Reseñas: Capitán América: Omnigold 5: «La Saga del Imperio Secreto» (1974-1975)

El cuarto tomo recopilatorio de la colección del Capitán América, daba inicio a la etapa guionizada por Steve Englehart, ocupando, de hecho, gran parte de su grosor.

El presente volumen, el quinto, viene a completar la estupenda andadura de Englehart por la serie del vengador abanderado.

En los primeros números, el citado escritor titular cuenta con la ayuda de Mike Friedrich, básicamente como guionista. Pero los argumentos o tramas siempre corresponden a Steve Englehart.

En el apartado gráfico, Sal Buscema también da continuidad a su larga estancia en la colección. Y lo hará todavía durante la primera mitad del volumen reseñado.

Antes de adentrarnos en la fundamental línea argumental que pone título al tomo, quien centra mayor atención es el socio del Capi, el Halcón. Tras la reciente adquisición de superfuerza por parte de su compañero, Sam Wilson insiste en manifestar su insatisfacción por la patente desigualdad de fuerzas en la sociedad.

Así que no hay otra que intentar atribuir nuevas habilidades al Halcón. Y ahí surge la ocurrencia de llamar a la puerta de Pantera Negra. La sofisticada tecnología wakandesa soluciona la papeleta, adaptando unas alas con las que el Halcón podrá planear y acometer a los villanos desde el aire.

De aquí surge una pequeña línea argumental protagonizada por el propio Halcón, bien acompañado por Pantera Negra. Situación que sirve de banco de pruebas para su nuevo «superpoder», enfrentándose a un flojeras como Cara de Piedra, para empezar.

Todo ello justo antes de volver a los EUA al lado de su compañero, que ya empezaba a verse envuelto en la siguiente y relevante saga.

La Saga del Imperio Secreto, propiamente dicha.

Todo empieza cuando el superhéroe abanderado se ve envuelto en un contubernio para intentar desacreditarle, por medio de varias acciones.

La escisión de Hydra llamada el Imperio Secreto resulta estar detrás de todo ello. Su objetivo confeso es el de conquistar los Estado Unidos de América con el fin de recuperar sus valores. En realidad, un pretexto para lo que es un asalto al poder por el poder.

La desacreditación del símbolo de América, el Capitán América, marca una de las prioridades de la organización. Y lo consiguen, para situar en su lugar un sustituto, Piedra Lunar, tras haberse ganado el favor de las masas mediante manipulación.

La saga termina en uno de los desenlaces de mayor impacto, quizás de la historia de Marvel, al descubrir el Capitán América la identidad del Número Uno, líder de la organización criminal.

Englehart y Buscema no nos muestran el rostro del líder de Imperio Secreto, ni siquiera nos confirman su identidad, pero es evidente de quién se trata. Por si fuera poco, durante el transcurso de la saga, Englehart nos ha estado enviando inputs, en forma de menciones al caso Watergate, que han ido encontrando acomodo en el subconsciente de los lectores.

Este final es el que eleva a esta saga a los altares de los eventos más reconocidos de la Marvel setentera.

Y lo es por su atrevimiento al poner en cuestión los valores de la sociedad americana. Unos valores que representan la esencia del personaje, en los que creía firmemente, y por los que se viene abajo.

Es un mazazo para nuestro protagonista como lo fue Watergate para la sociedad estadounidense. Un baño de realidad para el Capi, que se desarrolla en paralelo a la caída de Nixon en el mundo real.

La consecuencia es la renuncia de Steve Rogers a su identidad superheroica, el fin del Capitán América. Es un antes y un después para el personaje y para la colección.

Cómo digo, en el significado, el desenlace y las consecuencias está el valor y trascendencia de la saga. Sin embargo, el desarrollo de la misma considero que es un tanto irregular.

La intervención de la Patrulla-X como parte afectada me parece una buena idea. Y que el Imperio Secreto use las ondas cerebrales de los mutantes como arma aporta las necesarias dosis de entretenimiento.

