Tras la salida de John Byrne de la colección, parecía imposible encontrar un dibujante capaz de igualar su extraordinaria labor gráfica de su etapa recogida en los dos anteriores tomos, de modo que se optó por no correr riesgos y traer de regreso a Dave Cockrum, con quien Claremont se entendía a la perfección. Este tercer tomo de la Patrulla-X tras la Segunda Génesis recoge, en efecto, la mayor parte de la segunda etapa dibujada por Cockrum. En lo referente al trabajo de entintador, éste corre a cargo de Joe Rubinstein en la mayoría de los números, quitando el tramo final donde es Bob Wiacek quien toma el relevo.
Sin embargo, el tomo abre con un episodio con dibujante invitado, Brent Anderson. Un episodio que sirve de enlace entre dibujantes estables. Un estupendo artista, Anderson, que precisamente ese mismo mes estrenaba colección como dibujante fijo: el nuevo título de Ka-Zar.
Se trata de un relato en el que Claremont aprovecha para traerse como invitado al protagonista de uno de los títulos que él mismo está escribiendo, el Hombre-Cosa. Una práctica muy habitual del guionista, la de invitar a los personajes que escribe a pasearse por alguno de sus otros títulos, como bien comprobaremos a lo largo de este tomo.
Sin ir más lejos, el villano de la historia, el demonio D’Spayre, es una creación del propio Claremont en su etapa en Marvel Team-Up.
Pero el inesperado protagonista de la historia es Cíclope, que tras abandonar el grupo apenas se le había visto por estas páginas. De hecho, el relato no es otra cosa que una aventura solista del ex-patrullero. O un Team-Up con el Hombre-Cosa, si queréis. Claremont incluso empieza a construir una nueva cotidianeidad para Scott, incluido empleo y nueva pretendienta en la figura de la capitana de barco Aleytys Forrester. Un episodio, no obstante, del que fácilmente podemos deducir la pronta reincorporación de Cíclope a la Patrulla-X.
En cualquier caso, la aventura traslada a Cíclope a los Everglades, hogar del Hombre-Cosa. Un relato que es básicamente un ensayo sobre el miedo, con la frágil mente de Scott atrapada entre el juego manipulador de D’Spayre y la naturaleza empática del Hombre-Cosa. Un episodio muy de colección del Hombre-Cosa francamente interesante, y fácilmente superior a toda la etapa del mismo Claremont en el título del monstruo de la ciénaga.
Ahora sí, Dave Cockrum regresa a su antiguo puesto al lápiz en una línea argumental de mayor dimensión. Una aventura que apunta alto al contar con el Doctor Muerte como principal villano, siendo ésta la primera ocasión en que el archienemigo de los Cuatro Fantásticos se veía las caras con la Patrulla-X. Pero el ex-monarca de Latveria no es el único antagonista, sino que la saga también trae de vuelta a un Arcade -y su Mundo Asesino– que constituye una alianza de lo más extraña con el Doctor Muerte.
La trama cuenta como Tormenta, arrastrando con ella al resto de compañeros de grupo, cae de forma un tanto ingenua en la trampa perpetrada por Miss Locke, mano derecha de Arcade. A partir de ahí, cada uno de los miembros de la Patrulla-X quedan atrapados en una de las letales atracciones del parque de Arcade, en sendas secuencias. Pero no sólo ellos, sino que también un grupo de cuatro Hombres-X en excedencia formado por Kaos, Polaris, el Hombre de Hielo y Banshee corren la misma suerte en una escena posterior. Dicho de otro modo, abundantes dosis acción y diversión narradas con buen pulso por Dave Cockrum.
Hasta ahí bien. El problema principal de la saga tiene que ver con el Doctor Muerte y el tratamiento que Claremont hace del villano. Un Victor Von Muerte extrañamente blando hasta el punto de permitir a Arcade un trato de colegueo. El lunático villano llega hasta a encender una cerilla en armadura de Muerte sin que éste se lo haga pagar. Eso y la escena final con las humillantes disculpas hacen irreconocible a este Doctor Muerte. Un importante tropiezo de Claremont que, curiosamente, parece un ensayo del giro que luego aplicará a Magneto, esta vez dando en el clavo.
