La dificultosa convivencia entre mutantes y hombres corrientes ha sido una de las cuestiones a tratar en la Patrulla-X ya desde los inicios con Stan Lee. Una temática, la del odio hacia lo diferente desde amplios sectores de la sociedad, la del racismo respecto a la comunidad mutante, hablando claro, que Chris Claremont rápidamente hizo suya y no dudó en desarrollar de manera más profunda.
Sin embargo, hasta la publicación de la Novela Gráfica «Dios Ama, el Hombre Mata», este asunto no había disfrutado de un relato de dedicación exclusiva. Es cierto que existen arcos argumentales, como por ejemplo «Días del Futuro Pasado», cuyo eje argumental consiste en ese odio y voluntad de aniquilar a la especie mutante, pero no es menos cierto que también ofrece otros estímulos. «Dios Ama, el Hombre Mata» es, tal cual, un crudo relato sobre el racismo y el fascismo poniendo a la comunidad mutante en el centro de la diana, lejos de incorporar ninguna otra capa que distraiga nuestra atención.
«Dios Ama, el Hombre Mata» no es la primera incursión de Chris Claremont en las Marvel Graphic Novels, puesto que el escritor se ocupó del número inmediatamente anterior, el de los Nuevos Mutantes, si bien es cierto que inicialmente éste no tenía que ser el contenedor para dicha historia. El relato de la Patrulla-X que nos ocupa, el número 5 de la colección, sí fue concebido como Novela Gráfica desde su inicio.
Recordemos que las Marvel Graphic Novels fue una nueva línea de historias autoconclusivas de unas 50 páginas de extensión, cuya particularidad estaba en emular los típicos álbumes de cómic europeo. Es decir, tomitos lujosos con cubiertas de cartoné, papel de mayor calidad y una factura técnica más sofisticada, más que nada en el coloreado. El dibujante que acompaña a Claremont en la aventura es Brent Anderson, un gran artista, que ya había trabajado anteriormente con el escritor, que aquí tiene la fortuna de disfrutar de un acabado de prestigio en sus ilustraciones.
Vale decir que el proyecto original de la historia debía contar con los dibujos de Neal Adams, pero finalmente éste se bajó del barco dejando, eso sí, varias páginas a lápiz que también se incluyen en esta edición, en el apartado de extras.
Claremont no se anda con rodeos y va directamente al grano abriendo fuego con una escena que habla por sí sola. Una dura escena que muestra el asesinato a sangre fría de dos chiquillos mutantes que automáticamente asociamos al propósito de la figura central de la historia. El Reverendo William Stryker es ya una consolidada figura pública y su cruzada para aniquilar a los mutantes está calando en la sociedad merced a su influencia política y mediática. Un personaje en clara referencia a los telepredicadores, tan populares por aquel entonces en los medios estadounidenses. Un personaje ficticio, pero más real que cualquiera de los villanos a los que haya podido enfrentarse la Patrulla-X.
Una figura con la que Claremont pega una estocada a los dogmas religiosos, responsables de las muestras de intolerancia y odio, en definitiva, hacia sectores de la sociedad y doctrinas que no se ajusten a los preceptos bíblicos.
Más aún cuando descubrimos como Stryker entró en la Iglesia Evangélica tras protagonizar un negro episodio criminal. Siendo un simple militar, Stryker presenció como su esposa daba a luz a una criatura «monstruosa», una abominación a la que asesinó a sangre fría antes de hacer lo mismo con su esposa. Fue la posterior identificación de su hijo como un mutante lo que articuló su relato. Los mutantes eran criaturas enviadas por Satán para romper el sagrado orden bíblico, para corrompernos, y él había sido elegido por Dios padre para destruirlos. En conclusión, un lunático, un criminal, encontraba fácil cobijo en la iglesia.
Y no nos engañemos porque, lejos de haber quedado atrás, estas prácticas están, por desgracia, más de actualidad que nunca. La política de las fake news, de las mentiras repetidas mil veces sin ningún tipo de escrúpulo y de la manipulación de las masas que, al fin y al cabo, son quienes acaban comprando y validando este tipo de discursos, no son más que un fiel y actual reflejo de lo que nos cuenta aquí Chris Claremont.
