Reseñas: Hulk: Marvel Héroes 2: «Muerte y Destino» (1978-1981)

Esta nueva entrega de las aventuras de Hulk pasa por ser el volumen que recoge la etapa guionizada por Roger Stern, aunque, en realidad, se alarga bastante más que eso.

Roger Stern prácticamente estaba dando sus primeros pasos en Marvel cuando entró como guionista de Incredible Hulk, así que estamos hablando de su gran primer trabajo para la editorial.

Stern, que ya se estrenó en unos pocos números al final del anterior tomo, ve completado su trayecto en Hulk en algo más de la mitad de este nuevo tomo. El resto corresponde ya a la larguísima etapa de Bill Mantlo.

Sal Buscema, por supuesto, sigue clavado al puesto de dibujante a lápiz. Y lo que le queda, para nuestra fortuna. Tan sólo en contados episodios cede su lugar a algún artista invitado.

El guionista empieza fuerte con una nueva saga que recupera al archienemigo de Hulk como gran antagonista. El Líder, por supuesto, que logra hacerse con el control mental de toda la Base Gamma. Un vibrante arco no exento de dramatismo, narrativamente trepidante y una escena final de impacto.

Pero es a continuación que Stern empieza a dejar impronta propia. El guionista decide poner a la monstruosa estrella de la colección bajo tratamiento psicológico. El propio Doc Samson, como letrado en la especialidad, es quien se aventura a hurgar en la mente de Hulk y sondear sus recuerdos más profundos. Algo prácticamente inexplorado hasta el momento que sienta las bases para un Hulk más complejo.

Samson descubre como Hulk y Banner no son una misma persona, sino dos seres opuestos en lucha dentro de una misma mente.

Algo a lo que, de momento, no se le da mayor recorrido, pero que queda ahí como punto de partida.

También en el elenco de secundarios Stern introduce cambios. La facción de Nuevo México heredada de Len Wein, la formada por April Sommers, Jim Wilson y el prestidigitador de pacotilla que se hace llamar Kropotkin el Grande, sobrevive durante unos cuantos números, justo antes de sufrir un total lavado de cara. Los nuevos elegidos para establecer amistad con el gigante esmeralda son un hippie llamado Fred Sloan, de nueva factura, y Trish Starr, la chica manca y vieja conocida del piel verde en la colección de los Defensores y, casualmente, amiga de Sloan.

Además, Stern se trae de nuevo a Betty Ross y Glenn Talbot, que vuelven de su retiro para formalizar su divorcio.

En lo que respecta a la Base Gamma, salen de inicio los mismos rostros, «Trueno» Ross, Doc Samson y Clay Quartermain.

Roger Stern y Sal Buscema también nos dejan algunos nuevos villanos, entre los que brilla con luz propia la Doctora Karla Sofen, también psiquiatra. Sofen ya contaba con una tímida primera aparición en un episodio aislado del Capitán América, pero es aquí donde alcanza la mayoría de edad al pasar a ser la nueva Piedra Lunar y, desde este momento, a convertirse en un personaje de innegable valor para el futuro de la cronología marveliana.

Piedra Lunar se infiltra en la Base Gamma como parte de su trabajo para la organización criminal conocida como la Corporación. El arco desemboca en un crossover con la colección del Capitán América que, al mismo tiempo, sirve de colofón a una extensa saga desarrollada en el título del Capi, por aquel entonces a cargo de Roger McKenzie y del propio Sal Buscema, con la Corporación como gran antagonista.

Un emocionante final de saga ambientado en la prisión de Alcatraz. En realidad, un conflicto entre los capitostes de la organización criminal, Kligger para la división este y Curtiss Jackson para la oeste, secundados por sus servidores, el monstruo primitivo llamado Aversión y Piedra Lunar. Hulk y Jim Wilson por un lado y el Capi, el Halcón y Marvel Man por otro, se ven envueltos en una trama muy bien resulta.