También es muy interesante la habitual destreza de Englehart empalmando hilos argumentales de aquí y allí, normalmente de colecciones guionizadas por él mismo.

En este caso, desarrolla una secuencia de flashbacks referentes a episodios vividos en las colecciones de los Vengadores, la Bestia y Hulk, todos ellos con participación de miembros de la Patrulla-X, y les da continuidad enlazándolos a la presente trama.

Pero, por otro lado, el conjunto de la trama creo que quiere abarcar más de lo que precisa. Demasiada densidad de lances y algunas intervenciones que no convencen.

Además del abuso de secuencias explicativas en flashback que entorpecen la lectura.

No faltan las clásicas ideas de bombero de Steve Englehart. Por ejemplo, la deducción que hace el Capi de que hay que buscar a Piedra Lunar en Nashville, porque el tipo ha hecho varios comentarios referentes a la música country. Por si fuera poco, el Halcón va y le dice que ni se había dado cuenta, por razones obvias. Sí, ya se sabe que el country no es precisamente el estilo preferido de los afroamericanos.

Luego, resulta que el mutante y fugitivo Banshee está oculto en Nashville, y andado por la calle se da un golpe fortuito ¡con el Capitán América! ¡Será que no hay gente en Nashville!

En cuanto a la escena en la que los héroes entran en la base del Imperio Secreto, es bastante ingenua. Nuestros héroes se infiltran con una facilidad de chiste, y ni se les pasa por la cabeza sospechar que se trata de una trampa.

O la aparición de Peggy Carter y Gabe Jones, como previamente infiltrados, un poco metida con calzador.

La llegada del Nómada.

Si la concluida saga del Imperio Secreto me resulta brillante en su resolución y desigual en su ejecución, la que le sigue, la saga del Nómada es, desde mi punto de vista, el momento culminante de Steve Englehart como guionista del Capitán América.

La renuncia del Capitán América es un hecho, pero el Halcón sigue en la brecha, y de ninguna manera va a seguir los pasos de su compañero.

Así que entramos en uno de los mejores arcos de toda la etapa, en el que el Halcón se enfrenta al supervillano Lucifer por partida doble. Tras permanecer exiliado en otra dimensión, Lucifer logra instalarse en el cuerpo de Rafe Michel, el matón aparecido en anteriores episodios de la colección.

Pero se ve obligado a compartir su poder con Aries, el miembro del Zodiaco, que se convierte en un segundo Lucifer. El mafioso Morgan también está metido en el ajo, y finalmente un Steve Rogers encapuchado no tiene más remedio que ayudar al Halcón, cosa que sienta como una patada al afroamericano.

Un paso más hacia la adquisición de una nueva identidad superheroica por parte de Steve Rogers, que termina por hacerse realidad en el siguiente episodio. Y es precisamente un amigo vengador, bajo la identidad secreta del Arquero Dorado, quien hace evidente a Steve que puede renunciar a ser el Capitán América, pero no necesariamente a su condición de superhéroe.

Grandísimo planteamiento, por parte de Englehart, que deriva en el nacimiento del Nómada.

Y, a nuevo superhéroe, nuevo desafío villanil.

Madame Hydra adopta la identidad del Víbora para liderar al nuevo Escuadrón Serpiente. El grupo lo completan Cobra, Anguila y la Princesa Pitón. Pero eso no es todo, porque al grupo se une el atlante Krang, armado con la Corona Serpiente, ni más ni menos.

Entramos, pues, en la segunda trama correspondiente a la saga de la Corona Serpiente, tras la inicial en la colección de Namor.

Hace aparición Namor, que es el primero en conocer la identidad del Nómada, mientras el grupo de supervillanos pretende controlar la petrolera Roxxon. Esta corporación hace así, su primera aparición en el Universo Marvel.

El arco contiene una de las escenas más brillantes de esta época en Marvel, el enfrentamiento en el cine mientras se emite un documental sobre el Capitán América. Genial.