En cualquier caso, la saga vale más por sus golpes de efecto que por su conjunto. Y es que no es precisamente escasa en escenas potentes, destacando la fuga de cada Hombre-X de su particular trampa, especialmente la de Rondador Nocturno. También está la creciente intriga por la misteriosa tempestad y la traca final con la impactante irrupción de Tormenta convertida en una nueva «Fénix Oscura«, de acuerdo con sus características.
Claremont también aprovecha la ocasión para seguir desarrollando a los personajes. De este modo, la naturaleza violenta de Lobezno sube un escalafón más tras encontrarnos ante una secuencia de su pasado, mientras que se ahonda en la claustrofobia que castiga a Ororo. Un trastorno causado por un trauma cuando era una chiquilla.
En síntesis, Doctor Muerte aparte, la aventura creo que ofrece suficientes alicientes como para pasar un buen rato de entretenimiento. Bastante por debajo, eso sí, de todo lo disfrutado en el anterior volumen.
A colación de lo comentado anteriormente sobre los diferentes títulos que escribe Claremont, vale decir que en esta primera mitad de tomo se intercalan dos episodios de la colección de Spiderwoman y un anual de los Vengadores. Episodios que reservo para los tomos correspondientes a estos personajes. No son números que afecten argumentalmente a la colección que nos ocupa por mucho que intervenga como invitada la Patrulla-X y estén escritos por Chris Claremont, y también pese a que en ellos se nos presente a Siryn, inesperada hija de Banshee, y a Pícara, como parte de la Hermandad de Mutantes Diabólicos liderados por Mística.
Claremont reserva todo el protagonismo a las mujeres en un episodio autoconclusivo que sirve de presentación para Calibán, un mutante que vive su marginación escondido en las cloacas y oculta su peculiar rostro tras harapos, en lo que se me antoja como un guiño al Fantasma de la Ópera. La asistencia de Kitty, Ororo, Spiderwoman y la profesora de danza de la primera, Stevie Hunter, a un recital de Dazzler es la excusa para ver en acción a las cinco mujeres ante la irrupción del nuevo mutante.
Un episodio en el que realmente ocurren muchas cosas en el plano interactivo y de desarrollo de los personajes. Banshee recibe la noticia de la existencia de su hija Siryn mientras Moira MacTaggert siente celos de ella, situación que da para la confesión de Ororo en el mismo sentido. La líder de la Patrulla-X se siente tan unida a Kitty, hasta un extremo madre-hija, que confiesa sentir celos de Stevie Hunter. Una relación afectiva, la de Ororo y Kitty, que seguirá presente durante todo el volumen y marcará algunas líneas argumentales.
I es que Claremont va resituando las piezas en el tablero de juego. El compañero de diversión de Rondador es ahora Lobezno, mientras que Coloso andará más ocupado en su creciente e inofensivo coqueteo con Kitty. Por otro lado, el Ángel abandona el grupo en disconformidad con la latente naturaleza violenta de Lobezno. La verdad es que Warren no acababa de encajar en el grupo y este acto de insolidaridad no acrecienta precisamente sus simpatías entre los lectores. Este hecho pronostica el regreso de Cíclope más que nunca.
Espíritu, por su parte, vuelve a recuperar buena parte del protagonismo tras un pequeño descanso. Se nota el cariño que Claremont tiene al personaje cuándo una y otra vez acaba por ser el centro de las miradas, el que obtiene mayor relevancia en esta etapa junto a Tormenta. En esta ocasión nos encontramos, al fin, con una Kitty cuyo comportamiento es más acorde a su edad. Por mucho que habitualmente reaccione como una mujer adulta, Kitty sigue siendo una preadolescente que hace chiquilladas y sufre regañinas de sus mayores.
