Reseñas: Motorista Fantasma: Marvel Limited Edition 3: «Carrera Mortal» (1976-1979)

Tras la pobrísima etapa guionizada por Tony Isabella, que acaparaba el anterior tomo, este tercer recopilatorio de las aventuras del Motorista Fantasma trae nuevo equipo creativo bajo el brazo.

O, mejor dicho, nuevos equipos creativos, porque el tomo no se caracteriza precisamente por la continuidad de los autores.

Gerry Conway abre fuego como guionista, pero, como es habitual en él por estas fechas (sin ir más lejos, en el tomo de los Defensores reseñado justo antes que éste), apenas se queda durante tres números, y sólo el primero como guionista completo. Don Glut y luego Jim Shooter ponen texto a los argumentos de Conway, quedándose Shooter con el puesto de guionista, aunque también de forma transitoria.

En el apartado gráfico, Gil Kane dibuja el primero, abriendo paso a Don Heck para los siguientes.

En el anterior volumen dejábamos a Johnny Blaze en Hollywood trabajando como actor especialista, escenario que se mantiene en esta continuación. Tampoco cambia el plantel de secundarios, formado principalmente por los dos intereses amorosos de Blaze, Karen Page y Roxanne Simpson.

El primer número del tomo se deja leer, pero más que nada gracias al excelente trabajo de Gil Kane. Una modesta historia de intriga en la que el Motorista le roba otro personaje a Daredevil: el Gladiador. También la Anguila juega un papel en un primer número que da pie a un nuevo arco argumental.

Pero a partir de aquí, el descalabro.

Un Don Heck en su peor momento completa el ciclo argumental con su pobrísima narrativa y un par de nuevos y lamentables villanos. Un tipo llamado el Implacable, que a buen seguro cuenta con uno de los peores diseños de la Marvel clásica, y otro no mucho mejor, el Mago Acuático, capaz de controlar el agua. Llama la atención este último caso, cuyos poderes, crear criaturas sólidas sólo con agua, son un absoluto contrasentido.

En cuanto a los diálogos de Don Glut y de Jim Shooter, al mismo ínfimo nivel que el dibujo de Heck.

No mucho mejor es el número que sigue. Una historia que no tiene nada, en la que un chiflado llamado Malicia se divierte cometiendo crímenes y fechorías varias.

Ya podemos confirmar que lo que llevamos de tomo no sólo no mejora lo visto en el anterior, sino que casi se puede decir que lo empeora.

Para nuestra fortuna, Don Heck es sustituido por Don Perlin, que se mantiene como dibujante estable. No es que Perlin sea ningún manitas con el lápiz, ni mucho menos, pero al lado de Don Heck parece un maldito genio.

Lo que sigue a bajo nivel son los guiones de Shooter, sobre todo el número en el que el Motorista Fantasma hace frente a un irreflexivo Doctor Druida.

Sin embargo, si lo tomamos por el lado positivo, al menos la historia sirve para romper con el marco convivencial del protagonista desde hace tiempo. Adiós a Hollywood y adiós a Karen Page. Shooter corta por lo sano, sin demasiados miramientos, pero lo cierto es que el escenario llevaba ya tiempo agotado.

El caso es que el Motorista Fantasma más solitario y automarginado está de regreso, con el desierto de Arizona como escenario. Y Johnny Blaze vuelve a sentir su transformación como una maldición, a diferencia del reciente carácter eminentemente superheroico del personaje.

El último número a cargo de Jim Shooter ya se desarrolla en este clásico hábitat del protagonista.

Una aventura en la que se encuentra con Ojo de Halcón y Dos Pistolas Kid que, recordemos, llevan una temporada llevando vida de western. La Manticora, un villano disfrazado del ser mitológico de igual nombre, es el oponente de una historia que no pasa de discreta.

McKenzie y Perlin dignifican al Motorista Fantasma.

Finalmente, la colección vuelve a disfrutar de equipo creativo estable. Si bien su etapa no se alarga durante demasiados números, Roger McKenzie y Don Perlin disponen de espacio suficiente para desarrollar algunas líneas argumentales. A destacar que Perlin no se limita al dibujo a lápiz, sino que pasa a ser también coargumentista.

