Pues aquí lo tenemos. El tomo que faltaba, el que completa, por parte de Panini España, la edición de toda la Marvel superheroica de los 60. Porqué esta serie protagonizada por la Antorcha Humana, recopilada en el tomo que tengo entre manos, es la única de la década inaugural de la era Marvel de los cómics que, hasta el momento, no había disfrutado de una edición en color.
Publicada bajo la histórica cabecera Strange Tales, la Antorcha Humana fue la sexta colección regular del Universo Marvel creado por Stan Lee en iniciar su andadura, tras los Cuatro Fantásticos, el Hombre Hormiga, Hulk, Thor y Spiderman. Sin embargo, a diferencia de ellas, esta nueva serie no presentaba a un personaje nuevo, sino que se trataba de un spin-off de los Cuatro Fantásticos, el primer spin-off de la era Marvel.
Y, ¿por qué la Antorcha Humana y no la Cosa? Os preguntaréis. Pues la elección probablemente se debió a que la Antorcha Humana ya había disfrutado de una serie de aventuras propias durante la Golden Age, de modo que Stan Lee quiso recuperar un título histórico y fundacional de la editorial, cuándo todavía publicaba bajo el nombre original de Timely Comics. Lógicamente, como ya sabéis, aquella Antorcha Humana no era nuestro querido Johnny Storm, sino un personaje diferente, el androide que ahora conocemos como la Antorcha Humana original, pero el caso es que el nombre del personaje es el mismo.
La colección cae inicialmente sobre las manos de los dos principales autores que dieron forma al Universo Marvel: Stan Lee y Jack Kirby. Bien es cierto que Lee se limita a escribir los argumentos, dejando la escritura de los diálogos a su hermano Larry Lieber. No obstante, Stan Lee es, en mayor o menor medida, el único autor que viene acreditado en todos los episodios de que consta el serial. Por otra parte, el entintado de los lápices de Kirby corre a cargo de Dan Adkins.
La colección nos cuenta las aventuras solistas del superhéroe adolescente fraccionadas en relatos de 12-14 páginas. Resaltando lo de adolescente, porque si en estos primeros meses del Universo Marvel las diferentes colecciones vienen marcadas por el carácter ingenuo de los guiones, podemos asegurar que Johnny Storm aquí se mueve como pez en el agua.
En este sentido, Stan Lee recurre repetidamente al berrinche de crío que considera que sus mayores (sus compañeros de los Cuatro Fantásticos) lo dejan de lado en las decisiones grupales, por lo que tiene que demostrar su valía yendo a la caza del villano de turno. O no faltan también las repetidas muestras de proteccionismo de Sue por su impulsivo hermano pequeño.
Otra de las decisiones chocantes, respecto a lo ya visto en los Cuatro Fantásticos, es hacer de la Antorcha Humana un superhéroe que vive preocupado por preservar su identidad secreta. Cosa totalmente absurda cuando en la colección grupal no hay nada de eso, por no hablar de que Johnny es una figura pública que va a cara descubierta. Por suerte, Johnny no tarda en darse cuenta del sinsentido de la situación.
En el plano de los antagonistas, la colección es un desfile de primeras apariciones, la mayoría, de personajes de usar y tirar, pero también de no pocos supervillanos clásicos que se estrenaron en el Universo Marvel en la colección de la Antorcha Humana. Estoy hablando del Mago, del Trampero (aquí todavía bajo el nombre Pete Pote de Pasta), de la Anguila, del Hombre Planta y del Escarabajo. Incluso de un personaje quizás no tan usado, pero también recurrente como el Capitán Barracuda.
Abre fuego un relato de intriga, con un villano sin mayor recorrido llamado el Destructor, y un parque de atracciones como escenario. Poquita cosa, pero por lo menos te puede arrancar una sonrisa de lo inocentón que resulta todo.
Las historias de presentación del Mago y de Pete Pote de Pasta, tres cuartos de lo mismo. Historias ingenuas a más no poder, siendo la guinda las inverosímiles capacidades de uno y de otro, el primero con sus interminables trucos y el otro con su milagroso pegamento. Un villano ridículo en toda su extensión, Pete, por cierto.
