Como anunciamos antes del parón veraniego, este mes nos toca comentar la primera adaptación cinematográfica de un personaje Marvel. Dado el revuelo levantado por su reciente adquisición por parte de Disney, esta sesión del Cineclub no podría ser más oportuna. No sólo porque su protagonista haya sido durante años el principal punto de fricción entre ambas empresas, sino porque además el estreno de «Howard, un nuevo héroe» resultó paradójicamente decisivo para dicha alianza.
Puede considerarse que la primera mitad de los años 80 fuera una época dorada para George Lucas, en pleno auge de la primera trilogía de La Guerra de las Galaxias y de Indiana Jones. Sin embargo, en plena crisis personal tras su divorcio y en números rojos por la factura de emanciparse de Hollywood con la construcción del Rancho Skywalker, Lucas necesitaba urgentemente un taquillazo. El único éxito comparable al de Star Wars por entonces era la adaptación de Superman, por lo que el paso lógico era dirigirse a la principal competidora de DC, Marvel. No en vano, el germen de su saga galáctica había sido un intento de adaptar Flash Gordon, frustrado por no haber podido hacerse con los derechos del personaje, y la propia Casa de las Ideas estaba asimismo deseosa de dar el salto a la gran pantalla. Lo que no es tan fácilmente comprensible es porqué, de entre todo el catálogo de personajes a su alcance, se decidieran por adaptar precisamente a Howard el Pato.
Aunque se añadiera “un nuevo héroe” al título de la película para su distribución en Europa, donde el personaje era prácticamente desconocido, en realidad Howard ya tenía más de una década a sus espaldas y era un personaje de culto en Estados Unidos. Había protagonizado nada menos que una serie, una revista, y una tira de prensa, a pesar de que su creador, el guionista Steve Gerber, confesó que nunca se planteó al presentarlo que pudiera llegar a tener continuidad en el Universo Marvel. Como ya comentamos en el post de Blade, en los años setenta la Marvel de Roy Thomas intentaba superar la primera contracción del mercado superheroico desde el comienzo de la Edad de Plata abriéndose a nuevos géneros, en lo que Stan Lee bautizó como “segunda ola”. Steve Gerber era uno de los principales exponentes de esta nueva generación de autores, creando para Marvel también al Hombre-Cosa, Los Guardianes de la Galaxia o Simon Garth (Zombi).
Pese a su apariencia infantil más cercana a los funny animals que al género superheroíco, Howard apareció por primera vez en una revista de terror, concretamente en el número 19 de “Adventure into the fear”, de 1973. En dicha serie, el Hombre-Cosa protegía un nexo dimensional en el centro de un pantano, del que emergió Howard procedente de otra Tierra en la que los patos eran la especie dominante.
Estéticamente, Howard es una especie de parodia agria de Donald, del que le separa su carácter cínico, subversivo y decididamente antiheroico. Tampoco es que el propio Donald sea ningún modelo de buen comportamiento, pero a diferencia suya, las aventuras de Howard carecen de toda moraleja y se enmarcan en un ambiente desatadamente surrealista y experimental, en el que abundan juegos metanarrativos, parodias de ciencia ficción e incluso política, llegando por ejemplo a presentarse a las elecciones que siguieron a la dimisión de Nixon tras el escándalo del Watergate.
Howad era en definitiva lo más parecido a un cómic underground que podía encontrarse en Marvel. Fue aclamado por la crítica y dentro de su género funcionó también a nivel de ventas. Otra cosa es que, pese a la visión de Lucas, dicho éxito pudiera transplantarse a los gustos cinematográficos de los años 80. Y lo cierto es que conserva gran parte de su carácter original: también fuma puros, le gustan mucho las hembras (en el caso de las humanas, sus traseros concretamente) y viste de traje y corbata (al menos hasta su llegada al planeta Tierra donde vestirá cierto tiempo con la única vestimenta que encuentra en las tiendas, ropa de la sección infantil). El carácter del personaje en la película tiene la misma inclinación liberal, pragmática y pasota que el personaje de papel pero estamos ante una película para todos los públicos asi que este encantador patito (como le llama Lea Thompson en la versión doblada al castellano) tenía que serlo y no solo parecerlo. Este Howard está más humanizado que el personaje de cómic que es mucho más surrealista. También el tono del resto de personajes de la película aún rozando lo peculiar y outsider entran dentro de la normalidad al menos en el prisma ochentero de pelos imposiblemente voluminizados por laca o looks brillantes. El personaje de Lea Thompson que interpreta a Beverly solo conserva el nombre respecto a su homóloga de cómic: es la cantante de un dudoso grupo de rock de chicas llamado Cherry Bomb en vez de una modelo de posados de arte, pero la relación pato-humana resulta igual de ambigua que en el cómic marvelita.