Una saga que, además, nos deja un titular en el apartado de parentescos. Aprovechando la coincidencia en los apellidos, Stern y McKenzie nos descubren que Jim Wilson es el sobrino del Halcón (Sam Wilson).

Justo al final del arco, por cierto, Marvel Man cambia su nombre de batalla por el que sería definitivo: Quasar.

Los enlaces con otras colecciones no terminan aquí, porque el título de Hulk sirve de cierre para la serie del Hombre Máquina tras el repentino abandono de Jack Kirby. El caso es que el marrón se lo pasan a Roger Stern, seguramente aprovechando que la Corporación también andaba detrás del conflicto iniciado en la serie de Kirby. Una trama que da para varias peleas de alto voltaje entre los dos protagonistas, para mayor lucimiento de Sal Buscema, si bien el entintado de Jack Abel empaña el dibujo en algunos números.

Quizás un colofón de saga demasiado largo para lo que nos cuentan, pero creo que correcto.

En la última saga correspondiente a su etapa, Roger Stern decide retomar un hilo que había quedado colgado desde los tiempos de Len Wein. Me refiero al misterio sobre las tres figuras en la sombra aparecidas en la saga del Hombre Absorbente, de las que no habíamos vuelto a tener noticias.

El caso es que Stern echa mano de la leyenda de El Dorado, una ciudad fundada en la cultura inca y perdida en el tiempo, que aquí toma vida en algún lugar oculto entre las montañas. Es en dicha fortaleza donde rige un alto triunvirato conocido como Ellos, o también como Aquellos que Ostentan el Poder.

Hulk, por supuesto, se ve involucrado en la historia al resultar una pieza fundamental para avivar la sagrada Llama de la Vida, con la que el siniestro trío pretende conquistar el mundo.

El peón que los villanos usan como cebo para atrapar a Hulk es el Bicho Dorado, un tipo que atesora un llamativo traje y que ya hizo su presentación en la serie de Power Man, cuyo papel aquí va de más a menos.

Es decir, aventura al más puro estilo Hulk, sin más pretensiones ni novedades. Acción, fantasía y entretenimiento sin complejos, con los que el guionista demuestra haber entendido a la perfección en qué consiste esta colección.

Por si fuera poco, en un sorprendente giro de guion hace irrupción Tyrannus, el villano procedente del mundo subterráneo, para apropiarse del último tramo de la saga. Unos números alentadores y de gran espectacularidad donde incluso tienen cabida referencias a los Desviantes, a los Celestiales e incluso a Jarella.

También es cierto que sin la estupenda narrativa de Sal Buscema el resultado no sería el mismo, sobre todo desde el momento en el que pasa a entintarse a sí mismo y su dibujo gana más enteros.

En definitiva, el arco no es perfecto ni mucho menos, pero ofrece tanta distracción que es cualquier cosa menos aburrido.

En otro orden de cosas, la renuncia de Doc Samson y la forzada baja de un delicado General Ross dejan provisionalmente a Clay Quartermain como máximo responsable de la Base Gamma… hasta que Glenn Talbot es nombrado sustituto. De esta forma, un resentido Talbot pasa a ser, creo que de forma plausible, el nuevo «Trueno» Ross, dispuesto a que Hulk y Banner paguen los platos rotos. Pero eso es algo que ya deberá desarrollar el sustituto de Roger Stern.

Antes del estreno del nuevo guionista estable, Steven Grant participa en un par de números. Uno de ellos es un claro relleno de transición entre guionistas, con la participación de Carmine Infantino como dibujante. La historia no tiene mayor interés que la introducción de It, el Coloso Viviente, un personaje fallido, dentro del campo del terror, que disfrutó de un breve serial en Astonishing Tales.

No puedo cerrar esta etapa guionizada por Roger Stern sin hacer mención de los inevitables entreactos, ya sean fill-in fruto de los malditos plazos de entrega, o bien números anuales.

