Reseñas: Los Cuatro Fantásticos: Omnigold 8: «¡Caos en el Gran Refugio!» (1974-1976)

El anterior tomo correspondiente a los Cuatro Fantásticos se ocupaba del gran grueso de la etapa guionizada por Gerry Conway. El presente volumen, el octavo, pone fin a dicha etapa con un último arco.

Rich Buckler sigue encargándose del apartado gráfico ya de forma muy estable. Un Buckler situado de lleno en el flanco satisfactorio de su carrera, en buena parte gracias a la ayuda del todopoderoso entintado de Joe Sinnott. La combinación de ambos artistas da como resultado un estilo a medio camino entre Jack Kirby y John Buscema, que da buena continuidad a la loable trayectoria gráfica de la colección del cuarteto.

El arco en cuestión centra de nuevo el foco en Thundra, la amazona presentada en el anterior volumen, aquí ya confirmada como parte de los buenos.

Al fin, descubrimos la razón por la que Thundra quería derrotar a la Cosa. Y bueno, tiene que ver con el objeto con el que parece haber sido creada la súper mujer: el empoderamiento feminista.

Resulta que Thundra viene del futuro, de un mundo en el que las mujeres son el género dominante. Pero otro mundo coexiste en otro plano dimensional, un mundo a la inversa, dominado por hombres. Por si había alguna duda de la intención, los dos planetas disponen de nombres tan reveladores como el Mundo de las Femizonas y el Mundo de Machus.

La trama deriva en una batalla interdimensional propiciada por Mahkizmo, líder de Machus, innecesariamente apodado como el Hombre Nuclear. Batalla a la que se suma el cuarteto protagonista.

El arco no mejora el discreto nivel exhibido por Conway en sus tramas precedentes. El tratamiento es entre obvio y pueril. Mahkizmo lanza tópicos machistas por doquier y queda retratado como un paleto sin cerebro, lo mismo que sus congéneres.

Conway ni siquiera termina el arco. El último número cae en las manos de Tony Isabella, que no se está de introducir más carnaza sobre los patanes de Machus.

La magnitud cósmica del evento salva la papeleta, lo mismo que un efectivo Rich Buckler. El equipo gráfico formado por Buckler y Sinnott nos hace entrar en modo nostálgico cuando nos parece estar viendo a los mismísimos 4 Fantásticos de Kirby-Sinnott.

Len Wein ocupa un breve espacio de transición antes del regreso de Roy Thomas a los guiones, que hace su segunda entrada como guionista estable de los Cuatro Fantásticos.

Wein recupera a un misterioso villano enmascarado aparecido en la serie que coprotagonizaron la Antorcha Humana y La Cosa en Strange Tales. Se trata de un claro fill-in bastante prescindible, que en su versión original incluye la reedición del Strange Tales 127. En este tomo se prescinde de dicha reedición.

Si en el anterior tomo tocó la inclusión cronológica de los dos primeros Giant-Size, en el presente completamos la serie con los dos restantes.

El número 3 es un trabajo a dos manos entre Gerry Conway y Marv Wolfman, siendo la parte dibujada también obra de Rich Buckler.

La trama es de dimensión no menor. Ni más ni menos que los Cuatro Jinetes del Apocalipsis atacan a la Tierra como centro de los mundos civilizados del Universo. Pese a contar con un razonamiento un tanto ingenuo, los textos de estilo bíblico y la sugestiva propuesta completan un número bastante adrenalínico que puede hacer las delicias de los entusiastas de la Marvel más puramente setentera.

El breve paso de Len Wein por la colección llega a su fin con una nueva amenaza del Doctor Muerte. Un arco con especial protagonismo de Estela Plateada que ni siquiera termina Wein, que es sustituido por Roy Thomas hacia mitad de camino.

Desde luego, los ingredientes son de lo más atrayente: Doctor Muerte, Estela Plateada, el regreso de Shalla-Bal… Lo mismo que las pertinentes dosis de acción. Pero en conjunto la saga hace aguas por varios frentes.

El recurso del chantaje mediante amenaza a un ser querido pienso que está ya muy trillado. Luego, lo de parar la batalla para no dañar el patrimonio arquitectónico es bastante esperpéntico. Y finalmente, la aparición de Mefisto al final me parece una vuelta de tuerca superflua.

