Siguiendo con esta particular serie de reseñas de la historia del Universo Marvel, le toca el turno a una nueva entrega de las aventuras del nuestro amistoso vecino Spiderman. El cuarto tomo recopilatorio, ya, correspondiente a colección «suplente» del Trepamuros, Peter Parker the Spectacular Spider-Man, que para la ocasión estrena cabecera como parte del título Marvel Héroes.
Tras la etapa guionizada por Roger Stern que ocupaba la anterior entrega, la parte escrita de la colección vuelve a caer en las manos de Bill Mantlo. Mantlo, efectivamente, fue quien llevó las riendas de este título en una extensa etapa anterior a la de Stern. El «ascenso» de este último a Amazing Spider-Man, provoca el retorno de Mantlo a Spectacular Spider-Man en otra extensa etapa que viene recogida en el tomo que nos ocupa, además de los dos últimos episodios del volumen precedente.
De hecho, este tomo, guionizado en su totalidad por Bill Mantlo, coincide cronológicamente en casi su totalidad con el de Asombroso Spiderman que recopila la etapa de Roger Stern. Sin ir más lejos, ambos tomos cierran de la misma forma, con la escena de Spiderman entrando en el portal que lo trasladará a las Secret Wars.
De igual forma que ocurre con el volumen de Amazing de Roger Stern, este de Mantlo se puede leer también de forma independiente, si bien resulta inevitable irnos encontrando con algunos trances ocasionados en el otro título arácnido.
Lo más interesante de esta sincronía de aventuras de Spidey está en apreciar los distintos derroteros por los que transcurre cada uno de los títulos. Como iremos viendo durante el transcurso de la reseña, Bill Mantlo pone el foco en un entorno diferente al de Roger Stern en Amazing Spider-Man, especialmente en lo que se refiere al 50% de nuestro protagonista que representa Peter Parker.
Si la estabilidad en el apartado escrito es absoluta, con Mantlo guionizando la totalidad de los números incluidos, no ocurre lo mismo en el apartado gráfico. En este sentido, podemos dividir el tomo en dos partes, una primera en la que Ed Hannigan sería el dibujante oficial y una segunda donde lo sería Al Milgrom, no obstante, en ambos casos sus etapas se ven continuamente interrumpidas por diferentes dibujantes invitados.
Mantlo y Hannigan nos presentan a Capa y Puñal.
El primer episodio del volumen significa la presentación de un nuevo dúo de personajes que tendrán un papel abundante durante la década de los 80. Se trata de Capa y Puñal, una pareja de adolescentes víctima de experimentos por parte de una organización mafiosa de narcotraficantes en la búsqueda de drogas más potentes. Experimentos que provocaron cambios en su química corporal y la eclosión de superpoderes en un sentido opuesto. El blanco de Puñal frente al negro de Capa. La luz y la oscuridad no sólo en sus respectivas capacidades sino también en sus personalidades. Donde Capa se muestra más implacable y frío en sus objetivos, Puñal destila una mayor indulgencia.
Capa y Puñal deambulan sobre la fina línea que separa el bien del mal. Antihéroes de manual que vienen a representar la encarnación de la lucha contra el narcotráfico en cada una de sus apariciones en la colección.
Una carrera despiadada del hampa para hacer negocio en el mundo de las drogas que no deja de ser una de las ramas delictivas del crimen local neoyorquino, principal ámbito en el que transcurren las aventuras de Spiderman en esta segunda etapa de Bill Mantlo.
Ya en el segundo episodio, Ed Hannigan cede su puesto en el lápiz a Bob Hall. Un nuevo ataque de Kraven al Trepamuros, bajo la influencia de su novia Calypso. Nada del otro mundo, con algún elemento ridículo como lo de los tambores desorientadores, pero por lo menos es un nuevo capítulo en la evolución hacia un Kraven más humano, cuyo honor e integridad pasan por encima de la derrota de su histórico enemigo.
