Estamos ya en el tercer tomo correspondiente a la etapa guionizada por Dennis O’Neil de la colección de Iron Man. Una nueva entrega en la que la estabilidad en el plano creativo sigue siendo casi absoluta. O’Neil lo escribe todo con la única excepción de medio número y el anual de turno, mientras Luke McDonnell se ocupa de dibujar todos y cada uno de los episodios. El entintado de casi todos los números corre a cargo de Steve Mitchell.
Para ponernos en situación, la pasada entrega destacaba por la cantidad de giros argumentales de suma relevancia. De este modo, ahora tenemos que quien viste la armadura de Iron Man es Jim Rhodes, que Tony Stark sufre una segunda crisis alcohólica (pero esta, de verdad) y que Stark Internacional ahora es propiedad del nuevo gran oponente de la colección, Obadiah Stane. A raíz de la nueva configuración de piezas, O’Neil también nos presentaba a los dos nombres que ocupan ahora la casilla de personajes secundarios, Morley Erwin, una especie de escudero técnico de Rhodey, y su hermana Clytemnestra, un cerebrito.
El inicio del presente tomo no hace más que consolidar la nueva realidad de la colección. Rhodey le presenta su dimisión a Stane para establecerse en solitario con la ayuda de los dos hermanos, que le plantean a Jim fundar una nueva empresa.
Pero no se puede decir que O’Neil se olvide del otrora titular de la colección, Tony Stark, porque, partiendo la colección en dos mitades, el guionista abre un hilo en paralelo en que relata el día a día de la degradación y descenso al pozo del alcoholismo de Stark. Una crónica de un hombre que lo tuvo todo y que ahora no tiene más hogar que la calle ni más compañía que mendigos y enfermos de la botella. Una situación a la que contribuye el propio Obadiah Stane, que logra dejar a Tony sin acceso a sus cuentas bancarias. De este modo, vemos a Stark arrastrarse por su nuevo mundo mientras pasa por la fase más acusada de su enfermedad, la de negación de la misma. Hasta que algunas lecciones recibidas por parte de mendigos con experiencia y una apuesta con un policía de barrio inauguran la siguiente fase, la de aceptación de la enfermedad. Pero no será hasta su relación con Gretl Anders, una sin techo alcohólica en avanzado estado de embarazo, que Tony empezará a dar un giro a su situación.
Volviendo al apartado superheroico, y más genuino de la serie, empezamos con un relato de ciencia ficción cuyo final queda en el aire. Iron Man se presenta ante una comunidad llamada las Hijas de Ishtar que han detectado una extraña presencia alienígena a la que llaman el Vórtice. Con la ayuda de Friska, la nueva sensitiva del grupo, Iron Man descubre que el Vórtice está sufriendo el ataque de otra fuerza exterior, de modo que el supuesto atacante era en realidad la víctima.
Es justo tras esta historia cuando el nuevo Iron Man pasa a ser una realidad en todos los sentidos. Rhodey y sus socios necesitan fondos para fundar su nueva empresa, de modo que se les ocurre pedir consejo a dos tipos con experiencia en el sector del negocio, literalmente, de los superhéroes, Power Man y Puño de Hierro, De este modo, Iron Man es ahora un héroe de alquiler a la espera de que algún magnate con problemas contrate sus servicios.
La primera misión consiste en hacer de guardaespaldas para un tipo que termina secuestrado por el Tigre Volador, un mercenario con superpoderes. A resultas de ello, Iron Man se ve envuelto en un conflicto militar en algún lugar de Sudamérica en lo que acaba resultando una aventura que no pasa de ser medianamente entretenidilla.
A mitad de tomo, un par de episodios significan un pequeño alto en el camino en la nueva ocupación de Iron Man como superhéroe por encargo. El primero de ellos es una historia que ocupa medio número, guionizada por Bob Harras, totalmente fuera de hilo. Un relato que cuenta como un grupo de niños juegan a ser los Vengadores de forma fidedigna, incluida expulsión de los componentes que ya no forman parte del grupo auténtico. Algo así como una metáfora del distanciamiento de Tony Stark/Iron Man del grupo por las razones que ya conocemos.
El otro es el anual número 6 de la colección, guionizado por uno de los rellena huecos de la editorial, Peter Gillis. Se trata de un nuevo capítulo en la saga de los Eternos, una comunidad que, desde su colección original y lo vivido en el título de Thor, sobrevive en aventuras aisladas cuando algún guionista se acuerda de ellos. La acción se sitúa en la ciudad oculta de los Desviantes, lugar donde la deforme raza gobernada por Tode tiene recluidos a la mayoría de Eternos sumidos en estado de coma. Gillis sigue la estela de Kirby en lo que es un nuevo capítulo de las malas artes del desviante Kro en su obsesión por conseguir el amor de la eterna Thena. Iron Man, por su parte, entra en escena en el papel de heroico caballero liberador de la arcaica raza de humanos superpoderosos. El caso es que el episodio pasa de una cosa a otra de forma bastante pueril, de modo que todo parece una excusa para desembocar en lo que aparenta ser el próximo destino de los Eternos. Bastante discreto, cuanto menos.