El siguiente episodio, antesala del esperado regreso del archienemigo de la Patrulla-X, trae de vuelta a Garokk. El dios de piedra que se estrenó en la colección de Ka-Zar, reaparece con ansias de venganza justo cuando la Patrulla-X iba en busca de la guarida de Magneto.
Llegamos así al número 150 de la colección, un comic-book de doble grosor que quiere ser un punto de inflexión para la colección. Y lo es por dos acontecimientos. Primero por significar el reencuentro -y subsiguiente reintegro- de Cíclope en el grupo y, sobre todo, por el crecimiento de Magneto como personaje. Un giro que representa un antes y un después para el amo del magnetismo.
El hilo argumental de la Patrulla-X confluye al fin con el que iba protagonizando en paralelo Cíclope en los últimos números en una isla perdida en el Triángulo de las Bermudas.
Scott y Aleytys Forrester encuentran una monumental ciudadela de estética, digamos, atlante. Una construcción que resulta ser la nueva guarida de un Magneto preparado para poner en marcha su nuevo plan. Un plan de conquista mundial que ya alberga diferencias respecto a otras ocasiones en cuanto a que el mutante promete un mundo utópico en el que mutantes y humanos vivirían en paz bajo su mandato. Magneto saca los colores a los líderes mundiales en un sermón via satélite donde enumera cada una de las maldades de la raza humana, pero no está dispuesto a que la raza mutante sufra las consecuencias de su afán autodestructivo y de su supremacismo.
El clásico argumento del sacrificio de la libertad por una supuesta paz y estabilidad, nada especialmente nuevo. Lo realmente relevante está en el giro dado a Magneto, que ya empezamos a adivinar en esas condolencias sinceras a Scott cuando esté le informa de la muerte de Jean, y que se confirma en la impactante escena final. Creyendo haber matado a Kitty, una semejante suya, Magneto queda horrorizado de sí mismo al verse como un reflejo de lo que más detesta. Además, el amo del magnetismo hace referencia por primera vez a su doloroso pasado en los campos de concentración nazis, de modo que al fin conocemos cual es el germen de su odio hacia la raza humana.
Podríamos decir que el episodio se resume en lo relacionado a Magneto, porque la aventura en sí no ofrece mucho más. Tiene alguna escena impactante, como la de los misiles, pero creo que Dave Cockrum hace un trabajo menos satisfactorio de lo habitual. Quizás sea porque el escenario en el que ocurre la acción no es el más propicio para su capacidad creativa, o porque tuvo que trabajar con mayor celeridad al tratarse de un número doble, pero el resultado general es inferior al de los anteriores episodios.
La primera mitad de tomo queda cerrada con el quinto número anual de la Patrulla-X. Brent Anderson, que acompaña de nuevo a Chris Claremont, demuestra aquí su enorme talento con el lápiz superando sin problemas a Dave Cockrum.
Claremont, por su parte, decide traerse a los Cuatro Fantásticos como coprotagonistas de la historia. Ignoro si tendrá algo que ver que el cuarteto ya estuviera en manos de su ex-compañero John Byrne, pero resulta extraño ver a Sue en su viejo papel de ama de casa y cocinera, un rol que no encaja con el tratamiento de empoderamiento dado a las mujeres por parte de Claremont.
En cualquier caso, estamos ante una estupenda aventura en la que nuestros protagonistas vuelven a viajar al mundo extradimensional de Arkón, esta vez para combatir la amenaza de la Hermandad de los Badoon. Pura adrenalina narrada excelentemente por Brent Anderson.
Marvel Fanfare y la Tierra Salvaje.
En esta mitad de volumen se incluye una saga muy especial, ajena a la colección y no exactamente una aventura de la Patrulla-X, cuyo lugar más idóneo para ser recuperada era este tomo recopilatorio de la Patrulla-X que nos ocupa. Marvel Fanfare fue un título de contenidos varios diferente a lo visto hasta entonces en Marvel. No se trata realmente de una plataforma de lanzamiento para personajes emergentes tipo Marvel Premiere o Marvel Spotlight, sino de una colección con cabecera invariable y sin protagonista fijo que narra diferentes episodios del Universo Marvel, concretamente una historia principal y varios complementos.
