Cineclub Marvel: Iron Man (2008)

cartelEl «hombre del mañana» hace honor a su apodo y se adelanta también al orden que venimos siguiendo en anteriores sesiones, de cara al inminente estreno de su secuela. Aunque dicha circunstancia se deba al puro azar, es especialmente afortunado que haga consecutivos los repasos de «Iron Man» y «Hulk» este mes y el pasado, porque ambas películas son tan opuestas que sus análisis resultan complementarios.

Y no podía haber sido de otro modo: mientras que cuando aspiró a renovar el cine superheroico con su «Hulk«, Ang Lee contaba con la inercia del éxito de «Spiderman«, «para Marvel Iron Man» suponía su primera producción propia y no podía correr el más mínimo riesgo comercial. Lógicamente, optó por anclarla sólidamente en las convenciones del género, para lo que encontró en Jon Favreau a un eficiente artesano sin pretensiones autorales. Paradójicamente, el resultado demuestra que en cine, si se tienen las ideas claras, menos es más.

El origen de ambas adaptaciones es no obstante sorprendentemente similar: en el post anterior ya comentamos cómo Universal Pictures pretendió a principios de los 90 seguir la estela del éxito de «Cariño, he encogido a los niños» fichando al director de aquella cinta, Joe Johnston, para hacer al Goliat Esmeralda protagonista una cinta de bajo presupuesto y corte familiar; del mismo modo, su guionista Stuart Gordon, más conocido por dirigir títulos fantásticos de Serie B  como «Reanimator«, figuró al frente del primer proyecto del Cabeza de Lata. Ninguna de estas películas llegó sin embargo a ver la luz, y el camino a la gran pantalla de ambos personajes se bifurcó cuando Ang Lee desembarcó para hacer de «Hulk» una superproducción, mientras que la licencia de Iron Man aún pasaría a la 20th Century Fox en 1996 y a New Line Cinema en 1999. Se le fueron asociando sucesivamente los nombres de Tom Cruise y Nicholas Cage como protagonistas, y de Quentin Tarantino, Joss Weddon, y Nick Cassavetes como directores, sin ningún resultado real. Las distintas revisiones del guión pasaron por manos de al menos nueve guionistas distintos, con tramas tan dispares como enfrentar a Tony con su propia armadura provista de conciencia (idea que acabó reciclándose para los tentáculos del Doctor Octopus en «Spiderman 2″), o  contra su padre redivivo bajo la armadura de Máquina de Guerra. Tras los insatisfactorios resultados en taquilla del monstruo Gamma en 2003 la Universal acabó desentendiéndose de sus posibles continuaciones, y los destinos de ambos personajes de volvieron a converger en 2006 cuando Marvel hizo valer las condiciones de concesión de sus respectivas licencias, sujetas como de costumbre a su ejercicio, para recuperar finalmente sus derechos.

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David Maisel

El panorama cinematográfico superheroico había cambiado drásticamente durante aquellos dieciséis años, especialmente en los últimos ocho transcurridos desde el estreno de «Blade» en 1998. Marvel había pasado de envidiar el éxito de las adaptaciones de la Distinguida Competencia a alcanzar el primer puesto de la taquilla en sus últimos ocho estrenos, y sus personajes habían recaudado ya casi 5000 millones de dólares en taquilla. Pero la mayoría de aquel dinero se quedaba en Hollywood. Desde el cambio de siglo, superada la bancarrota de 1997, ya se había dejado de conceder nuevas licencias, y finalmente Marvel Studios decidió dejar de ser una mera marca cinematográfica y dar el salto a la producción. Su nuevo presidente David Maisel anunció en 2007 la concesión de un crédito de 525 millones de dólares para autofinanciar 10 títulos. El riesgo era considerable, pues sus propias licencias habían elevado el estándar de producción del género, y por ende las inversiones precisas, y lo que es peor, las principales franquicias de la editorial, tanto la mutante como la arácnida, seguían perteneciendo indefinidamente a los grandes estudios. En ese sentido, fue providencial que en cuestión de meses expiraran los derechos de la Universal sobre Hulk y los de New Line sobre Iron Man, posibilitando estrenarse como productora con sendas adaptaciones de dichos personajes en 1998. Y que ambos fueran miembros fundadores de los Vengadores, cuya reformulación por el guionista Brian Michael Bendis a partir de 2005 los estaba devolviendo por primera vez en décadas a la posición central de su universo de ficción. En resumidas cuentas, la apuesta era que, si sus adaptaciones triunfaban, la Casa de las Ideas tendría por fin su propia franquicia cinematográfica.