A media saga de la Corporación nos encontramos con un número a cargo de Elliot S. Maggin y Jim Mooney. Después de que Hulk siembre el caos en un maizal, un alienígena, Sm’ggani (su nombre no creo que sea casual viendo el de su creador), aprovecha para presentarse en su búsqueda de una solución para el hambre que asola a su planeta. Nada el otro mundo, pero al menos resulta un episodio simpático.

El anual número 7 sí que es obra de Roger Stern, pero esta vez acompañado de los trazos de John Byrne. Un muy buen número, visualmente atractivo y generoso en escenas de acción potentes, tanto en la Tierra como en una base orbital. El Hombre de Hielo y el Ángel, los ex de la Patrulla-X, son los invitados mientras que el Molde Maestro, el centinela supremo, es el antagonista.

Finalmente, el anual 8 también cuenta con la participación de John Byrne, pero esta vez como coguionista al lado de Roger Stern. Sal Buscema se ocupa del dibujo a lápiz.

Una historia más simple que se resume en un desfile de mamporros entre Hulk y Sasquatch, el miembro de Alpha Flight, que aquí queda retratado como camorrista.

Bill Mantlo es el nuevo elegido.

Pocas alternativas parecían más adecuadas que Bill Mantlo para dirigir la nave del verde protagonista. Una colección como ésta, que esencialmente fluye entre la aventura y el drama y está abierta a un mundo de posibilidades, era perfecta para un guionista que domina el arte del entretenimiento como pocos.

Eso es algo que Mantlo demostraría, sobre todo, en lo que está por venir de su etapa en esta colección, que es casi todo. Porque lo que nos encontramos en el presente tomo tan sólo es un aperitivo de su larguísima etapa en Hulk. Una etapa que aquí tiene comienzo de una forma un tanto irregular, pero no carente de momentos más que interesantes.

Mantlo aprovecha la puerta abierta dejada por Roger Stern con relación a la añorada Jarella para escribir un nuevo capítulo en la saga de la bella criatura verde y del Microverso del que era originaria.

Hulk rescata el cuerpo sin vida de su amada, ante la oposición de Glenn Talbot enfundado en una armadura de Mandroide. Talbot ejerce aquí de villano con todas las de la ley, mientras que el Capitán Marvel interviene como estrella invitada sin tener muy claro en qué bando debe situarse.

El enésimo viaje a K’ai, hogar de Jarella, nos trae un nuevo capítulo en la saga de las Gemas del Infinito, cuando Hulk se encuentra con el obstáculo del Jardinero. Este primigenio del Universo es el nuevo propietario de la Gema Alma, heredada del propio Warlock. Una historia intencionadamente naturalista, tan bonita como inofensiva. Un alegato ecologista que, dos episodios más allá, pasa a la categoría de denuncia cuando unos cazadores de focas personifican la crueldad humana ante la madre naturaleza.

Un episodio especial, este último, de doble grosor en conmemoración del número 250 de la colección, con Estela Plateada coprotagonizándolo al lado de Hulk. Sin duda uno de los números destacados de este primer tramo de Mantlo. Una historia tintada de dramatismo, de resignación, sobre dos personajes que comparten soledad y tormento (en el caso del surfista, la imposibilidad de abandonar lo que para él no es más que una prisión, la Tierra), y que tan sólo ansían la paz. Mención aparte para un Sal Buscema que se sale.

Al otro extremo de la balanza se sitúa lo que parece más un fill-in de emergencia que otra cosa. Un Steve Ditko en muy baja forma, lejos de su reciente trabajo en Hombre Máquina, pone los lápices a uno de los números más flojos en muchísimo tiempo dentro del título del piel verde. El dibujo de Ditko parece hecho con desgana, asemejándose por momentos a un abocetado, pero el guion no le va a la zaga. Mantlo rescata al olvidable Jack Frost como infortunado pseudovilllano de turno.

