Tercer y último tomo correspondiente a la segunda serie regular de Ka-Zar. La conocida como colección de Bruce Jones y Brent Anderson, que aquí se queda ya sin ninguno de los dos autores iniciales.
Si Anderson lo dejaba en el primer tramo del segundo volumen, Jones lo hace en este tercero. De hecho, el guionista tan sólo se ocupa del primer número incluido, pasando inmediatamente después el relevo a Mike Carlin, que se queda hasta el episodio que cierra la colección.
El apartado gráfico, por su parte, es mucho más disperso. Uno tras otro van desfilando Armando Gil, Ron Frenz y Paul Neary, dibujantes que realizan al menos un número entero a lápiz, pero que no son los únicos en usar el instrumento. Porque luego están los nombres de Mary Wilshire, Ricardo Villamonte, Carlos Garzón y Marie Severin, que colaboran parcialmente en algún número.
Entrando en materia, tras la estancia de Ka-Zar y Shanna en Nueva York, escenario de la extensa saga que ocupaba buena parte del anterior volumen, el primer episodio de esta nueva entrega devuelve a nuestros protagonistas a su hábitat selvático. Dicho de otro modo, la colección regresa a sus orígenes, a ese escenario distintivo creado por Bruce Jones que recibe el nombre de Pangea.
El caso es que nuestros héroes regresan a Pangea para el arrastre. Un Ka-Zar en estado comatoso y una Shanna fuera de sus cabales son encontrados por un viejo conocido de la colección, el aéreo Buth. El urgente traslado de los enfermos a la ciudad aérea Shalahn suma otro nombre amigo al grupo, el de Dherk, el androide que aglutina la sabiduría de las mentes más brillantes de la vieja Atlantis.
La idea es francamente atractiva. Dherk propone embarcarse en un peligroso viaje psíquico a la mente de Shanna para combatir a los tormentos que la sumen en su locura. Dherk, Buth, Zabú y la mente del inconsciente Ka-Zar son los pasajeros de este viaje al interior de la mente. Un viaje que sirve de extenso repaso a todo lo vivido en la colección anteriormente, además de capítulos conocidos del pasado de Shanna y de otros que descubrimos aquí relativos a sus progenitores.
La idea de entrar en los surcos cerebrales de un individuo para combatir sus pesadillas no es nueva en el Universo Marvel, pero acostumbra a ser un recurso funcional. En el caso que nos ocupa, sirve para poner el contador a cero y así despejar el camino para el sucesor de Bruce Jones.
Ya en el segundo número incluido, Mike Carlin toma las riendas de la colección, si bien el argumento parte de una idea base de Bruce Jones.
Cabe añadir que las páginas de humor que abren y cierran cada número, las protagonizadas por autores y redactores en viñetas-fotografías, siguen ahí para lo que resta de colección.
Carlin no se complica la vida y sigue tirando de personajes ya creados anteriormente por Jones y Anderson. El turno es ahora para Leanne, reina de Zarhan, que es revivida por algún tipo de fuerza demoníaca dando lugar a una trama con elementos de brujería y cataclismos que resulta interesante de entrada. Sin embargo, el regreso del culebrón amoroso entre Ka-Zar y Shanna (incluidas campanas de boda) empañan bastante el resultado. Tampoco ayudan los problemas con la anatomía de Armando Gil.
Los retornos no cesan, con la entrada de Belasco en la historia. El demonio, que está tras la posesión de Leanne, pretende gobernar un mundo de demonios. Los primeros en ser transformados en semi-demonios son precisamente Ka-Zar y Shanna, en una línea argumental que incluye referencias a la serie limitada de Magik. Recordemos que Illyana Rasputín creció, literalmente, como personaje tras pasar una larga temporada atrapada en el reino de Belasco. También, la trama gana colorido cuando la poseída Leanne logra reunir un ejército multiétnico formado por los guerreros de su reino lemuriano, por los pterones, enemigos mortales de los aéreos, y por los tubanti, una especie de seres anfibios que significan la primera creación de Mike Carlin para la colección. Pese a todo, el resultado final acaba siendo un batiburrillo de muchas cosas que peca de inconexo. Más el añadido de un Belasco extrañamente vulnerable.