Lo primero que hace el nuevo equipo es recuperar a uno de los archienemigos del Motorista, el Orbe.

El número no es nada del otro mundo, pero lo más extraño es la fugaz intervención de Roxanne Simpson. La joven pasa de personaje recuperado a desaparecer por completo en apenas dos páginas. Si la idea era dejar a Roxanne en el limbo de personajes sin uso, no era necesario sacarla de ahí para volver a volatilizarla a los diez segundos.

Afortunadamente, las cosas empiezan a ir a mejor a partir de este punto.

La larga serie de números autoconclusivos llega a su fin con el inicio de un arco de tres números. Un arco en el que el Motorista Fantasma se aparece en medio de una de las mortales contiendas entre el Doctor Extraño y Dormammu.

No es que el guion sea la gran cosa, pero por lo menos cuenta con algunos alicientes que le dan vidilla, además de un continuo de escenas de acción bien narradas por parte de Perlin.

Pero lo mejor de la etapa está en los dos siguientes ciclos argumentales.

En primer lugar, tenemos la presentación de uno de los antagonistas más atractivos en todo lo que llevamos de colección: el Cazarrecompensas, un fantasmal jinete mortificado por la misma maldición que Johnny Blaze. Una aventura que guarda la más pura esencia de la colección: fuego infernal, trato de almas, la América montañosa y árida como escenario y corazón de western.

Lo mismo se puede decir del arco con el que se despide el tándem McKenzie-Perlin. Una seductora historia, mezcla de western, ciencia ficción y artes ocultas, en la que un niño mutante encerrado en una burbuja, llamado Nathan Beame, siembra el terror.

Más extraño es, si cabe, Woody Guthers, un gracioso anciano que parece sacado de Lucky Luke.

La historia no deja de ser una variante del clásico relato del niño con poderes que tiene atemorizado a todo el vecindario, ya adaptado en series televisivas y cómics.

En definitiva, un buen arco, creo que el mejor de todo el tomo.

Este tercer volumen del motorista llameante termina con un fill-in a cargo de Jim Starlin, ni más ni menos.

Starlin se ocupa de guion y bocetos en este solitario episodio, mientras que Steve Leialoha se encarga de los acabados, completando un trabajo gráfico de nivel.

El genial autor pone del revés las aventuras del Motorista Fantasma, dotándolas de mayor profundidad y de sus infaltables diálogos de carácter filosófico.

La mismísima Muerte se presenta para retar al Motorista a una serie de carreras con siniestro propósito. Un episodio macabro y violento, nada que ver con lo visto hasta el momento, pero sin duda uno de los mejores en todo lo que llevamos de colección.

Antes de cerrar el tomo todavía hay espacio para un último número ajeno al título. Se trata del único cómic de la Legión de los Monstruos, un improvisado grupo de monstruos formado por el Hombre Lobo, el Hombre-Cosa, Morbius y el propio Motorista Fantasma.

Bill Mantlo y Frank Robbins narran una historia disparatada sobre alienígenas y antiguas civilizaciones. La curiosidad de ver a los cuatro monstruos reunidos es seguramente lo único notificable del episodio.

Conclusión.

Un tomo que, en conjunto, sigue sin ser satisfactorio, si bien podemos dividirlo en dos mitades bien diferenciadas.

La primera, a cargo de Gerry Conway y Jim Shooter, es tan mala como la etapa de Tony Isabella del anterior tomo.

En cambio, Roger McKenzie y Don Perlin logran, al fin, completar una buena etapa. Etapa que rubrica el número aislado realizado por Jim Starlin.

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  1. Shooter, en esta época, pese a haber sido fichado para llevar a cabo labores editoriales (que le permitirían dada su ambición escalar muy rápido al puesto de número dos del Editor Jefe: Archie Goodwin), era uno de los habituales tapa-huecis cuando alguna colección daba problemas por no llegar a fechas o por deserciones o cansancio de guionistas.

