Reseñas: Spiderman: Omnigold 9: El Regreso del Ladrón (1978-1980)

Vamos con un nuevo tomo entre los dedicados a recopilar la colección clásica de Spiderman, concretamente el noveno y el que cierra la trayectoria del trepamuros en los años setenta.

Si el anterior volumen recogía la etapa guionizada por Len Wein para the Amazing Spider-Man, esta nueva entrega hace lo propio con casi la totalidad de la etapa escrita por Marv Wolfman.

Si Wein apenas aportó ninguna novedad relevante dentro de la continuidad del lanzarredes, no es éste el caso de Wolfman.

El nuevo guionista decide dar un pequeño paso en el proceso de madurez del protagonista con dos detalles puntuales. Primero de todo, Wolfman convierte a Peter en un joven graduado. Es decir, sus tiempos como estudiante terminan aquí, pudiendo dedicar el escaso tiempo que le permite su condición de superhéroe a ganarse el pan y a ocuparse de sus seres queridos. Por otro lado, Peter considera que ya está preparado para formar una familia, así que se declara a Mary Jane.

Son, en realidad, detalles más simbólicos que otra cosa, que tan sólo abren el camino hacia el futuro. Porque, a la práctica, no parece haber cambiado nada. La declaración a Mary Jane no puede ser más precipitada y propia de un adolescente inmaduro, mientras que el círculo de amistades de Peter ya hacía tiempo que no estaba sujeto a su presente académico.

En cualquier caso, lo que hace Wolfman es brindar mayor protagonismo al factor más cotidiano de Peter y su entorno, así como profundizar en el lado más psicológico de los distintos personajes.

El guionista juega a maltratar al propio Parker en una montaña rusa de emociones de difícil aguante. Algo parecido ocurre con J. Jonah Jameson, que traspasa aquí todas las barreras de lo paranoico. Sin olvidarnos de Betty Brant o Robbie Robertson, que también sufren lo suyo.

Se puede decir incluso que muchas de las tramas se edifican en torno a la psique, pesadumbres o problemas personales de algunos de los personajes.

En el apartado gráfico también tenemos relevo. Los primeros números siguen dibujados por Ross Andru, pero pronto es Keith Pollard quien entra como artista estable. Aunque lo de estable habría que entrecomillarlo, porque su etapa no hace más que ver pasar dibujantes invitados.

Los primeros números de este tomo que recopila la etapa de Marv Wolfman apenas no difieren de lo visto en el anterior. Historias más bien discretas donde curiosamente el guionista aprovecha algunos de los villanos más anodinos usados por Len Wein, caso de Corredor Cohete o del Chapucero. Y no sólo eso, sino que los villanos de nueva creación, Gran Rueda y Dragón Blanco, alcanzan el mismo calibre de mediocridad.

En el plano anecdótico, el primer arco inserta una pareja de policías de distinto sexo en una escena que, vista con ojos de aquellos tiempos, no pasa de gag humorístico lleno de tópicos, pero que hoy en día probablemente sería señalada por frivolizar con el acoso sexual.

El arco del Dragón Blanco, por su parte, nos presenta a Philip Chang, un compañero de clase de Peter que tendrá mayor recorrido en el futuro.

El punto fuerte de estos primeros números está en el plano emocional del protagonista. Wolfman entra con todo poniendo sobre la mesa los tres principales dolores de cabeza por los que acostumbra a pasar Peter: la salud de Tía May, su fracasada vida sentimental y los problemas económicos. Nada nuevo, pero creo que el guionista sabe desarrollar muy bien todo este apartado, sobre todo gracias a un trabajo de diálogos ameno y fluido.

El rechazo de MJ deja la puerta abierta a una mayor libertad creativa en el plano amoroso, pero rápidamente hace irrupción Betty Brant, y su fracasado matrimonio con Ned Leeds, para acabar de complicarlo todo.

El vaivén anímico que Wolfman aplica al bueno de Peter tiene su inicio en el episodio en que se enfrenta al Camaleón, el que además marca la entrada de Keith Pollard como nuevo dibujante, cuando el Fiscal Blake Tower comunica a Spiderman que es exonerado de la causa del asesinato del Capitán Stacy. Una inyección de adrenalina que no le dura demasiado al trepamuros. A partir de aquí, la alternancia entre alegrías y tormentos es una constante a lo largo de todo el tomo. Subidas y bajadas emocionales que creo que están muy bien puestas y que aportan vida a las tramas.

A continuación, nos encontramos con el primer episodio que cuenta con dibujante invitado. Jim Starlin es quien pone los lápices en un aceptable número en el que Spiderman y el Capitán América hacen frente a un Electro metido a secuestrador de niños.

El tramo más recomendable de esta etapa guionizada por Marv Wolfman podemos dividirlo en dos bloques o ciclos argumentales.