Y unos pocos números más allá es Luke McDonell quien coge el lápiz en el inesperado regreso de uno de los villanos más olvidados de la etapa Lee-Ditko. Hablo del profesor Stromm, aunque en realidad se trata de una creación artificial hecha a imagen y semejanza del profesor Stromm original, con sus propias pautas cerebrales, y aquí rebautizado como el Amo de los Robots. En cualquier caso, un episodio bastante discreto.
Los villanos clásicos de Spidey siguen compareciendo con una nueva amenaza de Electro. Un episodio con un delicioso sabor a la época Lee-Ditko, en el que Peter se confecciona un traje de goma para aislarse de los poderes del villano.
Y a continuación es el pringado de Bumerang, una vieja gloria que atesora varias intervenciones en el Universo Marvel, quien intenta poner en apuros a Spiderman. Lo interesante de este episodio está en el regreso de Kingpin a las páginas de Spiderman después de que Frank Miller lo reciclara como enemigo mortal de Daredevil. A partir de aquí tendremos un constante goteo de intervenciones de Kingpin a lo largo de todo el tomo. Un Kingpin calculador, siempre en segundo plano y jugando un interesado papel de cooperación con el arácnido.
En el apartado gráfico, Ed Hannigan creo que viene haciendo un buen trabajo. A Hannigan le asisten dos de los entintadores más prolíficos de aquellos años, Jim Mooney y Al Milgrom, que en esta primera parte se alternan las tintas de todos los números.
El caso es que Kingpin inaugura la cuenta de líderes del crimen de Nueva York o aspirantes a ello que irán desfilando por la etapa recogida en este volumen.
El siguiente de la lista es otro clásico: Cabello de Plata. El anciano capo del crimen se erige en el principal antagonista del primer arco argumental que ocupa más de un número. Un Cabello de Plata cuya cabeza acaba sobreviviendo en un destructivo cuerpo robótico.
La línea argumental, además de contar con la presencia de Kingpin en su papel de oportunista, también significa el regreso de Capa y Puñal en su cruzada contra el crimen relacionado con la drogadicción. En resumidas cuentas, una historia de crimen y mafias bastante entretenida.
Otra de las inquietudes de Bill Mantlo está en su implicación en cuestiones sociales. Entre otras tramas que dan idea de su ideología progresista está la trama relativa a Debra Whitman. La pretendiente de Peter sigue tratamiento psicológico como consecuencia de un aciago pasado de maltratos físicos por parte de un antiguo marido. Más avanzado el tomo también está una historia en la que deja bien retratado a un político oportunista más preocupado por su cara electoral que por la marginalidad de la que intenta sacar tajada.
Pero el capítulo más atrevido, en este sentido, tiene relación con un tema tan controvertido en los EEUU como es la tenencia de armas. Mantlo formula un contundente alegato en contra en un estupendo episodio dedicado a ello por entero. Rick Leonardi es el dibujante a lápiz para la ocasión.
Más inofensivo, en este sentido, es otro número igualmente especial. Ollie Osnick es un niño cuya particularidad está en la de idolatrar, no a un superhéroe, sino al mismísimo Doctor Octopus. El crío ha sido capaz de armar unos brazos mecánicos similares a los de su ídolo, con los que se lanza a una inocente carrera «criminal» asaltando almacenes de juguetes. Un episodio que también avanza, de forma hábil, el regreso del Doctor Octopus, el de verdad.
Como decía al inicio de la reseña, pese a ser etapas simultáneas, el entorno cotidiano de Peter Parker en ésta a cargo de Bill Mantlo difiere respecto lo tratado por Roger Stern en Amazing Spider-Man. Mantlo se ocupa mucho más del entorno universitario de Peter, de forma que los personajes de apoyo que adquieren mayor protagonismo en esta primera parte del volumen son Debra Whitman, Marcy Kane o el Doctor Sloan. De hecho, el proceso reflexivo que llevará a Peter a dejar los estudios en las páginas de Amazing Spider-Man, obtiene su oportuno desarrollo a lo largo de unos cuantos episodios de la colección que nos ocupa. Básicamente, se trata de la enésima manifestación del rosario de dificultades con las que convive nuestro protagonista, entre la presión de sus estudios de doctorado, la necesidad de ganarse el pan, su doble vida como Spiderman y el consecuente abandono de sus amistades. Nada nuevo, vamos.