    • Seguiría haciéndolo como jefazo (aparte de participar activamente en los cómics escritos «en comité» en etapas como los Vengadores de Michelinie, en los que varios metían mano en los guiones, se los acreditase o no, que habitualmente no).

  2. Aquí al menos tenemos una mejoría respecto al anterior tomo. Roger McKenzie, un guionista habitualmente despreciado y ninguneado (en Marvel, en Warren sí se lo apreciaba bastante, pero eso está ya olvidado también por la industria y la mayoría del fandom) pese a marcarle el camino a seguir en DD al joven Frank Miller (que pidió a su editor, Denny O’Neil, que le librase de él para poder satisfacer sus aspiraciones autorales sin cortapisas, pero bien que siguió todavía las líneas que este había estado apuntando). Sus etapas, nunca largas en series como está o la del Capi nunca fueron decepcionantes. También podéis buscarlo en What If (como a Peter B. Gillis y otros apestados).

  3. Don Perlin (muy apreciado por el propio Shooter, que simpatías personales aparte, ya que acabaría considerándolo una especie de tío, respetaba mucho a los más veteranos y su profesionalidad, a los que siguió dando trabajo pese a estar «pasados de moda» y les subió tarifas …al muy fiable Perlin lo pondría además con un equipo de muy jóvenes asistentes al cargo de la supervisión artística de los interiores de los cómics, tapando los mayores errores que se encontraban en el arte …Romita, que ya no podía abarcarlo todo con la proliferación de series, pasaría a ocuparse ya solo de las portadas, amen de diseños de personajes y arte promocional) puede que no fuese el mejor dibujante del mundo (él mismo tenía claro que era un corredor de pelotón), pero era rápido, fiable y muy profesional. Ideal para tapar huecos o encargarse de patatas calientes. Y su falta de orgullo le permitía asumir series que nadie quería. Aparte de ello se le daba bien narrar y destacaba especialmente en series sobrenaturales. Su Hombre Lobo (Werewolf by Night), pese a palidecer al lado del de Mike Ploog fue MUY apreciado incluso acá (donde ahora es ninguneado) en tiempos de Vértice.

  4. Obviamente a todos nos habría gustado que aquí se hubiese quedado una temporada larga un Mike Ploog o un Gil Kane (o unos cuantos números un John Byrne), pero Don Perlin narraba bien y era muy digno.

    • Sí sería su estilo más duro de aceptar por la mayoría de lectores ya en los ochenta (especialmente en las series superheroínas, tipo los Nuevos Defensores de Gillis). Pero Shooter todavía confiaría en Perlin, y pese a los ya serios problemas de salud, cuando este cayó en desgracia en Marvel (bueno, DeFalco directamente echó a patadas a casi todos los veteranos incluidos los que llevaban treinta años o más como Marie Severin, Herb Trimpe o Sal Buscema) tras la marcha de «Big Jim» se lo llevó a los inicios Valiant (igual que a Ditko).

  5. El Implacable (con inspiración en justicieros pulp, pero en versión villano) era un villano misterioso al que se acabó convirtiendo en un personaje carismático (manteniendo su independencia frente a los grandes poderes criminales del Universo Marvel incluso pese a que eso le lleve a una inevitable muerte) «de legado»(el tipo, en cada encarnación, entrena a su sucesor desde muy jovencito, habitualmente un huérfano al que hace pasar por pariente, para sucederle cuando suceda lo peor). Por esta época era todavía uno de los villanos de fondo de cajón de la compañía (bueno, sigue siendolo, pero le han intentado dar trasfondo al menos, aunque lo usen poco y habitualmente mal).

  6. Pues hay una larga tradición de hidroquinéticos en los cómics superheroicos, ja.😅😂 La bellísima y temperamental (no tanto como Namor, claro) Mera (la Aquawoman de DC), sin ir más lejos.

    • Pero, bueno, lo del Mago Acuático (actitud y diálogos, que no poderes … aunque a veces también lo parecía 😈) en esta serie era más bien comedia (mala😈😂).

