Reseñas: Conan: Omnibus 4: ¡Tres Titanes contra el Trono Serpiente! (1978-1980)

Este cuarto Omnibús recopilatorio de la serie central de Conan marca el cierre a la gran y mejor etapa de la colección, la guionizada por Roy Thomas, que abandona el título tras el último número del presente tomo y tras más de un centenar de números a sus espaldas.

Venimos de la increíble primera parte de la etapa de Conan junto a su amante, la corsaria Bêlit, y el posterior alto en el camino con Howard Chaykin a los lápices.

Tras la pequeña aventura en solitario, Conan regresa en busca de su amada, iniciando otra larga saga que podemos dividir en dos partes.

Y con Bêlit regresa el gran John Buscema, que recupera su puesto siempre escudado por el prestigioso entintado de Ernie Chan.

En lo que respeta a Roy Thomas, en la primera mitad del tomo sus guiones parten todos de su propia inspiración. Las adaptaciones de relatos de Robert E. Howard y otros escritores vuelven en la segunda mitad del mismo.

El denominador común de la saga tiene un nombre, Zula. Este esclavo negro acompañará a la pareja durante esta extensa línea argumental que los llevará a sumar fuerzas en un sinfín de amenazas. Zula se convierte, así, en uno de los amigos de mayor confianza con los que el cimmerio ha tenido la suerte de vivir sus aventuras.

La primera parte de esta saga tiene como principal escenario Luxur, capital de Estigia. Una espectacular fortificación imaginada por el talento de Buscema, inspirada en parte en el antiguo Egipto. Recordemos que los estigios serían el equivalente hyborio de los egipcios.

Por una parte, tenemos a Bêlit acompañada de la esclava Neftha, que guarda unas cuantas sorpresas, ambas huidas de Harakht, ciudad halcón. Por otro lado, y también huidos de la guardia real de Harakht, a Conan y su nuevo amigo, Zula.

El propósito, ayudar a Bêlit a resolver el misterio de la desaparición de su padre, otrora heredero al trono de Asgalum.

El arco relata el asalto al palacio de Luxur, y la posterior huida de éste, por el heroico trio de guerreros formado por Conan, Bêlit y Zula. Una genialidad a manos de Thomas y Buscema, que saben narrar la mejor de las historias.

El género de espada y brujería define muy bien lo que tenemos aquí, sumado a la épica sobre antiguas civilizaciones. Baños de sangre, magia y emoción en una historia que lleva insertados algunos pequeños relatos, a destacar la fascinante historia sobre Zula y su sed de venganza hacia un hechicero.

Los fastidiosos plazos de entrega también obligan a intercalar un par de números aislados, totalmente fuera de contexto. Uno de ellos es una reedición de uno de los primeros números de la Espada Salvaje de Conan, con dibujo de Tony DeZuñiga y debidamente coloreado para la ocasión. El otro es de nueva factura, y con el otro Buscema, Sal, a los lápices. Sin relación alguna con la gran saga en curso, a la que no desmerece demasiado.

La segunda parte de la saga traslada a nuestros tres protagonistas a Asgalum, reino donde Bêlit es legítima heredera al trono. Un trono que reside en manos del usurpador Nim-Karrak.

Aquí la saga profundiza todavía más en las malas artes políticas cuando la reina de Estigia pretende anexionar Asgalum. Reinados tiranos, conquistas por el poder y guerreros libertadores que se ganan el favor del pueblo. Y de camino, embrujos a los que hacer frente, como un putrefacto y renacido rey gigante. Emocionante colofón y Zula que se despide de sus dos aliados y amigos.

Rumbo a la Costa Negra.

Tras la partida de Zula cambiamos radicalmente de ambiente. De las grandes civilizaciones pasamos a las aldeas y las tribus salvajes.

Conan y Bêlit parten en el Tigresa junto a su tripulación, que incluye el chaman N’Yaga y el subjefe M’Gora, hacia las tierras del sur.