Chris Claremont es precisamente el encargado de abrir fuego en Marvel Fanfare con esta saga inicial ambientada en la Tierra Salvaje protagonizada por la Patrulla-X, Ka-Zar y Spiderman. La parte gráfica se la reparten tres nombres: Michael Golden, Dave Cockrum y Paul Smith, este último futuro dibujante estable de la Patrulla-X.
La saga la podemos dividir en dos mitades. La primera está dibujada por entero por Michael Golden, que realiza un trabajo de primer nivel. La trama cuenta como el Ángel y Peter Parker, en calidad de reportero, viajan a la Tierra Salvaje en busca de Karl Lykos a instancias de su amada Tanya Anderssen. Lykos es el hombre cuyo alter ego monstruoso es Sauron, viejo conocido de la Patrulla-X. A su llegada a la Tierra Salvaje salen al encuentro de los visitantes Ka-Zar, su amigo Tongah y el propio Karl Lykos, mientras que los llamados Mutados de Magneto o Mutantes de la Tierra Salvaje (Niñolisto, Vértigo, Bárbarus, Gaza Timberius y Anfibio) son los primeros villanos de la obra.
Al parecer, esta historia fue realizada para ser incluida inicialmente en la serie Marvel Team-Up, entonces a cargo del propio Claremont, hecho que quizás explicaría la presencia de Tongah, que en la colección de Ka-Zar contemporánea a ésta saga figura como fallecido. O también la presencia de un Spiderman un tanto prescindible en el conjunto de la saga, que parece puesto ahí como reclamo de portada para un estreno de colección. Lo que ya no sé si queda tan justificado es el descuido en el sentido de que ninguno de los personajes parece atar cabos tras la inesperada aparición de Spiderman sumada a la presencia de Peter Parker.
El protagonismo de la segunda parte de la saga ya recae en la Patrulla-X al completo, además de Ka-Zar, y ya con la irrupción de Sauron como gran amenaza en alianza con Zaladane y los propios Mutados. En su plan de conquista de la Tierra Salvaje, los villanos aplican el Acelerador Evolutivo a nuestros héroes para convertirlos en criaturas grotescas involucionadas. A destacar la grata sorpresa del debutante Paul Smith en el capítulo final.
En síntesis, el resultado global de la saga es más que positivo. Una aventura apasionante.
Kitty a discreción y vuelta al espacio.
Volviendo al título propio de la Patrulla-X, Dave Cockrum se toma un descanso de dos números en los que Claremont construye un arco argumental focalizado una vez más en Kitty y Ororo. Tengo algunas dudas respecto al apartado gráfico. El primer número viene acreditado a Jim Sherman en el dibujo a lápiz y a Bob McLeod y Joe Rubinstein en el entintado, pero parece que buena parte del lápiz es cosa de McLeod, concretamente lo que sería la parte buena. O al menos es lo que yo intuyo. El segundo número no ofrece duda, todo el lápiz es de McLeod.
La trama significa el regreso del Club Fuego Infernal, una vez más liderado por Sebastian Shaw, secundado por Emma Frost (la Reina Blanca) y Harry Leland, y también de los Centinelas, los creados por Bolivar Trask, que esta vez trabajan bajo órdenes de Shaw. Pero se podría decir que eso es lo de menos, porqué la historia realmente profundiza en la relación entre Kitty y Ororo. La pequeña se encuentra de golpe con su realidad de menor cuando sus padres deciden sacarla de la escuela de Xavier para ingresarla en un instituto corriente. Luego no todo es lo que parece, pero lo bueno de este primer tramo es la sensibilidad que transmite toda la situación. Una secuencia que secundada por las delicadas figuras que dibuja McLeod me parece francamente hermosa.