El Mago repite pronto en otro número en la misma línea, en el que, tal como ocurría en el de presentación, la Antorcha vuelve a contar con la ayuda de su hermana Sue. Un episodio donde a Kirby ya se le nota más suelto y desplegando parte de su magia. En realidad, no creo que exista ninguna diferencia entre estos episodios y los de las otras series de las que se ocupaban el tándem Lee-Kirby en estos primeros pasos del Universo Marvel. Con la salvedad de los Cuatro Fantásticos, dónde Stan Lee trabajaba bastante más los argumentos y se ocupaba de los diálogos.
En estos primeros números, Stan Lee empieza a explotar la idea de la suplantación de alguno de los personajes intervinientes por parte del villano de turno, un recurso que repite en varios episodios a lo largo de la colección y que daría cuenta del poco tiempo que el autor dedica a los argumentos de esta serie en concreto. Pero si hay un recurso de guion que traspasa todos los límites de lo pueril es la creación, por parte de la Antorcha, de réplicas de sí mismo formadas por fuego, como si algo así pudiera persistir flotando en el aire durante horas. Ver para creer.
Si hay un episodio destacado en este primer tramo de la colección éste es el que la Antorcha visita la Quinta Dimensión. Un relato de misterio y ciencia ficción muy del estilo de los cortos de Lee-Kirby que atestaban colecciones como la propia Strange Tales. Un relato a la altura de lo que estaban haciendo Lee y Kirby por aquellos tiempos en los Cuatro Fantásticos, donde Johnny conoce a la alienígena Valeria. A mediados de los 70, Roy Thomas recuperaría el mundo de la Quinta Dimensión y sus protagonistas para un arco argumental en su etapa como guionista de los Cuatro Fantásticos.
A partir de aquí, Jack Kirby deja de ser el dibujante regular de la colección en favor de Dick Ayers, si bien Kirby se pasa eventualmente para dibujar algún número salteado.
En lo que se refiere al apartado escrito, Larry Lieber deja su puesto de guionista, que cae en manos de diferentes nombres que se van sucediendo, siempre bajo la batuta de Stan Lee, que en todo momento escribe el argumento base de todos los episodios. Los nombres a los que Lee cede el trabajo de diálogos son los de Robert Bernstein, Ernie Hart y Joe Carter. Eso hasta que el propio Stan Lee se queda como único escritor de la serie.
En cualquier caso, con la entrada de Dick Ayers como dibujante la colección inicia su paulatino descenso a los infiernos, y es que sus trazos están muy lejos de ostentar la magia de los de Kirby. Es especialmente dolorosa para nuestra vista la representación gráfica que Ayers hace de la Cosa, una de las peores que recuerdo.
La parte escrita tampoco es para tirar cohetes, y buena prueba es el episodio en el que la Antorcha viaja en busca de Namor para zurrarle bajo motivaciones de parvulario y unos diálogos que no se quedan atrás.
Lo mismo vale para el número de presentación del Acróbata, un villano olvidable que logra engañar a Johnny de la forma más infantil. Sin embargo, el Acróbata obtiene su minuto de gloria unos números más adelante, cuando participa en uno de los episodios más emblemáticos de la serie. Me refiero a la aventura que significa el regreso del Capitán América a la actualidad editorial. Bueno, al menos el regreso del uniforme del superhéroe abanderado, porque quien lo viste no es todavía Steve Rogers sino el propio Acróbata, en otra de las recurrentes suplantaciones a falta de mejores ideas. El Capitán América real sería reintroducido muy poco después en los Vengadores, como bien sabemos.
El mencionado episodio del Acróbata/Capitán América, que es insólitamente más extenso (18 páginas), no está mal al ser uno de los que se guarda Jack Kirby para sí mismo, no en vano, el Rey fue el creador gráfico del Capi en la Golden Age. Y es que Kirby parece reservar para su lápiz algunos de los números a priori más atractivos, como también el que enfrenta a la Antorcha Humana con el Hombre de Hielo, su igual como adolescente en la Patrulla-X, que además ostenta un poder que es como un negativo del suyo. Un team-up en toda regla dónde hace su presentación el Capitán Barracuda, y un número que también tiene un pase, sobre todo si lo comparamos con la broza que le rodea.
