Reseñas: Los Cuatro Fantásticos: Omnigold 10: «Alcanzar las Estrellas» (1979-1981)

En el anterior tomo recopilatorio correspondiente a la colección clásica de los Cuatro Fantásticos daba inicio la etapa guionizada por Marv Wolfman. Un inicio de etapa que, en realidad, ya ocupaba una parte importante del volumen, atesorando la saga de Latveria, una de las más sobresalientes de los Cuatro Fantásticos de la década de los setenta.

La trayectoria de Wolfman en la colección llega a su fin en el presente tomo, el décimo ya, alargándose durante el primer tercio del mismo.

La parte restante del tomo que tengo entre manos está ocupada, mayormente, por la etapa realizada por Doug Moench y Bill Sienkiewicz, pero de eso hablaremos más abajo.

Lejos de bajar la guardia tras la monumental saga de Latveria, Wolfman se embarca en una saga cósmica de épicas dimensiones, incluso más extensa que aquélla. Estoy hablando de la saga de Xandar y la Esfinge, una línea argumental que bien podemos dividir en dos partes. La primera consiste básicamente en la guerra Xandar/Skrull, mientras que la segunda se resume en la batalla titánica entre la Esfinge y Galactus.

El apartado gráfico, por su parte, sigue en manos del efectivo equipo formado por Keith Pollard y Joe Sinnott, pero pronto sufrirá alguna modificación.

La saga, en su conjunto, es tan extensa que da para largas líneas de análisis, pero creo que atesora varios puntos o componentes que son dignos de mención por diferentes razones.

En primer lugar, si bien es mucho más que eso, la saga sirve como vehículo para dar colofón a la trama que había quedado colgada tras la cancelación de la colección de Nova, un título cuyo guionista era el propio Marv Wolfman. De esta forma, vemos como pronto los llamados Campeones de Xandar o Nuevos Campeones (Nova, Fuente de Poder, Cabeza de Diamante, Cometa y Crimebuster, más el añadido de los villanos Doctor Sol y la Esfinge) llegan a su destino, la estructura de planetoides en la que sobreviven los xandarianos, Xandar mismo, que sobrevive en plena guerra contra la flota skrull.

Previamente, el grupo protagonista, con la salvedad de la Antorcha, se había desplazado hasta el mundo de Nova Prime tras petición de auxilio de la xandariana Adora. Una ausencia, la del menor de los Storm, nada casual ni producto de la improvisación por parte de Wolfman, ya que el escritor tenía reservado un significativo papel para el adolescente flamígero.

Durante su voluntaria permanencia en Nueva York, al tiempo que sus tres compañeros partían hacia Xandar, Johnny Storm va dando muestras de una de sus habituales crisis de autoestima con relación a su función en el seno del grupo. El perfecto caldo de cultivo para que el joven acabe salvando la vida de sus amigos en un dramático epílogo final de la saga, cuando las vidas de Reed, Sue y Ben estaban prácticamente extinguidas por un envejecimiento acelerado. Un progresivo proceso de envejecimiento provocado por un rayo skrull justo al inicio de la saga, que constituye uno de los grandes alicientes del extenso ciclo argumental.

La estancia de la Antorcha en la Tierra, por cierto, provoca una línea argumental en paralelo a la de Xandar. En su afán por reanudar sus estudios universitarios, Johnny acude a una desconocida universidad que resulta ser una trampa tendida por un siniestro personaje llamado Monóculo.

Un entretenido arco que termina con la oportuna irrupción de Spiderman, en lo que podría haber sido perfectamente un número perteneciente al título Marvel Team-Up. También conocemos la existencia de una organización criminal llamada el Enclave, mientras que el colofón de la aventura en sí nos deja un interesante cliffhanger que aparentemente queda colgado de forma indefinida.

Otro interesante punto que comentar de la saga se refiere a los villanos de la primera parte, los skrull. Y es que al fin vemos desarrollado el imperio skrull en toda su dimensión. Por primera vez podemos contemplar el Mundo-Hogar skrull mientras que sus autoridades ya no son simplemente skrulls, sino que, más allá del ya conocido emperador Dorrek, reciben nombres. La emperatriz R’klll es sin duda el elemento que apunta más alto de cara al futuro.