El primero de ellos, y creo que el mejor, tiene como eje a John Jameson, el hijo del director del Bugle afectado por una maldición que lo convierte en Hombre Lobo.

Como aperitivo al ciclo argumental que nos ocupa, Spiderman se las vuelve a ver con un infortunado Puzzle. El desfigurado villano y su banda asaltan un crucero de placer en el que casualmente viaja Peter acompañado de sus amigos. Un número modesto, pero no por ello mediocre. La idea de convertir a Spiderman en una pesadilla para el Puzzle creo que funciona muy bien.

Entrando en el arco central de este bloque, volvemos a encontrarnos con la versión primeriza y más salvaje del Hombre Lobo, sin apenas referencias al reciente serial cósmico protagonizado por el licántropo. Un arco que abarca un par de números, ambos con John Byrne como dibujante invitado. Byrne se ocupa, en realidad, de los bocetos mientras que los acabados corren a cargo de Jim Mooney. En cualquier caso, una apasionante historia a todos los niveles, con un J. J. J. desquiciado, un Spidey superado y una memorable escena final en el puente de Brooklyn.

Pero no termina aquí el ciclo argumental, porque Spencer Smythe y su Mataarañas entran en escena en una continuación de la trama, tan dramática como entretenida. Tras caer en la trampa tendida por Smythe, Jonah Jameson y Spiderman acaban viviendo su peor pesadilla al quedar unidos por unas esposas que en realidad son una mortal bomba. La idea es brillante y Wolfman sabe sacarle todo el jugo merced a un trabajo de diálogos en consonancia con la delirante situación.

Jonah, definitivamente convertido en un maníaco, es sin dida una de las estrellas de esta etapa de Marv Wolfman. El guionista lleva la obsesión de Jameson hasta extremos nunca vistos, arrasando con todo y todos. Ni siquiera Robbie Robertson o Marla Madison logran aplacar su ira.

Pero el trabajo de Wolfman con Jonah posee más matices de los que aparenta. Si bien el guionista conduce al personaje a las cotas más altas de obsesión, también observamos como, por primera vez, el director del Bugle se sincera en privado y se culpabiliza a sí mismo en la causa de su odio hacia Spiderman.

Como epílogo de la saga, Peter vuelve a sufrir otra de sus crisis existenciales. La relación con Mary Jane parece finiquitada, la separación de Betty y Ned le ha estallado en la cara a Peter, Tía May está ingresada en una residencia, Jameson le ha despedido y hasta Robbie Robertson se ha disgustado con él. Casi nada, así que alguien va a pagar los platos rotos, y la elección cae sobre la Mosca, otro de los villanos de segunda de la era Wein. Pero ni siquiera ese gusto puede darse Peter.

La situación resultante es propicia para introducir cambios y presentar nuevos personajes, y eso es precisamente lo que hace Wolfman.

Si Len Wein fue incapaz de introducir ningún personaje con cierta relevancia, no es ese el caso de su sucesor. La Gata Negra será siempre recordada como la gran aportación de Wolfman para Spiderman.  Una ladronzuela (en realidad no una villana), inspirada en la Catwoman de DC, que ha venido para quedarse.

La otra gran novedad tiene que ver con la vida laboral de Peter, que pasa a ser fotógrafo del Daily Globe, periódico competidor del Bugle. El editor Barney Bushkin y la periodista April Maye son las dos aportaciones del Globe a la nómina de secundarios de Spidey.

La historia de presentación de la Gata Negra, siendo bastante correcta, es evidente que tiene como principal atractivo a ella misma. Y el trabajo de Keith Pollard con la joven creo que está a la altura del cometido.

El segundo gran bloque tiene como eje el enigmático destino de Tía May y como señuelo el regreso del asesino de Tío Ben.

Un ciclo argumental trazado para culminar en el número 200 de la colección, de doble grosor, por supuesto.

Los episodios en los que Spiderman se enfrenta a Kingpin y a Mysterio forman parte del desarrollo de la línea argumental que desemboca en el citado número conmemorativo. El primero de ellos se resume en una de las peleas más brutales que haya podido tener Spiderman con alguno de sus adversarios. El orondo mafioso pone contra las cuerdas a un Spiderman que salva el pellejo por la campana. Una campana que lleva el nombre de Vanessa Fisk.

El doble arco contra Mysterio no le va a la zaga en fuerza narrativa, y a buen seguro que Sal Buscema, dibujante invitado de turno, tiene buena parte de culpa.

El resto de números correspondientes al título mensual, de lo que resta de tomo, son obra de Keith Pollard, con una única excepción a cargo de Al Milgrom. Si bien Jim Mooney es quien finaliza el abocetado de ambos en la mayor parte de esos números.