Otro episodio que dibuja Jack Kirby es el segundo número anual de Strange Tales. Un número que trae a un invitado muy especial, Spiderman, si bien no es el primer encuentro entre los dos adolescentes más famosos del Universo Marvel. En esta ocasión, los lápices de Kirby están entintados por Steve Ditko. El número es bastante flojo, pero en el conjunto de este tomo pasa a ser uno de los más dignos. Así están las cosas.
Finalmente, Kirby dibuja otros dos números (en realidad van antes que los mencionados) digamos, menos emblemáticos, al no contar con ninguna estrella invitada.
En uno de ellos, la Antorcha se enfrenta a un villano de usar y tirar llamado el Hechicero. El argumento es de risa. Resulta que el tipo dispone de la legendaria Caja de Pandora ¡porque le ha llegado en un paquete por error! Por lo menos la risible premisa le vale a Kirby para desplegar el pertinente desfile de criaturas de todo tipo y la cosa acaba siendo medianamente divertida.
El otro número de Kirby es todavía más descacharrante. La Antorcha se enfrenta a un supervillano llamado el Pintor, un tipo que encontró unas pinturas mágicas en un yacimiento extraterrestre, cuyo poder consiste en que todo lo que se dibuje con ellas se convierte en real. Pero lo mejor de todo es la forma como es derrotado. Y es que al tipo lo delatan ¡sus gazapos como pintor! Por ejemplo, pintar a los Cuatro Fantásticos olvidándose del 4 en el pecho de sus uniformes. El desvarío argumental es tal, que al menos el episodio vale para echarse unas buenas risas.
El tal Pintor no deja de ser otro villano de un sólo uso, pero, sorprendentemente, el personaje sería rescatado varias décadas más tarde por otros autores. Es más, no es el único villano de esta colección que corre la misma suerte, puesto que otros dos malosos que parecían también quedarse en una única participación volverían a asomar la cabeza por el UM muchas décadas más tarde. Se trata del Hombre de Amianto y del Agitador, supervillanos olvidables en episodios igualmente olvidables, en este caso, dibujados por Dick Ayers. El número del Agitador es especialmente sonrojante. El tipo se trata de un charlatán callejero, lo más parecido que había entonces a lo que ahora sería un bot divulgador de fake news, que con su poder persuasor logra levantar a la plebe contra la Antorcha, para finalmente resultar ser un rojo con siniestras intenciones.
La etapa Lee-Ayers sigue adelante cuesta abajo y sin frenos.
La alianza entre el Mago y Pete Pote de Pasta tiene como único interés significar el embrión de lo que pasaría a ser los Cuatro Terribles. Porque el episodio es malo a rabiar. Exactamente lo mismo ocurre con la presentación de la Anguila, que nos presenta a un villano que hará carrera y nada más. Un villano que repite unos números más adelante en otra historia igual de atroz.
En cuanto al número que nos presenta al Hombre Planta, siendo flojo, al menos podemos decir que no es tan horrendo, más que nada gracias a un relato de origen y a unos poderes que tienen su atractivo. El Hombre Planta también regresa en un segundo episodio donde estrena su llamativo traje más clásico. Eso sí, el nuevo traje es lo único rescatable de la historia, porque la parte escrita es de las de dejar el cerebro tras la puerta.
Otro que regresa con novedades es el Mago, en un número donde estrena su ingenio que le permite volar. A falta de mejores ideas, a Stan Lee no se le ocurre otro argumento que repetir el de la suplantación de la Antorcha en la primera aparición del Mago.
En esta fase de la colección se estrena Doris Evans, la primera novia de Johnny que aparece como tal por sorpresa y sin ningún tipo de explicación. Luego veríamos a Dorrie en esporádicas apariciones en los Cuatro Fantásticos, pero es en esta serie que nos ocupa donde la chica obtiene mayor protagonismo. Que no desarrollo, porque sus líneas de diálogo con Johnny son de encefalograma plano. La clásica chica florero y tontita de los cómics de aquellos tiempos, pero elevada al cubo.