Hasta el momento, el tomo se nutre de historias de puro setenterismo, priorizando el entretenimiento y beneficiándose de un trabajo gráfico efectivo y seductor. Pero también inferior a lo visto hasta ahora en los Cuatro Fantásticos a nivel de guion.

El cuarto Giant-Size también cuenta con dos guionistas. Len Wein y Chris Claremont tienen la fortuna de beneficiarse de los dibujos de John Buscema. Guion más simple que los anteriores, pero no por ello pobre. Yo diría que todo lo contrario, pero es cierto que el excelente trabajo de John Buscema y la presentación de un personaje tan interesante como Madrox, el Hombre Múltiple, ayudan mucho.

Roy Thomas regresa al Edificio Baxter.

Ya con Roy Thomas de nuevo atornillado a la silla de guionista estable, empieza una nueva era para el cuarteto.

Thomas inicia su segunda etapa con un arco que destaca más por diferentes acontecimientos que suponen cierta ruptura con el pasado que otra cosa. Pero un buen arco, de todas formas.

El guionista recupera otro concepto ya aparecido en la serie de la Antorcha Humana en Strange Tales: el mundo de la Quinta Dimensión. Y con ello, a Valeria, una alienígena de piel azul con la que la Antorcha tiene un amago de romance.

La chica es el detonante para cerrar definitivamente el caso Crystal. El antiguo amor del cerilla ya es pasado. Es más, Johnny simboliza esa ruptura, ese nuevo comienzo, volviendo a su clásico traje azul. Una lástima, con lo chulo que era el rojo.

El otro cambio, igualmente representando una vuelta a la normalidad, afecta al sí del grupo. Sue Storm vuelve a ser miembro activo del cuarteto, al mismo tiempo que Medusa lo abandona.

A nivel argumental, la historia la podríamos comparar a una buena película de acción sin más ambiciones. Mercurio acude a los Cuatro Fantásticos para liberar a los Inhumanos de Xemu y su ejército de la Quinta Dimensión. Emoción y buen tratamiento humorístico en las ocurrencias de Ben Grimm y, excepcionalmente, de Reed Richards.

Otra de las «novedades» que introduce Roy Thomas, está en la recuperación de un mayor protagonismo para la Cosa. Los matices que presenta la personalidad del superhéroe anaranjado dan un mayor juego que sus compañeros de grupo, cosa que Thomas aprovecha.

Eso no significa que el resto de sus compañeros queden en el olvido. Más avanzado el tomo veremos como la Antorcha pasa por la disyuntiva de si abandonar el grupo ante el escaso tiempo de que dispone para su vida privada. Y Míster Fantástico ve con preocupación como está perdiendo parte de sus poderes elásticos. Pero quien adquiere mayor protagonismo es sin duda la Cosa.

Esto lo empezamos a notar en la saga de las tres Tierras. Un arco estupendo que evidencia el buen momento de Thomas y de la propia serie, que recupera el mejor nivel de la etapa de Gerry Conway.

También el apartado gráfico se encuentra en un momento propicio, gracias a un Rich Buckler en su mejor momento y la contribución de John Buscema en uno de los capítulos de la saga.

Arkon, el bárbaro de otro mundo bien conocido de la serie de los Vengadores, provoca aquí una colosal guerra entre tres mundos pertenecientes a tres realidades alternativas. Por un lado, está nuestra Tierra. En segundo lugar, la llamada Tierra-A, que no es otra que la Tierra Alternativa que visitó la Cosa con la ayuda de Mandíbulas, el perro de los Inhumanos, en aquel encantador relato corto que pudimos disfrutar en el sexto tomo de esta colección. Una Tierra en la tradición de la Contratierra, donde viven versiones alternativas de los personajes de nuestro mundo. Jugando aquí un trascendental papel la Cosa alternativa, que en su realidad es el alter ego de Reed Richards.

Finalmente, el tercer mundo en disputa es el recientemente visitado planeta de Valeria, en la Quinta Dimensión.

En definitiva, tres Tierras invadiéndose mutuamente por medio de diferentes fenómenos y amenazas en forma de robots, ejércitos, dinosaurios extraídos del pasado de nuestra Tierra y hasta una nueva era glacial.

Ingredientes de pura aventura bélica, en una trama que es un caramelo y cuya ejecución creo que está a la altura.

