Reseñas: Capitán América: Marvel Gold: «La Muerte de un Héroe» (1982)

Vamos a ocuparnos del segundo tomo correspondiente a la etapa del Capitán América guionizada por J. M. DeMatteis y dibujada por Mike Zeck. Una segunda entrega, como ocurría en la anterior, dónde la estabilidad creativa está lejos de ser absoluta. De modo que la etapa DeMatteis-Zeck podríamos decir que, de momento, avanza de forma pausada.

La línea argumental que da inicio al tomo consiste en un crossover con otra de las series que DeMatteis estaba guionizando en ese momento: los Defensores.

En realidad, la línea argumental tiene inicio en un número del no-grupo del que se ha decidido prescindir en esta recopilación de la crónica del Capitán América, pero creo que esta coyuntura no impide que la trama se pueda seguir sin demasiados problemas.

El que sí se incluye es el episodio central de los Defensores, un número dibujado por Don Perlin que al lado de los de Mike Zeck son como el día y la noche.

Pero a lo que vamos. La trama viene a resolver el hilo iniciado en la colección de los Defensores referente a Halcón Nocturno y su antigua novia Mindy Williams. Una organización criminal que aglutina espías y militares pretende iniciar una guerra psíquica contra la URSS valiéndose de potentes telépatas como arma. El ingenio, construido a semejanza de la División PES de SHIELD, emitirá una descarga de energía mental que freirá los cerebros de todos los ciudadanos soviéticos, librando así al mundo de una potencia contraria a los postulados democráticos.

El planteamiento trae al recuerdo la idea del Imperio Secreto en cuanto a organización de salva patrias que siguen doctrinas fascistas. En el caso que nos ocupa, alcanzar la paz por medio de una guerra o imponer la democracia aniquilando a quien esté en desacuerdo. Un planteamiento que evoca mucho más al universo de contrariedades y reflexiones del Capitán América que al de los Defensores, y que sigue la estela dejada por DeMatteis en el primer tomo.

El héroe invitado de los Defensores para la ocasión, además del Capitán América, es un Daredevil que, literalmente, pasaba por allí. El Cuernecitos se une al Doctor Extraño, la Bestia y el Hijo de Satán en el rescate de sus compañeros de grupo Gata Infernal, Valquiria, Gárgola y Halcón Nocturno.

El arco es entretenido y se vale de algunas buenas ideas y de golpes de efecto en el plano emocional, resultando en la aparente muerte de un defensor. Pero, siendo objetivos, en su conjunto no pasa de correcto.

El siguiente paso de DeMatteis consiste en presentarnos a un grupo de motoristas, como nuestro héroe, ataviados, también como el Capi, con los colores de la bandera estadounidense. Se trata del Equipo América, una nueva creación basada en unos juguetes, como los casos de ROM y Micronautas, que automáticamente pasarían a protagonizar una colección propia de corto recorrido.

En el episodio en cuestión, el Equipo América no juega otro papel que el publicitario con relación a su título propio, porque la trama podría prescindir del grupito sin problemas. Una historia en sí en la que el Pensador Loco ejerce de antagonista. El plan del villano consiste en construirse un pueblecito y habitarlo con réplicas robóticas de los grandes pensadores de la historia, pero para ello necesita succionar el intelecto de los más brillantes hombres vivos. Resulta divertido encontrarnos con un pueblo habitado por Einstein, Sócrates, Shakespeare, etc, etc, pero la idea es de lo más disparatada.

Si la etapa DeMatteis obtiene un avance en este tomo es gracias a un par de episodios, casi seguidos, que guardan cierto paralelismo. Las dos mejores historias del volumen sin duda, de aquellos números que poseen un brillo y estilo que ayudan a que una etapa tenga personalidad propia. Además, ambos son el preludio de algunas de las tramas que disfrutaremos más avanzada la etapa.

El primero significa la presentación de una nueva pieza en el plantel de secundarios, Arnie Roth, un amigo íntimo de la adolescencia de Steve Rogers que personaliza el desigual paso del tiempo entre ambos. El lapso en el que Rogers estuvo congelado y cómo eso afecta física y culturalmente su relación con sus semejantes es una de las inquietudes que DeMatteis parece explotar. Un condicionante que parece marcar la relación de Steve Rogers con Bernie Rosenthal.

A los miedos de Steve derivados del choque generacional entre ambos se suma también el obstáculo que representa mantener a salvo la identidad secreta como Capitán América. Un condicionante no muy explotado en la historia del vengador abanderado, como sí en otros superhéroes de la casa, que aquí el guionista decide explorar en la relación con el reciente entorno de Steve Rogers. Un entorno, por cierto, que sigue acaparado por sus vecinos de escalera. Ya sabéis, Anna Kapplebaum, Josh Cooper, Mike Farrel y la propia Bernie Rosenthal.

Mientras Steve se ve involucrado en el caso que afecta a su viejo amigo, en paralelo Bernie vive otro choque emocional en un extraño encuentro con una anciana. El caso es que el episodio va de eso en realidad, de la relación entre ambos y de cómo los problemas de otros ayudan a minimizar los propios.

DeMatteis, por cierto, insinúa una relación homosexual de Arnie Roth con su compañero de piso, sin atreverse todavía a hablar de ello abiertamente. O eso es lo que intuyo.

El otro episodio también alterna dos historias en paralelo, en este caso protagonizadas por el Capitán América y por el Halcón, respectivamente. Ambos personajes viven también dos experiencias en las que terminan reaccionando de igual forma. Una reacción impropia de los valores que propugnan, pero que nos recuerdan que, después de todo, siguen siendo seres humanos. Un episodio muy bien escrito en el que el guionista brilla en el equilibrio emocional y dramático.