  7. Jim Shooter, al menos supo ver que el personaje como un súperhéroe más al uso no tenía mucho sentido, que sin su lado oscuro era soso y sin nada característico (salvo la moto y el cráneo llameante …y hasta en eso no era siquiera el primero en Marvel).

  8. El Cazarrecompensas (creado por McKenzie) ya abría la puerta a lo que sería el futuro (y ni la propia Marvel ni mucho menos preveía todavía): toda una genealogía de jinetes fantasma con fuego demoníaco a su disposición presentes, pasados y futuros (algunos emparentados por sangre como Danny Kecht, Johnny Blaze y algún precedente del salvaje Oeste) montando motos, coches, caballos, mamuts e incluso (a lo Lobo) motos espaciales.

  9. Lo de Starlin es más una curiosidad que otra cosa. Pero de calidad, sin duda. Y ojalá todos los fill-ins de los setenta y los ochenta hubiesen sido así.

  10. Y el de la Legión de los Monstruos es un cómic encantador. Con Bill Mantlo y el muy veterano Frank Robbins, garantía de diversión ambos. Otra agradable sorpresa en este tomo. Aunque para la mayoría de adeptos a los clásicos suponía ya poca sorpresa, pues ya lo teníamos en dos o tres tomos previos.

  11. En resumen: una mejora respecto a tomos anteriores (que eran solo para completistas y fans del personaje …y que solo se podían destacar por su apartado artístico).

  12. Qué nos espera a la vuelta de la esquina, tras la curva de la muerte, en el futuro de la serie? …Pues nos espera Michael Fleisher, el guionista que más tiempo duró en la serie (1979-1981 no parece tanto, pero es la etapa más extensa en números de un guionista en este Volumen …de hecho es todavía el guionista con una etapa más extensa con Johnny Blaze …y aún contando a los otros huéspedes de un Espíritu de la Venganza, solo el noventero Howard Mackie le supera, pero este le supera por bastante). Fleisher no es amado (por buenos motivos) por los fans de Conan, pero en títulos sobrenaturales sí generó satisfacción (la etapa más recordada del Motorista clásico en España sigue siendo la publicada en Surco …supongo que en parte también porque luego sus retapados estuvieron disponibles a buen precio bastantes años …y su Espectro para DC con Jim Aparo es todavía una obra de culto, alabada incluso por gente a la que no le gustan nada los cómics de superhéroes ni nada que se le parezca remotamente).

  13. No cabe todo en un solo comentario? Si se mira el tiempo transcurrido entre el primer y último comentario ha pasado más de una hora. Cuando uno empieza ya no puede parar, ¡¡se nota la pasión por los cómics!!

  14. Al Implacable no lo tengo ubicado en futuras apariciones.
    Pero bueno, ya me lo iré encontrando.
    A ver si es verdad que pasa a ser interesante, aunque sin Don Heck seguro que lo tiene más fácil. 😉

    • No tendrás muchas ocasiones de verlo, pues el historial del Enforcer (no confundir con los Enforcers de Spiderman😈) original es más bien breve. Pero lo verás y pronto, que ahora a finales de la década de los setenta sale en Spider-Woman una o dos veces, para reaparecer luego a comienzos de los ochenta en la serie del Motorista y de nuevo en la de Jessica Drew…y diñarla a mediados de los ochenta en una visita del Azote (me parece que en la de Iron Man).
      El bagaje de tipo duro al que no hay que toserle, así como la idea de que son muchos poniéndose el uniforme a lo largo de las décadas para lograr fama de implacables y legendarios (en plan The Phantom) es un añadido moderno, de este siglo. En Dark Reign (en uno de los spin-offs) se nos presentaba al sucesor del original (un «sobrino» al que entrena y que hereda uniforme y equipamiento…y que nos cuentan que ya se ha ganado fama nueva para el nombre Enforcer cargándose a hombres lobo, vampiros, zombis y un capo de Maggia), que rechaza unirse al sindicato de villanos del Encapuchado (que aparte de seguir su agenda criminal le hacían parte del trabajo sucio al régimen de Osborn) y este manda a por él a la Escuadra de Demolición (pero se zafa, ventajas de tener también balas mágicas).

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