Reseñas: Hombre-Cosa: Marvel Limited Edition 3: «Renacimiento» (1979-2012)

Si los dos primeros tomos recopilatorios dedicados a la criatura de la ciénaga recogían por completo el volumen 1 de sus aventuras, en esta segunda entrega vemos recopiladas buena parte del catálogo restante del Hombre-Cosa. Concretamente, el volumen 2, además del resto de producción bajo los guiones de Steve Gerber, padre adoptivo del personaje.

Man-Thing Vol. 2.

A finales de los setenta la editorial decidió darle una nueva oportunidad al monstruo del pantano, pero en esta ocasión sin la participación de Steve Gerber.

Inicialmente, el puesto de guionista fue a parar a manos de Michael Fleisher, mientras que en el apartado gráfico Jim Mooney recuperaba el sitio que había ocupado en la parte final de la primera colección.

Fleisher, que acababa de estrenarse en Marvel en la serie del Motorista Fantasma, se encarga de los tres primeros números de la nueva colección para luego dar el relevo a Chris Claremont. Lo mismo ocurre con Mooney que, tras los mismos tres episodios, cede su puesto a Don Perlin.

En realidad, el tomo abre con un número de Marvel Two-in-One coprotagonizado por el Hombre-Cosa, pero sin vínculo argumental con el título propio del monstruo de la ciénaga. Un episodio ya pertinentemente analizado en la reseña del volumen correspondiente a la colección protagonizada por la Cosa.

Entrando en la mini-etapa de Michael Fleisher, el guionista pasa con más pena que gloria por el título con un par de líneas argumentales francamente mejorables.

La primera historia resulta tan inverosímil como mal desarrollada. Un tipo descubre un suero capaz de volver inteligente a cualquier individuo o criatura con escaso intelecto, y lo cede a unos supuestos agentes de la CIA, así por las buenas, sin pedirles acreditación ni nada. Como era de esperar, los tipos son enemigos del estado y buscan extraer la fórmula del suero del supersoldado de los recuerdos de la criatura que antes era Ted Sallis. Lo que podría haber dado para un arco en varios capítulos, Fleisher y Mooney se lo ventilan en un único número, sin apenas espacio para un correcto desarrollo de los acontecimientos.

La otra línea argumental no mejora las cosas. A Fleisher se le ocurre la brillante idea de encajar en la trama al mismísimo Yeti, así que se saca de la manga una excusa cualquiera para trasladar al Hombre-Cosa al Himalaya. Ya en plena montaña, una expedición a la captura del propio Yeti toma a nuestro monstruo por el Abominable Hombre de las Nieves. Un grupo de lo más tópico, por cierto, donde no falta el clásico malvado codicioso. Tampoco falta el Yeti auténtico, o los Yeti, porque el legendario monstruo resulta ser una tribu de hombres primitivos cubiertos de pelo blanco. Entre otras perlas, los Yeti acaban confundiendo al Hombre-Cosa con una cabeza de mamut que conservan como ídolo.

En resumen, tres números que no pasan de discretos, siendo generosos, donde lo mejor acaba siendo Mooney, que al menos hace un trabajo correcto.

Chris Claremont, que por aquel entonces estaba guionizando la serie del Doctor Extraño, decide iniciar su periplo en el Hombre-Cosa con un crossover entre ambas colecciones.

El primer número incluido arranca, en realidad, con la saga ya bien avanzada. Se entiende que la saga completa eran demasiados números como para incluirla entera. El caso es que la escena del Doctor Extraño enfrentándose a Azrael nos coge con el pie cambiado, más cuando vemos como la trama parece finalizar en este mismo número. Un número dibujado por Don Perlin, nuevo dibujante a lápiz de la colección, que contrasta sobremanera con el correspondiente al título del Doctor Extraño, a cargo de Gene Colan. La diferencia de estilo y de calidad de ambos números es tan acentuada que no hace más que dejar una sensación de descoloque.

El Barón Mordo está detrás de todo el tinglado. Un Mordo que invoca al Demonio del Caos y que logra hacerse con el control de la criatura del pantano. Todo ello después de haber forzado la situación, especialmente la del Hombre-Cosa, para trasladar la escena a los Everglades. Claremont también decide recuperar a uno de los personajes más recurrentes de la etapa Gerber, Jennifer Kale, en un papel totalmente prescindible.