No falta el punto friki en la figura de Gaard, un guardián de un portal espacial cuyo disfraz simula al de un jugador de hockey sobre hielo, y su pertinente batalla espacial “sobre hielo” con La Cosa.

Pequeños peros, perfectamente asumibles ante el épico espectáculo que nos ofrecen los autores.

El apartado gráfico sufre, a partir de aquí, diferentes alternancias. Pero no hay nada que temer puesto que el nuevo nombre que se suma a la fiesta es el de George Pérez. Un dibujante que estaba empezando a hacerse un hueco en diferentes títulos.

Thomas vuelve a echar su vista al pasado, pero esta vez al pasado más remoto de la editorial.

El personaje en cuestión se llama el Cruzado, y no es otro que un héroe de los 50 llamado Marvel Boy, que el guionista decide reintroducir. El Cruzado regresa del espacio con aires de venganza, en un correcto arco mucho más modesto que el anterior.

Aquí cabe hacer mención de la primera aparición de Frankie Raye, nueva pretendiente de Johnny Storm.

El segundo arco producido por el tándem Thomas-Pérez es igual de modesto que el anterior. Una alianza entre la Cosa y Hulk donde lo más trascendente ocurre al final. La Cosa se transforma de nuevo en Ben Grimm, y esta vez de forma permanente.

Lo peor, sin duda, es el destrozo que le hace Vince Colletta a los lapices de George Pérez en uno de los números.

La segunda piel de Ben Grimm.

Al fin, Ben Grimm vuelve a ser de carne y hueso. Pero claro, esto es el Universo Marvel y las alegrías duran lo que duran. En esas que el bueno de Ben empieza a no ver la situación tan clara cuando le da por considerar que, al no contar con ningún superpoder, sus compañeros le dejan de lado.

Pero el mosqueo pasa a mayores cuando comprueba cómo Reed contrata a un súper tipo como sustituto. La elección no podía ser otra que Luke Cage, Power Man, el héroe de alquiler por excelencia.

Contando de nuevo con Rich Buckler a los lapices, son unos pocos números en los que lo mejor es precisamente el clásico Ben refunfuñón. Refunfuñón con sus compañeros, y muy especialmente con un Luke Cage que se lo mira con cierto pasotismo, en lo que resulta una suerte de comedia de situación bastante divertida.

Entrando en acción, el nuevo cuarteto se enfrenta al Destructor, el de la Brigada de Demolición, sumándose Ben por su cuenta y riesgo. El testarudo miembro no hace falta decir que lo único que hace es estorbar.

Pero lo que no se esperaba es lo que le tenía preparado su amigo Reed Richards: un exoesqueleto idéntico a la piel de la Cosa, con el que Ben podrá seguir formando parte del grupo. De esta forma, por primera vez podemos disfrutar de Ben Grimm o de la Cosa según convenga.

Que el papel de Power Man es meramente funcional lo certifica el último episodio. El héroe afroamericano desaparece del título sin apenas una mínima despedida, tras un último episodio en el que el Amo de las Marionetas se apodera de su mente. Un episodio argumentalmente bastante discreto, todo sea dicho.

Antes de encontrarnos con la extensa saga que cierra el presente tomo, todavía hay espacio para un curioso crossover entre anuales.

El anual número 11 del cuarteto tiene la fortuna de contar de nuevo con John Buscema. Lástima que la fiesta no es completa, porque el entintado de Sam Grainger le hace un flaco favor al lápiz del mayor de los Buscema.

El número especial en cuestión toca un concepto interesante como son los pasados alternativos. Un continuo temporal acaecido en un hipotético pasado, que no necesariamente afecta al presente, pero que podría hacerlo.

Un modelo para contar historias pretéritas sin que la continuidad actual quede comprometida. En realidad, un What If? en toda regla.

Un cilindro de vibranium viaja accidentalmente a la Alemania nazi en plena II Guerra Mundial, alterando el equilibrio de fuerzas a favor de los alemanes. Para intentar arreglar el desaguisado, los Cuatro Fantásticos se suben a la Máquina del Tiempo del Doctor Muerte con destino a 1942. Allí formarán alianza con el súper grupo de la época, que no es otro que los Invasores. La aparición del grupo formado por Namor, el Capitán América, la Antorcha Humana original, Toro y Bucky certifica una nueva búsqueda de Thomas en el pasado remoto de la Timely. En el pasado del propio guionista, a buen seguro.

