Reseñas: Capitán Marvel: Marvel Gold 5: «El Poder de Ronan» (1976-1978)

En nuestro repaso a la cronología particular del Capitán Marvel, el turno es ahora para el quinto tomo recopilatorio.

Tras la pobre experiencia de la etapa guionizada por Steve Englehart, que ocupaba el anterior recopilatorio, el presente volumen inicia su andadura con nuevos nombres.

Gerry Conway, con la puntual ayuda de Bill Mantlo, coge el volante transitoriamente antes de la llegada de un autor estable. En el apartado gráfico, Al Milgrom sigue manteniendo el puesto.

Conway abre fuego iniciando un arco argumental al que no parece ponerle muchas ganas.

Un arco que empieza de forma un tanto atropellada con una escena en el cuartel de los Cuatro Fantásticos que, a la postre, apenas aporta nada. Una estéril intervención de la Antorcha Humana, un lapsus tonto por parte de Mar-Vell y hasta aquí.

El argumento vertebral tampoco es que reluzca, precisamente. Resulta que unos científicos kree viajan a la Tierra a investigar sobre un supuesto virus espiritual que parece ser el causante de los episodios de odio y ansia de poder que han afectado a algunos kree. Dicho de otra forma, la codicia y odio de los humanos son contagiosos. La intención es evidente, pero el planteamiento, muy pobre.

La cuestión es que un Centinela Kree acaba infectado y la empieza a liar parda. Se suma a la fiesta un supervillano mejicano anticapitalista llamado el Guepardo, que difícilmente puede ser más prescindible, y entre ambos reviven a Ronan, el Acusador. Poquita cosa.

En el número final del arco, por cierto, hace su entrada el nuevo guionista estable de la serie, Scott Edelman.

Un Edelman que sigue su curso como guionista inmiscuyendo al Capitán Marvel en una disputa que están llevando a cabo los Vengadores, en su cuartel, contra el Superadaptoide. Un cúmulo de sopapos sin mayor interés, que no es más que una excusa para librar, de una vez por todas, a Rick Jones de su intermitente encierro en la Zona Negativa.

Con Mar-Vell y Jones al fin ambos en nuestra dimensión, y de forma permanente, se abre una nueva etapa para nuestro protagonista. Una etapa en la que Rick Jones deja de ser necesario. Sin embargo, Edelman decide mantener al personaje en la colección.

El siguiente paso nos trae a Mercurio, el Hombre 4D, ya conocido de la colección de Thor, en una corta y discreta aventura en la que Mar-Vell viaja a la dimensión del villano.

En paralelo se va gestando una nueva línea argumental en la que, de entrada, se nos presenta a la Doctora Minerva. Otra autoridad que se desplaza desde Hala, el planeta de los kree, hasta la Tierra con fines científicos.

Un personaje de nueva factura, que seguramente surge de la necesidad de Scott Edelman de hacerse suya la colección. Lo mismo ocurre con la entrada en escena de tres viejos amigos de Rick Jones de los tiempos de la Brigada Juvenil. Un trio de jóvenes que vienen a aportar el cupo gracioso, aunque de forma no especialmente provechosa.

El desarrollo de todos estos personajes es bastante mejorable por parte de un guionista con muchas más carencias que virtudes. En especial, unos diálogos bastante planos y faltos de chispa.

El guion, de lo que viene a ser un nuevo ciclo argumental, no le va a la zaga a los diálogos.

Los kree se están quedando atrás en la escala evolutiva respecto a los terrestres, de manera que la solución está en gestar un kree, genéticamente superior, que sólo puede nacer de la unión de Mar-Vell y Minerva. Idea de bombero que incluso queda superada cuando pasamos de una cosa a otra sin ninguna armonía.

De tal forma, nos encontramos con una batalla de Marvel con Phae-Dor, jefe del Consejo Científico Supremo de los kree, cuyas intenciones van por otros derroteros. A continuación, dentro de la confusión general, aparecen los Inhumanos acompañados del kree Falzon.