Hacia mitad de colección, Stan Lee empieza a tirar de supervillanos ya presentados en otras colecciones, como es el caso del Hombre de Arena, que hasta entonces se había limitado a las páginas de Spiderman, o el Amo de Marionetas, que con sus muñequitos controla la mente de Johnny para que se zurre con su compañero la Cosa. En cualquier caso, episodios igualmente muy flojos.
Otro grupo de villanos ya conocidos son el Trío Terrible, un trío de malhechores sin ningún carisma, que sirvieron al Doctor Muerte en un episodio de los 4F, que aquí prueban suerte por su cuenta en un episodio tan olvidable como ellos mismos.
Entra la Cosa.
Los restantes tres miembros de los Cuatro Fantásticos, como es lógico, no han dejado de intervenir a lo largo de esta colección de la Antorcha Humana en números salteados. Sin embargo, en el tramo final de la serie los editores deciden que la Cosa acompañe a la Antorcha como coprotagonista de sus aventuras.
Es evidente que la decisión se entiende como un intento de recuperar lectores ante las bajas ventas. Sin embargo, la incorporación de la Cosa trae consigo un inconveniente que parece que los editores no quisieron ver: que la Cosa es el punto más flaco de Dick Ayers. Y digo que no quisieron ver porque, en los números en que ya había participado el rocoso Ben, salta a la vista que el diseño de Ayers del personaje es un horror. Sólo hay que fijarse en los primeros números de esta nueva fase de la colección para certificar que, lejos de mejorar, los diseños de la Cosa por parte del dibujante alcanzan cotas de esperpento nunca vistas. No es que el resto de lo que dibuja Dick Ayers alcance el aprobado, todo lo contrario, pero nada comparable a esto.
Sea como fuere, la Cosa obtiene aquí un rol casi de actor secundario. Algo así como un Bucky o un Doctor Watson, un añadido a un Johnny Storm que es quien lleva la iniciativa en casi todos los episodios, viéndose Ben arrastrado por las circunstancias.
El coprotagonismo de Ben también provoca la incorporación de Alicia, que en algunos episodios suma fuerzas con Doris Evans en el apartado de personajes de apoyo. En cualquier caso, nada que celebrar. Doble ración de ñoñería.
Curiosamente, el equipo Antorcha-Cosa se estrena en un número que trae dibujante invitado. Un número un tanto especial, primero porque el artista invitado no es otro que Carl Burgos, el creador de la Antorcha Humana original a principios de los años 40. El otro factor que hace de éste un episodio a tener en cuenta es que significa la primera aparición del Escarabajo en el Universo Marvel. Un personaje de extensa trayectoria que ahora no es necesario recordar. El dibujo de Burgos no es que mejore al de Ayers, más bien todo lo contrario, pero al menos el guion no produce vergüenza ajena y el nuevo villano luce razonablemente bien ya en este estreno.
El episodio del Escarabajo pasa por ser el mejor de este último tramo de la serie, más que nada porque los siguientes vuelven a poner a la colección por los suelos.
Regresa Pete Pote de Pasta con nuevo uniforme, ya mucho más parecido al clásico, en otro episodio malo, y a continuación hace lo propio Namor, con quien los dos protagonistas insisten en iniciar una pelea literalmente de patio de colegio.
Luego está la alianza entre el Pensador Loco y el Amo de Marionetas, en un argumento de risa. Reed se inventa un casco para la Cosa que hace que los efectos del control mental del Amo de Marionetas reboten de lleno hacia el villano. Por no hablar de la pataleta de Johnny y Ben que viene a continuación. Hartos de ser segundones en el grupo, le sueltan a Reed que se largan por su cuenta. Hasta que el propio Reed los pone en su sitio dejándolos en ridículo.