También el apartado gráfico nos deja un hecho para la historia, la entrada en la colección de uno de los nombres dorados de la historia de los Cuatro Fantásticos, John Byrne. A media saga, Keith Pollard deja su puesto de dibujante a Sal Buscema que, tras un par de números, entrega el testigo a un Byrne que se queda con el puesto. Bien es cierto que Byrne es recordado como autor completo en la etapa que tomara el relevo al presente volumen, pero aquí podemos decir que se puso la primera piedra de esa mítica era.

Joe Sinnott, el gran uniformador gráfico de los Cuatro Fantásticos, sigue en su labor a las tintas en casi todos los episodios.

Pero si hay una incorporación chocante y sujeta a recelos en esta saga es la del robot HERBIE. Durante los setenta se emitió una serie de dibujos animados sobre el cuarteto en la que, extrañamente, la Antorcha Humana no aparecía, siendo sustituida por un simpático robot autosuficiente. Pues bien, Wolfman decide integrar al dichoso robotito en la continuidad Marvel. Y no sólo eso, sino que la propia serie televisiva existe en el UM como tal, hasta el punto de ver como la Antorcha justifica su ausencia de ésta.

La primera impresión es que la incorporación de HERBIE en el Universo Marvel no hacía falta, cosa que se va confirmando a medida que transcurre la saga. Esto y el abandono del hilo relativo a Xandar una vez que la guerra contra los skrull cae en manos de los Campeones de Nova, son quizás los únicos puntos flacos de la saga.

La segunda parte de la saga significa el esperado regreso de Galactus.

Ya con John Byrne a los lápices, con el cuarteto al completo y con la Esfinge decidida a destruir la Tierra, la saga ha cambiado radicalmente de escenario y de protagonistas. Reed no considera otra opción para hacer frente a tan poderoso villano que el mismísimo Galactus, y creo que la forma cómo Reed logra convencer a Galactus para que salve a la Tierra es bastante verosímil.

A consecuencia de ello, la trama nos ofrece otra novedad, la presentación del nuevo heraldo del devorador de planetas. Su nombre es Terrax y, a diferencia de sus antecesores, es un supervillano puro y duro.

Aquí también cabe hacer mención a una idea, que Wolfman desarrolla por primera vez, que dicta que los heraldos de Galactus están vinculados a los cuatro elementos. Si Estela Plateada, Gabriel y el Señor del Fuego representaban el agua, el aire y el fuego respectivamente, Terrax ostenta el poder de la tierra. El caso de Estela está muy cogido con pinzas, pero la idea es buena.

La parte final de la saga es un espectáculo visual a cargo de Byrne-Sinnott. Bajo la atenta mirada del Vigilante, Galactus y la Esfinge afrontan su batalla definitiva al tiempo que los Cuatro Fantásticos hacen frente a Terrax con las fuerzas mermadas debido al progresivo envejecimiento de Reed, Sue y Ben. A destacar, también, una cautivadora secuencia de origen de la Esfinge, un origen vinculado al siempre enigmático antiguo Egipto.

En resumen, otra magnífica saga que se suma a la larga lista dentro de la trayectoria de la familia más famosa de Marvel.

El adiós de Wolfman y Mantlo toma el relevo.

El siguiente arco es el último que guioniza Marv Wolfman antes de hacer las maletas hacia la competencia. De hecho, hacia la mitad Bill Mantlo toma su puesto, aunque la idea germinal de lo que acaba desarrollando es del propio Wolfman. John Byrne y Joe Sinnott, por su parte, siguen en sus puestos.

La historia nos presenta a un nuevo personaje, el Futurista, que no es más que el producto de una idea ya desarrollada con anterioridad, la del individuo evolucionado a ser superior que acaba despreciando a los inferiores mortales.

El villano real, en realidad, es Blastaar. El oriundo de la Zona Negativa intenta aliarse con el Futurista. Sorprendentemente, el supuesto ser avanzado se deja camelar por Blastaar cual Hulk.