La posterior situación, originada por la Reina Blanca al intercambiar su cuerpo y poderes con los de Tormenta, trae los momentos más jugosos, mientras que el enfrentamiento entre los dos grupos ofrece la parte de mayor acción.
Un arco que, sin menospreciar el trabajo gráfico de Bob McLeod, pertenece a Claremont más que nunca por cómo juega con los personajes y sus emociones. Mención aparte para un Lobezno que también es capaz de dar consejos de contención de ira.
Cabe también apuntar que Claremont nos vuelve a recordar, al fin, que Amanda Sefton (Jimaine Szardos), pareja sentimental de Kurt, ostenta poderes místicos.
Seguidamente, Cockrum regresa con las pilas cargadas en uno de los episodios más especiales de la colección: el Cuento de Hadas de Kitty.
Los integrantes de la Patrulla-X se apresuran a trasladar su nuevo cuartel general a la Isla de Magneto en el Triángulo de las Bermudas después de que las últimas batallas hayan dejado para el arrastre la Mansión de Xavier. Mientras tanto, Kitty encuentra un hueco para contarle una ocurrente fabula a Illyana Rasputín, hermana menor de Coloso. Algo así como la saga de Fénix Oscura convertida en un relato de las Mil y Una Noches, protagonizada por ella misma y por versiones alternativas de sus compañeros, algunas adecuadamente caricaturizadas.
Lo bueno del caso es que, uno tras otro, los integrantes de la Patrulla-X se van sumando tras la puerta de la habitación a escuchar la historia en un feliz momento de distensión para el grupo.
La benjamina de la Patrulla-X, por si quedaba alguna duda, se confirma como la alegría de la casa. El elemento más luminoso de esta colección y el que más la aleja de otras propuestas más oscuras de la época.
Algunos detalles que comentar en este encantador relato. En el cuento narrado por Kitty, la nave de la Patrulla-X, el Pájaro Negro, es aquí un dragón gigante llamado Lockheed. En el tomo que sucede al que tenemos entre manos veremos como Lockheed pasará a ser una realidad, aunque muy reducido de tamaño.
Por otro lado, la Patrulla-X paródica imaginada por Kitty sorprendentemente va a traspasar las fronteras del cuento, pasando próximamente a formar parte de una realidad alternativa.
Llegamos finalmente a la saga que cierra la etapa de la Patrulla-X recopilada en este volumen. Una saga que lleva a la Patrulla-X de nuevo al espacio para mayor satisfacción de Dave Cockrum. Se nota que el dibujante está en su salsa porque realiza uno de sus mejores trabajos. El espacio es el escenario más propicio para que Cockrum despliegue su gran talento para el diseño de personajes, razas, naves y demás artefactos, como ya quedó constatado en su primera etapa en la serie.
La aventura trae de nuevo a viejos conocidos de la colección, especialmente los Saqueadores Estelares y los Shi’ar, mientras que la gran novedad es para el Nido, una raza de alienígenas de diseño insecto-reptiliano en la que Cockrum probablemente se sintió influenciado por el Alien del clásico film de Ridley Scott. También están los Sidri, una plaga de organismos vivos que en realidad son pequeñas porciones de una nave, pero para diseño espectacular, la Acanti, el gargantuesco pez-ciborg que el Nido usa como nave espacial.
Claremont sitúa esta vez a la Tierra en el punto de mira de la amenaza alienígena de rigor. De hecho, parte de la acción sucede en la misma Tierra. Una clásica trama de ciencia ficción cósmica que bebe de varias fuentes, entre plagas alienígenas, invasores de otro mundo y politiqueo imperial. Pero tampoco se olvida de profundizar en la interacción emocional entre personajes, sin la cual estos comics no serían lo mismo, especialmente en el capítulo de parentescos. El Corsario, líder de los Saqueadores Estelares, desvela al fin a Scott su realidad parental, lo que da para secuencias de desarrollo emocional del mutante. Pero lo más inesperado nos lo encontramos en un personaje creado por el propio Chris Claremont en su etapa de guionista de Ms. Marvel: Ave de Muerte. La misteriosa alada resulta ser una Shi’ar y, para más señas, hermana de la emperatriz Lilandra Neramani, a quien reclama su trono. Ave de Muerte es precisamente una de las principales antagonistas de la saga, en alianza con el Nido y el almirante Shi’ar Lord Samedar.