El resultado es una aventura bélica, dinámica y entretenida, en la que incluso hay lugar para uno de esos encajes que dan idea de conjunto. Me refiero a la clásica escena de origen del Barón Zemo, que ya conocimos a través de un flashback en la serie de los Vengadores. Una escena que aquí se desarrolla integrada en su contexto.

Cuando la crisis del vibranium y los nazis parecía resuelta, la Cosa descubre que una parte del cilindro fue a parar a otro lugar del pasado, casualmente también a manos de los nazis.

Esto ocurre en otro anual, pero en este caso correspondiente a Marvel Two-in-One. Una prolongación de la aventura con los Invasores, que esta vez se alarga durante dos números, el citado anual y un número de la propia serie regular protagonizada por la Cosa.

Roy Thomas se encarga también de guionizar ambos números. Mientras que el otro Buscema, Sal, es quien pone los lápices. Esta vez es al pobre Sal a quien le toca lidiar con una lista de diferentes entintadores, a cuál peor.

Los héroes invitados, lógicamente, también pertenecen al pasado. Se trata de la Legión de la Libertad, el otro grupo formado por superhéroes de la antigua Timely. Los superhéroes de la Timely de segunda división, todo hay que decirlo.

Pero lo que es para comentar aparte es el núcleo de villanos del arco. Tenemos a un as de la aviación apodado el Tiburón Aéreo y a su inseparable compañero oriental. Un dúo de lo más cómico que no puede evitar recordarme a cierto villano de dibujos animados y a su riente perro, a bordo de su automóvil de competición.

Luego están el Hombre Maestro y el atlante Hombre-U, ambos salidos de la serie de los Invasores. Y para rematar, una inmensa esvástica voladora, que no sólo tiene vida propia sino que resulta ser el cerebro detrás del III Reich.

Todo muy kitsch, con la probable intención de perpetrar una gran puesta en ridículo del nazismo. Un divertido arco que no creo que tenga mayor valor que el de la parodia.

Ahora sí, cerramos el presente tocho con la otra gran saga de esta etapa guionizado por Roy Thomas. Curiosamente en esta saga, igual que ocurre en la de las tres tierras comentada anteriormente, también entran en juego tres mundos.

El apartado gráfico corre a cargo de George Pérez y John Buscema, contando con las tintas de Joe Sinnott en cuatro de los cinco números de que consta. Así que no se puede pedir más. Bueno sí, que el último número también hubiera sido entintado por Sinnott, porque Janice Cohen no está a la altura de la papeleta.

Entrando en materia argumental, Thomas da continuidad ni más ni menos que a la saga de la Contratierra y del Alto Evolucionador, uniendo la trama a una nueva amenaza de Galactus, que regresa dispuesto a devorar a la propia Contratierra.

La sinopsis ya es de lo más seductora y lo que sigue no le va a la zaga.

De entrada, tenemos un punto de interés que es ver en acción por primera vez al nuevo heraldo de Galactus, que no es otro que el Destructor, la máquina robótica asgardiana.

La cuestión es que los Cuatro Fantásticos junto a Gorr, un hombre gorila dorado enviado por el Alto Evolucionador, deben encontrar un planeta alternativo para Galactus, y así librar a la Contratierra de sus garras. La elección está entre tres mundos que deberán cumplir la condición de albergar vida y que al mismo tiempo sus habitantes no sean carne de genocidio para satisfacer a Galactus.

De esta forma, es necesario visitar los tres mundos. Unos viajes que son el clímax del componente de puro entretenimiento de la saga.

El primer planeta es Mekka, un mundo habitado por robots y liderado por un viejo conocido de esta colección, el imponente androide Torgo. El segundo, es un planeta que vive en el medievo, y que guarda una sorpresa final. Y el tercero es un mundo aparentemente sin vida.

El único pero lo situaría en ese desenlace con el Hombre Imposible de por medio. Pese a todo, un arco apasionante y tremendamente entretenido.

La guinda final pone fin al Ben Grimm de carne y hueso, con lo que volvemos a la normalidad esperando al siguiente tomo.

Conclusión.

No hay duda de que esta segunda etapa de Roy Thomas como guionista de los Cuatro Fantásticos eleva al presente tomo a la condición de recomendable que alcanzan los anteriores. Siendo más concretos, las dos sagas multiplanetarias son la joya de la corona de la etapa, que convierten a este volumen en infaltable para los fans del cuarteto.

