Como es bien sabido, la entrada de Jim Shooter como editor jefe de Marvel a finales de los años setenta significó una auténtica revolución para la editorial. Además de ejercer un recio control, en muchas ocasiones cuestionable, sobre el contenido de los cómics que estaban realizando los distintos autores, Shooter supo también dar en el clavo al confiar algunos de los títulos a una serie de autores jóvenes que a la postre realizarían algunas de las etapas más reconocidas de la historia de la editorial. Del mismo modo, Shooter también impulsó la creación de nuevas líneas editoriales, caso de las Marvel Limited Series y las Marvel Graphic Novel.
Pero quizás su éxito más sonado, el culmen de su trayectoria, fue la colección que recoge el tomo que nos ocupa.
Secret Wars es el primer macroevento de Marvel, el primero cuya intención es la de reunir a los principales personajes de la casa, inaugurando al mismo tiempo la línea de las maxiseries de 12 números. Es cierto que con anterioridad había sido publicada la miniserie Contienda de Campeones, pero en su caso se trataba de una historia de dudosa continuidad diseñada para conmemorar los Juegos Olímpicos de 1980. Por no hablar de que pasó más bien desapercibida a causa de diferentes circunstancias.
Curiosamente, la idea de las Secret Wars también surgió por circunstancias externas a los cómics. Una idea nacida a raíz del acuerdo entre Marvel y la marca de juguetes Mattel, que había adquirido los derechos para lanzar una línea de muñecos de los personajes de la editorial. Unos juguetes que había que vender, de modo que la solución fue la de crear una serie como soporte a la línea de figuras.
Pero lo cierto es que, lo que supuestamente era un proyecto secundario, pronto sobrepasó en mucho al objeto por el que fue creado. Las Secret Wars tenían la mejor plataforma de difusión en las principales series regulares de la editorial, por lo que su éxito estaba asegurado. Y es que la maxiserie limitada incidía directamente en todas esas series cuando los lectores nos encontrábamos que todos sus protagonistas, en sendas escenas, desaparecían al entrar en una extraña construcción aparecida en Central Park. Pero, sobre todo, los que iban a generar mayores expectativas serían los números correspondientes al mes siguiente, cuando todos los héroes regresaban del extraño viaje presentando, en muchos casos, jugosas novedades. Definitivamente, durante 12 meses había que comprar sin falta todos y cada uno de los números de que constaba la serie. Jugada maestra.
Es cierto que este orden de publicación, que no significaba la interrupción de ninguna de las colecciones mensuales, comportaría un pequeño problema de spoilers. Los lectores iban a conocer de antemano parte de las consecuencias que iba a dejar la maxiserie, pero ahí también está la gracia, en ir descubriendo a lo largo de 12 meses cómo se llega a esa situación, como si de una película de Alfred Hitchcock se tratara. En cualquier caso, nunca antes se había hecho algo así.
Secret Wars cambió la forma de entender el cómic superheroico y marcó para siempre la estructura de publicación de la editorial Marvel. Secret Wars fue el primero de los grandes eventos en los que Marvel, para bien o para mal, hipotecaría su futuro. Y lo cierto es que, décadas más tarde, ahí siguen.
Una obra, pues, de incuestionable importancia histórica por todo lo que originó, por el fenómeno que significó en su momento y por el exitazo incontestable que fue. Un éxito, todo hay que decirlo, cuya explicación está más en todos esos factores que he ido enumerando que en la calidad de la obra en sí.
Jim Shooter, por supuesto, tomó las riendas del proyecto encargándose de la parte escrita por completo. En lo referente al apartado gráfico, el hombre elegido fue Mike Zeck, uno de los dibujantes más en forma de los últimos años. Ya sabemos que Zeck no es un dibujante especialmente rápido, todo lo contrario, en sus diferentes etapas en otros títulos abundan los números salteados a cargo de otros profesionales del lápiz a causa de su imposibilidad de cumplir con los plazos de entrega. Secret Wars no es una excepción, siendo Zeck auxiliado por Bob Layton, que realiza los números 4 y 5 de la serie. En lo que se refiere al entintado, éste corre a cargo de John Beatty a lo largo de toda la colección.
