en la colección pero nunca con tanta fuerza y tanta crudeza. Supone un importante hito dentro de una época editorial maravillosa para los mutantes y no hace más que sumarse a otras grandes obras contemporáneas como son “La Saga de Fénix Oscura” o “Días del futuro pasado”.

Quiero terminar diciendo que definitivamente he perdido todo el prejuicio, y nunca mejor dicho, que podría tener a la hora de empaparme de la parte mutante del Universo Marvel, después de disfrutar con los primeros años de Claremont al frente de la colección y ahora tras leer esta Novela Gráfica me rindo ante estos personajes y me convierto en un seguidor de los mutantes, uno más de tantos y tantos fans, que lo somos gracias sobre todo a grandes historias como ésta sobre la que hoy escribo.

Gracias a todos por leerme y espero que os haya gustado.

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Norrin Radd
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