Reseñas: Ka-Zar el Salvaje: Marvel Limited Edition 1: «Un Nuevo Amanecer, un Nuevo Mundo» (1981-1982)

Tras unos años de sequía en cuanto a aventuras solistas, Ka-Zar volvía en los 80 a la primera plana gracias al inicio de una nueva colección, esta vez titulada Ka-Zar el Salvaje.

El proyecto fue asignado a dos valores emergentes del cómic americano, el guionista Bruce Jones y el dibujante Brent Anderson, que obtenían así su primer encargo de dimensiones considerables desde la Casa de las Ideas. El entintado corre a cargo de Carlos Garzón en casi la totalidad del tomo.

Como era de prever, las nuevas aventuras del señor de la Tierra Salvaje se encuadran en el género de la aventura, pero en el fondo la colección poco se parece a la de los setenta, ni en tono, ni en madurez.

Lejos de la clásica partición en episodios cerrados, Bruce Jones construye un hilo continuado sobre las andanzas de Ka-Zar en su habitual hábitat salvaje, pero poniendo el foco en sus inquietudes y sentimientos. El hombre nacido como Kevin Plunder se cuestiona repetidamente, intentando encontrar su sitio entre su yo salvaje y su educación en la civilización occidental.

Ka-Zar, efectivamente, padece cierta crisis de identidad, pero también se muestra indeciso en sus relaciones con el sexo opuesto. Los romances de Ka-Zar con Shanna y con la reina Leanne, así como los flirteos varios de todos ellos con otros personajes que van brotando por el camino, meten a estas historias a menudo en una rueda de celos, traiciones, resentimientos y complots, quizás a veces un tanto repetitivos, pero que afortunadamente el guionista sabe encauzar con buen humor.

Los varios diálogos entre Ka-Zar y Shanna serían un buen ejemplo de lo que digo.

Llaman la atención especialmente un par de episodios, a modo de paréntesis, en los que Ka-Zar cuenta una historia a Shanna. La primera es una historia del pasado de Ka-Zar y de su relación con Zabú y su viejo amigo Tongah, focalizada en el sentimiento de fraternidad.

En la segunda, Ka-Zar explica a Shanna el sueño del que acaba de despertar. En él, Ka-Zar es un personaje heroico al estilo Conan que hace frente a las fuerzas oscuras al tiempo que va en busca del paraíso. Una historia que quiere ser una metáfora de la búsqueda de sí mismo y de su sitio en este mundo, y que da lugar a un sinfín de preguntas y respuestas en otro trascendental dialogo entre Ka-Zar y Shanna.

Shanna, por cierto, rápidamente acaba erigiéndose en coprotagonista indiscutible de la función (con permiso del fiel Zabú), hasta el punto de que la colección bien podría recibir el título de Ka-Zar y Shanna.

Dejando ya el componente más filosófico de esta serie de números incluida aquí, el apartado más superficial y de recreo de la colección es el que nos trae más novedades.

Bruce Jones, ayudado por el talento ilustrativo de Brent Anderson, decide ampliar el escenario en el que Ka-Zar vive sus aventuras. Nuestro salvaje protagonista encuentra por sorpresa un área llamada Pangea, algo así como una extensión de la Tierra Salvaje que resulta ser mucho más extensa que la propia Tierra Salvaje conocida hasta ahora. Pangea está dividida en diferentes reinos, comarcas, mares e islas… algo así como la Edad Hyboria de Conan, pero en pequeño, incluido mapa de todo el territorio.

Allí, Ka-Zar y Shanna descubren la existencia de diferentes comunidades que nutrirán las aventuras relatadas en este primer tomo. Comunidades entre las que se encuentran los humanos del reino de Zahran, lugar del que procede Leanne, el primer personaje con el que se tropieza el señor Kevin Plunder, o también los aéreos de Shalahn y los pterones de Athmeth.

Si a todo ello le sumamos el constante peligro que significa el acecho de dinosaurios y otras criaturas prehistóricas a lo largo y ancho de este territorio oculto llamado Pangea, estamos ante lo que podríamos definir como una especie de cruce entre Tarzán, Conan y Viaje al Centro de la Tierra.

Ka-Zar, Zabú y Shanna acaban residiendo durante un tiempo entre los aéreos, unos seres alados y emplumados, a quienes ayudan a combatir a la raza maligna de Pangea, los pterones, una mezcla entre pteranodones y humanos. Precisamente, la batalla contra los pterones es una de las secuencias de acción más destacadas de la primera fase de la colección.

A continuación, Ka-Zar, acompañado del aéreo Buth, parte a rescatar a Shanna al mar de Gorahn, en otra apasionante aventura en la que Anderson demuestra su indiscutible talento narrativo y técnico. Una aventura, ésta, que viene a cerrar el primer acto de la colección.

En la siguiente fase, la serie nos presenta novedades incluso más asombrosas. Jones ya nos había dado pistas del origen que podría tener Pangea en el nombre de la ciudad de la reina Leanne, Lemuria. Pero es con la entrada de un nuevo personaje llamado Dherk, un atlante de los tiempos anteriores al hundimiento del continente suboceánico, cuando la serie abre las puertas a un nuevo ciclo de revelaciones sorprendentes.

Como aperitivo, el primer contacto con la inexplicable naturaleza de Dherk, y con sus enigmáticas intenciones, da como resultado el número de corte más filosófico hasta el momento.

Un número que cuenta con una puntual colaboración de Jerry Bingham en el argumento, así como del mismo Brent Anderson. Anderson, de hecho, pasa a ayudar a Bruce Jones en la factura argumental en varios números salteados.