El siguiente paso lleva a Mantlo a dar continuidad a un par de personajes que disfrutaron del contenedor Marvel Premiere como plataforma de lanzamiento, en una serie de intentos fallidos de introducir nuevos elementos.

El primero de ellos es el Hombre-3D, que dispuso de un mini serial de tres números en Marvel Premiere. Una participación bastante estéril, la del superhéroe, que no aporta nada a su breve trayectoria.

El otro elemento es Woodgod, un extraño ser con aspecto de fauno producto de un experimento con animales por parte de un par de científicos, tal como se nos contó en un solitario número de Marvel Premiere. Mantlo recoge su propio testigo, puesto que fue él mismo quien creó al personaje, y lo convierte en el líder de su propia raza de criaturas de laboratorio.

Los Cambiantes, tal como se hacen llamar, representan el enésimo ejemplo de aislamiento de minorías y segregación racial en el Universo Marvel. Si bien, a diferencia de mutantes, inhumanos y demás, esta vez estamos ante una comunidad de seres creados artificialmente por el primero de ellos, el mismo Woodgod. Pero vamos, la historia es bastante tópica y manida. Los Cambiantes hasta cuentan con su propio Máximus o Magneto en la figura del siniestro Leoninus.

Una saga que se sitúa en la parte baja de este inicio de Mantlo, en la que el guionista aprovecha para mostrarle la puerta de salida a Fred Sloan, el reciente amigo melenudo de Hulk.

De esta forma, y con el regreso de Rick Jones como fijo, Mantlo opta por recuperar al elenco de secundarios clásico de la colección: Betty, Trueno Ross, Doc Samson y el propio Jones.

En el tramo final del volumen que nos ocupa, a Bill Mantlo se le nota más cómodo ciñéndose al modelo de tramas centradas en el Hulk fugitivo y solitario que desconfía hasta de sus amigos, y en un Bruce Banner vagabundeando a expensas de lo que dicte su alter ego.

Entre estos últimos episodios brilla con luz propia el nacimiento de los U-Foes. Resulta curioso que una idea como la de este cuarteto de villanos tenga su origen en el título del gigante esmeralda en lugar del de los Cuatro Fantásticos, porque el grupo parece nacido para ser la némesis de la primera familia del UM. En cualquier caso, la vinculación a los 4F es absoluta cuando sus cuatro miembros guardan exactamente mismo parentesco entre ellos y su intención confesa no es otra que convertirse en el reverso siniestro del cuarteto original.

Vector, Vapor, Acorazado y Rayos X, integrantes del grupo, tienen la suerte de contar con excelentes diseños, obra de Al Milgrom, además de un espectacular trabajado gráfico por parte de Sal Buscema. Poco más se puede pedir.

Thor es el siguiente que intenta razonar con el monstruo verde, sin suerte, en un episodio que sirve como excusa para un nuevo choque de titanes, justo antes de llegar al último número del título mensual incluido en el tomo.

Una historia con mucha más miga en la que el escenario se traslada al estado de Israel. Además de presentarnos a Sabra, la primera superheroína israelí, Mantlo entra de lleno en el conflicto árabe-sionista, repartiendo hacia ambos bandos y con un evidente posicionamiento antirreligioso cuando Hulk, en un insólito arrebato de lucidez, señala dos libros viejos como los causantes de tantas muertes. Es más, Mantlo no se está de nada al usar como vehículo de denuncia una de las peores tragedias imaginables. Un relato francamente conmovedor y gráfico.

Para el futuro inmediato, Mantlo abre un hilo interesante cuando el Gobierno retira los fondos a la Base Gamma, para desesperación de un Glenn Talbot cada vez más enrabietado.