Vista en perspectiva histórica, la impresión que ha quedado de Secret Wars es la de un evento universal, con participación de todo el UM, pero los protagonistas no son tantos, en realidad. Los superhéroes elegidos se limitan a los tres supergrupos principales de Marvel (y los tres con alguna ausencia), más Spiderman y Hulk como únicos personajes solistas. También es cierto que Iron Man no interviene en calidad de Vengador, porque quien se encuentra bajo la armadura no es Tony Stark, sino Jim Rhodes.
En cualquier caso, por parte de los Vengadores están el Capitán América, Thor, Hulka, Capitana Marvel, Ojo de Halcón y la Avispa; por los Cuatro Fantásticos, Míster Fantástico, la Cosa y la Antorcha Humana; y por parte de la Patrulla-X los elegidos son Profesor X, Cíclope, Rondador Nocturno, Tormenta, Coloso, Lobezno, Pícara e incluso el dragón Lockheed.
Y bueno, la sorpresa de Magneto, que extrañamente aparece entre el grupo de superhéroes. Una presencia a priori desconcertante puesto que, si bien es cierto que Claremont ya había suavizado bastante la personalidad del villano, ni mucho menos lo había integrado todavía en la Patrulla-X.
Lo que demostraría que la participación del Universo Marvel en la serie es relativamente corta es el número de colecciones mensuales afectadas, las que ven partir y regresar a sus protagonistas a través del portal aparecido en Central Park. El total es de tan sólo 8 títulos, concretamente Spiderman, Hulk, 4 Fantásticos, Vengadores, Patrulla-X, Iron Man, Capitán América y Thor. Bueno, en realidad serían 10, porque las tres colecciones regulares de Spiderman repiten la misma escena.
Eso sí, no terminan aquí los viajantes, porque hay otro grupo de personajes de los cuáles no conocemos su participación hasta el primer número de la maxiserie, al tratarse de personajes que no disponen de colección propia. Me refiero, obviamente, a los villanos, que también son trasladados juntos, aunque en una segunda cápsula distinta a la de los superhéroes. Los elegidos para la ocasión son el Doctor Muerte, Galactus, el Doctor Octopus, Kang, el Lagarto, Ultrón, la Encantadora, el Hombre Molécula, el Hombre Absorbente y la Brigada de Demolición (Destructor, Bola de Trueno, Bulldozer y Martinete).
Pero todavía nos falta responder a tres preguntas, el quién, el dónde y el por qué. La primera de ellas responde al nombre de Todopoderoso, una especie de entidad cósmica cuyo poder deja al de Galactus en pañales. El Todopoderoso traslada a todos los citados personajes a un planeta al que llama Mundo de Batalla. Un mundo formado por fragmentos de muchos otros, creado para el fin que propone el argumento medular: enfrentar a los dos bandos de supertipos a muerte en una especie de torneo. Al vencedor le serán concedidos sus mayores deseos, sean cuales sean.
Así, con esta premisa tan pueril, da inicio una larga saga que tiene en la acción y en el combate su principal escaparate. Ciertamente, cualquier paso adelante en la trama parece una excusa para una nueva ensalada de tortazos, cosa que sería absolutamente consecuente con la empresa para la que fue concebida la colección: vender muñecos para niños.
Efectivamente, argumentalmente no hay mucho donde rascar, pero eso no significa que nuestro interés en la trama se pierda irremediablemente. Quizás tenga mucho que ver nuestra curiosidad por averiguar cómo se llega a los cambios y consecuencias ya destapados en las colecciones propias de los protagonistas, pero lo cierto es que la magnitud del evento y los movimientos de las diferentes piezas del tablero consiguen mantener nuestra atención.
Pronto van formándose los diferentes bandos, muy acordes con la personalidad de sus integrantes. De este modo, Magneto, viendo que es una fuente de conflictos, se larga por su cuenta. A no mucho más tardar es la Patrulla-X quien abandona el grupo de los buenos, y lo hace precisamente para pactar una alianza con el mismo Magneto. El resto de superhéroes permanecen juntos bajo el liderazgo pactado del Capitán América.