tos1039Aunque su popularidad sea ciertamente inferior a la de Hulk, probablemente se eligiera a Iron Man para el pistoletazo de salida de la nueva franquicia vengadora porque la versión de Ang Lee aún estaba demasiado reciente. De hecho, el Hombre de Hierro era el único de los grandes iconos marvelitas que aún no había sido adaptado a imagen real, ni su historial animado, con una única y breve serie propia en 1994, era tampoco comparable a los de Spiderman, Hulk o los X Men. Pese a ello, cualquiera de sus armaduras era reconocible universalmente, y su colección disfrutaba de una larga trayectoria desde su creación en 1963 por Stan Lee, su hermano Larry Lieber, Don Heck y Jack Kirby, en el mítico número 39 de «Tales of Suspense«. Es considerado junto al Capi y Thor uno de los 3 pilares fundamentales de los Vengadores, pero tal vez por ello nunca había salido de la sombra del grupo. Hasta sus mejores etapas clásicas con David Michelinie y Bob Layton están un paso por detrás del Thor o el Capitán América de Walter Simonson, John Byrne o Roger Stern. Consecuentemente, una de las prioridades de Joe Quesada cuando se encargó en 2001 de la jefatura editorial de Marvel, era elevarlo a la altura que le corresponde. Primero lo devolvió a sus orígenes de la mano de Kurt Busiek en Heroes Return (el primer Mefistazo de Quesada en términos de continuidad, aunque ninguno echáramos entonces de menos la situación anterior), y después llegó a guionizarlo él mismo. No en vano es el único de los Vengadores clásicos que se ha mantenido en el grupo desde la llegada de Bendis, al menos hasta su sustitución por Iron Patriot en el actual Reinado Oscuro.

granov_portada_21Dicha sinergia editorial resultaría fundamental a la postre para el desarrollo de la película. En cierto modo, su preproducción comenzó antes incluso de que Marvel recuperara los derechos del personaje, cuando Warren Ellis solicitó en 2005 los pinceles digitales de Adi Granov para el relanzamiento de la serie de Iron Man tras «Vengadores desunidos«. Muchos nos quejamos entonces de que, por virtuoso que fuera el Young Gun, era demasiado lento para dibujar una serie regular, pero aunque tardara casi 2 años en entregar la media docena de números de que consta su «Extremis«, el tiempo ha acabado por darles la razón, y el vengador dorado constituye hoy en día uno de los ejes fundamentales del Universo Marvel por primera vez en su historia, especialmente a partir de su posicionamiento en la «Guerra Civil» de 2007. Pero más allá de la desaforada ciencia ficción de Ellis o la vertiente más política de Mark Millar (curiosamente ambos británicos, tratándose de un personaje tan intrínsicamente americano), lo que más impacto tiene en la película es el trabajo del ilustrador bosnio, que pasó de hecho a formar parte del su equipo artístico.

05Por aquel entonces, tal equipo constaba aún de un único nombre, el director Jon Favreau. Pudo sorprender su elección para un reto tan trascendental para la empresa, con tan sólo las discretas «Elf» y «Zathura, una aventura espacial» en su haber, pero hay que tener en cuenta que el riesgo empresarial del proyecto favorecía a la opción más conservadora, y dichas cintas apuntaban ya rasgos muy apetecibles para Marvel: son películas familiares de género fantástico, y aunque resulten predecibles y estrictamente industriales, denotan al menos cierta frescura y acierto en su tono. Tampoco debe olvidarse que Favreau ya tenía experiencia en Marvel como actor, ya que dio vida al Foggy Nelson de «Daredevil«. El peculiar modo en que contrató a Granov da idea del espíritu pragmático con que Favreau afrontó el proyecto: uno de sus primeros pasos como director fue abrir una cuenta de Myspace para recoger opiniones de los fans, a través de la que le contactó el propio dibujante al ver colgadas muchas de sus ilustraciones, no dudando en ofrecerle inmediatamente un puesto como «asesor de armaduras».  Aunque Granov carecía de toda experiencia cinematográfica anterior, su fichaje resultaría a la postre trascendental para el éxito de la adaptación, porque gran parte de la preproducción se centró en desarrollar el estilo visual del personaje principal, ya que al centrarse la película en el origen de iron Man, el desarrollo de su tecnología vendría a dar la pauta de todo lo demás. Y la base de todo resultó precisamente su trabajo en «Extremis«.