También en estas páginas se da explicación al alejamiento de Debra Whitman del entorno de Peter. Como comentaba más arriba, Mantlo se saca de la manga un pasado tortuoso de la joven para dar explicación a su permanente lloriqueo. La trama que se monta al respecto creo que tiene más sombras que luces, sobre todo en todo el embrollo referente a la identidad secreta de Peter como Spiderman, pero al menos sirve para sacarse de encima a la chica.
Las otras dos patas que sustentan la vida de Peter fuera de su disfraz de Spiderman, la Tía May y el Bugle, obtienen más o menos la misma dedicación por parte de Mantlo que de Stern. Ya sabéis, May y su ocurrencia de convertir su vieja casa en una residencia de ancianos, con la ayuda de su nuevo amigo Nathan Lubenski. Y en cuanto al trabajo de Peter como fotógrafo del Daily Bugle, poco hay a comentar.
Entra Al Milgrom y regresa la Gata Negra.
Si la primera etapa de Bill Mantlo en la colección tenía su punto álgido en la saga de Carroña, en esta segunda etapa tampoco falta esa gran saga digna de ser recordada. Para la ocasión, el guionista compone una obra en capítulos fundamentada en la carrera por el liderazgo del crimen de Nueva York. Una lucha por el poder entre dos aventajados de la profesión como son el Doctor Octopus y el Búho, habitual oponente de Daredevil. Y en medio, de nuevo Kingpin en su papel de pivote y de interesado cooperante de Spiderman.
Pero eso no es todo, porque este ciclo argumental significa también el regreso a la vida (la suya propia y la de Peter) de la Gata Negra. La encantadora e inconsciente gatita no duda en meterse en medio de la mortal batalla entre los dos pesos pesados en una emocionante carrera por hacerse con una mortífera bomba de neutrones. Una letal batalla en la que la alegre Gata acaba protagonizando el lado más trágico de la saga al estar punto de irse al otro barrio, pero esta vez en serio.
Esta saga coincide también con la entrada de Al Milgrom como dibujante estable. De hecho, con la excepción de un sólo número en el que cede el lápiz a Bob Hall, Milgrom se ocupa de dibujar prácticamente toda la saga. Y bueno, no puedo decir que el resultado sea malo, sino más bien todo lo contrario. La fuerza narrativa de Al Milgrom creo que es uno de los puntos fuertes en el desarrollo gráfico del cúmulo de batallas entre Octopus, el Búho, Spiderman y la Gata Negra que nos deja esta saga. Estéticamente, el dibujo de Milgrom es donde más flojea, pero creo que el entintado de Jim Mooney arregla bastante la papeleta en este sentido.
En cualquier caso, Mantlo y Milgrom demuestran una muy buena química en el desarrollo de una saga tan entretenida como emocionante.
Pero todavía falta la traca final: el enfrentamiento final contra un Doctor Octopus más poderoso que nunca. Pero antes hacemos un pequeño alto en el camino para encontramos con el Gladiador, otro enemigo clásico de Daredevil. Una breve trama que supone un paso más en el proceso de conversión del Gladiador al lado de los buenos, que sirve de aperitivo para el último capítulo de la saga.
Un último acto que se cuece a fuego lento, de un dramatismo casi apocalíptico, que lleva a un último enfrentamiento con un Octopus colérico. Una apasionante persecución del supervillano al coche conducido por la Capitana DeWolff, alma protectora de la convaleciente Gata, y de Spiderman al propio Octopus, narrada con mano firme por Al Milgrom. Espléndido.
Seguro que no estaremos ante una de las más grandes sagas de la historia del Trepamuros, pero esto es Spiderman puro, y del bueno.