Volviendo al hilo principal, la nueva misión del Iron Man de alquiler traslada a nuestro protagonista hasta Hong Kong. Un caso que deriva en una siniestra trama detrás de la cual está el archienemigo del Latas, el Mandarín. Un Mandarín que luce su nuevo y feo traje, ya presentado anteriormente, y que cuenta con el Hombre Radiactivo como peón a su servicio. Un conflicto que O’Neil decide enfocar desde la rivalidad entre Oriente y Occidente, y un supuesto odio de los chinos hacia todo lo occidental personificado en la figura del villano. De este modo, el plan del Mandarín consiste en provocar un conflicto bélico entre China y occidente y aprovechar la ocasión para hacerse con el control de su país natal, mediante un siniestro plan de destrucción de toda la agricultura china.
Una línea argumental un poco de piloto automático, sin nada fuera de lo común, hasta el momento en que el Mandarín descubre que bajo la armadura de su odiado enemigo se encuentra un hombre negro. Eso, y que a Rhodey lo salva, paradójicamente, uno de los episodios de migraña extrema que viene sufriendo últimamente. Uno de los misterios que nos deja este tomo y que presumiblemente obtendrán explicación en el siguiente.
La entrada de Iron Man en el portal hacia las Secret Wars sirve para monopolizar la atención en Tony Stark. En un número dedicado en exclusiva a su caída al infierno de la botella, el episodio significa el punto de inflexión esperado. Ocurre al dar Gretl a luz a su hijo justo antes de fallecer, quedando el bebé en brazos de Tony en una gélida noche neoyorquina. Es la señal que necesitaba Tony para dejar de autodestruirse, una vida a la que socorrer que, de pronto, llena de sentido la suya propia. Muy buen trabajo narrativo de Luke McDonnell para la ocasión, en lo que resulta el mejor número del tomo.
A partir de este momento Tony Stark aparentemente parece quedar relegado a la categoría de personaje eventual, un extremo que habrá que esperar al próximo volumen para recibir, o no, confirmación.
Por contra, Jim Rhodes, en calidad de Iron Man, se confirma como titular absoluto en su regreso de las Secret Wars. Un regreso no exento de sorpresas y novedades, como ocurre en la gran mayoría de los superhéroes participantes en la maxi serie. En su caso particular, Iron Man luce algunas armas de origen alienígena adaptadas a su armadura. El problema es que a Rhodey le resulta complicado controlar la «nueva» armadura en la Tierra, por lo que Morley no tiene otra que desmantelar los añadidos.
En el episodio que cierra el tomo, Iron Man se ve envuelto en medio de un conflicto entre Tauro, integrante de la banda del Zodiaco, y la Maggia. Nada del otro mundo.
Conclusión.
Un volumen menos interesante y en el que ocurren bastantes menos cosas que en el anterior. Digamos que correctito, pero al menos se mantiene la expectativa acerca de cómo avanzará el título ahora que el protagonista ha dejado de ser Tony Stark.
Enlace a la ficha:
- Reseñas: Thor: Marvel Héroes 1: El Poderoso Thor de Walter Simonson 1 (1983-1985) - 29 abril, 2025
- Reseñas: Iron Man: Marvel Gold 8: «El Nuevo Iron Man» (1983-1984) - 15 abril, 2025
- Reseñas: Biblioteca Marvel 86: Doctor Extraño 5 (1967-1968) - 10 abril, 2025
Seguimos con la segunda crisis alcohólica de Tony Stark (ya llegando a su final casi) aunque con menos frescura que antes (ya se ha estirado también un poquito el chicle) y con la etapa de Rhodey como titular (algo importantísimo en su día).
Gracias por tu labor, Rockomic.👏👏👏
Gracias, amigo Suso. 🍻
Ya queda menos para el regreso de Michelinie y Layton. A ver qué más nos depara O’Neil…
Para mí gusto (se admiten discrepancias, hablo en esta ocasión desde una óptica muy subjetiva) tanto lo mejor de Layton y compañía como de O’Neil y compañía ya lo hemos visto (mis favoritos con ambos equipos son sus inicios en la serie). Pero aún en sus momentos menos molones ambos equipos siguen siendo de lo más reseñable de una serie, la del héroe blindado, que no se destaca por la abundancia de etapas de calidad (lo que permitió destacar a etapas como la de Goodwin y la de Mantlo, que deberían haber sido consideradas muy normalitas). En el futuro, aparte de lo que queda de estos equipos, se puede destacar la etapa de John Byrne al frente de la serie (especialmente cuando le acompaña en el apartado gráfico un retornado y evolucionado John Romita Jr.), aunque no esté a la altura de las etapas de Byrne en otras series marvelitas (y DCitas). A lo sumo añadiría el efímero paso de BWS por la cabecera cuando tirotean a Toño Stark (aunque difícilmente se puede comparar con su labor como autor completo en Arma X, ni por relevancia, ni por extensión ni por implicación auroral, solo invita a soñar con lo que podría haber sido … bueno, mucho más lamentable es su abandono del proyecto de la novela gráfica de La Cosa pese a que prácticamente ya la tenía dibujada).
La etapa de O’Neil desmitifica toda esa aura del personaje impoluto que lo resuelve todo y muestra, en contra, a unos personajes que cometen errores y no parecen tan geniales ni inteligentes. Una visión más mundana y cercana a la gente de la calle y de andar por casa. Una forma de retratar los conflictos personales y humanos de una forma cruda y sin complejos. Un drama acertado. Creo que es lo mejor que se ha hecho del personaje. Aunque siempre se echa de menos, y se espera, la vuelta de un Iron Man estilizado del estilo de Layton y Romita Jr.