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Granov se unió a los ilustradores Phil Saunders y Ryan Meinerding para depurar sus propias armaduras de «Extremis» y desarrollar los diseños conceptuales para la película. Curiosamente, la  armadura que más se separaría de su anterior trabajo será la primera en aparecer en pantalla, la Mark I, o como es más conocida por los lectores «la armadura gris». En «Extremis«, Granov se había limitado a estilizar el diseño original de 1963; en la película se mantiene el estilo visual del flashback del cómic y se asume la actualización de trasladar la fuga de la Guerra de Vietman a la de Afganistán, pero el diseño de la armadura en si fue completamente reformulado. A Favreau no le parecía creíble que Tony hubiera podido construir semejante ingenio estando prisionero, pero no era fácil alterar sustancialmente una imagen tan icónica sin ofender a los lectores. La solución fue construirla a partir de distintos materiales reciclados, conjugando el concepto de una armadura tecnológica con el aspecto de un depósito de chatarra; por ejemplo,  los paneles traseros están menos blindados que los delanteros, exponiendo el engranaje interno, dando la idea de que se ha diseñado apresuradamente para un ataque frontal.

armadurasComo es lógico, no se pretende alcanzar la variedad de armaduras que ha usado Tony Stark a lo largo de sus 35 años de publicación en apenas dos horas de proyección, pero sí se logra reflejar la idea de su permanente actualización encadenando un modelo intermedio, la Mark II, antes de desplegar la versión definitiva. Esto da además ocasión de explorar convincentemente su proceso de diseño y construcción, de adentro hacia afuera, así como el desarrollo de su mecanismo de vuelo, junto a unos muy agradecidos gags de humor físico respecto del propio aprendizaje de Tony. También se aprovecha para homenajear en los tests de color de la Mark III a dos de los modelos históricos más emblemáticos, probando primero el oro de la «armadura dorada», y luego el rojo y gris del «centurión de plata», antes que los clásicos rojo y amarillo. A este respecto, sorprende agradablemente que, acostumbrados como estamos a la sobriedad de los atuendos de los superhéroes cinematográficos, en «Iron Man» se hayan arriesgado a respetar su estridente combinación. Tal vez haya sido más fácil por tratarse más de una máquina que de un disfraz, y no sin ironía la película lo relaciona con el mundo del tunning, en consonancia con la afición de Stark a los coches deportivos gran cilindrada. El mismo espíritu se traslada a la banda sonora del joven compositor iraní Ramin Djawadi, nominada a los Grammy, más cercana a sus anteriores trabajos televisivos que a habitual épica del género. La abundancia de acordes heavy-soft resta trascendencia a la dimensión heroica del protagonista, deslizándose como él mismo por el filo por una arrogante sinsubstancia.

Con respecto a la última armadura, la de su rival Iron Monger, también ha sido un acierto que su actualización se inspire en la armadura gris, pues en el cómic original se basaba asimismo en los primeros planos de Stark, y sigue manteniendo su ominosa presencia. El trabajo de Granov va más allá del mero diseño, y sus planchas, realizadas un año antes de que la película llegara a las salas, anticipan ya el atractivo estilo visual de las escenas de acción.

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Comparativa Iron Monger

 

23Plasmar las armaduras en la película era todo un reto. Los efectos especiales corrieron a cargo de John Nelson y su equipo de la  Industrial Light & Magic, ganadores de un óscar por «Gladiator«, pero Favreau se trajo además de «Zathura» al estudio de Stan Winston, ganador de cuatro Oscars,  quien falleció de cáncer justo después de concluir rodaje. Durante 25 años, han sido la gran referencia de Hollywood en animatrónica, gracias a las criaturas de películas como «La Cosa«, «Depredador» o «Aliens«, así como su integración con la infografía a partir de los 90 en «Terminador 2″, «Parque Jurásico» o «Titanic«, y en «Iron Man» se encargaron de confeccionar físicamente las armaduras. Llevaron a cabo versiones tanto en metal como en goma para permitir la movilidad de los actores, así como las piezas intermedias, incluyendo un modelo a escala real de Iron Monger de 3 metros de altura y 360 kilos de peso, sobre un enorme mecanismo de suspensión que le permitiera «caminar», como una marioneta gigante que precisaba de hasta cinco operarios sólo para mover el brazo. El objetivo fundamental de los técnicos de la ILM y de Winston era acercar lo máximo posible sus respectivos acabados y que ambas versiones respondieran homólogamente a las leyes físicas, hasta hacer casi indetectable cuándo se trata de una armadura real o de una animada. Nótese que el presupuesto de la película es inferior a la de la primera «Spiderman«. El resultado, reforzado por la colorida fotografía de Dan Lebental (editor también en «Iron Man 2«), es espectacular.