En el grupo de villanos, como era de esperar, Galactus ni se molesta en considerar a sus mortales colegas y también se monta su chiringuito en Mundo de Batalla, mientras el Doctor Muerte arrastra al grueso de supervillanos a su servicio.
El caso es que las líneas de guion que han servido de gancho para el lector no tardan en acontecer. Así, vemos como la Cosa sufre aleatorias transformaciones en Ben, como Hulk se empieza a sentir cada vez más irritable, a Coloso perdiendo el corazón por una alienígena llamada Zsaji, con increíbles poderes sanadores, y finalmente la guinda, el origen del traje negro de Spidey. Sin duda la escena que todos estábamos esperando por lo llamativo de la idea, que además resultará ser el embrión de uno de los más mortales enemigos de Spiderman, Veneno.
Otro de los alicientes está en la incorporación de otros personajes a medida que avanza la serie. En primer lugar, tenemos a dos supermujeres que hacen aquí su presentación en el Universo Marvel. Se trata de Volcana y Titania, dos creaciones del Doctor Muerte a partir de dos simples mortales que no se sabe muy bien de donde han salido, a quienes insufla superpoderes aprovechando la avanzada tecnología del planeta.
A continuación, se suma a la fiesta un villano que no necesita presentación: Klaw, el amo del sonido, que aparece por sorpresa en la nave de Galactus para convertirse en una importante pieza del plan del Doctor Muerte.
Y finalmente, se incorpora al grupo de los buenos Spiderwoman, pero no la Spiderwoman que conocíamos hasta el momento, Jessica Drew, sino un nuevo personaje vestido de negro que responde al mismo alias y sin relación con la mencionada Jessica, ni siquiera a nivel de poderes. Julia Carpenter se llama la chica y su lugar de procedencia es un barrio de Denver que al parecer es el pedazo de la Tierra que el Todopoderoso ha extraído para construir su planeta. Una porción de la ciudad que casi al final descubrimos como incluye a todos sus habitantes, en una de tantas ideas que dan la impresión de ser fruto de la improvisación por parte de Jim Shooter.
En cualquier caso, en gran parte de la serie apenas ocurre nada especialmente relevante dentro de su propio avance. Quitando algunas escenas salteadas más o menos icónicas, la trama se limita a las elucubraciones de los protagonistas acerca de cómo salir de ésta y a los repetidos combates entre los diferentes grupos, en muchas ocasiones bajo argumentos inexistentes. Realmente las líneas de dialogo de Jim Shooter son de lo más básico. Un retorno al pasado más ingenuo de Marvel, pero en unos tiempos en los que se exige mucho más.
Es cierto que quedan imágenes para la historia, especialmente la de Hulk sosteniendo una montaña sobre sus espaldas, pero también otras sonrojantes, como la de Magneto construyendo con partículas de hierro algo tan útil como un peine. La destinataria del utensilio no es otra que la Avispa, que vuelve a sufrir aquí la triste y manida caracterización de mujer coqueta. O ese romance infantil entre el Hombre Molécula y Volcana.
Otro de los inesperados inconvenientes está en la parte gráfica. Mike Zeck realiza un trabajo en general bastante por debajo de sus posibilidades. De hecho, muchas páginas parecen hechas con desgana, o más concretamente con prisas. Mientras que la narrativa no pasa de cumplidora, algunas figuras son indignas de su talento. Zeck apenas nos deja unas pocas imágenes para el recuerdo, y creo que eso es poco para su talento.
Volviendo a la trama, el único personaje que se sale de la tónica general es Galactus, que va a lo suyo y logra traerse a su nave-mundo hacia el planeta. Lo cierto es que el gigantón mantiene en vilo durante largos números a todos los demás personajes, que pasan las horas especulando sobre la posibilidad de que Galactus devore el planeta de marras.