Lo que tenemos aquí es la reanudación de una trama vivida en la recién cancelada colección de los Inhumanos. Una línea argumental a cargo de Doug Moench, aparentemente sin cabos sueltos, que Edelman se atreve a prolongar.

Bajo el sugerente título de «La Guerra de las Tres Galaxias», uno se espera una epopeya espacial con varios números por delante. Nada más lejos de la realidad. En primer lugar, básicamente esto no es más que otra guerra kree-skrull, porque la supuesta guerra es únicamente entre esas dos razas. Y segundo, la esperada epopeya cósmica se alarga durante la friolera de un solo número.

En conclusión, que la cosa no da más que para un mano a mano del Capitán Marvel y Rayo Negro contra los kree, y una sorpresa final.

A partir de este punto empieza un considerable baile de autores. Al Milgrom deja la colección, siendo sustituido por Pat Broderick, si bien, antes George Tuska dibuja un solitario número.

Al mismo tiempo, Edelman sigue con sus guiones, francamente mejorables, durante un par de números más.

Tenemos el regreso de Nitro, que se presenta cegado por su sed de venganza, mientras Mar-Vell, por su parte, decide buscar trabajo como parte de su proceso de integración en el planeta donde ha decidido residir. Y lo busca, y encuentra, en un observatorio espacial, porque así se siente más cerca de las estrellas.

Todo apunta a la intención de Scott Edelman de hacer más humano y más cercano al protagonista, en contraposición al carácter cósmico y alienígena que lleva evidenciando Mar-Vell en lo que llevamos de serie. Pero a buenas horas, porque el intento del guionista se produce justo en el momento en que deja la colección.

Lo que nos iba contando Edelman, acerca de esa nueva vida como terrestre del Capitán, parece tan poco interesante como el resto de su etapa, así que, en caso de seguir, no creo que nos hubiéramos perdido nada.

El arco en el que Mar-Vell se enfrenta a Garra Mortal es el que marca el relevo en el puesto de guionista. Garra Mortal es un chapucero villano de nueva factura, que también se presenta con sed de venganza de Mar-Vell. Aunque, en este caso, la venganza afecta a su vieja identidad como Walter Lawson, el terrestre con cuyo cuerpo se quedó nuestro kree protagonista.

El caso es que los últimos números del tomo van a cargo de Doug Moench y Roger McKenzie, respectivamente. La parte gráfica sigue en manos de Pat Broderick, que realiza un discreto trabajo estético, aunque a nivel compositivo no lo hace nada mal.

Thor es la estrella invitada en un número final que supone un vuelco en el tono respecto a Edelman. El guion y los textos son claramente de carácter más filosófico, en un intento de regreso al estilo de Jim Starlin. De hecho, la trama hace referencia al desenlace de la saga de Warlock y Thanos, como si de un epílogo de la mítica saga se tratará.

Un buen número, al fin.

Conclusión.

Un tomo que se resume rápido. La colección sigue bajo tierra, no sólo no mejorando el nivel del pobre tomo precedente, sino que incluso empeorándolo.

Gerry Conway está desganado en su breve etapa de transición, mientras que Scott Edelman considero que no tiene nivel como guionista. Lo único que se salvaría es el último número, a cargo de Roger McKenzie.

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26 Comments on “Reseñas: Capitán Marvel: Marvel Gold 5: «El Poder de Ronan» (1976-1978)
  1. Lo del supuesto virus espiritual que parece ser el causante de episodios de odio… me suena de otra serie, con un gurú y una secta de por medio que lo expande. ¿Puede ser en la del Pato Howard? No estoy seguro, la memoria ya falla.