El arco al completo es, para mi gusto, uno de los más emocionantes que ha guionizado Steve Englehart.

Eso sí, pese a que el arco es magnífico, no nos libramos de otra idea de bombero del bueno de Steve. El disparatado plan de los malhechores consiste en reflotar al viejo continente de Lemuria, invirtiendo las bombas de una plataforma petrolífera. De esta forma, los lemurianos se verán obligados a volver bajo las aguas, y así todos sus secretos quedarán a merced de Krang y sus aliados. Secretos de incalculable poder con los que saquear al mundo entero. Casi nada.

Por su parte, el Halcón se ve abordado por un inconsciente, pero valiente joven dispuesto a enfundarse el uniforme del Capitán América. Con el fin de disuadirlo, Sam se fija en unos ladrones de poca monta con los que pegar cuatro porrazos junto al joven. Pero resulta que detrás de ello está el Cráneo Rojo, ni más ni menos, que se encuentra con la ocasión propicia para vengarse de sus dos máximos enemigos. Genial.

Un final de saga crudo y trágico, en el que Steve Rogers acaba admitiendo que todo ha ido a peor desde que dejó de ser el Capitán América, lo que le lleva a otra profunda reflexión y a una sabia conclusión. El error fue suyo al idealizar un mundo desde un punto de vista irreal. Al creer que el sueño americano no podía ser corrompido y tener una idea equivocada sobre quiénes son los buenos y los malos. Nadie más que él puede asumir la responsabilidad de ser el Capitán América, y cargar no sólo con lo bueno, sino también con lo malo de lo que significa representar a un símbolo.

De esta forma, nace un nuevo Capitán América. Uno más preparado, menos ingenuo.

El antes y el después, más que al final de la saga del Imperio Secreto, yo lo situaría en este punto.

Por cierto. A medio arco tenemos un importante cambio en el equipo artístico, cuando Sal Buscema es sustituido por Frank Robbins. Pronto constatamos que el caricaturesco estilo de Robbins no encaja para nada con el género superheroico. De todas formas, no es un mal dibujo en absoluto. De hecho, a mí me gusta bastante, sólo que corresponde a otra época y a otro tipo de historietas.

No termina aquí el enfrentamiento al Cráneo Rojo. Un enfrentamiento que significará el adiós de Steve Englehart a su largo recorrido por la colección.

Herb Trimpe participa como dibujante invitado en uno de los números del arco, que tiene a Frank Robbins como dibujante estable. De hecho, lo es hasta el final del presente tomo, con la única excepción de un número a cargo de Sal Buscema, además del citado de Herb Trimpe.

Robbins y Englehart dibujan un Cráneo Rojo más violento y despiadado que nunca, cuyo plan es asesinar a los responsables de la política económica de los EUA. Estamos ante una trama de mucha intriga, en la que Englehart mete un apunte de libertad racial con el que irritar al villano nazi. Un coqueteo entre Peggy Carter y Gabe Jones que parece quedarse sólo en eso.

Pero lo relevante del arco está en el último tramo. Para sorpresa de propios y extraños, el Cráneo desvela que el Halcón es una creación suya. Al parecer, no fue casualidad que él y el Capi se encontrarán esa primera vez en la Isla de los Exiliados.

En una larga secuencia, Cráneo Rojo explica como Sam Wilson era un criminal de poca monta que se hacía llamar Snap Wilson, hasta que el supervillano decidió usarlo contra su archienemigo abanderado. Manipuló su mente mediante el Cubo Cósmico y lo convirtió en otro hombre, a la espera de desbloquearlo y poderlo usar contra el Capitán América en el momento propicio.

En otras palabras, Englehart nos está diciendo que todos estos años de amistad entre los dos protagonistas, son una mentira.

Como idea en sí no creo que sea mala, pero cargarse de un plumazo todo lo vivido en un montón de años es una idea que no me satisface mucho.

De todas formas, el arco estaba yendo muy bien hasta este momento.