No es hasta los números finales que la trama adquiere mayor épica y complejidad, lo que no impide que prosiga la sensación de dispersión argumental. Y es Galactus precisamente quien condiciona las tácticas del resto de protagonistas. Primero a Reed Richards como mente autorizada de los héroes, que en primera instancia considera que el gigante cósmico puede acabar siendo la salvación, y luego al Doctor Muerte, que trata de aprovechar la ocasión en su beneficio. De hecho, Muerte termina siendo la figura central sobre la que gira todo el acto final. El siniestro villano logra absorber el poder del Todopoderoso convirtiéndose en una especie de Dios que está por encima de todo. Tal es su poder que ni siquiera le seduce la idea de destruir a los que siempre se habían interpuesto en su camino: los superhéroes. Muerte hasta reconstruye su desfigurado rostro, de modo que por primera vez podemos ver su verdadera faz.
Un acto final que nos deja alguna imagen más de impacto, como la de los superhéroes explotando en pedazos y el posterior primer plano del escudo del Capitán América hecho trizas.
Por supuesto, el Todopoderoso todavía no había dicho su última palabra, lo que nos lleva al giro final con el que finaliza la serie.
El siguiente capítulo para los protagonistas lógicamente hay que buscarlo once meses atrás en cada una de sus series regulares. Quitando los supervillanos, de quienes desconocíamos su destino. El Hombre Molécula y sus infinitos poderes se encargan de devolverlos a la Tierra usando el pedazo de Denver como improvisada nave, mientras que Reed Richards devuelve a los héroes cada uno a su lugar de procedencia (bueno, más o menos) en la Tierra, con una sola excepción. Como bien sabíamos desde hacía once meses, la Cosa decide permanecer en Mundo de Batalla, pasando Hulka a ocupar su lugar en los Cuatro Fantásticos.
Y bueno, Lockheed, el dragón mascota de Kitty, desaparecido durante toda la serie, reaparece por sorpresa al final acompañado de una amiga de su misma especie. La consecuencia de ello también la conocíamos, a través de las páginas de la Patrulla-X.
Los únicos cuyo destino queda en el aire son el Doctor Muerte y Klaw, que acaban volatilizados por obra del Todopoderoso, que también parece evaporarse.
Como añadido especial, esta edición también lleva incluidos un par de episodios de la colección What If? dedicados a las Secret Wars, por supuesto.
Conclusión.
Secret Wars es, básicamente, una historia de buenos contra malos bajo argumento simplista y un trabajo de diálogos de carácter más infantil de lo deseado. Sin embargo, la dimensión del proyecto, las expectativas creadas en las colecciones individuales y unos cuantos golpes de efecto logran seducirnos lo suficiente para mantener nuestro interés a lo largo de toda la lectura.
En cualquier caso, una serie de indiscutible importancia histórica para el cómic de superhéroes y para el Universo Marvel, que no es poco.
Enlace a la ficha:
- Reseñas: Secret Wars: Marvel Héroes: Integral (1984-1985) - 29 julio, 2025
- Reseñas: Los Tres Guerreros: «El Estandarte del Cuervo y otros relatos» (1976-1988) - 22 julio, 2025
- Reseñas: Biblioteca Marvel 95: Daredevil 8 (1968) - 17 julio, 2025
Una historia muy entretenida y con un montón de personajes (cuando ya no era una novedad pero casi, y todavía relativamente raro, más todavía como evento editorial que afectase a otras colecciones) y muy bien dibujada (aunque fue un pequeño infierno acabarla en plazos). Todavía agradable de revisitar pese a no ir sobrada de profundidad (tampoco le hacía ninguna falta para lo que se pretendía …aparte de lo de vender muñecos). Pena que después se tomase como ejemplo editorial de como había que hacer cómics (y de qué se hiciese una secuela …e imitaciones).
Y felicitar a Rockomic por su trabajo, claro. El hombre es envidiablemente (envidia de la buena, si es que eso existe en este mundo) productivo (y sin rebajas de calidad).
Siempre me chocó que hay ciertos personajes cuyas personalidades… digamos que están como poco desdibujadas y a veces hasta son contradictorias con su esencia.
Algunas de isiones son a conveniencia del guion (algo que ya pasaba antes en Lis Vengadores de Shooter…y de Michelinie).
Decisiones.😓
A mi en su día me encanto ……buen trabajo ROCKOMIC
Todavía resulta disfrutable.