En el flanco opuesto, al lado de la Patrulla-X, están Lilandra y el Canciller Araki, los Saqueadores Estelares, la Guardia Imperial comandada por Gladiador, y la vengadora Tigra, única disponible en ese momento. Simplificando, tal como ocurría en la saga original de la primera etapa de Cockrum, aparecen personajes de debajo de las piedras.
La peor parte se la lleva el Profesor X al meter su mente donde no debía. Xavier sufre un colapso que lo deja en estado catatónico. La telépata de la Guardia Imperial, Oráculo, intenta recuperar su mente sin éxito.
Sintetizando, la aventura es realmente apasionante y creo que no desmerece a la aquella gran saga donde nos eran presentados los Shi’ar.
En cualquier caso, la saga queda prácticamente en suspense dejando unos cuantos hilos abiertos. Momento que aprovecha Dave Cockrum para tomarse un merecido descanso antes de reanudarla, aunque eso es algo que queda para el siguiente volumen de esta colección.
Por el momento, en el número que sirve de epílogo de la saga, Claremont aprovecha para cambiar de tercio y desviar nuestra atención hacia otros asuntos. Concretamente hacia dos, primero se retoma el fantasma de la caza de brujas mutante, con el regreso del senador Robert Kelly. La segunda cuestión, y más importante, consiste en indagar en el presente de Carol Danvers. La que fuera Ms. Marvel lleva apareciendo en la colección, en su condición de huésped de Xavier, desde la perdida de sus poderes cósmicos y su alejamiento de los Vengadores. En una trama propia del género de espionaje, Danvers, acompañada de Lobezno, Tormenta y Rondador Nocturno, logra infiltrarse en el Pentágono con el fin de borrar archivos que podrían comprometer la seguridad de la Patrulla-X. Allí, el equipo infiltrado es descubierto por dos de los miembros de la Hermandad de Mutantes Diabólicos en sus ocupaciones civiles, Mística y Pícara, esta última precisamente la que robó los poderes a Carol. La trama parece una excusa para la escena final en la que vemos a Carol Danvers borrar también su historial como Ms. Marvel y como miembro de las Fuerzas Aéreas. Una excusa impecablemente ideada y desarrollada, todo sea dicho.
El caso es que la historia cierra una etapa para Danvers y abre las puertas a la renovación del personaje. Próximamente en estas páginas.
Como propina, el tomo termina con un relato perteneciente al magazín en blanco y negro Bizarre Adventures protagonizado por el Hombre de Hielo.
Una historia realizada por Mary Jo Duffy y George Pérez en la que el protagonista resuelve un robo en la facultad. Francamente prescindible.
Conclusión.
Este tercer tomo de la renovada Patrulla-X no está al nivel de los dos primeros, pero eso no significa que no esté a la altura de las expectativas. De hecho, una parte del volumen podría ser perfectamente equiparable a la primera etapa Claremont-Cockrum.
Quizás el primer tercio es el que pueda ofrecer más dudas, pero eso no impide que sigamos estando ante otro volumen imprescindible.
Enlace a la ficha:
- Reseñas: Biblioteca Marvel 74: El Increíble Hulk 5 (1967-1968) - 12 diciembre, 2024
- Reseñas: Biblioteca Marvel 73: Los Cuatro Fantásticos 13 (1967) - 12 diciembre, 2024
- Reseñas: Biblioteca Marvel 72: Nick Furia, Agente de SHIELD 3 (1967) - 12 diciembre, 2024
Gran material de una serie todavía a muy buen nivel (ya otra cosa es la calidad de los soportes en los que a menudo nos sirven estos cómics) con unos equipos artísticos que ya se hubiesen deseado en décadas posteriores.
