Aviso de posibles spoilers si nunca has leído estos cómics.
Seguimos con la mítica etapa de Jim Steranko en esta cuarta entrega de la colección de SHIELD. Un tomo que marca el paso de Strange Tales, la cabecera en la que se han venido publicando las aventuras de Nick Furia y su equipo, a un nuevo título propio empezando desde un número 1.
Como en la anterior entrega, Steranko es autor completo en la totalidad de los números incluidos, llegando casi a completar su etapa a falta de un último número que quedará incluido en el siguiente volumen. El único apartado del que Steranko no se ocupa es el entintado, labor que se reparten, principalmente, Joe Sinnott y Frank Giacoia.
En la entrega precedente asistíamos al inicio y primer desarrollo de la gran saga de Garra Amarilla. Saga que sigue desarrollándose y concluye en la primera mitad del tomo que tenemos entre manos.
Tal como comentamos en el anterior volumen, Garra Amarilla es un viejo personaje, hecho a imagen y semejanza de Fu Manchú, que protagonizó una breve colección en la propia editorial Marvel en los años cincuenta. Con esta saga, Steranko recupera al personaje y lo integra en el Universo Marvel, pasando su vieja colección a entrar en continuidad. El villano oriental no regresa solo, sino que se trae bajo el brazo algunos de los personajes secundarios de su vieja serie. Entre ellos, cabe destacar a Jimmy Woo, el infaltable agente del bien. Agente inicialmente del FBI que pasará a integrarse en SHIELD. De hecho, la saga es un cúmulo de estrenos en las filas de la organización secreta. A Jimmy Woo y la también reciente presentación de la Condesa Valentina Allegra de Fontaine, hay que sumar también la presentación de Clay Quartermain y Sidney E. Levine, agentes de SHIELD, ambos, que en el futuro pasarán a integrarse como secundarios en la colección de Hulk. Por contra, Gabe Jones, Jasper Sitwell y Laura Brown pasan al ostracismo.
El arco, a nivel de guion, quizás es algo mejor que los anteriores, aunque no difiere demasiado en cuanto a ingredientes. El tono de la historia no es necesariamente más adulto. Esto sigue siendo un cómic de los 60 con sus situaciones inverosímiles y algún punto inocente, aunque quede disimulado entre tanto lenguaje técnico y grandilocuente. Tenemos a la chica que se quiere ligar al héroe, o a un Nick Furia que está a las puertas de la muerte cada tres segundos y que por arte de birlibirloque siempre logra darle esquinazo. Tampoco faltan diálogos haciendo gala del lenguaje simplón del bueno contra el malo malísimo, habitual de los cómics de mediados de los 60.
También hay algún recurso ya usado anteriormente como la chica que traiciona a su tío/padre villano o, sin ir más lejos, las muchas “muertes” de Furia.
Quizás, comparando con los diálogos de Stan Lee, se echa en falta ese humor sarcástico que The Man imprimía a los diálogos, sobre todo de Furia. O, por lo menos, creo que a Lee se le da mejor este tipo de humor.
Nada de esto impide que estemos ante entretenidas aventuras llenas de acción, intriga, y el infaltable tono superheroico y futurista. Sorpresa final aparte, porque, en la última viñeta de la saga, Steranko deja descolocado a todo quisqui cuando nos muestra como toda la saga y sus protagonistas no eran más que las piezas de una partida de ajedrez entre el Doctor Muerte y un misterioso ser.
En cualquier caso, si algo hace grande a esta saga es el deleite visual en un montón de viñetas y splash pages que ya por sí solas merecen la pena. Mención aparte la espectacular splash page de cuatro páginas en el número 167, que resume a la perfección el estilo gráfico de Steranko. Una splash page que viene editada tal como fue presentada en el cómic original, impresa en cuatro páginas normales de cómic, y no en una única página desplegable como sí se hizo en otras ediciones de esta obra.
Pero no termina aquí este tomo, porque todavía queda espacio para los tres primeros números del título Nick Fury, Agent of SHIELD. Unos episodios que creo que son los mejores de toda la etapa de Jim Steranko. Curiosamente, lejos de las largas sagas construidas anteriormente, estamos ante números autoconclusivos de géneros de lo más diverso. También el arte gráfico de Steranko se eleva a las más altas cotas, siempre gracias a sus composiciones espectaculares y grabados psicodélicos.
En el primer número incluido, Steranko nos presenta a un nuevo villano, Escorpio, en una compleja trama donde el autor juega a confundirnos mezclando diferentes subtramas de género negro, formando un tejido sin fisuras. Un relato de visible aroma pulp que posiblemente sirvió de fuente de inspiración al tándem Moench-Gulacy para su Shang-Chi.
La segunda historia entra de lleno en la ciencia ficción, en una premisa que apunta a línea argumental de varios números pero que Steranko resuelve en uno sólo. El relato acaba por mezclar la ajena filmación de una película en los aledaños del punto de acción, en un ejercicio de surrealismo que bien podría haber sido obra de Steve Gerber.
El terror es el género que sorprendentemente cataloga la tercera historia. Resulta evidente la influencia de Arthur Conan Doyle y su Sabueso de Baskerville en una oscura trama de páramos y perros infernales, como tampoco creo que sea casual que uno de los personajes se llame Mycroft, como el hermano de Sherlock.
Episodios en base a complejas tramas y diálogos densos. Poco que ver con la Casa de las Ideas creada por Stan Lee, donde primaba la emoción, el entretenimiento y la lectura fluida. Sin duda, una apuesta diferente, la de Steranko, ni mejor ni peor, pero que hay que reconocer que se desvía de la senda más distintiva de la editorial.
Conclusión.
La flor y nata de la obra más extensa que Jim Steranko realizó para Marvel.
Un tomo imprescindible.
Enlace a la ficha:
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