El número en cuestión también nos deja dos importantes novedades. Por un lado, la presentación de Alimaña, un nuevo y potente oponente del Capi. Por el otro, la decisión de Sam Wilson de involucrarse en los problemas sociales del gueto aceptando la oferta de presentarse como congresista.

Pero hasta aquí llega todo lo que ofrece la etapa como tal de J. M. DeMatteis en este tomo, porque el resto de los episodios no los escribe él a excepción del anual de turno. Un anual, en cualquier caso, que se sitúa fuera de la continuidad argumental del título mensual.

El guionista invitado para la ocasión es David Anthony Kraft, y lo hace por partida triple con un episodio autoconclusivo y un arco argumental de dos números.

El primero de ellos, un fill-in en toda regla dibujado por Alan Kupperberg, es un relato de intriga y drama ambientado en el mundo de la lucha libre. Un episodio especialmente prescindible tanto en guion como en dibujo.

Afortunadamente, la otra historia es otra cosa muy distinta.

Kraft, esta vez acompañado por Mike Zeck, nos presenta una aventura llena de nostalgia. Ni más ni menos que el regreso de los Comandos Aulladores, una vez más liderados por Nick Furia, así como de su antiguo mando, el ahora general Sam Sawyer. Un apasionante relato que mezcla género bélico con espionaje y que hace justicia a los gloriosos tiempos de las dos colecciones clásicas protagonizadas por Furia en los 60.

Señuelos Dotados de Vida, la amenaza de Hydra, el Barón Strucker… Acción y entretenimiento a raudales, excelente dibujo y final de lagrimilla. ¿Qué más se puede pedir?

El tomo finaliza con el anual número 6 del Capitán América. Un relato guionizado por J. M. DeMatteis, sí, pero un punto y aparte con relación a su etapa en la colección mensual. Afortunadamente, yo añado.

Estamos ante un número que pretende ser importante en la crónica del Capitán América. Un intento de poner orden dentro del lapso en el que el Capitán América permaneció congelado. Fue Roy Thomas quien ya planteó el caso de los cuatro Capitanes América en el número 215 de la colección. Un número que, a su vez, cogía el testigo de la idea desarrollada en el What If? número 4.

El caso está en que DeMatteis crea un cóctel formado por piezas y conceptos de aquí y allí que viene a afianzar lo planteado por Roy Thomas. El guionista establece como canónico el What If? 4, pone fechas a cada uno de los diferentes individuos que operaron bajo la identidad del Capitán América y se trae del último rincón de la historia del Capi al maestro de ceremonias de todo el tinglado. Me refiero a Míster Buda, un personaje que Jack Kirby se inventó como elemento funcional para aquel especial de la colección Marvel Treasury Edition titulado «Las Batallas del Bicentenario del Capitán América». Un personaje, Míster Buda, que aquí DeMatteis decide meter en el saco de los Primigenios del Universo bajo el nombre del Contemplador.

Tras una primera intervención del Espantapájaros como oponente introductorio, el Contemplador reúne a los cuatro Capitanes América con el fin de ponerlos a prueba en un mundo paralelo de su creación. Porque tras la aparente muerte de Steve Rogers otros tres hombres vistieron la indumentaria del Capitán América. Por este orden, William Nasland, antes conocido como Espíritu del 76, Jeff Mace, anteriormente el Patriota y William Burnside, el llamado Capitán América de los 50.

El resultado de todo ello es una historia confusa y farragosa, y un trabajo gráfico en consonancia. Ron Wilson es el dibujante a lápiz para la ocasión, y francamente es de lo peorcito que le he visto hacer, aunque seguro que el acabado de Vince Colletta tiene buena parte de culpa.

Sinceramente, creo que nada en este episodio era necesario.

Conclusión.

El tomo se resume en un par de espléndidos episodios de avance argumental y una apasionante aventura de género bélico y espionaje.

Demasiado material mediocre o directamente malo, pero los buenos momentos bien lo valen.

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rockomic
13 comments to “Reseñas: Capitán América: Marvel Gold: «La Muerte de un Héroe» (1982)”
13 comments to “Reseñas: Capitán América: Marvel Gold: «La Muerte de un Héroe» (1982)”
  1. Hay de todo, sí (y de su padre y de su madre), pero por las partes buenas (brillantes, cuando se reúnen Zeck & DeMatteis) sigue siendo muy recomendable el hipotético tomo (supongo que si acaba en Obras Maestras Marvel, como venía barajandose antes de la caída de ventas general de todas las editoriales de cómics la división de los tomos será distinta a la aquí planteada).

  2. DeMatteis y Zeck consiguen volver a hacer queribles a secundarios (que ya ni se usaban, fuera de algún What If) como los Comandos Aulladores. Aparición mucho más reseñable que la de la profesional presentación en viñetas del Team América.

  3. Gracias, Suso. 😉
    Sí, las partes buenas lo merecen, pero es una lástima que esta etapa avance tan a trompicones y con tantas ausencias de DeMatteis y rellenos varios.

  4. No es que DeMatteis no se atreviese a hablar de ello (como Byrne con Estrella del Norte en Alpha Flight ya tuvo el valor de meterlo en la historia pese a todo), es que en la Marvel de Shooter no estaba permitido hablar de ello.

    • Coincido contigo Elric, la estuve revisando y me parece una etapa demasiado irregular a pesar de algunos buenos momentos. Para cafeteros del abanderado por excelencia de Marvel

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