Lo que debía disfrutar Cockrum cuando la trama le permitía dibujar fantasías espaciales, porque todo lo relacionado con los Saqueadores Estelares, el Imperio Shi’ar y el Nido es una delicia visual (y me pregunto si alguno de los guionistas de la serie «Farscape» habría leído estos cómics, porque no hay demasiadas diferencias entre la tripulación de la Saqueadora y la de la Moya).
De «El cuento de hadas de Kitty», siempre me ha parecido entrañable cómo todos los miembros de la Patrulla va acumulándose detrás de la puerta para poder escuchar el relato (casi esperas que Kitty acabará abriendo la puerta y caerán todos de morros como en la escena del camarote de los hermanos Marx en «Una noche en la ópera»). Prefiero un número «de relleno» como éste a uno del enésimo evento anual grandilocuente que abarca varias colecciones.
No olvidemos que el hombre era muy fan de John Carter y similares (ya hacía dibujos para fanzines sobre Burroughs antes de entrar en la Marina).
También le rendía pequeños homenajes en «Uncanny X-Men» con detalles como que el yate del doctor Peter Corbeau se llamara Dejah Thoris (aunque eso podría haber sido idea de Claremont, ¡o de ambos, porque me da la sensación que Claremont y Cockrum en cuestión de gustos eran tal para cual!).
El Claremont jovencito era muy fan de Dan Dare y de Heinlein. También era lector de la revista Eagle desde crío …ceo que su serie favorita ahí era el Heros the Spartan de Tom Tully (sí, el de Mytek y Johnny Red) y el gran ilustrador Frank Bellamy (que también dibujó Garth, strip tan admirada por Alan Davis). (Por el serial de Heros el espartano también se pasó nuestro Luis Bermejo, otro grande del cómic).
Mira, me acaba de venir a la memoria otro homenaje cokrumita/claremontiano, en este caso a Lovecraft, pues la isla que Magneto sacaba del fondo del mar había una ciudad construida por vete a saber quién, pero en cuyas calles podían verse estatuas gigantescas de humanoides con cabezas de cefalópodo.
De la afición de Claremont por Heinlein, supongo que de ahí venía el que Sam Guthrie también fuera aficionado a ese autor (se lo comentaba a Berto en un número de «Los Nuevos Mutantes»). A Kitty Pryde, por su parte, se la había visto alguna vez con una camiseta de «Elf Quest», juraría que llegó a verse en el piso de estudiante de Bobby Drake un póster de «Space Battlecruiser Musashi» (un guiño a «Space Battleship Yamato»), y me pregunto ahora si el nombre del barco de la capitana Lee Forrester, el «Arcadia», sería por la nave del capitán Harlock.
Desde luego la Guardia Imperial Shiar fue cosa de Cockrum.
Claremont no olvidemos que quería hacer un crossover entre John Carter, Tarzan y Star Wars que los de la Burroughs no autorizaron. Se sacaría en parte la espinita haciendo (junto a Cockrum) una historia de Star Wars en la que Leía y compañía visitaban un planeta muy parecido a Barsoom y se encontraban con un sosias de John Carter (y de Dejah Thoris …y de Tars Tarkas, porque no hay fan que pueda ver con malos ojos un encuentro entre Tars Tarkas y Chewbacca).
Ay, la memoria, no acompañaba Cockrum a Claremont en ese par de números de Star Wars con Aron Peacebringer y Keral Longknife como sosias de los warlords John Carter y Tars Tarkas, era Infantino.😅
Pues Suso voy a crear polémica. Por lo que se de esa historia de Star Wars mezclando elementos de Barsoom fue por que reciclaron una historia y los dibujos ya realizados de un comic de John Carter que al final no se publico. Creo que esto se debió a que cancelaron la serie del espadachín y por eso la usaron en la serie de Star Wars. En algún sitio leí esta información a ver si luego hago una búsqueda a ver si encuentro alguna referencia por ahí.