Jones decide así poner definitivo orden a todo este nuevo mundo cuando Ka-Zar y Shanna descubren una cámara secreta que guarda información desde tiempos inmemoriales. Documentos y videos procedentes de una civilización muy avanzada a su tiempo, los atlantes, que esclarecen que Pangea, incluida la Tierra Salvaje, es una península creada artificialmente por el imperio atlante como complejo turístico y parque de atracciones. Un descomunal parque vacacional que quedó abandonado tras el hundimiento de Atlantis en los océanos, encerrado en un campo medioambiental que lo ha mantenido óptimamente climatizado durante milenios gracias a un sistema de máquinas avanzadas.

Un relato de lo más fascinante que introduce a la colección en el género de la ciencia ficción más pura.

Una explicación que tiene su punto surrealista y disparatado, que quizás no convenza a todos, pero la capacidad de despertar interés y de sorprender de estas aventuras es innegable. También ayuda la escritura de Bruce Jones impregnada de humor y buen rollo, en el sentido de restarle formalidad a toda la historia y amenizarla.

El componente fantástico se confirma cuando los protagonistas encuentran una colección de criaturas mitológicas miniaturizadas. Criaturas que toman protagonismo cuando a una imprudente Shanna no se le ocurre otra cosa que robar un grifo. Un gracioso animalillo que, expuesto a la intemperie, acaba haciéndose gigantesco y sembrando el terror en toda Pangea. Esta secuencia abre la puerta al último acto de esta fase de la colección. Una auténtica traca final que casi deja en anécdota lo visto hasta ahora.

El caso es que un equipo formado por Ka-Zar, Shanna, Dherk y el aéreo Buth encuentra una entrada oculta a lo que parece un mundo subterráneo. Un inframundo que una ilustrada Shanna reconoce como la entrada al infierno relatado por Dante Alighieri en su clásica obra. Nada más lejos de la realidad porqué la trama se acaba convirtiendo en una adaptación del Inferno de Dante con Shanna como improvisada guía. La conclusión a la que llegan finalmente, con el ya característico buen humor siempre presente, es que están visitando el mismo infierno que Dante pisó para escribir su poema.

La irrupción de Belasco, que hace aquí su primera aparición en el Universo Marvel, pone el broche de oro a la historia. Belasco es un personaje demoníaco que luce imponente gracias al gran diseño de Brent Anderson, y el primer supervillano al uso que nos presenta esta colección.

En conclusión, un estupendo cierre para esta fase de la colección, en un relato que es una mezcla de ida de olla surrealista y divertimento ligero.

Los dos últimos números incluidos, por cierto, dan inicio a los Relatos de Zabú. Una serie de complementos de cinco páginas, escritos por Bruce Jones y dibujados por Gil Kane, que nos cuentan la crónica del tigre dientes de sable amigo de Ka-Zar desde que era un cachorro. Historias de animales, hablando claro, por el momento no especialmente interesantes.

Conclusión.

Creo que estamos ante un estupendo primer tomo de la colección. Una serie de aventuras que ya sólo por las constantes sorpresas y giros que nos depara parece difícil que caigan en el aburrimiento.

En cualquier caso, el trabajo gráfico de Brent Anderson creo que de por sí es un reclamo bastante seguro.

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rockomic

12 Comments

on “Reseñas: Ka-Zar el Salvaje: Marvel Limited Edition 1: «Un Nuevo Amanecer, un Nuevo Mundo» (1981-1982)
12 Comments on “Reseñas: Ka-Zar el Salvaje: Marvel Limited Edition 1: «Un Nuevo Amanecer, un Nuevo Mundo» (1981-1982)
  1. Tengo además debilidad por los tarzanidos y las tarzanidas, y aquí tenemos a los dos más célebres de Marvel (la mayoría de los demás cuentan poco que eran o Era Timely o Era Atlas).

  2. Gracias, amigos!!

    Aventuras en la jungla, claro que sí, yo también soy muy fan de eso.
    Yo soy de los que de tanto en tanto repaso las películas de Johnny Weissmuller. 😆

    • Estaban entre mis favoritas de crío esas pelis (que solían emitir las tardes de los sábados en TVE en mi infancia …una década más tarde o así me hice su colección en VHS). Aunque de chaval me sorprendía que apenas se parecían a las novelas de Burroughs (que había empezado ya a leer en la edición de Novaro), que devoraba junto con las de Verne o las series de Salgari de El Corsario Negro y Sandokan. De las que ya casi no recuerdo nada es de las novelitas de Mallorquí de El Coyote y los Hombres Buenos.

  3. Otra de mis tarzanidas favoritas (aquí publicada en cuadernillos creo recordar que en los cincuenta, y que leí en una edición facsímil piratilla): la italiana Pantera Rubia. Y entre los tarzanidos nuestros Pantera Negra y Pequeño Panera Negra (émulos de Tarzan y Korak, de la Escuela Valenciana, el gran éxito de la Editorial Maga, que empezó como serie de cuadernillos de aventuras selváticas al uso pero pasó a tener una ambiciosa .revista con elevados costes de producción e inclusión de material británico y francobelga, algo adelantada para la época para la España de mediados de los sesenta..la revista Pantera Negra, luego retitulada Pantera Negra y Flecha Roja …como también las revistas de corte británico Tigre de la Editorial Ferma y Tucán de la Editorial Rollán era cara para la época y quizá demasiado adelantada y novedosa, lo que le ganó fieles incondicionales y cierto culto pero no las ventas que tenían los baratos cuadernillos de Pantera Negra, luego retitulada Pequeño Pantera Negra cuando el hijo le roba el protagonismo al padre).

  4. Pena que acá no hayamos disfrutado (sí en México) de cosas como los cómics de la Golden Age de Sheena (Reina de la Jungla) o Cave Girl. O las tarzanidas del talentoso dibujante afroamericano Matt Baker

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