El resto de la etapa de Thomas está entre aceptable y bien. Mientras que la primera parte del tomo, principalmente a cargo de Conway y Wein, es algo discreta argumentalmente, si bien los dos Giant-Size salvan bastante la papeleta.

En lo que respecta al apartado gráfico, digamos que todo lo que vaya entintado por Joe Sinnott es de un nivel como mínimo notable, ya sea sobre los lápices de John Buscema, George Pérez o Rich Buckler. El resto no luce un acabado tan perfecto pero tampoco está nada mal.

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  1. Gerry Conway, Marv Wolfman, Len Wein, Roy Thomas,… Periodo de inestabilidad para los 4F (también con baile de dibujantes …pero cuando eran Rich Buckler, su pupilo George Pérez o el gran John Buscema pues poca queja por ahí) y para Marvel (perdiendo lectores y con unos Editores Jefe sobrecargados de trabajo que no aguantaban en el cargo). Así y todo no salieron malos cómics, ni mucho menos (aunque algunos bajasen el listón). Eso sí, lejos de las etapas imperiales de la serie (con el tándem Lee& Kirby ya rodados y acompañados de Sinnott …y luego con Byrne regresando a la serie ya como guionista-dibujante, lo que otrora llamábamos equivocadamente autor total como si solo de eso dependiese hacer un cómic, autor total en todo caso sería Dave Sym …o Stan Sakai …BWS en algún trabajo). Tomo recomendable.

  2. Thundra, las Femizonas, Machus, el Gran Refugio, los Inhumanos, Mercurio, los Vengadores, Agatha Harkness, Doctor Doom, Silver Surfer, Mefisto, los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, el Cruzado/Marvel Boy/Quasar, MadroX, Arkon, Luke Cage, Frankie Raye, los Invasores,… El Alto Evolucionador contra Galactus! Un carrusel de personajes y situaciones con sus altos y sus bajos en plan montaña rusa …pero no se puede negar que hay altos, ja.

  3. Fue ese lustro el momento álgido de Rich Buckler en Marvel (casi más respetado en las independientes, en las que apenas trabajaba en comparación pero dónde se habían colado amigos y alumnos de sus clases de dibujo), con los 4F y Killraven. Al final de su carrera se vería reducido a dibujar cómics nostálgicos de Namor y la Antorcha Humana original.

  4. Era la época en la que el tímido sobrino favorito de la bella tía Petunia, el ídolo de millones, el pequeño Benjy Grimm, la Cosa de ojos azules era pretendido por mujeres agresivas como Thundra y Tigra, que hubiesen propuesto relaciones de lo más singulares (nada que ver con la cándida y dice Alicia Masters, ja). Era el mejor de los mundos, era el peor de los mundos,…y los 4F visitaron unos cuantos mundos paralelos (a lo DC) y otras pseudo Tierras (como la Contratierra).

  5. Es una etapa que quizá no sea la más brillante de la serie … pero tiene momentos álgidos …y es recordada con especial cariño acá en España entre los más veteranos por la época en la que fue publicada.

  6. Para mi un tomo muy recomendable , pero claro soy un fan empedernido de este grupo.
    Muy buena reseña ROCKOMIC como siempre .
    Suso «campeón » siempre tan atinado 🤔

    • Es recomendable, es recomendable (peros incluidos, el principal Conway …Isabella, en esta ocasión, afortunadamente,ves anecdótico). Al que hay que aplaudir, poderoso Magni, colega, es al buen Rockomic. El nen no para además.

  7. Como le diría Tip a Coll muy serio: los altos son más que los bajos (falso y desafortunado … pero no demasiado en esta ocasión).

  8. El Marvel Boy clásico en realidad ya estaba muerto (como la civilización alienígena vinculada a los Eternos que le había adoptado … aunque décadas después le «resucitarían» como El Uraniano en Agentes de Atlas, ya con una naturaleza mucho más alienígena …para diferenciarle). El que hace acto de presencia aquí es el heredero de su legado heroico (y bandas energéticas), Wendell Waughn, luego superagente de SHIELD (miembro de su fallido intento de tener sus propios Cuatro Fantásticos), jefe de seguridad del Proyecto Pegasus (para el que curraría Ben Grimm) y, finalmente Vengador (y protector cósmico …y Aniquilador).

