A Bob Layton se le conoce principalmente por la etapa de Iron Man que guionizó junto a David Michelinie, pero los más sabios del lugar saben que dentro de su carrera en Marvel también destaca su trabajo dedicado a Hércules. Una sucesión de series limitadas y demás relatos espaciados en el tiempo que acabaron configurando la particular crónica de las peripecias del Príncipe del Poder desde los ojos de Layton.
Una crónica que al fin tenemos el placer de ver recopilada por entero en el tomo que nos ocupa. Y el acontecimiento es mayor, porque el material incluido se divide entre nunca reeditado desde los tiempos de Fórum y completamente inédito hasta ahora.
La primera Limited Series.
El dios olímpico por excelencia del Universo Marvel fue uno de los primeros personajes en ser premiado con una Limited Series, la nueva línea iniciada por Marvel en 1982 que pretendía dar oportunidad a personajes sin título mensual. Un Hércules, hasta entonces huérfano de aventuras bajo cabecera propia, que lo más que había podido protagonizar (más o menos) era la colección de los Campeones, además de un solitario número dentro de la cabecera Marvel Premiere, así que ya le iba tocando.
Bob Layton fue el hombre en cuyas manos cayó el encargo de desarrollar las primeras aventuras solistas del Príncipe de Poder, y lo cierto es que él solo se bastó en su cometido. Layton, efectivamente, se ocupa tanto del guion como del dibujo de los cuatro números de la serie. Bien es cierto que en dos de los episodios Layton cuenta con la ayuda parcial de Luke McDonnell en el dibujo, pero la obra pertenece al primero en cuerpo y alma.
Aprovechando el conocido talante impetuoso y juerguista de Hércules, y el juego que proporciona todo ello, Layton decide dirigir a la serie hacia la comedia. El carácter desenfadado y el humor desenfrenado se imponen en una miniserie que prácticamente cuenta sus números por episodios. Es cierto que existe un escenario común a modo de hilo conductor, pero también que cada número funciona también de forma autónoma. Nada que ver, por ejemplo, con la miniserie de Lobezno contemporánea a ésta, que sí es una obra indivisible.
Para empezar, Layton se lleva a Hércules al espacio, curiosamente un escenario habitual de las aventuras del superhéroe en el que se refleja, Thor, pero francamente desconocido para el dios olímpico. De hecho, el autor se trae a personajes originarios de la colección del Dios del Trueno como son los colonizadores de Rigel o el androide conocido por el nombre de Registrador. Este último, de hecho, se erige en coprotagonista de la serie al acompañar a Hércules a lo largo de todo el viaje.
Todo empieza cuando un colérico Zeus destierra a Hércules por una niñería. A decir que la reacción del Dios padre es absolutamente desproporcionada, rayando el absurdo, pero vale como excusa argumental para mandar a Hércules al espacio. Bien mirado, el hecho de que sea un destierro ridículo también juega a favor del tono cómico por el que transita la colección.
Cabalgando en un carro tirado por dos corceles volantes, Hércules pronto alcanza la Galaxia Andrómeda, haciendo su primera parada en una flota rigeliana. Tras serle endosado al pobre Registrador como instrumento de grabación de todo el viaje, nuestro protagonista aterriza en el planeta Petocco, como quien sale de juerga nocturna un viernes, a la búsqueda de mujeres, cerveza y diversión. El caso es que después de pasarse de frenada y meter la pata hasta la ingle, Hércules recibe la primera lección de humildad para, finalmente, arreglarlo salvando a miles de habitantes de morir carbonizados.
En la segunda aventura, Hércules se mete inconscientemente en un lío de parejas propiciado por una mujer juguetona y embustera a la que se ve obligado a rescatar. Hércules vuelve a pecar de ingenuo, cosa que confirma la intención de Layton de subrayar la nobleza de nuestro héroe.
En la tercera, se enfrenta a unos alienígenas creyentes cuya extraña misión consiste en desintegrar un planeta al año. Y en la cuarta y última, se ve las caras con el Dios al que reverencian los de la anterior aventura, que resulta ser el mismísimo Galactus, respaldado por su actual heraldo, Nova (Frankie Raye). Un Galactus extrañamente cachondo que podría haber sido uno de tantos detonantes para que en Marvel acabaran decidiendo retirar la miniserie, así como todas las que le siguen, de continuidad.
Porque sí, todo lo que ocurre aquí y todos los personajes que aparecen, incluido Hércules, quedaría establecido como parte de una realidad alternativa, concretamente la Tierra-829.