Por si fuera poco, Englehart deja la colección en pleno misterio por la identidad del Halcón, con lo que la cosa se complica todavía más.

Tras Steve Englehart.

Después de la marcha de Englehart, reina el desconcierto en el puesto de guionista al sucederse varios autores en pocos números.

John Warner es el primer elegido, escribiendo un arco más bien mediocre. El Capitán América es secuestrado y trasladado a un laberinto repleto de trampas y un monstruo llamado el Alquimoide. El responsable de ello es el Druida, ya aparecido en la serie de SHIELD.

El siguiente guionista en tomar el relevo es Tony Isabella. Y aquí, definitivamente, el entramado argumental cae en picado.

Isabella decide resolver el caso del Halcón, que permanece mentalmente ausente, y no se le ocurre otra idea que aplicarle una terapia de choque que consiste en que el propio Capitán América le pegue unos cuantos palos. A partir de aquí no se entiende casi nada.

El Capi atiza al Halcón porque lo que él ve no es a su compañero sino a sus más mortales enemigos, no sé sabe muy bien a causa de qué. El abanderado héroe llega a la conclusión de que es obra del Doctor Fausto que vuelve a jugar con su mente, pero lo cierto es que no se nos muestra ninguna señal, ni de que sea cosa de Fausto, ni de que no lo sea.

Hasta que entra en escena Sombra Nocturna para acabar de confundir al personal, puesto que no nos aclaran si tiene algo que ver con lo que ha creído ver el Capi hasta ahora. Se supone que no, porque lo suyo es otro rollo. Su capacidad se limita a hacerse con la voluntad de cualquier hombre, como queda demostrado en la presente trama, no a crear ilusiones.

En medio de la confusión general, el Halcón despierta y se reconoce como, Snap Wilson, su identidad delincuente, pero va vestido de Halcón y actúa como tal.

Un guion de lo más chapucero del que apenas se entiende nada.

Y para rematar, lo del robot pistolero ya es para no dar crédito a nuestros ojos.

Finalmente, Sam Wilson recuerda también su otra vida como compañero de Steve Rogers, por lo que nos queda un personaje con dos personalidades. Algo así como dos tíos en uno.

La trama finaliza en un inofensivo juicio al Halcón. El número no es tan malo como los precedentes porqué, aun contando con el argumento de Isabella, el guion corresponde a Bill Mantlo, que sabe mucho más de esto.

Pero bueno, no faltan escenas metidas sin ton ni son como la del Zancudo topándose con el Trampero de casualidad, para aportar apenas nada.

Marv Wolfman se encarga de guionizar el último número incluido. En una historia de pura acción, el Capi debe detener al Doctor Fausto -esta vez, de verdad-, en un avión en el que nuestro héroe se ha embarcado de casualidad. Por lo menos es entretenido.

Conclusión.

Tomo altamente recomendable. Uno de los mejores, hasta el momento, entre los que recopilan la colección del Capitán América. Si bien es cierto que los tres anteriores son igualmente recomendables, dentro de cierta irregularidad, y es difícil hacer un ranking.

Quitando el pobre tramo final, el resto es como mínimo bueno, siendo la resolución de la saga del Imperio Secreto y la saga del Nómada por entero, probablemente el mejor tramo vivido por esta colección hasta el momento.

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rockomic

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on “Reseñas: Capitán América: Omnigold 5: «La Saga del Imperio Secreto» (1974-1975)
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  1. Gran tomo uno de los que mas me gusto de los que han salido del Capi en Omnigold junto al siguiente de Jack Kirby el de la bomba loca, uno de mis personajes preferidos. Ahora falta que editen los de Stern y Byrne en Omnigold

    • Una de mis etapas favoritas del Capi (junto con el retorno de Kirby, la etapa de DeMatteis & Zeck, la de Stern & Byrne y la de Brubaker).
      …Y qué decir de Rock y su productividad: en su línea.😎✌️

  2. La saga de los dos capitanes (con el Capi y el Bucky fachorros de los cincuenta), en el anterior tomo, y la del Imperio Secreto, en este, son dos de las mejores del Capi. Todavía.