  9. Como bien decía el lamentablemente desaparecido Pérez, Colletta estaba bien para acompañar a un dibujante novato, pues lo elevaba a su nivel con el entintado, pero para uno ya más suelto era contraproducente, pues lo rebajaba a su nivel. Tengo que buscaros la cita esta noche.

  10. Muchas gracias, amigos!!

    Creo que lo que estaba diciendo Pérez con esta cita es que Colletta era un mal entintador, pero dicho así, disimuladamente. ;-).

    • O que tenía demasiada personalidad, que casi todo lo que entintaba parecía dibujado por él (lo que no es bueno …a un buen entintador solo debe notarsele cuando el dibujante no es bueno o es muy novato).

  11. A mí, Colletta siempre me ha parecido un mal entintador. Bien es cierto que en el Thor de Kirby su trazo fino quedó razonablemente bien. Aunque me hubiera gustado ver esos cómics entintados por otro, y no necesariamente Sinnott.

    • No era bueno (tampoco Dick Ayers, que tiraba mucho de goma para ahorrarse trabajo y producir más páginas …pero como se puede ver en originales de Kirby, incluso Sinnott borraba cosas …pero lo de Sinnott ya era otro nivel …y eso que como dibujante era más bien discretitos, gris incluso, sin inventiva). Pero los había bastante peores.

  12. Perdona que tardase tanto en buscarlo (pero esta tarde fui a ver la del Doctor Extraño multiversal …y peli aparte son una hora de ida en bus y otra de vuelta y casi otra hora muerta en Pontevedra esperando a la peli, aunque le saqué provecho a ese tiempo): «Vince Colletta era el veterano de los veteranos y entintaba a todo el mundo de la misma manera para poder entregar a tiempo, olvidándose de todo lo demás, con lo que no se esmeraba con los detalles, haciendo desaparecer partes importantes del dibujo. Dibujaras como dibujaras todo acababa pareciendo de Vince Colletta. Me tocó como entintador en The Avengers porque ya tenía el puesto con George Tuska. Yo,Ben aquel momento, estaba contento con solo poder hacer la serie, así que no me importaban los cambios. Pero a medida que mi dibujo mejoraba y aprendía más y más cosas, fui más consciente de que quería que no me tocaran el dibujo. Vince Colletta es bueno igualando a la gente: si eres mal dibujante, él te pondrá a su nivel, pero si eres bueno, él seguirá poniéndote a su nivel, lo cual lo convierte en un profesional muy valioso en una industria que se basa en la producción regular de páginas. Lo malo es cuando un dibujante siente algo por su trabajo. Cuando pasa,como empezó a pasarme a mí, te disgusta mucho el estilo de Vince. Cuando empecé en la serie él era mejor dibujante que yo y no me importaba mucho que adaptara mi estilo al suyo. Pero ahora, en cambio, sí que me molesta. No podría trabajar con él, tengo cierta necesidad de hacer que mi trabajo se vea tal y como lo he concebido. Él no satisfaría esa necesidad,bpor lo que no me serviría. Cuando Sam Grainger empezó a entintar The Avengers tras Vince Colletta, lo preferí. El entintado de Sam era más delicado y no corregía ninguna de mis carencias, solo las hacía parecer menos graves. Cuando miro ahora esos números, dos décadas después, pienso: «Dios, ojalá me hubiera corregido algo, o rehecho las narices.» Pero, en aquel momento, estaba muy contento con él porque sólo quería que su entintado fuese fiel a mis dibujos.» (George Pérez).

    • «Por aquel entonces me resultaba interesante comprobar el resultado que diferentes entintadores tenían sobre mi trabajo. En un solo mes tuve a Joe Sinnott en Fantastic Four, a Vince Colletta en The Avengers, a Frank Chiaramonte en The Inhumans, a Jack Abel en Sons of the Tiger y a Al McWilliams en Power Man (esto último fue un fill-in sin mayor importancia que me encargaron). Algunos no me gustaban, a otros los adoraba, pero fue aquí cuando me di cuenta del respeto por la línea, por el trazo a lápiz. No puedes encontrarte siempre con alguien que respete tu dibujo como tú querrías. De esta lista, los que no me gustaban eran Vince Colletta y Al McWilliams, el cual tenía una larga carrera, pese a que no había oído hablar nunca de él. Lo que me molestaba del resultado era que Luke Cage había dejado de parecer negro. Yo dibujé a Jim Brown y él me proporcionó un Harry Bellafonte estándar (risas). En aquella época usaba a Jim Brown de modelo para todos los personajes negros (risas). Al ser mejor dibujante que yo, digamos que él «escondía» las escenas dinámicas. Yo dibujaba «más grande que la vida» mientras que lo suyo eran escenas cotidianas, así que el producto final no casaba bien.» (George Pérez).