Un arco un tanto endeble al lado de lo que dejamos atrás y un cierto retroceso a tiempos pasados. Especialmente en el tratamiento dado a Reed, que vuelve a mostrarse demasiado protector respecto a su esposa, y a la propia Sue, que regresa a los viejos tiempos de esposa obediente.

Lo más relevante de la historia queda para Franklin Richards. El hijo de la pareja hace una inconsciente exhibición de sus poderes, allanando el camino para lo que vendrá en lo que resta de tomo.

La breve etapa de transición guionizada por Bill Mantlo llega a su fin con dos números autoconclusivos.

El primero de ellos no es más que una excusa para sacarse de encima a HERBIE. El robot, al menos, termina resultando útil en su ocaso, en una trama que pone de manifiesto el peligro que puede representar la Inteligencia Artificial. Tema de rabiosa actualidad en los tiempos que vivimos, muchas décadas después de haber sido escrita esta historia. Pero la trama también abre la puerta a una situación inversa, a la posibilidad de que la IA pueda llegar a sacrificarse por el bien de la humanidad.

Eso sí, la aparición de Dazzler tiene que ser únicamente como recurso de promoción de su título propio, porque la chica no aporta absolutamente nada.

El otro número trae de nuevo a Spiderman como invitado y a los Cuatro Terribles, que han incorporado a Electro como cuarto miembro, en el rol de oponentes. Un episodio muy correcto que también podría ser carne de Marvel Team-Up.

Antes de dar la bienvenida al nuevo equipo artístico todavía hay lugar para un anual, el número 14 de la colección. Ahora sí, el último trabajo de Marv Wolfman para los Cuatro Fantásticos, que viene acompañado en esta ocasión por los mágicos trazos de George Pérez y el acabado de Pablo Marcos. Un episodio que recupera la trama de Nueva Salem ideada por Len Wein en su etapa, incluida en el tomo precedente. Todos los protagonistas están de vuelta, tanto Agatha Harkness como, por el lado de los oponentes, Nicholas Scratch y los Siete de Salem y el hecho es que el episodio es mucho mejor que el arco inicial de Wein. Lo es por el espectacular trabajo de George Pérez y porque el guion destila mucho mas dramatismo que aquél. Además, la historia confirma el creciente protagonismo dado a Franklin Richards. De hecho, el destino del mundo queda en las manos del crío y en las de Agatha Harkness, auténticas estrellas del episodio. Desde mi punto de vista, una pequeña joya, como mínimo a nivel visual.

Moench y Sienkiewicz al mando.

El nuevo equipo creativo elegido para dar continuidad a las aventuras del cuarteto ya había trabajado en las historias del Caballero Luna que se incluyeron en el magazine The Hulk! De hecho, poco después de su debut en los Cuatro Fantásticos, Doug Moench y Bill Sienkiewicz volverían a las aventuras del Caballero Luna, esta vez en su celebrado título propio.

El estilo de Sienkiewicz con el lápiz hacía presagiar a algo bastante diferente a lo visto hasta ahora en los Cuatro Fantásticos, pero ahí sigue Joe Sinnott para acercar el dibujo a su terreno. Estamos todavía ante el Sienkiewicz influenciado por Neal Adams, y eso se nota, pero el entintado de Sinnott confiere un aspecto algo distinto a lo visto hasta ahora del dibujante. En algunos episodios el estilo de Sinnott incluso llega a hacer poco reconocible a Sienkiewicz.

Quizás lo más chocante del trabajo gráfico de Sienkiewicz es la forma en la que dibuja a Reed, con el cuello estirado sin acción de por medio. No es que sea una postura poco natural para Reed, más bien todo lo contrario, pero estéticamente queda extraño.

El nuevo equipo inicia su andadura con un número que acaba quedando aislado, puesto que tras este primer episodio los autores se toman un paréntesis de dos números.

Se trata de una aventura a la antigua usanza, diría que un homenaje no disimulado a los tiempos de Stan Lee y Jack Kirby. La historia recupera a aquellos monstruos marinos kirbyanos que despiertan de su letargo al sonido del mítico cuerno de Namor. El príncipe atlante es la estrella invitada del episodio, pero en esta ocasión no es él quien sopla el cuerno sino el Capitán Barracuda, viejo conocido de Namor, entre otros. También tenemos un pequeño encuentro entre Namor y Sue que rememora los tórridos tiempos del deseo mutuo.

