Reseñas: Biblioteca Marvel 7: Los Cuatro Fantásticos 3 (1963)

Aviso de posibles spoilers si nunca has leído estos cómics.

Vamos con el tercer tomo correspondiente a la colección de la primera familia de Marvel, la más representativa del legado que nos dejaron Stan Lee y Jack Kirby.

La gran obra creada por el mítico equipo de autores sigue su avance en este nuevo volumen que, como el anterior, también cuenta con algunas primeras apariciones.

La presentación más relevante corresponde sin duda a la figura del Vigilante. Un personaje clave para el futuro, no sólo de los Cuatro Fantásticos, sino del Universo Marvel.

La aparición de este personaje en el número 13 provoca un giro de los acontecimientos que creo que supone un paso adelante en cuanto a guiones más elaborados.

Curiosamente, un número en el que los lápices de Kirby cuentan con el entintado de Steve Ditko, circunstancia que confiere una estética sensiblemente diferente a sus páginas.

En este mismo episodio también tenemos la presentación de otro de los villanos clásicos del cuarteto: el Fantasma Rojo, siempre acompañado de sus súper simios.

El otro villano clásico que hace su debut en este volumen es el Pensador Loco, que también cuenta con el favor de una creación suya: su característico androide de ilimitados poderes.

Las capacidades del Pensador (calcular de forma exacta el tiempo que se tarda en hacer cualquier cosa) son tan naif e inverosímiles como las de su futuro socio el Amo de Marionetas. Villanos, ambos, muy de la época por los que el tiempo no ha jugado en su favor.

El Amo de Marionetas, precisamente, también interviene en este tomo. El títere víctima de sus poderes está vez es Namor. El atlante ya empieza a dejar atrás su primeriza naturaleza de villano, acomodándose ya en su clásica condición de antihéroe.

Lo que sí se mantiene es el uso de Namor como pieza del triángulo amoroso junto a Sue y Reed. Y el impulso carnal que despierta Sue por el atlante, lejos de aplacarse, parece ir a más.

Como ya ocurría en el anterior tomo, las situaciones de esta índole, relativas a la personalidad y trato del sexo femenino, nos traen tantas de cal como de arena. Porque al otro lado de la balanza se sitúa la escena en la que el General «Trueno» Ross le suelta a Sue que su trabajo debe consistir en mostrar su belleza para levantar la moral de sus compañeros. Lo peor no es que los otros tres Fantásticos asientan, sino que la propia Sue lo acepte con toda normalidad. La escena es bochornosa vista desde cualquier perspectiva, pero en estos casos es más necesario que nunca trasladarse a unos tiempos en los que esta mentalidad machista estaba a la orden del día.

En este tomo nos encontramos por primera vez episodios en los que se aprovecha para presentarnos a otros personajes de la casa que ya contaban también con serie propia, caso de Hulk y el Hombre Hormiga. Aunque el espectáculo de ver a las dos montañas de músculos de la casa, Hulk y la Cosa, en una exclusiva pelea cuerpo a cuerpo todavía tendría que esperar un poco más.

Luego, está la infaltable amenaza comunista. Aunque, a diferencia de la mayoría de títulos de estos inicios de la Era Marvel, en los que se recurre a la amenaza roja en los primeros episodios, en el caso de los Cuatro Fantásticos no es hasta el número 12 que vemos la aparición de algún maloso bajo esta ideología.

Para terminar con el apartado relativo a los villanos, no podía faltar el archienemigo del cuarteto. El Doctor Muerte es el antagonista en los dos números que cierran el tomo, quizás los más entretenidos del paquete. Episodios en los que, además, se produce el primer viaje al Micromundo en el Universo Marvel.

Para finalizar, los miembros del cuarteto siguen creciendo muy poco a poco en el desarrollo de sus personalidades. La Cosa sigue siendo el personaje que acapara la mayor parte de las miradas. El rocoso miembro sigue con sus transitorias transformaciones a Ben Grimm, pero aquí entra en juego un nuevo elemento: Alicia. Ben descubre cómo su invidente novia lo prefiere en su versión monstruosa, hasta el punto de que siente estar tocando a un extraño cuando acaricia la piel del Grimm humano.

Conclusión.

En este tercer tomo, no se aprecia un gran paso respecto al anterior, en la evolución de los argumentos y del trabajo de guion y dibujo.

Siguen siendo historias un tanto inocentes vistas hoy en día, pero avanzadas a su tiempo en el momento que fueron realizadas.

En definitiva, historias que edifican tanto el universo propio de los Cuatro Fantásticos como el Universo Marvel en sí mismo, sin las cuales no podríamos entender todo lo que pronto nos encontraremos.

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rockomic

6 Comments

on “Reseñas: Biblioteca Marvel 7: Los Cuatro Fantásticos 3 (1963)
6 Comments on “Reseñas: Biblioteca Marvel 7: Los Cuatro Fantásticos 3 (1963)
  1. Namor venía a ser como el Rodolfo Valentino de la serie en estos primeros años (cuando no ejercía de histrión antisuperficie en plan histérico… porque si no lo caracterizadas de histérico resultaba que tenía razón y que los héroes defendían un status quo corrupto de gobiernos y empresas que estaban contaminando el mundo …y en el proceso alterando el clima de forma suicida para su propia especie).

    • Stan «The Man» tampoco era mucho mejor. Machista ya era un poco (Alan Moore ya lo referenció en los primeros ochenta, tampoco descubrimos nada a nadie) …recordemos que muuuucho tiempo después escribió aquello de las Femizonas, que revelaba mucho sobre sus temores respecto al feminismo (y un poco que ya le costaba conectar con los nuevos tiempos). Tampoco era aquello tan novedoso, las primeras representaciones Marvel de las feministas (como la primera Valquiria y sus Liberadoras) fue como histéricas manipulables (o directamente locas malvadas, como La Asesina de Hombres, nombre completamente descriptivo). Solo que en los setenta el representar una sociedad femenina como una pesadilla a la que temer ya olía mal, claro )ya no se tragaba con todo como en los primeros sesenta …ni disfrazandolo de distopía).

      • Sí, Stan parecía el arquetipo de americano conservador que vota al partido republicano.
        Aunque en los 60 casi todos parecían salir de esa misma cueva, la verdad. 😉

        • El machismo era transversal entre la gente de su generación, no tenía mucho que ver con un partido (lo mismo en el Reino Unido …anda que no había machismo entre los laboristas!)

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