Dirigida por el desconocido Willard Huyck en 1986, la adaptación al cine de “Howard, un nuevo héroe” fue guionizada por Gloria Katz, la mujer del director y coguionista de “El Templo maldito”, como es sabido también producida por George Lucas. Lucasfilm y Universal Pictures no repararon en gastos; como prueba una anécdota, la producción de Howard supuso 37 millones de dólares de presupuesto de los cuales nada menos que 2 millones se destinaron a la fabricación del traje de Howard (se utilizaron ocho actores enanos para enfundarse el traje). Y prometía como un filme de gran presupuesto y actores de gran caché en la época como Lea Thompson, que acababa de triunfar en “Regreso al futuro”. Pero fue un fracaso en taquilla llegando a recaudar poco más que el presupuesto invertido. De hecho suele aparecer en las listas de las películas más criticadas negativamente y ganó cuatro Razzies, incluida la única nominación a los mismos de la carrera de Tim Robbins, quien a día de hoy confiesa que todavía no entiende esta película. Sin embargo, pese a su fracaso, ha servido de inspiración a numerosas series de televisión, que reproducían el esquema del comic: la parrilla televisiva se llenó de extravagantes criaturas antropomórficas que corrían mil aventuras en ambientes cotidianos que les eran ajenos, como por ejemplo la exitosa Alf.
Las relaciones entre todos los personajes son demasiado ingenuas y poco creíbles incluso para una película dirigida supuestamente a menores, y decimos supuestamente porque su público no está definido, la narración pasa de enseñarnos el top-less de una mujer-pato en la bañera a las aventuras de un joven científico Tim Robbins en su museo de ciencias a una escena subida de tono en un sauna. Es una rareza bastante incomprensible de humor cáustico, uno de los productos más desconcertantes de los últimos tiempos, al que no hay literalmente donde agarrarse, máxime cuando a mitad de la cinta da un abrupto cambio de tono para pasar a un registro mucho más aventurero. A esto hay que añadir que la imagen del personaje, su vinculación a Lucas e incluso la propia grafía empleada en el cartel, similar a la de Indiana Jones, hacía pensar a un público desubicado que se encontraba ante una película mucho más blanca, infantil. No hay que irse muy lejos: pregúntale a cualquier persona de 30 años y te dirá que la visionó cuando tenía menos de 10.Y que aunque en parte le desconcertara, forma parte de sus mejores recuerdos cinematográficos.
Mientras el cómic de Howard está plenamente integrado en el Universo Marvel, la película omite cualquier otra referencia aparte de la presencia de Howard y Beberly. El tono mordaz de los personajes más extraños del cómic lo encontramos reflejado en el filme en el personaje del doctor Jennings, el creador del experimento que trae accidentalmente a Howard desde Patolandia al planeta Tierra. Cuando el científico intenta arreglar la máquina para devolver a Howard a su casa, ocurre un extraño suceso típico mezcla de la ciencia ficción de los 50 y de la fantasía puppet de los 80: otro extraterrestre aterriza en nuestro planeta pero no en carne y hueso, o plumas y pico, sino que posee el cuerpo del doctor; es un Señor de las Tinieblas del Universo, personaje un tanto ridículo comparable al Hombre Nabo de los cómics de Howard por su similitud entre la simbiosis alien-humano, aunque en el caso del filme es una relación mal avenida y que no llega a alcanzar las cotas de surrealismo del original. Merece mención el maquillaje del actor Jeffrey Jones (intérprete acostumbrado a caricaturizarse como demostró en Sleepy Hollow o Ed Wood), capaz de mostrar de forma creíble la evolución de la posesión demoníaca del doctor. La representación del monstruo del desenlace supone una gran labor de integración de la animación por stop-motion con los personajes reales, con el encanto anterior al actual predominio de la infografía.