Como digo, tras un sólo número, el equipo de autores oficial se toma un descanso de un par de meses. Un hueco que rellena John Byrne, pero en esta ocasión tomando las riendas tanto del dibujo a lápiz como de la parte escrita. De esta forma, el resultante arco de dos números se convierte en el primer trabajo como autor completo de Byrne en los Cuatro Fantásticos, la colección que le llevaría a la fama en esta doble faceta.

La historia en pura ciencia ficción. Unos alienígenas que tienen la capacidad de invertir la polaridad magnética de la Tierra amenazan con dejar sin energía al planeta entero. No está nada mal, aunque va de más a menos.

Ahora sí, con el nuevo equipo de autores a pleno rendimiento, entramos en una nueva etapa para los Cuatro Fantásticos.

Lo primero que hace Doug Moench es intentar darle una nueva orientación al título, de manera que aprovecha el creciente protagonismo de Franklin Richards y lo potencia como factor diferencial respecto a anteriores etapas.

Una mayor presencia de Franklin significa pasar más tiempo con sus padres, de modo que el guionista le enseña disimuladamente la puerta de salida a la cuidadora del niño, Agatha Harkness. Y qué mejor modo que enviarla de vuelta a su lugar de origen, Nueva Salem, pero no sin antes desarrollar un nuevo arco escenificado en la ciudad de brujos y brujas.

Ahí están, una vez más, tanto Nicholas Scratch como los Siete de Salem haciendo de las suyas, como no podía ser de otra forma. En esta ocasión la víctima de las fechorías de Scratch no es otra que Franklin, en una trama que coquetea con el fenómeno de las posesiones demoniacas y de los exorcismos. Un buen arco sin más que, además de darle el temporal retiro a Harkness, es también un vehículo para introducir un nuevo personaje en la continuidad del Universo Marvel. El personaje no es otro que Gabriel, el Cazadiablos, una especie de exorcista creado unos años atrás por el propio Doug Moench como protagonista de unos pocos relatos que fueron editados dentro de los magazines de terror de la propia Marvel. Moench decide así rescatar a su creación e introducirla en el universo superheroico.

La historia, que realmente da para mucho más de lo que su calidad podría indicar, también pone de manifiesto la preocupación de Sue y Reed ante los crecientes poderes de Franklin y el temor a una pérdida de control de estos.

Con el abandono de Agatha Harkness, Alicia pasará a ser la eventual canguro de Franklin en casos de emergencia.

El turno es ahora para el anual número 15. Un número en el que Doug Moench cuenta con George Pérez en el apartado gráfico.

Un transmisor de energía y materia es objeto de deseo por los skrull en su cruzada contra los kree. La historia, que cuenta con el Capitán Marvel como superhéroe invitado, ofrece unos cuantos giros y algunas lecturas, así como un sorpresivo epílogo final, pero no es nada del otro mundo. Además, el trazo de Pérez queda lastimado en buena parte de los acabados.

Este número anual incluye también una historia de complemento, protagonizada por el Doctor Muerte, con clara intención de abrir la puerta a un futuro regreso del villano. Realizada por Moench y Tom Sutton, la historia insinúa el asalto al poder de Muerte y la reconquista del trono de Latveria, todavía en manos de su rival Zorba. Un relato que pone de manifiesto algo que por desgracia nunca deja de estar de actualidad: la poca memoria del pueblo al reclamar el regreso al poder del dirigente autoritario de turno.

Tras el comentado anual, la etapa Moench-Sienkiewicz afronta sus peores momentos.

Una serie de números que evidencian que la etapa realmente no termina de despegar y que, dejando de lado lo concerniente a Franklin Richards, Moench no parece tener claro el rumbo que debe seguir la colección.

Además, esta serie de episodios coinciden con la transitoria perdida de Joe Sinnott como entintador. Pablo Marcos hace un buen trabajo sobre los trazos de Sienkiewicz, si bien su estética no es muy pertinente para un título como los Cuatro Fantásticos, mientras que Bruce Patterson directamente desgracia los dibujos de Sienki.