Entrando en la trama del relato, el plan del Reverendo consiste en usar al propio Profesor X como arma mortal en su operación para aniquilar a la especie mutante. Stryker no hace otra cosa que tomar como excusa la vieja máxima que dice que el fin justifica los medios, habitual cobijo argumental de fundamentalistas religiosos y tiranos. El caso es que la cruzada de Purificadores de Stryker capturan a Xavier a quien posteriormente someten a un lavado de cerebro mediante suministro de potentes drogas y aplicación de electrodos.
La Patrulla-X, por su parte, sufre en sus carnes el ataque mental de su mentor, ya bajo la voluntad del Reverendo, con consecuencias casi trágicas. Pero el supergrupo de mutantes cuenta con un aliado inesperado. Un Magneto a estas alturas ya mucho más humanizado ayuda a sus otrora mortales enemigos a liberar a su viejo colega Charles Xavier y a pararle los pies a Stryker.
Para el recuerdo queda la mítica escena en el escenario del estadio y el conmovedor discurso de Scott al Reverendo rodeados de miles de fieles de este último.
Pero también la secuencia final en la que conocemos al detalle el mundo utópico que propone Magneto bajo su gobierno. Una escena en la que un dubitativo Profesor X está cerca de comprarle el relato a Magneto hasta que Scott, una vez más, se erige en la voz de la conciencia. Y es que tal es la maldad y el poder de lo que el mundo acaba de sufrir, que el propio Xavier ha llegado a cuestionarse sus principios pacifistas.
Y es que la caracterización de personajes es otro de los puntos fuertes de esta obra. A lo comentado sobre Cíclope, Magneto y el Profesor X, hay que señalar cómo afecta todo ello a personajes educados en la fe religiosa como Rondador Nocturno y Kitty Pryde, que ven con dolor como sus creencias son giradas en su contra por un peligroso fundamentalista.
El episodio también cuenta con la participación de Illyana Rasputín y de Stevie Hunter, mientras que Kitty Pryde usa aquí por primera vez el nombre en clave Ariel. Lo curioso del caso es que, durante la etapa contemporánea e inmediatamente posterior a esta novela gráfica, no existe ninguna mención a ese nombre en el caso de Kitty. Tampoco a Espíritu.
Conclusión.
En fin. Una historia capital que sintetiza como pocas lo que es la Patrulla-X de Claremont en esencia, y sin la necesidad de recurrir a la amenaza de supertipos en leotardos. Sin olvidarnos del excelente trabajo visual de Brent Anderson.
En definitiva, una obra clave e imprescindible del universo mutante. Un clásico indiscutible por derecho propio.
Enlace a la ficha:
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Estupenda obra. Una joya mutante. Y con un Brent Anderson más influenciado que nunca por Neal Adams (del que como Sienkiewicz fue deudor desde sus comienzos, aunque como este se haya ido separando de su sombra). Y buen trabajo, Rock.
Algo puede haber tenido que ver que en su momento y durante muchos años está novela gráfica estuviese considerada fuera de continuidad (tardando en reaparecer el bicho de Stryker), aunque nada en ella impedía demasiado que encajase bien en la continuidad.
Gracias, Suso.
Pues sí, no le veo mal encaje en continuidad ya en el momento en que se publicó. No sé muy bien a qué fue debido.
Quizá a qué Kitty no había asumido todavía realmente un rol heroico en la serie mientras que Magneto en cambio (aunque no se le representa tampoco como el villano de una pieza de antaño …vale que ya Thomas & Adams habían empezado a abrir tímidamente fisuras en esa armadura) parece más el de un tiempo atrás, antes del acercamiento de posturas, lo que dejaba un poco la novela gráfica entre dos aguas, no siendo fácil situarla en un punto cronológico fijo sin que algo chirrie un poco (aunque sean impedimentos menores, ahí están).