Wolfman vuelve a poner a Peter Parker y a J. Jonah Jameson al límite en esta línea argumental. Peter vuelve a pasar un calvario, mientras que Jonah recoge lo sembrado cuando le acaba dando la espalda hasta el mismo Robbie Robertson. Y lo mejor es que todo resulta de lo más consecuente.

El esperado encuentro final de Spiderman con el asesino de Tío Ben alimenta el factor nostálgico al contener numerosas referencias a aquella primera historieta de Spidey, en aquel histórico Amazing Fantasy 15.

Wolfman decide engordar la trama inventándose una historia de gangsters sobre un tesoro oculto que creo que desvirtúa un tanto la ingenuidad de aquel lejano primer relato. En cualquier caso, es un episodio final movidito que tampoco está mal.

Lo más consecuente con la historia arácnida está en el detalle de conservar el anonimato del criminal. Por siempre más, el involuntario impulsor de la carrera de Spiderman seguirá sin tener nombre. Es, simplemente, el asesino de Tío Ben.

El último arco del tomo vuelve a contar con el Castigador como coprotagonista. Se trata de un estupendo thriller sobre venganza y narcotraficantes, marca de la casa del antihéroe de la calavera. Una historia amenizada por la primera colaboración laboral entre Peter y April Maye. Una tensa relación que promete aportar mucho juego y que, de momento, da para situaciones francamente divertidas.

Para terminar, antes de este último arco viene insertado un insólito crossover entre anuales del lanzarredes. Concretamente, el anual número 13 de Amazing Spider-Man y el primero de Peter Parker the Spectacular Spider-Man, se dan la mano en una línea argumental marcada por el regreso del Doctor Octopus.

Marv Wolfman y John Byrne son los autores encargados de realizar el anual de Amazing, mientras que Bill Mantlo y Rich Buckler hacen lo propio con el de Spectacular. Una disparidad de autores que creo que no hace ningún favor al desarrollo de esta historia. Una trama que no empieza mal gracias a un seductor sabor noir, pero que acaba derivando en un relato de acción de lo más corriente, incluida una historia de fantasmas desconcertante. Si bien el apartado gráfico cumple bien, el guion resulta decepcionante para lo que nos tienen acostumbrados los arcos que disfrutan de Doc Ock como antagonista, quedando como una historia bastante irrelevante en la cronología arácnida.

Conclusión.

Wolfman creo que opta más por el drama que por la épica en ésta, su etapa. El guionista hace un muy buen trabajo en el plano más psicológico y de relaciones entre personajes, así como una labor en los diálogos que hacen que la lectura sea fluida.

En lo que hace a arcos argumentales, el del Hombre Lobo y Smythe cumple todos los requisitos de una gran saga.

Por todo ello, sitúo este volumen por encima del de Wein, aunque por debajo de lo realizado por los anteriores guionistas, recopilado en los siete primeros tomos.

En definitiva, otro tomo bastante recomendable.

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rockomic

9 Comments

on “Reseñas: Spiderman: Omnigold 9: El Regreso del Ladrón (1978-1980)
9 Comments on “Reseñas: Spiderman: Omnigold 9: El Regreso del Ladrón (1978-1980)
  1. Gran reseña como siempre Rock, ke me sitúa casi dónde empecé mi historia con Peter ke fué en Secret Wars…
    Historia viva con la entrada de Gata Negra o la declaración de Tía May. Poco después de la entrada del Castigador y antes de Veneno.
    No recuerdo para nada a los compañeros del Globe.

    Pregunto: deberían haber terminado los OGs en este tomo número 9?
    Yo ke por espacio divido los cómics por décadas, quedaría bien el corte aquí y ke el OG 10 pase a las estanterías de los 80?
    Gràcies.

    • Gràcies, Jordi.🍻

      Bueno, no parece que en Panini estén separando las décadas en diferentes formatos.
      Personalmente me da bastante igual si estos tomos están en OG o en MH, me valen igual ambos. En cualquier caso, hubiera preferido tomos más finos que éstos, pero me valen perfectamente.

      • Sí… Tampoco me importa. Incluso mejor en MHs por las quejas del formato OG.
        Pero puestos a ke he de cortar en algún punto cada una de las series por un tema de espacio y ke divido los tomos de cada colección por décadas, no exactas pero más o menos para ke todas las de una misma estancia, por espacio, vayan a la par… ¿este tomo permite un buen corte por lo ke me parece entender de la reseña y puedo pasar el OG 10 a un nuevo bloque ochentero o estará aún muy unido en continuidad o etapa o autores a éste?

  2. Tremendo artista Ross Andru, me encantaba cómo salían los personajes a veces de las viñetas y los breakdowns en concreto de los números de ese tomo, buen material y buenas historias.

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