  13. «Dije que me encsntaría hacer series de grupo. Me gustaba y me gusta la interacción. Soy un animal sociable, el hombre es un animal sociable. Me gusta dibujar por dibujar, y así no me aburro dibujando sólo a un personaje.» (George Pérez).

  14. «Al mismo tiempo que hacía The Avengers, acabé involucrado en un Annual de Los 4 Fantásticos que en principio iba a dibujar Rich Buckler. Al final acabó haciendo sólo cinco páginas, y me pidieron a mí que lo acabara, porque fui su ayudante y podría mantener el mismo estilo. Fue muy difícil porque no me gustaba hacer los dibujos a lo Kirby que Rich solía hacer. Intentaba evitar las referencias a Kirby, pero tuve que aceptarlas si quería dibujar Fantastic Four. Intenté asimilar ese estilo «más grande que la vida», hacerlo funcionar dentro de mi propia narrativa y luego añadir pequeños detalles, normalmente para esconder el hecho de no saber dibujar ciertas cosas. Joe Sinnott me salvó, haciendo que todo pareciera más uniforme y unificando a todos los personajes en su propio estilo. Aquel Anual acabó siendo dos números de la serie regular (#164-165), así que debí añadir algunas páginas donde pude hacer cambios estilísticos que, nuevamente, fueron homogeneizados por Sinnott. Fue una de esas situaciones donde mi falta de sofisticación a la hora de dibujar se vio compensada por mi sentido natural de la narrativa. En la editorial vieron que eso, junto con algo más de experiencia y práctica, podría convertirme en un dibujante de cómics con todas las de la ley.» (George Pérez).

  15. «Tanto Fantastic Four como The Avengers eran series con las que había crecido. Me sentí algo intimidado al principio, pero mi arrogancia juvenil se hizo cargo. Trabajar con Joe Sinnott y Roy Thomas era un sueño hecho realidad. Eran iconos para mí. Cuando vi mis primeras páginas entintadas por Joe fue… «WoW!» Verme entintado por Joe hacía que me sintiera el dibujante de Fantastic Four. Sin él no me habría sentido parte de la leyenda de los Cuatro Fantásticos.» (George Pérez).

  16. «Roy habló conmigo antes de mi primer número y me comentó algunas cosas sobre el comportamiento de los personajes. Puse a Johnny Storm en un traje muy cañero (o lo que yo entendía por cañero entonces). Fue divertido y Roy jugó con el concepto, pero él tenía su propia visión y tuve que redibujarlo… él no podía ver a Johnny vestido de aquella manera. Yo dibujaba moda joven, sí, pero de gueto puertorriqueño (risas).» (George Pérez).

  17. «Acababa de empezar en The Avengers (1975) y Bill Mantlo me llamó preguntándome si estaría interesado en The Inhumans. Me encantaban esos personajes después de haberlos visto en Fantastic Four. El único problema era que la serie era para el mes siguiente, así que dibujé mi primer número de The Inhumans en una semana. Que fue bimestral me permitió el lujo de quedármela cómo serie regular, ya que podía dibujar muy, muy rápido. Tenía The Avengers y Fantastic Four, y no tenía que preocuparme por Man-Wolf, ya que acababa de cancelarse. Así que, contando con los Hijos del Tigre, me encargaba de cuatro series de grupo, haciendo tres y media al mes. Una cantidad de trabajo impresionante para un dibujante primerizo.» (George Pérez).

  18. «El primer número de The Inhumans fue la primera serie con la que tuve problemas a la hora de organizar la narración. El argumento de Doug Moench era tan denso que no me cabía todo lo que contaba en el número de páginas de que disponía para trabajar. Llamé a Marvel y me pusieron en contacto con Doug. Conseguimos encontrar una solución, pasando al número dos la segunda mitad del guion con algunas modificaciones. De modo que, por increíble que parezca, The Inhumans #1 y #2 sólo eran, en realidad, el #1.» (George Pérez).