El resultado es una serie divertida, sin mayor ambición, bien escrita y bien dibujada por un Bob Layton que hace gala, como ya sabíamos, de un muy buen talento en la narrativa gráfica.
La segunda Limited Series.
Un año y medio más tarde, Bob Layton se animó a continuar el viaje de Hércules en una segunda serie limitada que es una evidente continuación de la primera. Otra tanda de aventuras planetarias en tono de comedia bajo el protagonismo de un Hércules tan bien caracterizado como en la primera entrega. Ya sabéis, impulsividad y meteduras de pata, mujeriego y fantasmilla, pero espíritu noble.
Nuestro encantador héroe sigue su viaje espacial en el mágico carro tirado por dos jamelgos acompañado siempre por el Registrador, el androide rigeliano que se le unió ya al inicio de su travesía. No obstante, para la ocasión el carro suma un tercer acompañante, ni más ni menos que un individuo de la raza skrull. Skyppi es un skrull anciano que huye de las crueles políticas supresoras de su especie, que dictan la erradicación de todo individuo que ha dejado de ser útil. Skyppi es pacifista y acostumbra a camuflarse tomando la forma de mujeres humanas aprovechando su natural capacidad metamorfa, chocando frontalmente con la idea de los skrull como una raza malévola por naturaleza. Por si fuera poco, el nuevo colega de Hércules y el Registrador acaba convirtiéndose en un claro vehículo para el humor, ganándose nuestras simpatías.
Esta segunda serie limitada de cuatro números sigue la estructura episódica de la primera. Así, el trío protagonista vive aventuras de carácter autoconclusivo, como es el caso del número que los enfrenta a Lobo Rojo, un pobre diablo maldito por una especie de antiguo poder divino que lo obliga a aniquilar a toda la raza skrull.
Lo mismo ocurre con la estancia de Hércules y sus amigos en Titán. Tras ser recibidos por Mentor y Eros, se encuentran con la sorpresa de un discípulo de Thanos que irrumpe para vengar su muerte. Layton aprovecha aquí para meter en la ecuación al también fallecido Capitán Marvel, o más concretamente a sus negabandas, que son objeto de robo por parte del villano.
Sin embargo, la miniserie también cuenta con una línea argumental medular que obtiene puntuales actos en cada uno de los números, para explosionar en un último y épico número en el que el humor queda relegado a un segundo plano. Una trama en la que Zeus se presenta como inesperado villano al dar muerte a todos los dioses del Olimpo. El episodio final viene a comparecer Hércules ante su padre, que le espera en un combate a muerte. Toneladas de acción y violencia en lo que finalmente no era más que una escenificación del Dios padre para poner a prueba la nobleza de su hijo. La idea es que todo lo ocurrido, desde el destierro de Hércules por parte de Zeus que daba inicio a la primera colección, obedecía a un plan de los hados en pro de una especie de renovación de cargos divinos. El caso es que, mientras Zeus y los otros dioses de la mitología helena deben desplazarse a otro plano existencial, en Hércules recae la responsabilidad de fundar una nueva dinastía de dioses.
La explicación es un tanto delirante, lo que no impide que esta segunda serie sea otro vehículo de diversión y distensión sin mayores pretensiones. En cualquier caso, el carácter intervencionista de este último episodio me imagino que sumó en su momento en la decisión de sacar de continuidad toda la crónica de Hércules escrita por Bob Layton.
La novela gráfica «Full Circle» y Marvel Comics Presents.
Las aventuras del Hércules cósmico tendrían su continuación ya a finales de la década de los 80, pero antes, el tomo que tenemos entre manos incluye también un número correspondiente a la serie de Thor. Se trata de un fill-in en plena etapa de Walter Simonson que sí, tiene la particularidad de estar protagonizado por Hércules. Sin embargo, la participación de Bob Layton se limita al entintado y argumentalmente la historia nada tiene que ver con la crónica que centra este tomo. Es más, el Hércules protagonista no es el mismo, sino el de la Tierra-616. Así que no se entiende el por qué de su inclusión.
Lo que sí forma parte del ciclo argumental de Bob Layton es la historia de complemento aparecida en Marvel Tales. Un relato de pura comedia protagonizado por Hércules y Skyppi, de tan sólo cinco páginas, que no pasa de anecdótico.
La siguiente oportunidad para Layton de continuar las peripecias de Hércules vino en forma de Marvel Graphic Novel, la línea de álbumes que incluye historias de mayor extensión en formato y papel de calidad. Bajo el título de «Full Circle» se esconde un nuevo capítulo de las aventuras interplanetarias del dispar trío de simpáticos colegas, Hércules, el Registrador y Skyppi.