  2. También me recuerda ese tema a los Purificadores del reverendo y excoronel William Stryker (ver la «Patrulla-X: Dios ama, el hombre mata»).
    Y aún así, no es el único cómic en que este tema que mezcla de religión y odio aparece. Sigo rumiando a ver dónde en concreto era el que trato de recordar, que diría que hasta el líder sectario que utiliza la religión como medio expansivo del odio y el conflicto resultaba ser un extraterrestre.

    • Bueno, la religión y el odio de mezclan en todo tipo de obras de ficción desde que existe la ficción …porque desde que existe la religión el hombre la ha practicado con odio hacia aquellos que no profesan su misma religión (o que según él no la profesan con la devoción que deberían).

      • Bueno, el ateísmo no está libre de practicar el odio y el terror como forma de dominio. Se calculan 66,7 millones de víctimas del régimen soviético entre 1917 y 1959.

      • Bueno, y en concreto si seguimos a los regímenes ateos, tienes el genocidio camboyano de los Jemeres Rojos con entre 1,5 y 3 millones de asesinatos, o el del mayor genocida de la humanidad, que curiosamente deja como un aficionado a Hitler (otro genocida ateo), el del camarada Mao Zedong, cuya «Revolución Cultural» (bajo este eufemismo denominó sus masacres) se cobró la vida de unos 70 millones de personas.
        O sea, que en cuestión de odios y crímenes, el ateísmo le da sopas con ondas a la religión, incluida a la todavía prolija en crímenes «religión de paz» del profeta Muhammad.

    • Y el hombre puede matar en nombre de Dios, en nombre de ideas, por dinero, por ansia de poder… y hasta por el placer de matar (psicópatas). No hay en la naturaleza ni un solo depredador que mate por tan diversas motivaciones.

  3. Nada, no consigo recordar. Me ha venido a la memoria también la Iglesia de la Humanidad, otra secta de odio antimutante (de la etapa de Joey Casey en la Patrulla-X) dirigida por un Pontífice Supremo (que nadie sabía que en realidad era una monja que había sido violada por un sacerdote) y que pretendía hundir la Iglesia católica (aprovechando que el Rondador Nocturno había sido elegido Papa), hacer una limpieza genética (consideraban a los mutantes una especie de demonios) y, por supuesto, dominar el mundo. Recuerdo también que el nefasto Chuck Austen hizo un estropicio de guion con esta secta de fanáticos religiosos (bueno, Austen hizo un estropicio generalizado el tío).
    Pero no, hay como digo otra historia sobre este tema de una plaga de «odio espiritual» orquestado para dominar el mundo, juraría que por un alienígena, y no consigo recordar en qué serie por más que me estrujo la mollera.
    En fin, cuando menos lo espere, me aflorará desde la «memoria oculta».

  4. Buenas, Panther. 🤗
    Quizás te refieras a una saga de cierto arácnido, en un tomo que precisamente acabo de terminar la reseña, que publicaré la semana que viene.

  5. De Gerry Conway, que solemos tener sobrevalorado, porque de él de esos años solemos recordar su Asombroso, que sí era bueno (pero también hay que tener que en esa serie le teníamos muy editado y tutelado por Stan Lee y Roy Thomas, que no se fiaban un pelo del «nuevo», así que aún a día de hoy no se tiene muy claro hasta donde llegaba en los guiones su aportación y donde habían metido mano estos, aparte de que con el «metido Marvel» el «timing» lo controlaban los dibujantes), solemos olvidar que la mayoría de lo que hizo para Marvel en esos años no daba todavía la talla. Luego mejoraría con su marcha a DC (y aún hay mucha gente que no valora demasiado su trabajo en series como The Fury of Firestorm y Atari Force, dos que a mí sí me gustaron muchísimo en su día …con JLA sí les doy la razón, pero casi nadie hacia bien la JLA entonces, tampoco hacía mucha falta…se vendía casi sola).