El primer alto en el camino lleva a nuestros guerreros a la aldea de los watambi, que se ve amenazada por el villano de turno, Ajaga, un tipo que tiene el poder de controlar a todos los animales de la jungla. El cóctel incluye ritos de sacrificios humanos y un león negro, Sholo, que acompaña a Conan durante todo el arco.

Aventuras en la jungla y magia negra vividas por un Conan que debe ir a rescatar a todas las mujeres de los watambi con la ayuda de su amigo felino. Para entendernos, algo así como una mezcla entre Ka-Zar y lo que años más tarde sería Indiana Jones y el Templo Maldito.

Tras esta excelente historia, en su rumbo hacia la Costa Negra, el Tigresa y sus tripulantes deben sortear diferentes obstáculos cual Ulises en su viaje de regreso a Ítaca.

De hecho, el episodio de la mujer del mar parece inspirado en el de las sirenas de la Odisea.

En la última parada antes de su destino, Conan y Bêlit visitan los Acantilados Negros, donde deben hacer frente a unos hombres-cangrejo que tienen retenidos a otros viajeros.

Buenos números, pero nada comparable al capítulo final. Thomas y Buscema cierran ciclo en el número 100 de la colección, un cómic espectacular de doble grosor que marca la despedida de Bêlit.

A orillas de un río oscuro, en los aledaños de la Costa Negra, vivimos una historia de puro terror que deja un interminable rastro de sangre. Belleza, sombra y melancolía para rubricar una etapa de ensueño.

En solitario, hacia el fin de una era.

Conan vuelve a cabalgar solo y lo hace partiendo de las tierras negras, al sur de Estigia. Tierras que es evidente que son el equivalente al África Subsahariana de nuestra realidad.

De este modo, la jungla y las aldeas siguen dominando el paisaje por el que se mueve el cimmerio.

Pronto, Conan se une a la tribu de los bamulas, erigiéndose en su líder. A continuación, el guerrero debe hacer frente a los drelliks, chupadores de sangre equiparables a los vampiros, que aportan el infaltable componente sobrenatural a estas historias que se desarrollan en un escenario propio de la aventura pura y dura.

Otras aventuras más modestas ponen fin a los guiones imaginados por Roy Thomas y trae de regreso las adaptaciones libres de relatos pulp de Robert E. Howard y otros escritores. Es el caso de «El Valle de las Mujeres Perdidas» y de otra historia autoconclusiva en la que una criatura de pesadilla siembra el terror en un remoto castillo.

De camino hacia el norte, las ciudades y fortificaciones vuelven a reemplazar a los entornos salvajes como escenario de las aventuras de Conan.

La siguiente parada es el Kush, donde Conan regresa puntualmente a su vieja condición de mercenario. La contratante es una reina caprichosa y cruel, en un reino donde la sed de poder va por barrios. Conan conoce allí a una nueva y bella nemedia llamada Diana.

A estas alturas, la madurez de la personalidad de Conan se hace ostensible si la comparamos con los lejanos inicios de la colección. El cimmerio tiene un absoluto respeto por el género femenino, muy acorde al natural avance de la sociedad por aquellos tiempos. Nunca toma a una mujer contra su voluntad y también detesta los castigos propinados a cualquier ser humano de forma gratuita.

Aquí, Conan carga con un inesperado nuevo acompañante, que se une al guerrero en su camino hacia el norte. Se trata de Erfu, un hombrecito estigio y brujo de pacotilla.

En las praderas de Shem tiene lugar la saga del Oso Celestial, la más larga de este último tramo.

El escenario es Buryat, una ciudad en la que reinan los enanos. Una raza de hombres, tan odiosos como supersticiosos, que cuentan con el servicio de los aesir, guerreros nórdicos a quienes los enanos ejercen control de su voluntad mediante una sustancia. Los aesir son el claro equivalente a los vikingos y son originarios de Aesgaard, nombre que por sí sólo resulta revelador.

En definitiva, otra magnífica historia no exenta de los ingredientes habituales. Ansia de poder, supersticiones y traición.

Dos relatos más modestos nos acercan al final de ciclo.