Entre que nos encontramos con una saga ya empezada, los personajes que no se sabe muy bien qué utilidad tienen y el ritmo precipitado de los acontecimientos, que el resultado creo que es mejorable. Desde luego, el trabajo gráfico de Gene Colan es lo mejor con diferencia.

Uno de los pormenores que confirman los siguientes episodios es la pobre calidad del apartado gráfico. Quizás la responsabilidad sea tanto de los lápices de Don Perlin como del entintado de Bob Wiacek, pero lo cierto es que el dibujo parece realizado para cumplir expediente en buena parte de las páginas. Nada que ver con el estimable trabajo de Perlin en el Hombre Lobo.

Claremont mantiene, con buen criterio, el escenario de las historias en los Everglades y en la ciudad ficticia de Citrusville. Unas historias en las que quizás abusa de algunas ideas, como el recurso de la panda de matones y psicópatas como antagonistas.

El guionista intenta marcar perfil propio creando una nómina de secundarios de nueva creación, encabezada por el sheriff de Citrusville, John Daltry, y la joven Barbra Bannister. Un elenco que no tendría mayor recorrido que esta misma etapa.

Otra de las novedades afecta directamente al monstruoso protagonista del título. La naturaleza empática del Hombre-Cosa crece aquí de manera exponencial, viéndose atraído como un imán por cualquier tipo de emoción. La gran diferencia está en que ahora hasta el último pobre diablo es conocedor de esa condición empática del monstruo. Ese efecto tan terrorífico, cuando el pobre desgraciado de turno veía su cuerpo arder de forma inesperada, se pierde, y con ello parte de la magia de las historias.

Uno de los pocos personajes que Claremont rescata de la era Gerber es el Capitán Destino y su barco pirata fantasma. Y lo hace en una aventura que mezcla el género de corsarios con el fantástico, con Daltry convertido en improvisado héroe a lo Errol Flynn. Por lo menos intenta ser una historia entretenida, pero eso no impide la impresión de cierta falta de rumbo.

Más aún en el siguiente episodio, en el que Claremont intenta, de forma poco convincente, buscar una explicación a varios hechos sin respuesta acaecidos a lo largo de esta serie de historias. La impresión de que la colección estaba ya finiquitada y había que improvisar un cierre es inevitable.

El elemento que introduce para tal fin es un tipo llamado John Kowalsky, que Claremont rescata de una de las colecciones que él mismo había estado guionizando. La colección es War is Hell, un título que nació como plataforma de reediciones de Sargento Furia, pero que en sus siete últimos números pasó a las historias de nueva factura protagonizadas por John Kowalsky, un soldado que a cada episodio moría en el campo de batalla para reencarnarse en el siguiente. Un tipo siniestro que representa la encarnación de la muerte, más o menos equiparable a Daimon Hellstrom.

Ya con la colección más que sentenciada, para el número de despedida a Claremont se le ocurre emular al mismo Steve Gerber, en lo que se intuye como un merecido homenaje al hombre más importante en la trayectoria del monstruo de la ciénaga. Val Mayerik es el dibujante elegido para este solitario episodio.

En una historia de brujería y existencialismo bastante surrealista, Claremont se incluye como personaje, así como narrador de la propia historia, mientras justifica su renuncia a seguir guionizando el título. Todo en tono humorístico, por supuesto, en una aventura que reúne prácticamente a todos los personajes usados por Claremont en toda esta etapa, además de algunas creaciones suyas en otros títulos, caso de Margali Szardos y Jimaine, y también el demonio Thog y el brujo Dakimh.

Intercalado entre los números de Claremont, también debemos hacer mención de un fill-in a cargo de Dickie McKenzie y Larry Hama. Y me atrevería a decir que es el mejor episodio de toda la colección. Una historia de terror y tragedia en la que el Hombre-Cosa juega, al fin, un papel que deja un buen poso. La trama vive la relación entre el monstruo de la ciénaga y un bebé en una historia en la que los instintos de la descerebrada criatura lo convierten en héroe y villano al mismo tiempo.

El mismo número se completa con otro relato muy corto realizado por J.M. DeMatteis y Ed Hannigan.

También intercalado, el tomo incluye un episodio correspondiente a la Patrulla-X en el que Claremont aprovecha para invitar al Hombre-Cosa. Un número sin ningún lazo argumental con la colección que nos ocupa.