En la primera de estas historias, el cuarteto viaja a las tierras gélidas del norte, lugar donde encuentran respuesta a una extraña niebla radiactiva. Un desconocido pueblo vikingo dominado por un falso dios es el causante, al tiempo que Thor y Odín acaban interviniendo para poner orden. De lo más flojo de la colección hasta la fecha.

El siguiente episodio trae como invitados a los Shogun Warriors, unos personajes que obtuvieron serie propia después de que Marvel adquiriera los derechos de unos juguetes. Unos juguetes que simulaban robots mecánicos gigantes, fruto de la fiebre iniciada por Mazinger Z. Un episodio obviable, demasiado pueril a estas alturas de la película.

A continuación, Moench y Sienkiewicz entran de lleno en el terror fantástico. Unos desconocidos parásitos se apoderan del control de animales y humanos, transformándolos en criaturas monstruosas. Otro mediocre episodio que además desentona bastante dentro del título de los Cuatro Fantásticos.

El regreso de Joe Sinnott como entintador cierra la etapa Moench-Sienkiewicz. Un regreso que coincide, casualmente, con una mejora en los guiones.

En primer lugar, está un episodio autoconclusivo que suma un capítulo más en la investigación de los poderes de Franklin y el riesgo que puedan representar.

A continuación, y poniendo el punto final a la etapa, encontramos quizás el mejor arco de todo el recorrido de los Cuatro Fantásticos a manos de Moench y Sienkiewicz.

Un nuevo despliegue cósmico que nos presenta la amenaza del Buscador Negro, un alienígena accidentalmente convertido en un agujero negro. Una oscura figura que necesita encontrar vida pero que allá por donde pasa sólo deja muerte. A su estela aparece otra figura, blanca y luminosa, llamada Fuegohelado, que representa la antítesis del Buscador Negro.

El caso es que la historia está muy bien trabajada a nivel de conocimientos astronómicos y aeroespaciales, mientras que también cuenta con una muy buena secuencia de origen de los alienígenas y un trabajo gráfico de nota.

Lo peor es el inútil cameo de los Vengadores. Una intervención que sólo se explica por la necesidad de meter al grupo en portada y el correspondiente efecto llamada.

La trama trae como consecuencia otra seductora premisa cuando el edificio Baxter y varias manzanas de Manhattan acaban flotando por la Zona Negativa. La insólita situación da para un mar de ideas, como ver a los ciudadanos de ese pedazo de Nueva York amotinándose contra el cuarteto protagonista. O encontrarse con la amenaza de una de las criaturas de la Zona Negativa, Stygorr, cuando la isla flotante penetra en sus dominios.

El tomo cierra con la inclusión del anual número 16 de la colección. Y lo cierto es que no es precisamente un buen final para el volumen. Todo lo contrario, nos encontramos con un episodio, guionizado por Ed Hannigan y dibujado por Steve Ditko, francamente sonrojante.

Los Cuatro Fantásticos se ven involucrados en un conflicto entre habitantes de otra dimensión y se traen al Hombre Dragón para solucionarlo.

La historia es para dar de comer aparte, pero la peor parte se la lleva el apartado gráfico. Un Ditko en baja forma nos mete en el túnel del tiempo hacia épocas muy pasadas, porque visualmente el número no puede chirriar más con relación al resto del tomo. Su dibujo de los miembros del cuarteto es una caricatura, hasta el punto de que no desentonarían en Not Brand Echh.

Conclusión.

En su conjunto, posiblemente éste sea el tomo más flojo de los correspondientes a la colección de los Cuatro Fantásticos hasta el momento, lo que no significa que deba ser despreciado.

Tan sólo por la saga de Xandar y la Esfinge y el anual de Wolfman-Pérez, ya vale la pena su adquisición.

Lo que resta de volumen también contiene un puñado de números bastante aceptables, pero tiene el principal hándicap de la etapa guionizada por Doug Moench. Muy bien dibujada y a la que no le faltan algunos buenos episodios, pero también un quiero y no puedo que no termina de tomar un rumbo.