Puede que tuvieran el guion ya escrito y la adaptaran (con un montonazo de cambios) a una historia de Star Wars. El dibujo es complicado, que los cambios necesarios (borrando personajes a mansalva, metiendo a los de Star Wars y modificando a los de Barsoom para que solo se pareciesen lo justo) no requeriría mucho menos trabajo que dibujar esos dos cómics a partir de cero (de hecho en algunas páginas les llevaría mucho más tiempo hacer los cambios al tener que meter muchos personajes nuevos demasiado distintos y con demasiado protagonismo). Eso suena más bien a «leyenda urbana» de la editorial (hay muchos falsos mitos en torno a cómics marvelitas).
Mira esta reseña en ingles: https://vintagegeekculture.tumblr.com/post/161071526621/there-was-a-star-warsjohn-carter-of-mars
Hay coincide con lo que he dicho ya que son dibujos de Infantino (el comic original y no usado del Warlord) y a la Princesa Leía la dibuja Simonson. Tendría que echarle un ojo al comic pero parece que Leía esta metida a posteriori notándose algo forzado en las viñetas que salen en este articulo.
Es posible. Cosas más raras se han visto en esto de los cómics (e insertos mucho menos naturales).
Es que tiene la pinta y mas siendo un fill-in para salir al paso ese mes. Con parte del comic ya dibujado añaden a la Princesa Leia y alguna otra cosa y escriben unos diálogos adaptados a la nueva trama. Con lo cual todos contentos y a cobrar sin ir de culo ese mes con las fechas de entrega.
Es una historia en dos números, no un fill-in de uno solo. Y mira que no hay precisamente historias de la Star Wars marvelita clásica de un número o dos que se pueden cambiar perfectamente de orden en la colección de lo relleno que parecen.
Pues entonces fueron dos números que al final se quedaron en el tintero al cerrar la colección. Y que Infantino ya había dibujado por adelantado para la serie de Carter ¡mas razón aun! para bien recuperar parte de lo pagado al dibujante y guionista.
Para mí este tomo sigue siendo de una etapa que es la gloria. Sí, los dos primeros son más imprescindibles en una biblioteca tipo «100 cómics contando desde el 8000 AC hasta el 2024 DC que debes leer antes de morir», pero ya son recomendaciones genéricas. Lo disfruto mucho.
Son muy buenas historias.
El cuarto tomo me parece que mantiene el nivel del tercero, y termina con la boda entre Scott y Madelyne, que me parece una escena genial como final de una etapa, con el retiro (aunque sepamos lo poco que duró) del último componente de la Patrulla-X original. A partir de aquí ya empiezan los eventos anuales («Secret Wars»), las tramas que se cruzan demasiado con las de otras colecciones, y los cambios ajenos a la voluntad de Claremont (como la resurrección de Jean Grey), con lo que para mí estos cuatro primeros OmniGold (y los dos primeros de «Los Nuevos Mutantes») son la etapa del Claremont «puro» capaz de llevar la colección por donde quiere, mientras que a partir del quinto tomo empieza el Claremont «mangoneado» (primero muy poco, pero cada vez irá a más) que se ve obligado a cuadrar como pueda lo que hagan otros guionistas con «sus niños».
Exacto, viendo el éxito de los mutantes, se avecinaba que Marvel los quería ir explotando como fuera. En un principio fueron poco a poco para que Claremont no agarrase un cabreo y al final ya le dieron el golpe de gracia con lo del relanzamiento de los equipos Azul y Oro donde se demostró que ya no hacia tanta falta el patriarca mutante. Mientras pudo hacer su voluntad si que los mutantes estaban en una historia-rio donde claramente iban los personajes evolucionando. Y cuando le hicieron de lado pues crearon una jugosa franquicia de crear billetes.
Todo ese tomo es una maravilla con un Cockrum inspiradísimo, poco mas se puede añadir ya
Obra maestra impepinable, y Cockrum está maravilloso.
Las comparaciones son odiosas, pero lees un tebeo mutante actual y te da la risa floja.