El tomo cierra con el noveno anual, un relato que queda fuera de toda continuidad argumental. Doug Moench y, de nuevo, Steve Ditko, son los autores de esta historia en la que un grupo de magnates corruptos y caprichosos se divierten jugando a un peligroso juego consistente en destruir a Hulk. Un relato de intriga, con detective incluido, que como thriller policíaco a banda creo que no está nada mal. El problema está en que queda muy desubicado como episodio de Hulk. Y más aún, si el dibujo corre a cargo de un Steve Ditko anclado en el pasado.

Conclusión.

Lo bueno que tiene el título de Hulk es que está siendo muy regular prácticamente desde su inicio en los primeros 60.

Este tomo, aún situándose en la franja baja de esa regularidad, sigue siendo lo suficientemente recomendable.

Creo que la etapa guionizada por Roger Stern, quitando algún número, es bastante buena, mientras que el tramo correspondiente a la de Bill Mantlo que viene en este tomo es más irregular, pero tampoco le faltan los buenos momentos.

En cualquier caso, aunque sólo sea por el trabajo gráfico de Sal Buscema, el tomo es de necesaria adquisición.

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rockomic

15 Comments

on “Reseñas: Hulk: Marvel Héroes 2: «Muerte y Destino» (1978-1981)
15 Comments on “Reseñas: Hulk: Marvel Héroes 2: «Muerte y Destino» (1978-1981)
  1. Hola!
    ¡¡Ante todo, gracias Rockomic por esta reseña!!
    Y dicho esto, siempre me ha gustado mucho Hulk pero también me ha costado mucho encontrar material suyo que sea «bueno». Me refiero a cómics que no sean reflexiones sobre la vida y más «Hulk, aplasta» que, personalmente, es lo que más me gusta de este personaje.
    Conseguí el tomo de john byrne pero ya no encontré nada que me gustara igual.
    Este tomo, que lo desconocía totalmente, parece ser muy bueno.

    • Gracias a ti!
      Supongo que querías decir que no encuentras tomos de Hulk que te gusten a partir de Byrne. Porque hasta ahí prácticamente todo es Hulk aplasta.😉
      A mí la verdad es que me gusta prácticamente todo hasta el final de Peter David. Con sus altibajos, por supuesto, también en la etapa David.

  2. Bajo mi punto de vista, parece muy bueno, porque lo es. Te lo recomiendo, junto con los otros tres que completarían la etapa de Sal Buscema: «Un monstruo entre nosotros», «Perdonado» y «La Encrucijada»…

  3. Buen trabajo. Y sí, buena etapa (aunque hay por ahí unos cuantos odiadores profesionales del estajonovista Bill Mantlo😈). Stern y Mantlo jovencitos, dos friquis que entonces, como Moench eran dos de los buenos para todo de la Marvel.

  4. Elliot S. Maggin, procedente de la SciFi, era uno de los escribas habituales de la familia Superman desde los días de Mort Weisinger (mismo caso que Otro Binder, vamos). En esto de los cómics, lo más próximo a un momento de gloria que tuvo fue la novela gráfica Star Raiders (basada en un videojuego y dibujada a comienzos de los ochenta por el gran José Luis García López, dibujante también de la parte inicial de la segunda serie de Atari Force, otro cómic DC con mismos orígenes) que acá (aunque casi nadie se acuerda) serializó Toutain en una de sus revistas (en todo caso fueron muuuucho más leídos los habitualmente insípidos cómics de Superman de Maggin, incluso acá). Su número (como el de Grant), aparte de simple relleno ya llevaba tiempo hecho.

  5. El Anual de Stern y Byrne con El Ángel y Bobby Drake lo recuerdo con cariño (pese a que lo tuve durante décadas tan solo en un Pocket de Ases Bruguera …en el que también se incluían el Anual que enfrentaba a Hulk con un muy antipático Sasquatch). Historia ligera pero con su aquel (los Centinelas «mutando», «evolucionando»), aparte de con un Byrne ya muy agradecido visualmente. Más ligerita la de Sasquatch.

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