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on “Reseñas: Los Cuatro Fantásticos: Omnigold 10: «Alcanzar las Estrellas» (1979-1981)
11 Comments on “Reseñas: Los Cuatro Fantásticos: Omnigold 10: «Alcanzar las Estrellas» (1979-1981)
  1. La saga de Xandar y la Esfinge la leí en el momento en que fue publicada por Forum a principios de 1983; yo tendría para entonces cinco años de edad y creo que fueron los primeros cómics no sólo de los Cuatro Fantásticos, sino también de Marvel que leí en mi vida.

    Estando tan de moda por esa época la space opera (1983 es también el año de estreno de «El Retorno del Jedi» y creo que también el de la emisión de la serie de «Battlestar Galactica» por TVE1), ya os podréis imaginar con qué fruición leí esta historias; al ver por primera vez la ilustración a doble página de la batalla entre skrulls y xandarianos casi me parecía estar escuchando efectos de sonido y banda sonora (de John Williams, obviamente) para esa escena, y el enfrentamiento entre Galactus y la Esfinge tenía una epicidad solo equiparable a la mala sombra del castigo que el vencedor imponía al vencido.

    Me alegró muchísimo que recuperaran esta saga para uno de los tomos («En Busca de Galactus») del coleccionable de Marvel Héroes, y precisamente ese tomo lo he prestado a un par de personas que no tienen especial interés en los superhéroes pero les gusta la ciencia-ficción y todas ellas al devolvérmelo me han comentado que como historia de space opera les parece magnífica.

    • Yo tenia 20 años en aquella epoca y estaba haciendo la mili y alucine con los comics de Forum, aquello era otra cosa mismo tamaño USA y correlativos con numeracion y nombres de los autores, no las chapuzas de Vertice o Bruguera, en aquella epoca llegue a comprar todas las grapas que salian, mas adelante las malvendi, pero era joven y primero priorizaba salir de marcha, que los comics.

    • Opino igual ROCKOMIC me quedo con algunos números y otros no tanto pero siguen siendo los 4 fantasticos clásicos y eso ya es mucho …..
      Hay algunos guiones un poco rebuscados , pero es que a esas alturas era muy difícil mejorar lo que hicieron LEE y JACK KIRBY…
      Bueno si, un tal JON BYRNE pero eso ya es otra historia
      Incansable ROCKCOMIC krack 🤷‍♂️ y como siempre muy acertado en tus análisis….
      Este tomo en concreto no es de lo mejor de los 4FANTASTICOS …

  2. El otro dia lei en un foro a Erik Larsen hablando sobre la saga del Stygorr, Y bueno Roger Stern confirmaba que ese ultimo numero fue un poco desastre como ya se intuye por el baile de dibujantes. Al parecer Moench estaba muy liado y no le daba tiempo a dar el cierre de su etapa ese episodio aunque no este acreditado es mayormente de Stern.

  3. Unas aventuras que a pesar del baile de guionistas y dibujantes me dejó un buen sabor de boca. Con Forum empezamos a vivir estas aventuras y a recuperar la colección mensualmente. Tiempos aquellos …

  4. Gracias a todos!
    Pues sí, yo también recuerdo aquellos tiempos de Fórum que empèzaron justo con los cómics que incluye este tomo. Es imposible no tenerles cariño, pero de todas formas la Saga de Xandar realmente lo vale.

  5. La saga de Xandar venía a ser un epílogo de la fallida serie de Nova (pese a los recurrentes intentos el personaje no se haría un hueco hasta la ya moderna etapa de Abnett & Lanning, que también lograron hacer triunfar a los Guardianes de la Galaxia, aunque poco se lo agradeció Marvel, que prefirió dar cancha a Bendis …antes solo había tenido ocasión de lucimiento en la primera encarnación de los Nuevos Guerreros, que no dejaba de ser una oportuna reunión de héroes juveniles que no habían gozado anteriormente del favor del público, idea «robada» por Tom DeFalco a Rob Liefeld y Jim Valentino, que pretendían llamar al grupo Young Avengers…y no, no es que Liefeld tuviese un fugaz momento de inspiración, es que siempre había sido muy fan de los Titanes, hasta el punto de imitar ya de estudiante el concepto de grupo teen, y quiso hacer algo similar con héroes Marvel). Recordad que Wolfman era el creador de Nova (de hecho se le había ocurrido el personaje estando todavía en el instituto … entonces lo había diseñado con capa y con un uniforme mucho más recargado, cuando decidió incorporarlo a Marvel todavía contaba con demasiados detalles, sería necesario que pasase por el tablero de John Romita para contar con una adecuada síntesis).