Paralalelamente al diseño de armaduras, el guión se trabajó paralelamente en dos frentes por las parejas de guionistas Art Marcum y Matt Holloway por un lado, y los recién nominados al óscar por «Hijos de los Hombres» Mark Fergus y Hawk Ostby por el otro, con Jon Favreau dando forma a la historia final. Lejos de buscar la profundidad en que se enfangó el «Hulk» de Ang Lee, no pretendieron más que entretener, y lo consiguen. Si acaso sólo se les puede reprochar que el excesivo espacio concedido a los sucesivos prólogos al verdadero origen del héroe convierte a la película en poco más que el anuncio de la futura saga, quedando apenas apuntadas todas las tramas personales y comprimiendo la propia acción superheroica hasta hacerla esquemática y acaso escasa, especialmente la batalla final, que se antoja forzada por la fórmula del género, con lo que no llega a representar el clímax que hubiera sido deseable. En todo caso, debe reconocerse que, aún en su estereotipo, el personaje central sí está perfectamente definido. Y sobre todo, que deja con ganas de más.

300px-avengers_1Una de las grandes novedades de la autoproducción de Marvel Studios es contar además con el asesoramiento de autores y editores de la propia editorial, si bien cabe destacar que en este caso más vinculados a la propia franquicia vengativa que al Hombre de Hierro en particular: Joe Quesada, Tom Brevoort, Axel Alonso, Ralph Macchio, Brian Michael Bendis y Mark Millar. Sin el escudo de un gran estudio a quien echar las culpas, Marvel ha sabido ser respetuosa con la esencia del personaje original, atinando a traducirla solventemente al lenguaje  cinematográfico y sensibilidad actuales. En este caso no era nada fácil, porque Stan Lee conjugó en Tony Stark todas las características que más podía odiar un joven de los años 60, a lo que había que añadir que su origen, plenamente inscrito en la guerra fría y en los valores de la sociedad americana de la época, está ya desfasado, no sólo cronológicamente, sino estética e incluso moralmente. Así, se moderniza la imagen externa del personaje original que Don Heck inspiró en Errol Flynn, y se sustituye su furibunda ideología anticomunista por un superficial mensaje antibelicista, descafeinado y aún contradictorio al no pararse a explorar suficientemente que el propio Iron Man no deja de ser un arma, ni que su propio padre hubiera desarrollado homólogamente la misma bomba atómica una generación antes. Del mismo modo, al igual que se asume la traslación a Afganistán del cautiverio de Tony, las referencias tecnológicas pasan de los imanes y transistores a la fisión nuclear y se prescinde de la noción del traje plegable, hasta el punto de que al igual que en la versión Ultimate, precisa de asistencia externa para ponérsela y quitársela, aunque su funcionamiento es tan autónomo como el tradicional, sin precisar de una unidad de seguimiento de misiones. El otro gran cambio llega con las últimas 3 palabras de la película: «soy Iron Man«, curiosamente el mismo cierre de «Spiderman«, con la pequeña diferencia de que se declara en una rueda de prensa y no en un monólogo interior. La identidad pública del Hombre de Hierro ha pasado en el cómic por todos los estados posibles (y no tan posibles), aparte de que el portador de la armadura no siempre ha sido sólo Tony, pero la fórmula más canónica es precisamente el que aquí pretendía Shield, que Stark hiciera pública su creación bajo la simulación de que la pilota un supuesto empleado suyo, mientras que Tony decide sorprendentemente saltar directamente a su estatus público actual.