Al menos, el número que trae como antagonistas a Mercurio y la Bruja Escarlata es algo más apto para ser analizado. Los dos mutantes gemelos todavía no se han pasado al lado de los buenos, pero ya dan inequívocas muestras de incomodidad respecto a su condición de miembros de la Hermandad de Mutantes Diabólicos de Magneto. De modo que el episodio hace de puente entre su etapa como supervillanos y su incorporación a los Vengadores. Pero hasta aquí lo único medianamente resaltable, porque el argumento acaba siendo una excusa para la presumible y sonrojante pelea entre los dos protagonistas y los dos invitados.
Otros que regresan son el Trío Terrible, y lo hacen en otro episodio de pena que significa el último de Dick Ayers para la colección.
Su sustituto a los lápices es Bob Powell, otro flojo dibujante que ni siquiera logra mejorar el apartado visual.
El primer número que realiza Powell al menos quiere ponerle algo de humor al asunto. Arrastrados por Dorrie y Alicia, Johnny y Ben se presentan a un concierto de los Beatles, pero unos inoportunos atracadores les aguan la fiesta.
Luego regresa el Pensador Loco en un episodio con mucha acción, pero vacío de contenido y, a continuación, Johnny y Ben reciben un encargo de la NASA para descubrir al saboteador de un revolucionario proyecto. Muy poquita cosa para un número que cuenta con guionista invitado, Larry Ivie.
Sigue una nueva amenaza del Amo de Marionetas, esta vez mediante el uso de maniquíes robóticos en otro lamentable relato y, finalmente, la colección deja de torturarnos con un último episodio en el mismo paupérrimo nivel. El Vigilante acude a los dos protagonistas con el fin de embarcarlos en un viaje al pasado, concretamente a los tiempos de la Corte del Rey Arturo. Allí deberán detener a un Kang que ha logrado hacerse con el trono tras haber eludido la oposición de Merlín.
Fin de la historia. La serie de la Antorcha Humana es finalmente cancelada, ocupando su espacio en Strange Tales, las aventuras de Nick Furia, Agente de SHIELD.
Conclusión.
Una colección que tan sólo merece la pena por los episodios dibujados por Jack Kirby. Que tampoco es que sean nada del otro mundo, pero al lado del resto parecen de sobresaliente. Mención aparte para la presentación de varios supervillanos importantes del Universo Marvel.
Sea como fuere, el paupérrimo nivel de la mayoría de episodios de la serie, hacen de ésta, probablemente, la peor colección de la Marvel de los 60.
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Análisis acertado, Rockomic, querido. Fuera de los números dibujados por Kirby (que también es material menor dentro de su producción pero es Kirby con su sentido de la maravilla y su gran narrativa, y con algún momento destacable como el del enfrentamiento de Johnny con ese falso Capitán América que en realidad era el ya olvidado El Acróbata …y no es poco logro ya para historias de «relleno» de corta duración) estamos ante café para los muy cafeteros.
Quién nos habría dicho al leer esto que el Hombre Planta acabaría enfrentándose a Los Vengadores?😈
Bob Powell era un buen dibujante (aunque aquí no lo demuestre, donde sí lo hizo fue en las aventuras de las tarzánidas Sheena Reina de la Jungla y Cave Girl, y en muchos cómics de terror de los últimos cuarenta y primeros cincuenta), pero si momento de brillar fue en las décadas de los cuarenta y cincuenta. Al iniciarse la Era Marvel de los Cómics el hombre ya había entrado en decadencia (como Bill Everett, Carl Burgos, Syd Shores, Joe Simon o Jerry Siegel).
Que el serial fuese sustituido por el de Nick Fury fue por supuesto para bien.
Hay materiales que no están hechos para pagar 50 machacantes por ellos.
Una edición sencillita, en tapa blanda y por 20-30 euros igual te lo pensarías, pero ¿así? Nanai.
Pero si 50 napos es calderilla , ya los omnibuses estan a 85 y subiendo😂😂😂que sigan que sigan
ELRIC estoy totalmente de acuerdo contigo ✌
Gracias, compañeros.
Pues sí, apto sólo para los que quieran completar toda la Marvel de los 60.
😂😂😂😂 ademas de verdad , ROCKOMIC gran reseña KRACK