El escenario se sitúa 30 años más tarde, ni más ni menos, cuando Hércules regresa a uno de los planetas que visitó en la primera Limited Series, Wilamean. La historia nos presenta al Emperador Arimates, que se entera de la llegada de Hércules, a quien toma por un espía. Eso hasta que deduce que el hercúleo recien llegado no es otra cosa que su padre, lo que no hace más que multiplicar su odio hacia su figura. Parece evidente que esta trama, totalmente fuera de contexto respecto a la trayectoria presente de Hércules en el Universo Marvel, sería definitiva en la decisión de extraer fuera de continuidad toda la crónica de Layton, situándola en la realidad alternativa Tierra-829.
Arimates fue producto de una de las muchas noches de sexo de Hércules con el ligue de turno, en este caso Layana, a quien conocimos en la primera miniserie. El caso es que la mujer, resentida por el abandono de su amante, educó a su hijo en los valores de la arrogancia y el odio, dando como fruto un hijo megalómano perdido que ha criado un profundo odio hacia su padre.
La aventura es francamente divertida además de ser abundante en acción. Hércules y sus dos amigos se encuentran de cara con un falso Galactus convertido en un muñeco inflable, para luego unirse a la comunidad rebelde para salvar a todo un sistema solar de las ansias destructivas de su propio hijo. Una secuencia, ésta, que traslada la aventura de lleno a la epopeya galáctica, destacando seductores escenarios y diseños por parte de un Bob Layton que creo que, en este caso concreto, cuida especialmente la parte visual y la narrativa.
La historia desemboca en el choque final entre Arimates y Hércules, que ha decidido que es hora de enseñar a su hijo humildad de la forma que mejor sabe nuestro héroe, a sopapo limpio. De esta forma, Hércules aplica a su hijo la misma fórmula que anteriormente recibió él mismo de su padre. O más o menos la misma…
En cualquier caso, creo que el argumento es un poco lo de menos en un episodio que aguanta muy bien el tipo respecto a las dos primeras series, y que vale más por la diversión que proporciona y por las sonrisas que nos provoca el buen rollo reinante.
Otra cosa muy diferente es el serial publicado dentro del título genérico Marvel Comics Presents un poco más tarde, en 1989, que viene a ser una continuación de la novela gráfica. Una historia en tres capítulos que suman la extensión de un comic-book.
Arimates sigue en su puesto de emperador de Wilamean, pero ahora es un amigo que no se está de vivir aventuras junto a Hércules, el Registrador y Skyppi. De este modo, el papel antagonista pasa ahora a su madre, Layana que, no conforme, pretende arrebatar el trono a Arimates. Para ello cuenta con un supergrupo, la Cofradía de Asesinos, cuya misión consiste en reducir a Arimates y matar a todos sus aliados.
Pero ay, las cosas no salen como la mujer esperaba y Arimates está a punto de morir en combate, quedando en estado crítico. A consecuencia de ello, la situación da un vuelco para entrar en el terreno del drama. Una historia de remordimiento demasiado sensiblera que por desgracia se aleja del tono desenfadado de todo lo leído hasta este punto.
Twilight of a God.
Fue muchos años más tarde, en 2010, cuando Bob Layton se decidió a dar el definitivo cierre a su crónica del Hércules cósmico. Y lo hizo en una nueva Limited de cuatro números, pero esta vez contando con la ayuda de Ron Lim, que se ocupa del dibujo a lápiz, mientras que, tanto el guion como el entintado, siguen estando en manos del propio Layton.
Para este fin de ciclo, Layton nos tiene preparado un festival cósmico en toda su extensión. Una space opera repleta de sus habituales ingredientes, ya sean combates espaciales, politiqueo imperial o amenazas cataclísmicas a nivel galáctico.
El guionista rebaja aquí un poco la cuota de humor en pro de una mayor belicosidad, drama y emotividad. La propia caracterización que hace aquí del protagonista difiere un tanto de la disfrutada hasta ahora. Desde luego, una de las imágenes más impactantes que nos deja la serie es la de un Hércules consumido por la rabia decapitando a un oponente al que ya había vencido. Eso, tras haber sido gravemente acusado de provocar la aniquilación de toda una raza.
Todo ello deja la imagen de un semidiós repleto de imperfecciones, pero más humano, más mortal y menos divino. No en vano, a lo largo de los cuatro números, Herc se nos aparece como un héroe manifiestamente vulnerable, siendo rescatado prácticamente del umbral de la muerte en repetidas ocasiones. Es por todo ello, a buen seguro, que el sacrificio final del olímpico toma mayor valor y glorifica su figura en un colofón a la altura de lo que requería la saga.
