Reseñas: Biblioteca Marvel 37: El Increíble Hulk 3 (1965-1966)

Aviso de posibles spoilers si nunca has leído estos cómics.

En el segundo tomo de la presente serie veíamos como Hulk volvía a disfrutar de aventuras propias, esta vez bajo la cabecera Tales to Astonish. Stan Lee tomaba el mando de nuevo como cabeza pensante en el reinicio del monstruo verde, acompañado primero por Steve Ditko y posteriormente por Jack Kirby.

Esta tercera entrega de la Biblioteca Marvel de Hulk avanza en la línea iniciada en el anterior volumen en cuanto a guiones, pero el apartado gráfico, en cambio, representa un pequeño retroceso.

Jack Kirby sigue obsequiándonos con su lápiz en todos y cada uno de los episodios contenidos en este tomo, pero, a diferencia de lo realizado en el anterior, su trabajo aquí se limita únicamente a los bocetos. El resultado son una serie de números narrativamente ágiles, pero estéticamente deficientes. Mike Esposito, Bob Powell, Scott Edward, John Romita y Bill Everett se reparten el dibujo a lápiz, siempre sobre el abocetado de Kirby. No hace falta decir que el número de John Romita queda muy por encima del resto, que completan resultados francamente pobres en muchos de los casos. Por lo menos los episodios de Bill Everett, que entra en la parte final para quedarse durante unos cuantos números, gozan de un estilo personal y reconocible, aunque más propio de tiempos pasados.

El hándicap de los acabados en el arte visual no impide que los guiones den para un razonable entretenimiento.

De entrada, estos episodios cuentan con algunos momentos de relevancia para la colección y para el propio UM.

Es en esta serie de números cuando la identidad de Hulk/Bruce Banner deja de ser confidencial cuando Rick Jones, creyendo muerto a su amigo, decide desvelar el secreto.

También está la primera aparición del Imperio Secreto. La organización criminal, que el futuro protagonizaría una de las sagas más recordadas del Capitán América, irrumpe aquí en un arco que tendrá continuidad en el siguiente volumen.

Por mucho que los guiones sean un perfecto modelo de la inocencia de la Marvel inicial, no hay demasiado espacio para el aburrimiento a tenor de la cantidad de lances por los que pasa el protagonista.

Tenemos que Banner pasa por una situación en la que su cerebro controla el cuerpo de Hulk, pero debe evitar transformarse porque lleva una bala albergada en su cabeza.

Luego, Hulk es enviado por el Líder al planeta del Vigilante y posteriormente viaja en el tiempo a un futuro apocalíptico en el que debe hacer frente al villano del momento, que no es otro que el Verdugo, el asgardiano, montado en unas naves que parecen inspiradas en La Guerra de los Mundos.

Finalmente, se las ve contra Hércules en el choque de titanes de turno, justo antes de encontrarse envuelto en la guerra entre Tyrannus y el Hombre Topo por el control del mundo subterráneo.

Y en medio de todo ello, las tropas de «Trueno» Ross y su permanente persecución del gigante esmeralda, en esa aproximación al género bélico que le da ese toque tan personal a la colección.

En lo referente a los personajes de apoyo, ya podemos decir que han encontrado su situación en el tablero de juego, y creo que todos ellos disfrutan de un trasfondo dramático que los hace más interesantes. Rick Jones no puede dejar de sentirse responsable de todo lo que le ocurra a Banner e incluso a Hulk; Betty vive permanentemente angustiada por la suerte que pueda estar corriendo su amado, en contraste al terror que le produce su alter ego monstruoso; Glenn Talbot pasa a estar obsesionado con Betty y ve como asoman sus contradicciones internas; sin olvidarnos, claro está, del calvario que vive el propio Bruce Banner. El único que no muestra indecisión, en su rol de militar inflexible, es el General Ross.

El lado más fantasioso e inocentón corresponde a la serie de artilugios que centran buena parte de la atención, pero de los que nunca más se supo. Por ejemplo, la Máquina Definitiva del Vigilante, un simple casco transparente que, ironías de la vida, acaba causando una sobredosis de inteligencia al ser más inteligente, el Líder. O el Cañón-T, un ingenio diseñado por Bruce Banner que un insensato General Ross manda construir y aplicar contra Hulk sin realmente tener ni idea de sus efectos. Y, finalmente, el Misil Orion, otra milagrosa arma que es objeto de codicia para el Imperio Secreto.

Por lo demás, está la presentación de Bumerang, un supervillano de segunda que viene enfundado en un su primer y horrendo traje, así como algún otro maloso de aparición única.

Conclusión.

En la parte escrita creo que hay un avance respecto al anterior volumen. Sin pasar todavía de un correcto entretenimiento, pero ya con las intenciones bastante claras sobre hacia donde debe dirigirse la colección.

El apartado gráfico, en cambio, representa un pequeño retroceso, pero más que nada a nivel de acabados.

Afortunadamente, en los siguientes tomos las aventuras de Hulk no harán más que mejorar.

Enlace a la ficha:

Loading

rockomic

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.