Elementos de Terror.

Habría que dar un salto de varios años, hasta 1988, para volver a disfrutar de una nueva colección protagonizada por el Hombre-Cosa. Se trata de un serial en 12 capítulos bajo el título «Elementos de Terror» publicado dentro de la cabecera Marvel Comics Presents. MCP fue una colección contenedor que tuvo un largo recorrido, diseñada para publicar de forma simultánea varias series protagonizadas por diferentes personajes del Universo Marvel. De hecho, la del Hombre-Cosa fue una de las que inauguraron la colección.

El gran aliciente de este serial no es otro que el regreso de Steve Gerber, que vuelve, al fin, a guionizar nuevas historias de su hijo adoptivo. La parte gráfica cae, esta vez, a manos de Tom Sutton.

Una división gubernamental experimenta de forma ilegal con humanos a quienes aplica el suero del supersoldado. El resultado son criaturas deformes que distan de ser el arma de guerra esperada.

Un muestrario de la cara más cínica y putrefacta del poder. Corrupción, ultrapatriotismo, experimentos con seres humanos financiados mediante la venta ilegal de armas y el narcotráfico… Una historia de denuncia de esta sociedad de la mentira que tan poco estima Gerber, del establishment y sus abusos. Gerber no se está de nada al implicar a la propia Casa Blanca en el meollo.

Es cierto que la política fue una parte fundacional del Hombre-Cosa. Recordemos que Ted Sallis estaba trabajando en la fórmula del supersoldado para el gobierno americano. Pero no creo que el género político tuviera una especial trascendencia en la gran etapa guionizada por Steve Gerber en los 70. Aquello iba más de poner al descubierto las miserias del ser humano desde la perspectiva de los diferentes sujetos que iban circulando por la colección. De personajes excéntricos y dramas individuales en un marco de fantasía y un alma más poética.

Y creo que mucho de eso se echa en falta en un serial que opta más por los excesos y las tramas densas. Buena parte de culpa seguramente la tiene Tom Sutton. Un buen dibujante con pasado en el cómic de terror, con un estilo muy suyo, que aquí hace un trabajo para mi gusto sobrecargado y un tanto agotador.

El caso es que la trama está muy bien hilada en su premisa sobre corrupción política y militar, y en el uso del suero del supersoldado como necesario vínculo con la criatura que encabeza el título, pero se alarga hacia un caos de difícil digestión. No creo que sea un cómic para todos los paladares, cosa que ya suele ocurrir con Gerber, pero en este caso quizás con más razón.

Otro de los problemas está en que cuesta hacerse a la idea de que estamos ante una historia del Hombre-Cosa. Inicialmente, la criatura parece jugar un papel acorde a su esencia, pero a la postre nos damos cuenta de que tampoco hubiera ocurrido nada si se prescinde de su figura.

Pese a todo, estoy seguro de que el serial tiene su público.

Pero Steve Gerber todavía no había dicho su última palabra sobre la criatura de lodo.

El Infernal Hombre-Cosa.

Gerber escribió esta historia como secuela de uno de los relatos más interesantes de su clásica etapa setentera. En aquel relato, Brian Lazarus era un hombre atormentado para el que cada nuevo día suponía un calvario de negatividad y mortificación.

La historia sufrió innumerables retrasos debido a diferentes circunstancias hasta que al fin vio la luz en 2012 en forma de miniserie de tres números con el título «The Infernal Man-Thing». De hecho, la obra fue publicada póstumamente cuatro años más tarde de fallecer Gerber y gracias al empeño de su amigo Ralph Macchio.

El dibujante y colorista de la obra, Kevin Nowlan, contribuyó al retraso no escatimando el tiempo dedicado a unas páginas que son prácticamente pinturas.

Lazarus, que a buen seguro tiene mucho de autobiográfico, sirve de vehículo para un Steve Gerber más nihilista que nunca, hasta niveles enfermizos.

El tipo regresa a los Everglades con el objetivo de finalizar su obra «El Guion del Muerto Viviente». Lo que metafóricamente se entiende como poner fin a su vida.

A partir de aquí la extensión de la historia se convierte en un completo viaje al absurdo y en lo más excéntrico que haya escrito nunca Gerber.