Erfu da por finalizada su aventura junto a Conan en una oscura historia en la que Moraga, una bruja del bosque, se ve amenazada por una criatura demoníaca.

Y, a continuación, un relato un tanto surrealista donde Conan va al rescate de una joven en un castillo custodiado por un espíritu posesivo.

La marcha de Roy Thomas de la colección coincide con el 10 aniversario de la publicación de Conan por parte de Marvel. Un número doble, como no podía ser de otra forma, en el que el guionista se despide a lo grande con una de las mejores historias que nos ha dejado en estos diez años de recorrido por la Era Hyboria.

La reaparición de Red Sonja es el gran golpe de efecto de esta historia que tiene inicio cuando un pérfido brujo fuerza a Conan a entrar en el más injusto y emocionalmente cruel juego. Un pacto, una vida por otra. Sea cual sea su decisión, el guerrero vivirá con ello lo que le resta de vida.

Una maravillosa historia que cierra de la mejor forma una etapa que ya es parte inolvidable del noveno arte.

Apenas he comentado nada acerca del dibujo porque, en este apartado, todo el tomo se resume de la misma forma. El trabajo de John Buscema, con la inestimable ayuda de Ernie Chan, es digno de ser clasificado como obra maestra.

En los anuales, Conan es el Rey.

El presente volumen también recoge los correspondientes números anuales.

Como ocurría con sus precedentes, estos números especiales forman parte de otra continuidad, de ahí que lo más razonable haya sido agruparlos en la parte final. Una continuidad alejada cronológicamente respecto a la serie mensual, concretamente en un futuro lejano, con Conan instalado en el trono de Aquilonia.

Eso sí, la alineación del apartado creativo sigue siendo exactamente la misma: Thomas-Buscema-Chan. Por fortuna.

En el anual 4, el cimmerio se desplaza hasta Belverus en busca de la que pronto se convertirá en su esposa, Zenobia. Una narración que sigue los pasos de lo que sería una aventura heroica tipo. Traición, captura del héroe, autoliberacion en combate, rescate de la mujer, venganza y fuga. Claro, todo ello genialmente narrado por John Buscema.

Por su parte, el quinto anual conmemora la boda de Conan y Zenobia, no sin que antes los rebeldes intenten impedirlo a manos del villano de turno. Un hechicero que usa su magia para crear un clon de la propia Zenobia. Otro magnífico episodio.

El volumen termina, ahora sí, con un número de What If?, la colección que plantea hipótesis alternativas a sucesos o cualidades ya conocidos en el Universo Marvel.

Bajo el título «¿y si Conan viajara hasta el tiempo actual?», esta curiosa historia tiene la particularidad de contar también con el mismo equipo de autores que el resto del presente tomo.

Conclusión.

El último de cuatro volúmenes que completan una de las etapas más gloriosas de la Marvel de los 70.

Más o menos al mismo nivel que el imprescindible anterior tomo.

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rockomic

4 Comments

on “Reseñas: Conan: Omnibus 4: ¡Tres Titanes contra el Trono Serpiente! (1978-1980)
4 Comments on “Reseñas: Conan: Omnibus 4: ¡Tres Titanes contra el Trono Serpiente! (1978-1980)
    • Peor era el recoloreado de Dark Horse. El nuevo de Marvel me gusta más (pero habría preferido el original tal cual …incluso con los puntitos de la cuatricromía, pero esto ya no parece ser una opción con tiradas modernas amplias en USA …aunque sí se pueden hacer buenas traslaciones al pasar de los puntitos a un color plano, se suele optar por una «adaptación» con «moderneces» en vez de trasladar digitalmente tal cual los tonos). Incluso en casos en los que se ha mejorado el aspecto al recolorear cómics de los ochenta (por lo general se ha logrado las menos de las veces) suelo preferir el coloreado original.

  1. Gracias, amigos.
    No sé cómo sería leer con los colores originales, pero yo he disfrutado el tomo a tope. Por mi parte, ningún problema con este tipo de papel, pero entiendo que es cuestión de gustos.

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