Por otro lado, la encomienda inicial de Zeus para que Hércules sea el primero de una nueva dinastía de dioses quedaría, se entiende, corroborada en esta miniserie, en el sentido de que el semidiós ya no sólo está acompañado de su hijo Arimates, sino que también ha visto crecer a tres nietos. No obstante, también la escena final de la obra significa un nuevo comienzo para nuestro protagonista, esta vez como entidad cósmica.
En el apartado referente a los coprotagonistas, este honor sigue recayendo en el Registrador y en Skyppi, mucho más en este último. El simpático skrull vive también su drama personal al caer gravemente enfermo, pero llevado, como siempre, con optimismo y buen humor. Un último capítulo para un Skyppi que se hace un definitivo hueco en el corazón de los lectores.
La historia cuenta con diferentes amenazas y conflictos, siendo la de Galactus la más medular. Galactus o lo que queda de él, porque a las primeras de cambio acaba transformado en un agujero negro. Un agujero negro que deja el hambre del propio Galactus en una broma y que amenaza con engullir la Galaxia entera, empezando, por proximidad, por las colonias rigelianas.
Otra amenaza a la que se enfrenta Hércules es Estela Plateada, pero no Norrin Radd, sino la Estela de esta realidad (Tierra-829), de apariencia más monstruosa. El caso es que el surfista inicia una batalla cósmica con Hércules que destaca, yo diría, por su extrema violencia.
Luego, también está el complot de miembros del gobierno para derrocar a Arimates. Un plan que, la verdad, acaba quedando en poca cosa, resucitando sólo para mostrarnos al cerebro detrás de todo, que no es otro que Layana, ahora ya una abuela.
Y bueno, finalmente comentar que Juno, nieta de Hércules, pasa a ser la nueva Estela Plateada. O sea, un surfista de sexo femenino que no sería de extrañar que hubiera servido de inspiración para cierto personaje de cierta película reciente.
En resumen, un muy buen colofón a la crónica de este Hércules made in Layton. Una obra que también cuenta con un trabajo gráfico francamente bueno de Ron Lim, que está aquí bastante mejor de lo que le recuerdo. Además, el coloreado propio de la época realmente es un lujo y marca la diferencia con respecto al resto del contenido del volumen.
Conclusión.
Creo que esta saga desarrollada por Bob Layton, que cuenta las aventuras de este Hércules tan particular, merece la pena ser leída en su conjunto.
En definitiva, un muy buen tomo.
Enlace a la ficha:
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Buena miniserie. Muy divertida. O así la recuerdo. Hace unos lustros que no la releo.
Supongo que ahora al bueno de Rockomic le tocará bastante curro con el resto de primeras miniseries marvelitas. Buen trabajo.👏👏👏
La secuela (ambientada ya décadas en el futuro) no estuvo a la altura de la primera (ni en guiones ni en dibujo). En ella se incorporaba como secundario un Skrull currito. Y teníamos también la presentación de un nuevo campeón (Lobo Rojo) escogido por el dios Lobo de los nativos americanos de los USA marvelitas (vamos, que o la deidad era un alien o estaba pluriempleada en varios mundos …pero trabajando poco en todos ellos, pues sus adoradores siempre eran civilizaciones antiguas en por proceso de extinción o asimilación cultural …cultural y lo demás 👿). La saga todavía se completa con una nueva entrega: la novela gráfica Full Circle, coprotagonizada por su hijo (un emperador concebido en uno de los «encuentros» de la primera), que deja claro que la cosa sigue en descenso (como la carrera de Layton).
Antes de esta miniserie, Herc ya había debutado en solitario en un número de Marvel Premiere (historia floja poco representativa de nada y supongo que todavía menos exitosa, pero, hey, es un precedente). Creo que allí lo enfrentaban a Tifón …y que dibujaba George Tuska. A pesar de Mantlo diría que lo único bueno del cómic era la portada (de Kirby!).