comparativa_granov-peli_tallerLa historia se traslada a Los Ángeles, desmarcándose de la ambientación del resto de adaptaciones Marvel, al sustituir los rascacielos de Nueva York, donde transcurre el cómic original por los grandes espacios de la Costa Oeste, que resultan además sorprendentemente convincentes para recrear Afganistán en las dunas de Olancha o la Base de pruebas aéreas Edwards en el desierto de Mojave. Favreau contó para ello con el diseño de producción de J. Michael Riva, minucioso hasta detalles como helar realmente el ambiente del set en que se rodaron las escenas del cautiverio en la cueva, e igualmente capaz de dar vida al glamoroso mundo de Tony Stark, con un pie en el cómic pero sin perder de vista el mundo real, como el impagable cameo de Stan Lee con la bata de Hugh Hefner. Por ejemplo, los planos exteriores de su mansión fueron sobrepuestos digitalmente sobre tomas de Malibú, mientras que su estilizado interior fue construido enteramente en el estudio. Los Angeles y más concretamente Hollywood, así como Las Vegas, ofrecen un espacio perfecto para la dimensión pública de Tony Stark, lo que le vincula más expresamente con el mundo de Howard Hughes, en quien Stan se basó para crearlo (no es casualidad que bautizara a su padre con su nombre). Más allá de su frívola superficie, Howard y Tony comparten asimismo un lado genial, dándose la casualidad de que los propios platós de Playa Vista en donde se construyeron los sets del rodaje habían sido en origen su vieja planta de montaje de aviones,  lo que de alguna manera reforzaba el paralelismo ya no sólo entre ambos personajes, sino incluso entre los orígenes de la aviación y el desarrollo de la armadura de Iron Man, y su propio diseño tiene muy presente detalles aeronáuticos como los flaps o incluso el control aéreo, no siendo casual que maquetas y grandes fotografías de aviones clásicos decoren los espacios privados de Stark. El corazón de su casa, y aún de la película, es de hecho el garaje/taller donde se recluye para construir las armaduras. La idea de partida era que fuera todo lo contrario a la «Batcueva»; no es la guarida secreta del superhéroe, sino más bien el verdadero «despacho» de Tony, el lugar en que el ejecutivo se mancha las manos y comienzan sus invenciones, así como su refugio, que lo define como personaje en contraste con su imagen pública. La maquinaria real se mezcla con detalles de alta tecnología y coches de colección (incluyendo un Ford Roadster clásico del propio Favreau), pero no deja de ser un espacio de trabajo muy alejado de la habitual estética futurista superheroica. Lamentablemente, el retrato de la película esquiva el lado oscuro que también hermana a ambos personajes, muy especialmente el alcoholismo de Tony, aunque al menos plante las semillas para poder tratarlo en las secuelas.

21793-2407-24309-1-iron-man_superComo hacía con todos sus personajes, Stan Lee dotó a Tony Stark de una debilidad. Desde «El demonio en una botella» esta función la cumple su adicción al alcohol, pero en un principio se trataba de una cuestión más física: Tony estaba literalmente prisionero de su armadura, ya que debía llevar siempre puesto el torso de la misma, y recargarlo continuamente, para evitar que la metralla alcanzara su corazón y acabara con su vida. Da idea de la puritana mentalidad de los cómics de aquellos años que entonces no resultara sorprendente que las supuestas amantes del playboy no llegaran nunca a descubrir su secreto. Tal vez por ello, con el tiempo Tony fue reduciendo el tamaño de su placa pectoral y acabó operándose para eliminar la metralla completamente. En la película, se ha actualizado esta idea emplazando directamente en su caja torácica un minireactor nuclear, el «ARK», sobre la base de un electroimán que le implanta antes Yinsen vinculándolo con la placa original. Así se matan 2 pájaros de un tiro, al justificar tanto el unirayo como porqué debe descubrirse finalmente Stane para alimentar su propio traje. El diseño de la nueva placa se le revela a Tony en forma de fugaces flashes visuales de su propio futuro mientras le torturan sus captores, lo que es muy representativo de cómo funciona la mente de Tony, siempre anticipándose a las necesidades.