  6. Scott Edelman no es que sea una mejora, más bien lo contrario, porque es más soso. Lo único favorable que diré de él es que recordaba bastante bien la historia Marvel previa (así que aprobado en continuidad), pero no sabía sacarle provecho. Nunca debería haber pasado de autor de rellenos (historias de un número o dos para mantener caliente la silla para el próximo guionista o los sufridores «fill-ins» para evitar no llegar en fecha a la imprenta).

  7. Pat Broderick sí es un dibujante que me gustaba bastante en el cambio de los setenta a los ochenta (hizo algunas páginas de WeirdWorld, pero allí era opacado en el sándwich formado por los titulares John Buscema y Mike Ploog …y se le recuerda un poco más por Micronautas).

    • Como en WeirdWorld también le habíamos visto brevemente por Hijos del Tigre. Y en Puño de Hierro! …Puño de Hierro ya era uno de los cómics favoritos de Marvel del recientemente fallecido Carlos Pacheco con Broderick (antes de Byrne). En DC le veríamos algo por la Legión de Super-Héroes y por Firestorm (La Antorcha lo llamaba Novaro, que lo publicaba en la colección semanal de Superman …con Conway a los guiones), pero esos cómics apenas los conocíamos acá (como casi todo lo de DC) a causa de la mala distribución de Novaro (lo de la Legión acabaría reeditado por Planeta pero jibarizado y muy tarde). Aquí se le conoció principalmente por el Capitán Atom de Zinco (con las habituales patillas frondosas con las que Broderick solía adornar a sus héroes), con el hombre ya perdiendo facultades (pero todavía con dignidad).

  8. Scott Edelman hizo trabajitos aquí y allá (por lo general muy cortos, incluso historias de «complemento» a veces, o que solo abarcaban parte del número) para series como Vengadores, Defensores, Marvel Two-In-One …o cómics de artes marciales y terror. Nada demasiado digno. Esto es lo más largo que logro recordarle, así que podemos decir que no se supo ganar los galones (y que tampoco había nadie muy interesado en agarrar la patata caliente de Mar-Vell para que está llegara a sus manos …casi lógico, la serie solo había llamado la atención de público y crítica con Starlin, ni siquiera Stan Lee o Roy Thomas lo habían conseguido, nadie quería ser comparado con el único autor que sí había logrado llamar la atención y el título parecía maldito, se mantenía vivo solo porque llevaba el nombre de la compañía, como reconocería Shooter, que se cansó de la situación y decidió dar un golpe de efecto).

    • A Roger McKenzie lo solían tener rellenando huecos donde fuera (como a Bill Mantlo), sin mucha oportunidad de hacerse un nombre o con una colección relevante fija. Tampoco es que le faltase trabajo entre estos encargos, calentar sillas en otras series, cosas como What If, …o lo mucho que escribía para las revistas de la Warren. Era mucho mejor que muchos a los que sustituía de forma apresurada, pero lo dicho, no tuvo ocasión de hacerse un nombre en Marvel. Lo más cerca que estuvo fue en Daredevil, ya que le dieron la colección cuando nadie quería hacerla y parecía condenada al cierre …y empezó a escribir historias dignas sin un dibujante fijo (Gene Colan, Frank Robbins,…) hasta la llegada del jovenzuelo Frank Miller, que con muchas ideas también y con la ayuda del editor Denny O’Neil acabó quedándose la colección (y logrando que ni se recordasen las no pequeñas precisamente aportaciones iniciales de McKenzie a su etapa), como compensación lo mandaron a Capitán América, otra serie que empezaba a ir mal.

      • De todas formas, su historial marvelita no es ni largo ni glorioso …y si hoy se le recuerda (muy poco) es por haber coincidido con Miller …y por sus cómics Warren (los degustadores de cómics de terror …y acá especialmente los lectores de las revistas de Toutain, Creepy principalmente …y en menor medida quizá los lectores de la revista Dossier Negro).

  9. Pero nosotros sí recordamos la labor divulgativa del buen Rockomic (nuestra hormiguita atómica atlante de referencia):👏👏👏👏👏…Salud y cómics.😎✌️

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