El nivel de Bill Mantlo sigue en lo más alto en el número que sigue. Un episodio muy especial, dibujado esta vez por Ron Frenz, que significa un bonito homenaje a la profesión de reportero y, de paso, al propio J. Jonah Jameson. Protagonizado y narrado en primera persona por un Jonah que se juega el pescuezo llevando personalmente un caso de investigación periodística sobre una trama de corrupción, atreviéndose incluso a chantajear al mismísimo Kingpin. Una demostración de amor apasionado por su profesión, de un Jameson que, sin embargo, no sospecha que le viene siguiendo un ángel de la guarda vestido de rojo y azul.
Capa y Puñal, que por aquellos tiempos estrenaban serie propia limitada, regresan una vez más en otro arco, como no, dedicado al narcotráfico. En esta ocasión, el dúo comparte invitación con otro antihéroe, el mismísimo Castigador, en una carrera por dar caza y ejecución a los criminales de turno. Spiderman, por su parte, está más por la vía inculpatoria.
El objetivo de los antihéroes no es otro que Kingpin, que sigue apareciendo en todos los fregados.
La trama es algo reiterativa respecto a la de Cabello de Plata, a la vez que menos eficiente. Personalmente, me chirrían un poco ese Kingpin insólitamente descuidado y un Castigador salido de madre que toma por delincuentes a vulgares conductores que se saltan un semáforo en rojo.
La historia tiene continuación en un juicio al Castigador, con Ben Urich y Peter Parker por ahí cubriendo el reportaje. Un episodio que pretende llevar a la reflexión a Spiderman, pero bajo argumentos un poco impostados.
El episodio citado más arriba, el que deja en pañales a un político hipócrita, no está nada mal, aunque quizás es demasiado evidente en su denuncia. Esta vez bajo el dibujo de Dave Simons, es una historia de contrastes de clases sociales. Una muestra de lo más marginal de la sociedad americana y el abandono al que está sometida.
Pero para insólito está el número en el que Bill Mantlo se acompaña ni más ni menos que de Fred Hembeck, el caricaturista oficial del cómic de superhéroes paródico. Desde luego, no falta el humor en el prólogo del episodio, pero la gracia de la jugada realmente está en ser, tal cual, un capítulo más de la continuidad arácnida con la diferencia de estar dibujado por Hembeck con su habitual estilo humorístico. El villano para la ocasión es la Mosca.
Volviendo a las disimilitudes entre esta etapa de Mantlo y lo que estaba escribiendo Roger Stern sobre el Trepamuros por esas mismas fechas, en esta segunda parte del tomo la principal diferencia la marca la Gata Negra. En Amazing Spider-Man sabemos de la relación amorosa entre Spiderman y Felicia más por las referencias al respecto en los textos que por la presencia físicas de la fémina. Stern, en realidad, prefiere poner el foco en el retorno de Mary Jane al entorno de Peter.
Mantlo opta por justo lo contrario. Su relación con Felicia Hardy es casi lo único que ocupa y preocupa a Peter en lo que resta de etapa. A sus amigos de toda la vida tan sólo se les ve en la escena en la que Liz Allen y Harry Osborn anuncian la espera de su primer hijo.
De hecho, la Gata es el primer amor de nuestro protagonista que sobrepasa su entorno cotidiano y participa también en sus batallas contra los supervillanos. La razón, por supuesto, está en que Felicia con quien está manteniendo una relación es con Spiderman, no con Peter Parker. Para el recuerdo queda la imagen de Peter quitándose la máscara ante el semblante de incomodidad, y hasta de horror, de la Gata. A partir de ese momento todos sabemos que la relación tiene poco futuro, más cuando Felicia tiene cosas de criatura inmadura, como ser incapaz de comprender que su amante no pueda ser Spiderman las veinticuatro horas del día. A pesar de todo, Peter decide abrirse de pleno a su nueva amante.
La Gata se estrena como acompañante de Spiderman en el único choque con el Duende en todo el tomo, precisamente el personaje estrella de la etapa de Roger Stern en Amazing. Stern le presta su creación a Mantlo para un episodio y le echa una mano con el argumento. Un único episodio que no es lo que se dice del montón, puesto que contiene la escena en la que el Duende adquiere la fuerza sobrehumana del viejo Duende Verde al bañarse en los potingues descubiertos en los almacenes de Osborn.