iron-manTan importante como dar vida a la armadura era encontrar al actor que encarnara al hombre bajo ésta. Los nombres que más sonaron inicialmente fueron los de Clive Owen y Sam Rockwell, éste último curiosamente próximo villano en la secuela, pero Favreau buscaba a un intérprete con el carisma suficiente para encarnar semejante personalidad sin resultar odioso para el público. Apostó precisamente por Robert Downey Jr, a quien le acompañaba un conocido pasado poco recomendable de drogas y alcohol, que le había apartado del cine durante varios años, pero con un talento especial para personajes excéntricos, veáse «Zodiac» o «Retrato de una obsesión«, o tan geniales como el Charlot con que sorprendió a todos en los inicios de su carrera. Los elementos del perfecto Tony Stark. Downey no sólo es capaz de soportar él sólo el peso de toda la película, incluyendo la interpretación de la captura de movimientos para la armadura, sino que además se involucró activamente también el desarrollo creativo de la película, hasta el punto de que, junto a Favreau, es quien ha planteado el argumento de su continuación. El papel ha consolidado su definitiva vuelta al estrellato.

La oscarizada por «Shakespeare in love» Gwyneth Paltrow, como la fiel y perspicaz asistente personal de Stark, Pepper Pots, da la perfecta contrarréplica a una personalidad tan excesiva como la de Stark, ofreciéndonos una interpretación dulce y pausada, sin cambiar el registro al que nos tiene acostumbrados. Aún sin renunciar a una cierta tensión romántica con Stark, dicha relación se encuentra un escalón por debajo del registro esperable en una cinta por lo demás tan convencional, lo que tal vez acabe dando demasiado protagonismo al affair de Tony con la periodista del Vanitiy Fair Christine Everhart que interpreta inocuamente Leslie Viv, un personaje menor en los cómics, originalmente de la redacción del Daily Bugle, que en la película aparece funcionalmente para despertar la conciencia del protagonista aparte de añadir algo del picante que pueda faltarle a la Paltrow. En ese sentido, se echa de menos más bien el triángulo que en los cómics cerraba el Happy Hogan del que se hace cargo el propio Jon Favreau, tal vez en un plano excesivamente secundario. Poco o nada se apunta de las biografías de estos personajes, limitándose a complementar al único importante, el propio Tony.

Algo más de espacio se da si acaso al mejor amigo de Tony, James Rodhes, encarnado por Terrence Howard, también candidato al óscar por «Hustle & Flow«, aunque más que desempeñar un verdadero papel en la trama, apenas si llega a prestar el control aéreo para las misiones de Iron Man, queda claro que tan sólo se prepara para cobrar un mayor protagonismo en la secuela. Incluso se dedica un explícito guiño a su futuro como Máquina de Guerra. Futuro tan sólo del personaje, porque el actor se desvinculó de la secuela, como comentaremos en su respectivo post. Cerrando el plantel de secundarios de Tony Stara, sorprende que se haya prescindido de su entrañable mayordomo Jarvis, tal vez por desvincularse del Allfred de Bruce Wayne, sustituyéndolo por el ordenador J.A.R.V.I.S. (Just Another Rather Very Intelligent System), al que curiosamente da voz nada menos que Paul Bettany. Aunque este cambio fue especialmente criticado por los lectores, cabe destacar no obstante que Matt Fraction lo ha asumido para el sistema operativo de la armadura 1616 de «Invencible Iron Man«.

captura_2Los últimos dos personajes secundarios del cómic en ser trasladados a la pantalla son el científico Yinsen que ayuda a stara a desarrollar la Mark 1 en el cautiverio, interpretado fielmente por Shaun Tour, asumiendo su actualización como afgano; y Raza, el despiadado líder de los guerrilleros al que da vida Faran Tahir. Sorprendentemente el Raza original no es un enemigo de Iron Man, sino un miembro del clan de piratas espaciales Starjammers, cuya única similitud al cinematográfico es el desfiguramiento de la mitad izquierda de su rostro tras la explosiva fuga de Stark.

Aunque fiel en su apariencia a la literalidad del cómic, el rol del Obadiah Stane / Iron Monger de la película se asemeja más bien al Howard Stark / Máquina de Guerra de los antiguos guiones del proyecto de New Line, al vincularlo con el control de las Industrias Stark antes de que lo asumiera Tony. El Stane original era en cambio uno de los numerosos rivales empresariales de Tony, homenajeados al dejar ver el logo de «Roxxon» sobre un edificio al fondo durante la batalla final. Su elección permite trascender la lucha corporativa a un enfrentamiento contra su armadura, reverso oscuro de la del protagonista. Se adapta así la trama que llevó al número 200 de la serie del Hombre de Hierro, si bien prescindiendo de sus rasgos más peliagudos, especialmente al omitir el suicidio de Stane del desenlace,  así como el de su padre en el pasado (por el que se quedó calvo al presenciarlo con siete años). Igualmente, Stane basa la inhabilitación judicial de Tony en su supuesto stress postraumático tras el secuestro en vez de en su alcohólismo, y tampoco se menciona su obsesión con el ajedrez, aunque sí se le ve al menos junto a un tablero. Jeff Bridges, cinco veces candidato al Oscar y flamante ganador de la última edición por «Corazón salvaje«, acierta a matizar y dotar de carisma su interpretación de Stane, dentro del esquematismo con el que está escrito.