  3. En este tomo tenemos a Steve Englehart, don Silvio (Sal Buscema), Mike Friedrich, John Warner, Tony Isabella, Bill Mantlo, Marv Wolfman, Frank Robbins y Herb Trimpe. Grandes Englehart y Sal Buscema. Dignos el veterano Frank Robbins (padre del aviador aventurero reconvertido en espía Johnny Hazard), Herb Trimpe, Bill Mantlo y Marv Wolfman. A Warner y especialmente a Isabella mejor no tenerlos más que en un ocasional fill-in. (En el próximo Omnigold reinará Kirby … aunque también andarán por allí Gerry Conway y Sal Buscema).

  4. Sorprende a día de hoy (pero casi más respecto a lo que se podía hacer entonces) que en la saga del Imperio Secreto, un intento de golpe de estado (de los poderosos y corruptos) desde dentro, le dejasen llevar la cosa hasta sus últimas consecuencias, a llevar la corrupción hasta las más altas instancias (una suerte de reflejo superheroico del escándalo Watergate …y que Englehart sugiera con mala baba una salida alternativa a este: el suicidio del jefazo, una vez derrotado). Sorprende menos que Marvel, una vez los de arriba se lo leyeron, decidieran primero olvidarse del tema …y luego reescribir la cosa retrocontinuidad mediante, dejando claro que el suicida (y líder de los conspiradores golpistas) era tan solo un alto funcionario de la administración. Pero nadie nos quita lo bailado.

  5. Englehart se nos adelantó a las «fake news», la postverdad el control del discurso/narratova.
    La participación de los mutantes como secundarios se debe únicamente a que en la práctica estaban sin colección (lo único novedoso en esta eran las portadas, el resto eran reprints).

  6. Y la última consecuencia de la saga: la llegada del Nómada. Una nueva saga (breve, para el provecho que se le podría haber sacado al tema, pero entonces tener a una serie técnicamente sin su protagonista no era factible demasiado tiempo) con varios infortunados aspirantes al título de Capitán América incluso (el pobre Riscoe incluso fue considerado oficialmente uno de los Capitanes América incluso, así lo veían los archivistas Gruenwald, Sanderson y compañía, al menos).

  7. Hoy el Blues también es un género para blanquitos (y nipones) y entrados en años la mayoría. La juventud afroamericana abandonó el género hace décadas. Tienden a identificarlo con la esclavitud (eso los que no lo consideran directamente un género anticuado). El nuevo Blues es desde el cambio de los setenta a los ochenta el Hip Hop.

  8. La agradable saga del Nómada nos deja las visitas del Escuadrón Serpiente, la corona serpiente, Namor (a lo Elvis …cuero negro) y un Cráneo Rojo que se marca un Joker.

  9. Tampoco la relación entre Gabe Jones y Peggy Carter pareció gustar demasiado a los jefazos, pues decidió ignorarse …e inventarle familia retroactiva al ex Aullador (con lo que estaba jugando a dos bandas durante su affaire con la Carter).

    • No olvidemos que en Marvel le tenían más miedo al tema racial (pese a ser muy progresistas para la época …pero sus jóvenes guionistas seguían yendo por delante de la empresa, y eso causaría problemas con McGregor y Englehart) que al político (e intentaban evitar meterse en política).

      • Incluso, antes, durante telediario y medio, habían cambiado el nombre a Pantera Negra para que no coincidiese con ninguna reivindicación ni fuese símbolo de nada (pero nombre y personaje ya estaban demasiado aceptados por el fandom …y Kirby lo diseñó para ser un icono y un símbolo …y lo era … más allá de lo esperado ya).

  10. yo la saga esta la tengo solo por que sale la patrulla-x…..pero nunca me interesó mucho el Capi de Engelhart…..a mi el que me gusta mucho es el de Byrne….

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