Un nuevo capítulo de la caza de Cobra por parte de su antiguo aliado, Míster Hyde, es el marco para una nueva salida en equipo de Spiderman y la Gata. Una trama que allana el camino para el episodio que cierra esta segunda etapa de Bill Mantlo.
Spiderman intenta repetidamente apartar a su pareja de baile de las batallas contra los villanos que albergan algún tipo de superpoder. Ante esta circunstancia, Felicia considera que no está en igualdad de condiciones respecto a su socio y que necesita algún tipo de superpoder. En una nueva muestra de su inconsciencia infantil, la Gata se lanza a la búsqueda desesperada de una autoridad en la materia que esté capacitado para convertirla en una verdadera superheroína. Tras llamar a la puerta de los Vengadores o los Cuatro Fantásticos, sin suerte, acaba metiéndose en la boca del lobo. Un lobo que no es otro que Kingpin, que ve en ella una oportunidad de jugar sus cartas contra Spiderman. Inconsciente de con quien está tratando, Felicia llega a un acuerdo con el orondo mafioso, que complacerá sus anhelos a cambio de recibir sus servicios cuando lo requiera.
El superpoder seleccionado no es otro que el que aparentaba poseer la Gata Negra en sus primeras apariciones: provocar mala suerte en sus adversarios, como el felino que le da nombre. Si pasamos por alto lo inverosímil que resulta que nadie, por sofisticados medios que posea, sea capaz de inocular semejante superpoder, el episodio es francamente bueno.
El número, y el tomo, cierran con el famoso cliffhanger que conducirá a Spidey a las Secret Wars, así que habrá que esperar a la próxima entrega para saber cómo sigue la historia.
Conclusión.
Bill Mantlo sigue manteniendo un nivel más que digno en su viaje como guionista de Peter Parker the Spectacular Spider-Man. Diría que, en conjunto, esta segunda etapa es más regular y disfruta de más alicientes, pese a que la primera contaba con la mejor saga, la de Carroña.
A destacar la saga Octopus vs. Búho, pero también una serie de episodios muy especiales en los que Mantlo intenta contarnos historias diferentes. Muy buena etapa, desde luego.
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Maravilloso tomo que Panini lleva sin reeditar hace eones, y ni se le espera. No entiendo qué política de reimpresiones está teniendo cuando se han reeditado ya varios de Spiderman, su personaje fetiche.
Buen material. Y de bonus nostalgia de la buena.
Mantlo, Ed Hannigan, Ron Frenz, el joven Leonardi, incluso unos Al Milgrom y Bob Hall resultones (los entintadores, que controlan mucho a los personajes, ayudan, supongo). Y Fred Hembeck! (Otro al que tengo mucho cariño, como a Hannigan y Mantlo).
Capa y Puñal, Cabello de Plata, Gata Negra, Kingpin, El Castigador, Electro, Bumerang, Octopus, Jean De Wolf, El Duende,… diversión garantizada (y culebrón, con Felicia, Debra o Capa y Puñal).
Y un aplauso grande para Rockomic, por favor.👏👏👏👏👏👏
Uno de los comics de spiderman que mas me gustaron cuando salio , accion por doquier .
Grande rockomic
reedicion ya cojo…! y al mismo tamaño! no hagan la cerdada de los 4f de simonson.
Gracias, compañeros.
Veo que esta reseña lleva camino de batir récords en cuanto a número visitas. Qué curioso… 😲
Fueron cómics importantes en la infancia de los cuarentones y cincuentones de hoy (que me temo son el núcleo duro que alimenta estos hilos).
Bueno, como muchos otros que llevo reseñando durante muchos meses.
Pero es que en día y medio llevamos 1.500 visitas cuándo lo normal a estas alturas serían 500. 🤨
Es de las mejores etapas de Spidey que muchos de chiquillos leímos en Fórum. Aun me acuerdo de como me impacto cuando la Gata Negra es herida casi de muerte por los secuaces de Octopus. O la presentación de Capa y Puñal
Puro Generación Forum.