comparatiEl villano del antiguo proyecto de Cassavetes hubiera sido en cambio el Mandarín, presentado como un millonario indonesio amigo de Tony que se revelaba como un terrorista. La misma idea subyace bajo la asociación de Stane con el grupo guerrillero que secuestra a Tony, bautizado como «los 10 anillos» en referencia a las armas distintivas del archienemigo de Iron Man. Hay que tener en cuenta que aunque no lo utilizó más expresamente para no romper la barrera de credibilidad, el Mandarín es de hecho el villano favorito de Favreau, por lo que no cabe descartar que esta alusión indique algo más que un mero guiño al  fan, sino que tal vez augure su próxima aparición como gran villano en las sombras de toda la saga, ya que sí podría tener cabida a medida que se vaya ampliando su universo. Así podrían indicarlo los anillos que lucen Raza y Stane, por lo que habrá que estar muy atentos a las manos izquierdas de los villanos de la secuela. Por último, también se hace referencia a otro enemigo típico de Iron man, Whiplash, aunque en este caso más bien parece que indicar que por el contrario aún no se había pensado en él para el resto de la saga, puesto  que su nombre se emplea meramente para referirse a los aviones que persiguen a la Mark III en su debut afgano.

comparativa_fing_fang_foomExiste aún otro «huevo de Pascua» relativo al mítico dragón kirbyesco de calzoncillos morados Fing-Fang Foom. Su imagen, rediseñada por Granov, puede intuirse en una gran valla publicitaria delante de la que Tony cruza fugazmente durante la prueba de vuelo de la Mark II. Curiosamente, dicho cartel vino a ser el primer adelanto de «Viva Las Vegas«, una miniserie de cuatro números con guión y dibujos de los mismísimos Jon Favreau y Adi Granov. Un reclamo sólo posible gracias a la autoproducción de sus adaptaciones por la propia Marvel, que apunta al diálogo directo entre ambos formatos como una posible nueva vía para dinamizar su cada vez más secundario mercado editorial, la gran tarea pendiente de su proyección cinematográfica. El argumento es apenas una excusa para jugar con Fing-Fang Foom sin ninguna limitación creativa ni presupuestaria, y ofrecer de paso una historia sencilla e icónica al espectador de la película, al que pudiera serle difícil subirse en marcha a un universo interconectado. Se busca abiertamente un tono lo más cercano posible al de la película, especulándose incluso con que se inscriba en su mismo universo, con un Tony desenfadado y mujeriego que utiliza la misma mark III, y libre de las trabas de la continuidad a través del sello Marvel Knights. Desgraciadamente, en dos años Granov y Favreau sólo han entregado dos números, y la miniserie sigue inconclusa.

comparativa_granov-peli-larrocaEl problema de fondo es que, si bien las décadas de continuidad nutren de ideas y espectadores a las salas de cine, obstaculizan simultáneamente el trasvase de lectores en el sentido contrario, porque los personajes evolucionan en el papel al margen del celuloide. En el caso de Iron Man, en los tres años transcurridos desde «Extremis» se había venido separando del tono superheroico de la película en favor de las tramas más conspirativas y políticas que impulsan el ámbito vengativo desde la llegada de Brian Michael Bendis, con Tony Stark como Director de Shield y principal valedor del Acta de Registro. Consciente de que la colección difícilmente atraería así a los espectadores de la película, ni que tampoco la errática «Viva las Vegas» podía servir de puente, Joe Quesada lanzó una segunda serie regular del personaje, «El invencible Iron Man«, que, aunque dentro de la continuidad clásica, ofrece en su primer arco una historia mucho más autocontenida y cercana al espíritu de la versión cinematográfica. El renovado papel de Pepper Pots (reencarnada por el dibujante valenciano Salvador Larroca en Nicole Kidman), y el antagonismo del hijo de Stane, le daban de hecho un cierto aire a pseudosecuela, potenciado por un grafismo dinámico e hiperrealista, de vuelta desde los diseños de Granov tras su paso por la película. Para reforzar su autosuficiencia, incluso dejó la reciente «Invasión Secreta» para su hermana mayor, que cedió su numeración y cabecera durante la misma al también próximamente cinematográfico Máquina de Guerra, quedando desde entonces Invencible como titular del Hombre de Hierro, ya más claramente circunscrita en la historia general. El trasvase se ha completado al incorporarse su guionista Matt Fraction al equipo asesor de «Iron man 2″.

