Seguimos reseñando las diferentes colecciones publicadas dentro de la clásica línea Marvel Limited Series. El turno es ahora para Namor, uno de los personajes clásicos de Marvel.
Pese a haber estado huérfano de título propio los últimos 10 años, lo cierto es que Namor nunca había dejado de estar en el candelero todo este tiempo, ya fuera como coprotagonista en Super-Villain Team-Up o como integrante de los Defensores y los Invasores. Por no hablar de que en esos momentos estaba al caer su ingreso en las filas de los Vengadores.
El caso es que el atlante sería uno de los personajes beneficiados con una serie limitada de cuatro números, en un intento de darle otra oportunidad a su carrera solista. Serie de la que se encarga el guionista J. M. DeMatteis, uno de los más prolíficos en la Marvel de mediados de los 80, y el dibujante Bob Budiansky, además del entintador Danny Bulanadi.
La colección es un bloque en sí, una saga de cuatro números indivisibles en la que DeMatteis ilustra al Príncipe Submarino más reconocible de su serie clásica. Un monarca noble, pero orgulloso, que no escucha –y a veces se diría que no consiente– los consejos y propuestas de sus súbditos. De hecho, buena parte de la historia aquí relatada se asienta en el comportamiento de Namor como monarca, no quedando especialmente bien retratado. DeMatteis deja al Príncipe Submarino como poco menos que un rey caprichoso, descuidado e inexperto. De hecho, su régimen es lo más parecido a un estado de derechas gobernado por un preadolescente, y lo peor de todo es que el propio Namor no es consciente de ello. Por eso sorprende cuando nuestro hombre va de visita a Anfitrita, una de las colonias marginales de su reino, quedando horrorizado ante la pobreza en la que viven sus gentes, mientras la realeza y su entorno viven en la abundancia y de espaldas a esta realidad. ¿Qué clase de monarca desconoce o no ha pisado nunca una parte significativa de su reino?
Entiendo que la intención del guionista es la de aprovechar el escenario para hacer un paralelismo con la realidad, con las políticas más derechistas, lanzando así un mensaje de denuncia social. La diferencia está en que, en este caso ficticio, el gobernante asume su culpa e intenta poner remedio a tan lamentable situación. Incluso no tiene reparos en pasearse por los bajos fondos a fustigarse recibiendo las iras de la muchedumbre.
Una de las ideas más interesantes aquí, es el recuerdo de los días de amnesia de un Namor perdido en los barrios pobres de Nueva York (seguro que todos recordamos aquel mítico número 4 de los Cuatro Fantásticos), vinculado a lo que está sufriendo su pueblo.
Toda esta cuestión de carácter político no sólo se desarrolla en paralelo al hilo argumental medular, sino que forma parte constituyente de él. De hecho, toda la historia es un tejido de distintas tramas que circulan indistintamente por la aventura fantástica, la política y la intriga.
La saga se desarrolla, precisamente, a partir de una premisa de carácter político, el ingreso de Atlantis como miembro de la ONU. Una iniciativa que podría servir para sellar definitivamente la paz entre los atlantes y los hombres de la superficie, y que Namor prefiere tramitar personalmente, de modo que se desplaza a las Naciones Unidas, lugar donde conoce a la diplomática Jacqueline Trufaut. Sin embargo, a las acusaciones, a Namor, de sus súbditos de abandono de sus funciones, se suma un conflicto entre miembros de la ONU provocado por uno de los opositores al ingreso de Atlantis. La situación deja a Namor entre la espada y la pared, no pudiendo abandonar a su necesitado pueblo, pero tampoco a Trufaut, que ha sido secuestrada.
A partir de aquí, la historia se viste de fantasía y la acción se traslada al fondo del océano. Namor sufre el ataque de tres inesperadas amenazas: Dragonera, una guerrera a lomos de una espantosa criatura; Proteo, un poderoso ser multiforme; y los Gemelos Locos, dos gigantes de fuerza sin igual. Todos ellos a las órdenes del villano real. Un villano que se presenta en el último número para pegar un giro de 180º a una historia que acaba consistiendo en un proceso de venganza a fuego lento.
Resuelto el conflicto, no terminan aquí los problemas para Namor. Porque en su regreso a Atlantis salen a su encuentro los líderes de los principales órganos de poder. Lord Vashti, Thakos y Shakkoth, representantes del Consejo de Ancianos, del Consejo de Guerreros y Sumo Sacerdote, respectivamente, además de su primo Lord Dara. La desconfianza del pueblo hacia su monarca ya es irreversible y Namor es invitado a abdicar. El Hombre Submarino abandona, así, el reino bajo el Atlántico. De camino, quizás, a los Vengadores…
Conclusión.
Como suele ocurrir en estas series limitadas de cuatro números, la historia peca de acumulación de demasiadas ideas en poco espacio, por lo que a algunas cuestiones les falta un mayor desarrollo.
En cualquier caso, es una buena serie en su conjunto, o bastante correcta, si queréis. El dibujo de Budiansky, por su parte, cumple sin más.
Enlace a la ficha:
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Mini bastante menor pero con uno de esos episodios relevantes trágicos tan característicos de la biografía de Namor (aparte de errática y gobernada por sus prontos, la vida del latín lover atlante siempre ha sido un culebrón muy dramático).
Es fácil hacer matices de opinión pero difícil no reconocer que es un buen análisis. Y con la laboriosa productividad Sub-Mariner a la que nos acostumbra ya el bueno de Rockomic.🎉🎉🎉