También de Mantlo (está vez con Val Mayerik de «compa») es la historia del magazine Marvel Preview dedicada a Herc (otro precedente!). Solo que ese no es el Hércules superhéroe sino el Hércules de los mitos (cuando acompañaba a los Argonautas, en plan Fantasy) …y no estamos siquiera ante una historia de un número entero (aunque tiene en torno a las veinte páginas, prácticamente lo que un comic-book …pero poquito para un magazines …La opinión de Herc y sus colegas de aventuras sobre las mujeres y su fidelidad supongo que no pasa el tiempo de los tiempos … tampoco era el todavía no olímpico el más adecuado para criticar, claro, que ya tenía un historial😈) porque era el complemento de una historia de Thor (el titular de ese número del magazine y que recibía el honor de la portada …y la mejor historia, de Len Wein, Jim Starlin y Tony De Zúñiga, aunque ni Wein ni Starlin estuviesen de primera tampoco, era un por cumplir y, claro, cumplían).
Muchas gracias, Suso.
Pues mira, me había olvidado del número de Marvel Premiere, así que incorporo la referencia.
Un placer, Rock, querido.😉
Aquí la publicó Forum (un poco tarde porque no tuvo «ocasión» de hacerlo cuando sacó Aventuras Bizarras con una selección de Bizarre Adventures y Marvel Preview), salió como un one-hot (Thor el Poderoso) de Thor en formato revista. La portada de Forum fue la original del magazine (ya había pasado la «moda» de encargar portadas a jóvenes autores de acá), de Ken Barr (buen ilustrador, lástima que en este caso no fuese una portada especialmente buena). Aparte de las dos historias (como en los magazines de La Espada) se incluían también unos pin-ups de dibujantes diversos. Lo curioso es que el de Starlin era el menos bueno (no debía estar inspirado …o igual solo fueron las prisas). Las otras ilustraciones eran mucho mejores (pero la fama pesa, no podían competir con Barr y Starlin): Rick Bryant y los filipinos Rudy Nebres y Virgilio Redondo (yo habría convertido la ilustración de cualquiera de los dos filipinos en portada, por mucho que para los magazines tirasen a las portadas pintadas en vez de coloreadas).
Herc, claro, se quedó sin pin-up ni portada (haberle dado la contra, malvados, si malvados😈), pobrecito.😂
A mediados de los ochenta Herc también protagonizó otro cómic (aunque se limitó a ser solo un número de Thor …al menos solo le «robó» un número a su «amigo», al que denostaba en el parque ante un niño para quedar bien😂), en compañia del siempre (bueno, casi siempre) estoico Edwin Jarvis. Escribía otro Bob (Harras). El dibujo era de Jackson «Butch» Guice (que a punto estuvo de ser el dibujante de la segunda mini …de no se hubiese cruzado en su camino Factor-X), que era coleguita de Layton. La portada, curiosamente, sí tenía a Layton (acompañando a Guice). El número es bastante recordado por la gente de la Generación Forum.
Esta primera miniserie publicada en Extra-Superhéroes creo que no la leí, teniendo solo la del Príncipe del Poder (que compre saldada) No estaría nada mal que Panini recuperase en un MLE todo lo de Layton quedando la tercera mini dibujada por Lim y la NG mas el serial de Marvel Comics Presents. No es un material muy comercial pero si a lo mejor le añades la historia en B/N que comenta Suso amen de lo de De Falco y Frenz quedaría un tomo muy chulo. Mejor que publicar los Clásicos Ilustrados me da a mi.
Apoyo la petición.
La primera miniserie es bastante mejor que la segunda y mejor que el resto de materiales que mencionáis…
Pero aun así, yo pasaría por caja.
Qu
Lo bueno es la primera miniserie y para de contar, con la segunda y la novela gráfica la cosa va bajando progresivamente. Los precedentes con Herc de prota son cómics olvidables (casi lo mejor que se puede decir es que también son pocos). El cómic de Poderoso Thor con Herc (por Harras & Jackson) de «estrella» es un mero divertimento (también aislado, como el par de precedentes), simpático, sin más.
No esta nada mal lo de Mantlo (tengo ese comic que compre hace unos 4 años) y de la segunda miniserie estaba entretenidilla al menos. Que comparada a lo que se publica ahora no esta nada mal.
Antes me releería lo del espía andrógino futurista Paradox, y tampoco me apetece mucho. Pero, hombre, mejor que lo de Los Campeones… (Y hasta me lo pillé, pero por mera nostalgia)
Interesante miniserie Rockomic.
¿Por qué no juntarlas en un 100%MHC? No sé si es necesario un MLE, pero bueno también lo apoyaría. Aunque para ordenarlas cronológicamente, un 100%MHC le/les iría de perlas.
Sí, lo suyo seria editarlas juntas. Pero no parecen muy dispuestos, de momento. Ya puestos, podrían meter también el número de Marvel Premiere, el serial de MCP y la la mini el Corazón del Caos, y les quedaría un MLE guapo.