En el año 1982, la editorial Marvel puso en marcha una nueva línea de miniseries de tan sólo cuatro números bajo el título editorial de Marvel Limited Series. La idea era la de presentarnos una aventura en solitario de aquellos personajes que no gozaban de serie propia y brindarles, así, una pequeña oportunidad.
Lobezno fue el personaje que abrió fuego protagonizando la primera Marvel Limited Series. La serie que ocupa esta reseña que, en realidad, no fue la primera serie limitada de la editorial ya que dicho honor corresponde a Contest of Champions. Sin embargo, Contienda de Campeones no fue inicialmente concebida como tal y ni siquiera eran cuatro números sino tres, de modo que no sé hasta qué punto se la puede considerar como parte de la nueva línea editorial.
Chris Claremont, guionista de la Patrulla-X, es también el encargado de escribir esta serie dedicada a uno de los miembros más queridos del grupo de mutantes. La novedad está en el apartado gráfico, puesto que Frank Miller, uno de los artistas de mayor renombre del momento gracias a su paso por Daredevil, hacia aquí su estreno en el Universo mutante de Claremont.
En lo que se refiere al entintador de la obra, Joe Rubinstein, realiza un buen trabajo dejando un estilo más perfilado en los acabados que el de Klaus Janson, el habitual entintador de Miller.
Este estreno de Lobezno en la cabecera de un cómic Marvel acabaría significando el gran punto de inflexión en la carrera del mutante de las garras retráctiles. Una serie limitada que tomaría el título «Honor» en posteriores reediciones. Un título, que es en realidad el del cuarto y último número de la colección, y que resume a la perfección lo que Claremont y Miller nos vienen a contar.
«Honor» es la historia que definitivamente dejará atrás al Logan más instintivo y sanguinario, en pro de un crecimiento hacia una humanidad y una vulnerabilidad emocional que hasta ahora Claremont no nos había mostrado.
Para ello, Chris Claremont utiliza un vehículo tan manido como efectivo como es el amor. Pero no sólo eso, porque el mismo escenario en el que se desarrolla la historia, un Japón sometido a rígidos códigos de honor, en contraste a la espontaneidad de Logan, juega igualmente un papel necesario para entender el proceso interno de nuestro protagonista.
De tal modo, Claremont lleva claramente la historia al hábitat natural de Frank Miller, por lo que parece fácil pensar que el dibujante también haya contribuido en parte de la trama. Ninjas, artes marciales… Miller incluso se trae a los asesinos de La Mano, creados en las páginas de Daredevil, a quienes dispone al servicio del clan mafioso al que debe enfrentarse Lobezno.
Logan viaja al Japón ante el repentino silencio postal de su amada Mariko Yashida. Allí, nuestro protagonista se da de bruces con la cruda realidad. Mariko vive recluida, voluntariamente, por honor, por orden de su padre y líder del clan Yashida, Lord Shingen Harada. Por si fuera poco, Shingen ha impuesto el matrimonio a su hija con un maltratador. Visto el panorama, y tras la negativa de la propia Mariko obligada por el sagrado código de honor, Lobezno no puede más que desistir en sus intenciones de rescatar a su amada… hasta que entra en juego una de las piezas clave de la historia: Yukio.
Claremont pone a prueba el corazón de Lobezno con la presentación de esta jovencita ronin (un samurái sin amo a quien servir) que no conoce el miedo ni sabe nada de códigos de lealtad. Yukio está deliberadamente concebida para ser el polo opuesto a Mariko, el otro extremo de la línea por la que deambula Logan en toda esta historia. Es el salvajismo en contraposición a la finura de Mariko. Es el impulso y los instintos primarios frente al orden inquebrantable y la fría disciplina, frente al honor.
Y es Yukio quien acaba siendo la pieza más activa, quedando Mariko relegada a un papel casi fuera de plano, pero no por ello menos importante. Y creo que está bien que sea así, que Mariko se limite a ser la figura cuasi celestial lejos del alcance de Logan, mientras Yukio aparece como la tentadora opción más a mano.
En cualquier caso, la figura central de la obra no es ninguna de las dos féminas sino el propio Lobezno. La obra va de él, tal cual, y la mejor prueba de ello son los bocadillos de narración en primera persona que tejen toda la historia.
Un Logan que deberá elegir entre ambas mujeres. Un Logan que sabe que pertenece al mundo de Yukio, pero que desea formar parte de otro que no entiende, el de Mariko. Y ahí está lo que hace grande a esta serie, el proceso interno por el que pasa el mutante canadiense. Un proceso reflexivo que destapa la naturaleza más humana de un Logan que duda y que se cuestiona a sí mismo. Un Logan que llega a la conclusión de que no va a rendirse y que debe luchar por lo que quiere. Un Lobezno que experimenta un crecimiento como personaje, con matices hasta ahora desconocidos que han venido para quedarse.
El camino hacia Mariko está lleno de obstáculos, lo que propicia espectaculares luchas para mayor lucimiento de Frank Miller, con la rúbrica del combate final ante Shingen Harada. Una batalla que vuelve a poner sobre la mesa el arte de la coreografía en viñetas del cual el señor Miller es maestro.
Por cierto, la aproximación entre los mundos de Lobezno y Mariko no es sólo cosa del primero. También vemos en la joven japonesa una aceptación de la conducta de su amado tras haber mostrado su lado más sanguinario y haberle quitado la vida ni más ni menos que a su padre. Dicho de otro modo, Mariko está rompiendo con parte de sus sagrados preceptos de honor.
Las páginas finales cierran la historia de forma un tanto abrupta. Quizás a Miller se le terminó el espacio y tuvo que simplificar, pero analizando fríamente tampoco había más por lo que alargar la historia.
Conclusión.
La colección que cambió a Lobezno para siempre. Imprescindible para el personaje y también imprescindible como obra en sí.
Enlace a la ficha:
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Se dice rápido y fácil, pero: Obra maestra (o al menos algo que se le parece mucho).
…Y buen trabajo a Rockomic.👏👏👏 Salud y cómics.🤓🖖
Gracias, Suso. 😀
Pues sí, como mínimo una serie imprescindible. 👏👏
La primera mini sí.