escudoCuriosamente, el guiño de la película que más dio de qué hablar, no se aprecia en realidad con el suficiente detalle: cuando Pepper sorprende a Tony desprendiéndose de la Mark III, parece verse (¿en las pantallas del fondo?) lo que podría ser el escudo del Capitán América a medio construir. Sería la primera alusión a la futura franquicia vengativa, y su connotación fue en todo caso ampliada más expresamente en la subsiguiente «El Increíble Hulk«, dando a entender que la nueva generación de superhéroes de la continuidad fílmica deriva de la recuperación del proyecto Supersoldado de la Segunda Guerra Mundial, concepto heredado de su reinvención para el Universo Ultimate, aunque ya en la continuidad tradicional Stark había trabajado en intentar mejorar el escudo original.

furyA este respecto, durante el metraje aparecen varios agentes de Shield («Escudo» en la versión doblada al castellano, de nostálgica connotación para los lectores españoles más veteranos), aunque no llegan a desvelar su agenda hasta ya acabada la película. Durante los créditos, asoma primero el clásico emblema de la agencia, anticipando la trascendental escena extra a modo de epílogo, en la que Samuel L. Jackson hace por fin suyo a un Nick Furia llegado directamente de las páginas de los Ultimates. Afortunadamente, Bryan Hitch no se inspiró en su frustrada adaptación televisiva noventera, o hubiéramos podido tener aquí a David Hasselhoff. La escena fue rodada por un equipo distinto para mantenerla en secreto, y sus escasas líneas de diálogo fueron propuestas por Brian Michael Bendis, con lo que ha sido el mismo guionista que encabezó la recuperación de la interdependencia ente colecciones en la era Quesada, quien la ha  incorporado al nuevo universo fílmico compartido.

En conclusión, «Iron Man» es un ligero y entretenido espectáculo que renuncia al carácter trascendental de «Hulk» o al cariz más superheroico de «Spiderman«. El perfecto exponente de la absorta intrascendencia con la que uno pasa las coloridas páginas de un cómic de la Marvel actual. Y la perfecta película escapista veraniega, lo que le permitió reacudar 585 millones de dólares en la aquilla mundial. Puede parecer lejos de lo grandes éxitos del género, pero quintuplica el presupuesto de la película y lo que es más importante, abre las puertas de Marvel a un potencial incalculable, tal y como ilustran los contratos por hasta nueve películas que están firmando los protagonistas de los ulteriores proyectos de la franquicia vengadora.

Sin embargo, dicho éxito ha cortado en seco la proyección de la Casa de las Ideas como productora independiente, porque lo que sí se podía calcular era el precio que le ponían sus accionistas mayoritarios: exactamente un 30% más del valor del total de su masa accionarial, o lo que es lo mismo, los cuatro mil millones de dólares que puso Disney sobre la mesa del Consejo de Administración de Marvel Entertainment apenas un año después del estreno de «Iron Man«. A David Maisel la transacción le ha costado el sillón de presidente de Marvel Studios pero no el de productor de los proyectos en curso, y su paquete accionarial se revalorizó en 20 millones de dólares, sin contar con la ampliación de perspectivas que supone el respaldo de un verdadero gigante audiovisual. Con la perspectiva del tiempo, resulta irónico que fuera Ronald Perelman quien lo hizo posible al sacar la compañía a bolsa a finales de los 80, porque lo que pretendía con ello era precisamente reunir el capital necesario para conglomerar varias empresas complementarias y crear una «mini-Disney» en términos de propiedad intelectual partiendo del catálogo de personajes de la Casa de las Ideas.

 

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Jata y Promethea

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