  19. «No creía estar dando a The Inhumans la calidad que debía tener y la dejé a los cuatro números, también debido a la falta de tiempo. Era divertida de hacer, pero nunca acabó de engancharme del todo, igual porque los argumentos de Doug Moench eran muy densos. Creo que Gil Kane lo hizo mucho mejor que yo, y seguro que él aceptó el trabajo como si fuera un encargo más. Probablemente se debiera a que pese a toda mi energía, mis habilidades artísticas eran algo limitadas. Al encargarme de tantas series, debía tomar atajos artísticos. Tiempo después me di cuenta de que usaba poses fijas que repetía en varias series. Perdí la noción de los personajes que me permitía diferenciar a una serie de otra. Eran demasiadas cosas que tener en cuenta a la vez.» (George Pérez).

  20. «Por si fuera poco sufrí un pinzamiento en el cuello lo bastante fuerte como para impedirme dibujar. No podía controlar el lápiz porque mi mano temblaba de mala manera, incluso al trazar una línea recta con regla. Mi mano relajada era una garra, no podía moverla de ninguna manera. No sentía el agua que me tocaba en la ducha. Tuve que dejar de hacer algunas cosas porque no sabía qué me pasaba. Creí que mi carrera había acabado antes de empezar. Hasta que no me vio un médico no supe que tenía un pinzamiento curable con una terapia de electromasaje. Marvel pagó la consulta; fue un gesto muy amable por su parte. Sólo me duró un mes y pico, pero fue un mes que pasé muy asustado. No tenía seguro médico, pero Marvel también me pagó la terapia. Creo que Archie Goodwin fue el responsable de eso. No volvió a pasarme, pero fue más que suficiente para darme cuenta de que debía frenar un poco. La gente suele preguntarme mucho cuándo empecé a disfrutar dibujando cómics. Fue entonces. Por mucho que hubiera disfrutado dibujando hasta entonces, no empecé a apreciar de verdad el trabajo que hacía hasta el momento en que estuve a punto de perderlo.» (George Pérez).

  21. «Un entintador que me gustó mucho fue Joe Sinnott en Fantastic Four, ése sí que fue un entintador que acepté encantado. Sinnott fue el único que hacía que mi trabajo pareciera mejor de lo que era. Creo que ninguno de los otros añadía algo a la mezcla. Me cabreaba que cambiaran cosas. Pero en el caso de Sinnott pensaba: «Como me entinta fielmente, queda de maravilla.» Hasta años después, cuando vi una página original de The Fantastic Four, no me di cuenta de cómo eran las caras de los personajes en el lápiz y cómo eran después entintadas. El cambio saltaba a la vista, pero Joe lo había hecho con sutileza, tanto que por aquel entonces creía que no había retocado nada. La verdad es que redibujó varias cosas, pero procurando mantenerse fiel a mi estilo. Lo hizo lo mejor que pudo. En cambio, lo que hizo Chiaramonte en The Inhumans nunca me importó demasiado; fue una de las ratas veces en las que retoqué algo yo mismo, usando técnicas rudimentarias, con rotring. Añadí textura, más detalle y corregí algunas cosas del Inhumans #1. Dio la casualidad de que yo estaba en la oficina cuando llegaron las páginas. No me gustaron nada, y como era un número uno (mi primer número uno de una serie, la primera que empezaba) me lo tomé más a pecho.» (George Pérez).

  22. «Cuando dibujaba quería ver la página en su forma final. Apretaba mucho con el lápiz, tanto que la línea negra parecía de tinta de lo oscura que quedaba. Cuando los personajes iban al espacio, yo ennegrecía el cielo y dibujaba pequeños círculos blancos para las estrellas. Joe y los demás entintadores podían borrar mis páginas antes de entintarlas y seguir las marcas que dejaba con con el lápiz (risas). Recuerdo que, en Man-Wolf, el rotulista Tom Orzechowski me dejó una pequeña nota a pie de página: «Por favor, decidle al dibujante que no apriete tanto con el lápiz. Rotular esto es una tortura!» El dibujante no debe olvidar que su trabajo es el que no se verá nunca. Que se borrará y entintará, y sólo se verá el trazo de tinta, no el lápiz.» (George Pérez).

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