Entre otras locuras, Lazarus dialoga con su decadente yo interno en la forma de un imaginario árbol de dibujos animados, se convierte en el Increíble Puaf (una especie de Hulk de la amargura), o acaba creando un monstruo que representa todos sus deseos oscuros.

Quitando la premisa y la conclusión, todo lo que queda en medio es un viaje surrealista difícil de seguir y descifrable quizás sólo por el propio autor. Así que lo más aconsejable es perderse en los laberintos mentales de Steve Gerber sin tratar de encontrarle un sentido a todo ello.

Por lo menos, y a diferencia del serial de Marvel Comics Presents, ésta sí que es una historia que guarde el espíritu del Hombre-Cosa de Gerber de los setenta. Y eso pese a que la criatura se limita a su papel de observador durante buena parte de la extensión de la historia.

Kevin Nowlan, por su parte, hace gala de un estilo muy diferente a lo visto anteriormente en estas páginas. Entre otras cosas, el dibujante hace un Hombre-Cosa mucho más desgarbado de lo acostumbrado. En general un buen trabajo gráfico, aunque creo que su denso coloreado queda demasiado «apagado» a causa del papel poroso utilizado en esta edición.

Conclusión.

En general, esta tercera entrega de las aventuras del Hombre-Cosa está lejos de la calidad de los dos primeros volúmenes.

En la segunda colección propia de la criatura de los Everglades, tanto Michael Fleisher como Chris Claremont creo que realizan un trabajo bastante discreto.

Las otras dos obras incluidas, las que traen de vuelta a Steve Gerber a su querido monstruo, están sujetas a diferentes interpretaciones dada su complejidad. Para mi gusto, mejor «El Infernal Hombre-Cosa» que «Elementos de Terror», por guardar más la esencia del Gerber setentero, pero es igualmente una obra de dura asimilación. Todo va a gustos, en este caso.

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rockomic

15 Comments

on “Reseñas: Hombre-Cosa: Marvel Limited Edition 3: «Renacimiento» (1979-2012)
15 Comments on “Reseñas: Hombre-Cosa: Marvel Limited Edition 3: «Renacimiento» (1979-2012)
  1. Desde luego el Volumen 2 del personaje no estuvo a la altura del 1. Y como con Conan, con el Hombre-Cosa tampoco Fleisher supo estar a la altura de los primeros años de sus viñetas marvelitas. Afortunadamente, al antropólogo le fue mejor en DC con Jonah Hex y El Espectro.

    • La carrera de Fleisher en los cómics acabaría muy tocada por su agria enemistad con la revista The Comics Journal (a los que demandaría tras referirse a él como demente en una entrevista publicada a comienzos de la segunda mitad de los ochenta).

      • También Michael Fleisher trabajaba mejor el terror (DC, Warren, Motorista Fantasma incluso, si aceptamos Motorista Fantasma como serie de terror, que para algunos ya será mucho aceptar) que los súperhéroes, bárbaros y SciFi (en su anecdótico retorno tardío a los cómics escribiría para Reino Unido cosas en 2000 AD, la casa del Juez Dredd).

        • Si logró lo asar a la historia de Conan fue por tener de compañeros a John Buscema, Ernie Chan y Gil Kane, que no es precisamente moco de pavo, más bien subirse a hombros de gigantes.

  2. En el tomo aun hay un serial escrito por Steve Gerber aparte del mas personal Infernal del Hombre Cosa que en cierta medida es una despedida del personaje por parte del autor. Un comic que se saco años después de su muerte y que en cierta manera fue como un homenaje a este hombre. Quesada en Marvel y Didio en DC son muy fans y admiradores del guionista y tuvieron detallitos con este. De lo otro si que es mas flojo… pero es que el personaje igual que el ánade de Howard solo brillaban cuando este los escribia

  3. Nunca me ha interesado ni el hombre cosa ni su «contrapartida» dc la cosa del pantano … no me llama nada … aunque esta bien que se reedite todo el material inédito que se pueda y más a los que sean fans de este personaje.
    Lástima que no se publique lo de los monstruos de Kirby … ya salió un ómnibus en Usa hace tiempo …

  4. Un tercer tomo muy distinto por lo ke leo pero como completista tendrá su gracia cerrar los 70, volver en los 80 y otra vez en el 2012.
    Gracias Rock.

    ¿Existe un Vol.3 o nuevas series protagonizadas por el Hombre-Cosa?

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