Pese a todas las diferencias que podamos destacar respecto a la obra original, como adaptación el guión se marca un gran detalle al dar empleo a Howard, de entre todas las posibilidades, en una sauna. Dicho pasaje puede descolocar a los espectadores que acudan con el código de una película infantil, como una extravagancia que no acaba de integrarse en la trama, pero a nivel de subtexto supone todo un justo reconocimiento a la figura de Steve Gerber. El creador y guionista de Howard fue despedido de Marvel a finales de los 70 a consecuencia precisamente de la inclusión de una sauna en la tira de prensa de Howard, e incluso llegó a demandar a la editorial por la propiedad del personaje.
La cuestión de los derechos de Howard merece un inciso aparte, pues ilusstra hasta que punto está el personaje vinculado al carácter de su creador. Para costear los gastos del litigio, Gerber creó junto a Jack Kirby (quien también se enfrentaba con la Casa de las ideas por la propiedad de sus páginas originales) una nueva colección protagonizada por otro pato antropomórfico, “Destroyer Duck”, que juraba vengarse de una malvada corporación que había raptado a un amigo suyo idéntico a Howard. Aunque finalmente llegó a un acuerdo con Marvel antes del estreno de la película, Gerber pudo resarcirse diez años después, cuando se hizo cargo simultáneamente de los guiones de sendos cruces de Destroyer Duck con Savage Dragon, y de Howard con Spiderman y Gámbito, en 1996. Como si se tratara de un crossover no oficial, ambas historias comparten una escena en sombras en la que las siluetas de los otros personajes son recíprocamente reconocibles. Mientras que desde la perspectiva de Spiderman éste vuelve con Howard al Universo Marvel, en el número de Savage Dragon se deduce que Howard pasó con el pseudónimo de Leonard al universo de Destroyer, controlado por Gerber, y el de Marvel ¡es un clon!
También Disney amenazó con demandar a Marvel por las excesivas similitudes entre Howard y Donald, lo que podría haber dado al traste con los planes de adaptarlo al cine. Marvel aceptó los cambios impusestos en su diseño (ojos, pies, y que llevara pantalones), tal y como Howard aparece en la película. Ambas partes establecieron asdemás que Disney supervisaría futuros rediseños del personaje, pero cuando Gerber volvió a hacerse cargo del mismo en una miniserie de 2001, volvió a encontrar la manera de saltarse dicha limitación: transformó temporalmente al personaje en una rata, que recordaba casualmente a Mickey.
Sin embargo, después de tantas vueltas, al final la película no funcionó en taquilla, y a partir de entonces poco importaron los conflictos de derechos, al dejar de haber negocio. El personaje quedó prácticamente muerto tanto fílmica como editorialmente, aunque de alguna manera ha logrado seguir haciendo apariciones esporádicas y protagonizar algún que otro especial e incluso una miniserie, pero nunca ha recuperado el pulso y la relevancia de que gozó en los 70. Gerber murió el año pasado, dejando huérfano a su personaje, y la compra de Marvel por Disney no parece tampoco hacer abrigar esperanzas respecto a su futuro.El descalabro comercial de la adaptación de Howard limitó las ambiciones cinematográficas de Marvel a telefilmes y proyectos dirigidos directamente a video al menos hasta el estreno de Blade, tras 12 largos años dominados incontestablemente por las sucesivas adaptaciones de Batman. Pero aún tuvo otro efecto a largo plazo que sólo ahora podemos empezar a atisbar: al límite de la bancarrota, George Lucas tuvo que deshacerse de Graphics Group, la división de Lucas Films encargada de la entonces incipiente animación por ordenador. Steve Jobs la compró por 5 millones de dólares, lo que podría parecer ajeno al futuro fílmico de Marvel hasta el reciente anuncio de la incorporación de Marvel a Disney. Porque poco después de independizarse de Lucas, aquel pequeño estudio de animación cambió su nombre a… Pixar.