Eso sí, nada que ver con el episodio que narra la liberación de Shalahn, donde la colección toca fondo. Ka-Zar y Shanna suman fuerzas con Dherk, los botor (Hombres de los Árboles) y los aéreos para liberar a la ciudad de estos últimos de la tiranía de los pterones, los tubanti y los lemurianos. Un episodio tan mal escrito como mal dibujado, metiendo ideas sin ton ni son y diálogos de primaria. La guinda del pastel es un juicio absurdo a Ka-Zar, donde todo el mundo parece comprar estúpidamente los argumentos de los pterones. Un juicio que termina con la expulsión de Ka-Zar de Pangea, rumbo a su hogar en la Tierra Salvaje.
Pero antes todavía hay tiempo para colarnos un relato, lo que se dice, metido con calzador y sin ningún sentido de la ocasión. Un relato que, por boca de Dherk, cuenta la verdadera historia del pasado de Pangea desde su creación como parque temático de los antiguos atlantes. De cómo todas las razas existentes en Pangea fueron creadas por mutación genética como monstruos de feria y sirvientes, hasta que se rebelaron contra sus amos y el resto es historia. Nada que no hayamos visto antes en novelas y películas de ciencia ficción.
Ya con Ka-Zar, Shanna y Zabú de regreso a la Tierra Salvaje, Mike Carlin decide recuperar a Parnival Plunder, hermano de Ka-Zar y, al mismo tiempo, el supervillano que se hace llamar Saqueador. Y lo hace en un episodio que desprende humor por los cuatro costados. Tomando como base el interminable culebrón del, ahora, matrimonio protagonista, Carlin echa mano del talento de Marie Severin como caricaturista en una serie de secuencias insertadas entre las páginas «normales» de Paul Neary. Pequeñas historietas que ilustran en clave de humor lo que ronda por la cabeza de los personajes. Y bueno, la idea tiene su gracia, pero no pasa de curiosidad.
En lo que se refiere al trabajo de Paul Neary en los números finales, difícilmente puede ser más irregular. El dibujante combina viñetas estupendamente bien dibujadas en un estilo que recuerda a Bill Sienkiewicz, con otras en las que la anatomía de los personajes hace aguas.
Ya los últimos episodios del tomo, y de la colección, abordan la línea argumental relativa a la visita del Saqueador. Una visita que, como era de esperar, oculta intenciones miserables. Todo bien hasta que a Mike Carlin se le va la olla trasladando a los protagonistas a un escenario de ciencia ficción galáctica, incluido batallas de naves espaciales al estilo Star Wars. Un cierre de puertas de lo más desconcertante que todavía deja un pequeño espacio para un epílogo final fuera de contexto en el que Ka-Zar viaja a la tierra de los héroes cancelados. Vamos, un planeta donde residen los personajes que han visto como su colección propia ha sido cancelada. Una extravagancia sin otro valor que lo curioso.
Conclusión.
Un flojito colofón para esta colección, aunque no exento de delirios interpretables. En cualquier caso, una colección que empezó de forma notable con el material incluido en el primer volumen, pero donde el buen hacer inicial de los autores se ha ido diluyendo progresivamente.
Enlace a la ficha:
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De este tercer tomo solo tiene nivel el desenlace del tomo anterior (que despide además la etapa iniciada en el #1 de la serie …Lo restante es como si fuese otra serie ya, y no es ni una sombra diluida de la anterior). A partir de ahí en descenso. A mí también me hizo gracia lo de la Tierra de los personajes cancelados, pero Rockomic lo define bien: Extravagancia. Buen trabajo, estimado Rockomic.🤓🖖
En este tramo final la serie se arrastró miserablemente mientras agonizaba hasta finalmente morir en una cuneta a la que ya pocos estaban dispuestos a acercarse (con sabiduría). Años después Ka-Zar volvería a tener algunas historias (caso de la novela gráfica Armas de la Tierra Salvaje ideada por Chuck Dixon & Tim Truman y dibujada por Gary Kwapisz, con Ricardo Villagrán pintando sobre sus lápices, y una bonita portada de Earl Norem, claro …y cierta malvada petrolera invadiendo la Tierra Salvaje con todo un ejército de lacayos para explotarla en aquellos años de pelotazos …y Ka-Zar, Shanna, Zabú y Wyatt Wingfoot haciéndoles frente …o la posterior y breve etapa de Waid & Kubert) recomendables (pero tampoco muchas …y con lapsos enmedio de lustros sin nada o con más medianías olvidables como estas).
Gracias, Suso.
Sí, ahora ya hasta la serie de Waid y Kubert ya no habrá reseñas de Ka-Zar.
Bueno, queda un tercer tomo de la primera serie, que espero que salga este año.
Sí, a ver si hay suerte y lo sacan acá (aunque sospecho que habrá que esperar al 2026).