  6. Sí, a Dazzler intentaron promocionarla en los X-Men (donde se presentó al personaje, pero no era una creación para esta serie, sino para su propia cabecera), los 4F y Los Vengadores y con múltiples invitados en su propia cabecera (y pesos pesados como oponentes, tipo Hulk, Doctor Doom, Pesadilla y Galactus, que le venían demasiado grandes a la pobre Dazzler en aquellas sisas primeras historias), mientras intentaban vender a quien les quisiese hacer caso (el cuento de la lechera en versión Shooter y DeFalco … porque el problema es que nadie quería hacerles caso) proyectos de película (en uno de ellos iba a ser interpretada por Bo Derek, pero no se fue más allá de hacer un cartel para intentar convencer a los de Hollywood), disco conceptual (con Casablanca Records …que también quedó en nada), conciertos performaticos (con actrices/cantantes contratadas para la ocasión …e idem) y de una comic-strip (que se quedó en un par de tiras de prueba). Ya bueno fue (y gracias al apoyo editorial, ojo) que la serie aguantase varios años (eso sí, cambiando la dirección de la serie un par de veces). Raro que Shooter y Michelinie no la metiesen entre las heroínas que hacían de escuderas (Hulka, Tormenta y La Avispa) en su presentación (en una novela gráfica, nada más ni nada menos) a una nueva heroína juvenil (que pretendían como a ella convertir en otra sensación, solo que esta Mary Sue se quedó en eso, en la presentación): The Aladdin Effect. Pero sí le dio Shooter novela gráfica (sexista ya para la época) propia (Dazzler The Movie …con dibujo de Frank Springer, que iba a ser el dibujante de su abortada comic-strip…abortada porque ni uno solo de todos los syndicates mostró interés alguno …Springer lo hizo bastante bien, todo sea dicho …y se nota su experiencia previa en cómics eróticos fetichistas😈 …y que fácilmente podría haber hecho carrera con los romanticos) con portada de Bill Sienkiewicz (de calidad pero no precisamente de las más originales), un pestiño que olía a historia pensada para la serie regular y reciclada a novela gráfica para cubrir el hueco (varias novelas gráficas tuvieron ahí su origen, como la de los Nuevos Mutantes, todo porque ante el exitazo del primer par, Shooter decidió convertir Marvel Graphic Novela en una serie regular más, con una periodicidad estricta, aunque no hubiese material de categoría en proceso, lo que a veces obligaba a transformar Anuales, miniseries o arcos de una serie regular en novelas gráficas, alargando o acotando la paginación, pese a que el proyecto no tuviese el empaque de categoría que se suponía debía tener una MGN). Tampoco la serie limitada de La Bella y La Bestia (con Alison Blaire y Hank McCoy como improbable pareja) tiene lo requerido, pese a ser cosa de la Nocenti (a doña Ann la acompañaba el modesto veterano Don Perlin, más recordado por su Hombre Lobo y sus Defensores).

    • Esa era la intención, Rock, querido. Pero les salió el tiro por la culata. Pero los únicos convencidos de que el brillo era de oro y no de purpurina (más
      lógico en el movimiento Disco) eran DeFalco y Shooter. Hasta embaucaron a Romita Jr (que no se quedó nada contento) para el debut de la serie regular (pero se bajó tan pronto pudo), que se llevó varias decepciones por la época (como la de Contest of Champions, mini que le prometieron de que lo iba a petar …bueno, al menos a Shooter le sirvió de práctica para Secret Wars, también justita de guion, pero más equilibrada y pensada …pero el mosqueado Romita Jr, cuando le ofrecieron dibujar Secret Wars rechazó de inmediato…el pobre no acertaba con qué aceptar y qué rechazar).

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