Sigue viajando…
Descubre las grandes y las pequeñas historias detrás de las películas Marvel en nuestro libro “El viaje del superhéroe. La historia secreta de Marvel en el cine”.
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Lo de Tim Robbins llamando fascistas a los policías son pequeñas joyas de las que no te das cuenta cuando la ves de crío… 🙂
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Es una peli a la que le tengo cariño. Como también a la comedia Adventures in babysitting, también con contenido marvelita (niñita admiradora del Dios del Trueno …y Vincent D’Onoffrio joven).
Vincent D’Onoffrio.
Aventura en la gran ciudad (Adventures in babysitting) para los que ya peinan canas (si todavía pueden peinar algo😈).
Por cierto, Marvel ya hacía sus «parodias» del Pato Donald (y de Mickey …y Oswald) en los lejanos cuarenta de la Era Timely.
Aunque aquello eran funny animals para niños pequeños, claro.
Pena que no se haya publicado acá en la línea MLE (falta de valor de SD) el Howard the Duck Magazine. Y que ni en los USA se hayan recopilado adecuadamente sus comic-strips (con lo de Gerber & Colan me contestaba, pero si es edición completa mejor, claro).
En la Era de la postverdad (y los Trumpistas, Tea Party’s y similares) el vinagre de Howard es más necesario que nunca.
Su peli era solo humor y aventura ligera, pero también tenía su aquel (y sin duda era divertida …y se atrevía a no huir de forma clara de la atracción zoofila entre Beverly y su patito gruñón en un mundo de monos sin pelo).
Marvel ya está tardando en apostar en serio en cine o TV/plataformas por Howard (hasta ahora, como su coleguita el Hombre-Cosa, mero secundario ocasional …Howard ni eso, reducido todavía a cameos, aunque hubo proyectada abortada serie de animación), coño. …Bueno, por mí podían hasta ir metiendo al «monstruo» (La Criatura) de Frankenstein (un rato bien estaban sus dos seriales setenteros en cómic), el «Hombrefibio» y a N’Kantu (el Momio Viviente). Shanna! Ka-Zar! …Hermano Vudú! («Loa & Order», que decía con guasa Fred Hembeck).
Por cierto, esta peli es canon en el Universo Marvel (pero el de las viñetas …leer la serie de Howard de Chip Zdarsky, comedia ligera simpática que no llega a las suelas de la etapa Gerber, pero que será más fácil de asimilar por el marvelita no hard).
En la misma se establece además a Lea Thompson como tía de Eugene («Flash») Thompson.
Peli injustamente valorada (especialmente por la crítica, aunque ya hay cierto tímido revisionismo al respecto) pero por lo general bien considerada por la chavalada (acá mucho más vista gracias a su emisión en las tardes se los fines de semana de TVE1, por supuesto) que la vio en su día (aunque la peli diría que estaba más hecha para adolescentes con el pavo y en rebeldía por ese tipo de humor ya algo cáustico a veces y los detalles sexys, la vieron muchos más niños que adolescentes).
La adaptación al cómic (acá inédita …como también la de Blade Runner dibujada por Al Williamson, la de Krull dibujada por Bret Blevins, la de Meteor dibujada por el gran Gene Colan, la de Time Bandits dibujada por David Lloyd, la de Labyrinth dibujada por John Buscema y Romeo Tanghal, la de Sheena dibujada por Gray Morrow, la de The Black Hole dibujada por Jack Kirby, la de 2001, también de Kirby o la de 1941, obra de Rick Veitch & S.R. Bissette) , dibujada por Kyle Baker, no era de las de primer orden (pero tampoco odiosa (como otras de la época). Kyle Baker también dibujó la adaptación al cómic (otro giro de rueda completando el círculo) de la peli de Dick Tracy.
Y una pena que acá también esté inédito lo del Destroyer Duck, oigan. O el muy irreverente Stewart the Rat de Gerber.